7 de abril de 2009
La reunión del G20 llevó buenas noticias no solamente para el FMI, el gran triunfador de dicha reunión. La reunión benefició a los países participantes en general y a la Argentina en particular.
Es que, se puede decir que Argentina está atravesando por un año más que complicado con poco margen de maniobra y numerosas tensiones en su economía. Y si bien el programa financiero está cerrado para este año, no le cae para nada mal a la Argentina comenzar a recomponer los canales crediticios internacionales para reducir la incertidumbre sobre su capacidad para sostener la estabilidad económica en este contexto turbulento. Y su relación con el FMI podría ser el primer paso.
Los acuerdos alcanzados en la reunión del G20 le generaron a la Argentina casi US$ 3.000 millones de manera automática a través de los denominados Derechos Especiales de Giro (DEG) que le otorgarán un cierto alivio en un año electoral en el cual el contexto internacional le es claramente adverso.
El FMI tiene fondos frescos y esta nueva situación probablemente pueda acercar más a la Argentina con el FMI. Sí, suena ilógico que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner vea con buenos ojos volver a tener relaciones con el FMI, cuando hace poco más de tres años, Néstor Kirchner rompía relaciones con dicho organismo internacional acusándolo de haber perjudicado al país con sus recetas neoliberales. Pero ante un Chávez ya ausente para adquirir deuda argentina, mercados internacionales cerrados para el país y una caja que se reduce día a día con el deterioro de la economía y el contexto externo adverso, el FMI está dejando de ser “el malo de la película” para Argentina para convertirse en un posible aliado clave.
La situación de la economía argentina genera la necesidad de liberar tensiones y el FMI puede colaborar en ello. Si bien la crisis financiera internacional no ha afectado a la Argentina a través del sector financiero (dado que el sistema financiero argentino no se encontraba expuesto a los activos tóxicos), sí la ha afectado más de lo pensado en un principio a través de la economía real, impactando de manera directa en dos de los pilares fundamentales del modelo económico: el superávit fiscal y externo (aunque los mismos ya venían deteriorándose por la política económica errónea llevada adelante por el gobierno argentino).
Para este año, los analistas de mercado consideran la posibilidad de que la economía argentina entre en recesión. La actividad económica está debilitándose. En febrero, la producción industrial observó una contracción interanual del 1,1%, siendo éste el segundo mes consecutivo en negativo. La producción automotriz cayó en marzo por quinto mes consecutivo, un 23,6% en términos interanuales (y las ventas a concesionarios se contrajeron en un 35,3%) y ello repercute en otros sectores claves de la economía como el metalúrgico.
El debilitamiento de la actividad económica también se observa en los comercios. En el relevamiento que regularmente realiza la Observatorio de Comercio y Servicios PYMES, el 62% de los comercios consultados reconoció caídas en las ventas durante el mes de marzo en relación al mismo mes de 2008.
En la crisis del 2002, el sector externo contribuyó de manera significativa a la recuperación de la economía argentina. Sin embargo, en este caso, el sector externo está sumando a la profundización del deterioro económico del país. Es que las exportaciones se han visto reducidas en un 30% durante el primer bimestre del año, en lo que parece ser la tendencia para buena parte del año (probablemente hasta finales del mismo).
Este deterioro de la situación económica generó la necesidad política de adelantar las elecciones. El gobierno nacional tiene grandes dificultades para llegar a octubre, aunque, según refleja Carlos Pagni en un artículo escrito para “La Nación”, las provincias enfrentan mayores problemas aún.
La provincia de Buenos Aires está al frente de los problemas fiscales, con una necesidad de financiamiento estimada de $ 12.000 millones. Otra provincia de gran importancia, Córdoba la sigue junto a la gran mayoría de las provincias argentinas. Es que los gastos fiscales continuaron creciendo (presionados en buena medida por las alzas salariales) y no fueron acompañados por la dinámica de la recaudación.
El deterioro fiscal de las provincias ha llegado al punto de plantear el resurgimiento de las cuasimonedas (ampliamente utilizadas durante la crisis del 2001 por las provincias argentinas). Ayer el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, negaba esta posibilidad, pero lo cierto es que las provincias se encuentran enfrentando una situación fiscal preocupante y no pueden financiar sus déficits fácilmente.
Las dificultades que las provincias observan en sus cuentas fiscales generaron que Scioli decida adelantar el retiro de 10.000 empleados públicos en una acción desesperada por reducir el gasto de la provincia.
Frente a esta situación y las presiones que recibe permanentemente desde el sector agrícola, el gobierno nacional tomó una decisión que tiene múltiples beneficios aunque implique menos recursos para sí. La decisión de coparticipar el 30% de las retenciones a las exportaciones de soja produce un alivio (aunque leve) en las finanzas provinciales y logra el apoyo de los gobiernos provinciales para dicha imposición a las exportaciones agrícolas.
Dentro de todo el panorama negativo, ayer generó sorpresa el dato de recaudación nacional que indicaba un incremento interanual del 23% en el mes de marzo. La recaudación impositiva venía muy floja en los primeros meses del año (con incrementos interanual del 11% y 16,2% en los dos primeros meses del 2009, respectivamente), aunque esta recuperación en el crecimiento interanual sigue siendo insuficiente para equilibrar las cuentas fiscales.
Con la determinación de coparticipar las retenciones a las exportaciones de soja, menor recaudación esperada por retenciones a las exportaciones y la posibilidad de contracción en la actividad económica (el gobierno había estimado un crecimiento económico del 4% en el presupuesto del presente año, aunque puede compensarse con la subestimación de la tasa de inflación, ubicada en el 8%)
Y por si los problemas fueran pocos para la Argentina, en el día de ayer la justicia francesa dispuso el embargo de las cuentas bancarias de la embajada argentina en París, que si bien es por un monto despreciable (un millón de euros), amenaza con dejar un peligroso precedente. Los hold-outs le reclaman al país US$ 29.000 millones.
Este panorama negativo justifica el acercamiento del gobierno Argentino con el FMI. Pero, en caso de confirmarse ¿resultará beneficioso para el país o, como denunciaba Néstor Kirchner, puede dañarlo con sus exigencias de política económica neoliberales?
El acercamiento al FMI puede producir importantes beneficios para la Argentina porque la obliga a disciplinarse y transparentarse. Producto de la política fiscal descontrolada del gobierno argentino es que en este tiempo de crisis el país enfrenta una seria estrechez fiscal. Es por ello que disciplinar las cuentas fiscales, lo cual no implica reducir el gasto público sino hacerlo de manera más eficiente, fortalecería a la economía argentina.
El acercamiento al FMI obligaría a la transparencia en las estadísticas públicas. Ello implicaría un costo fiscal por los mayores servicios de la deuda que se deberían pagar (dado que el 40% de la deuda argentina se ajusta por inflación), pero beneficiará a la actividad económica contribuyendo a mejorar el clima de inversión y obligará al gobierno a enfrentar de una manera concreta los problemas que observa la economía argentina (los cuales se niegan a reconocer las estadísticas oficiales).
Además, el acercamiento con el FMI puede facilitar la renegociación de la deuda pendiente de reestructuración con los hold-outs, evitando así el riesgo de posibles embargos y, por qué no, ayudando a recomponer la relación con los mercados financieros internacionales.
Ciertamente Argentina no puede producir un cambio total en su política económica de inmediato ya que puede generarle mayores costos que beneficios. Es por ello que sería razonable que exista un cambio gradual consensuado con el FMI para que Argentina comience a implementar políticas económicas más sanas.
La necesidad está acercando a la Argentina al FMI. Para que este acercamiento pueda concretarse completamente sería necesario encontrar a un FMI más tolerante con la realidad económica local que respete los tiempos del país para alcanzar los objetivos propuestos y a una Argentina con intenciones de implementar políticas económicas más sanas (lo cual no implica renunciar a los objetivos de reducción de la desigualdad social), mayor transparencia y mayor respeto por las leyes. Para Argentina ello podría representar el inicio de un cambio hacia el fortalecimiento de la economía y la piedra fundamental para alcanzar el objetivo de crecimiento de largo plazo y desarrollo económico. ¿Podrán el FMI y la Argentina ceder en sus posiciones para lograrlo?
Autor: Horacio Pozzo - 7 de Abril de 2009
fuente: latinforme.com
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