Autor: Pablo Tigani
Los argentinos asistimos confundidos unos, e indignados otros, a esta parodia que tanto ha perjudicado, y de ninguna manera defendido los ahorros de los argentinos. Llevamos alrededor de tres meses de sainete con las reservas del BCRA.
En el curso de cada jornada de esta insurrección financiera-y no de “autarquía”-, los defensores del statu quo, nos permitieron ver con claridad, una nueva expresión del contra poder que no repara en ningún costo.
La lógica de las ciencias económicas fue estúpidamente cuestionada y temporariamente suplantada por la lógica de la obstrucción política.
El festivo acto de desafío lanzado por Redrado, hizo que los circunstanciales “actores y amigos políticos de Redrado”, fraguaran la sensación de protagonizar un hecho histórico, como aquel que protagonizara el campo, a mediados de 2008.
Nosotros, la audiencia; pasamos horas siguiendo la evolución de los acontecimientos por televisión o Internet, viendo personas agolpadas frente al BCRA que fueron rigurosamente seguidas por los medios que ayudaron a escalar los sucesos en forma cotidiana. Luego Redrado, saliendo de 5 años y medio de perfil bajo, paso a ocupar de repente las tapas de todos los medios, robándole cámaras al destacado Ricardo Fort.
Cada una de las interpretaciones que se dieron, remitían a la gente del común a una toma de posición ante el problema planteado, recreando la división y fogoneando una crisis potencial.
Gracias a Dios, una vez más; el riesgo país y las expectativas de devaluación en estos días regresan al lugar de comodidad, donde se encontraban antes de esta comedia de enredos.
Otra estratagema institucional pergeñada por la política mañera, volvió a involucrar a los mercados que tuvieron un verano caliente.
Hoy los mismos operadores y tenedores de títulos acompañan los signos positivos del retorno a la sensatez que implica utilizar reservas para pagar deudas. Suben los títulos públicos, baja el “riesgo país”, caen las expectativas devaluatorias en los mercados de futuros en New York, los tenedores de bonos vuelven a respirar, y todo parece indicar que la cordura ha vuelto.
Pero no se haga ilusiones, no habrá tregua por parte de Al Qaeda; si bien el uso de reservas aumenta el respaldo que tenían los bonos, entonces ahora estarán disparando sobre el “menor respaldo que tendrán los depósitos”. Fogonear esto en el país de los Bonex confiscatorios de depósitos de Herman González-Menem y el corralito de Cavallo-De la Rua, donde la gente teme lo peor, es verdaderamente criminal. Esta nueva embestida explica por qué el flujo neto de capitales del sector privado pasó de positivo a negativo desde el inicio de la crisis. En Febrero, la fuga de capitales estimada alcanzó los 1.200 millones de dólares. Un verdadero disparate, un ritmo que, anualizado, supera la velocidad de salida de capitales de 2009, cuando la monetización de la economía se detuvo, el crédito se redujo, y la economía se desacelero.
Todo esto, afortunadamente sucede, sin afectar el escenario de inobjetable liquidez que ostentan los bancos del sistema. Obviamente, todavía la colocación de préstamos no arranca, y la demanda de crédito es débil como consecuencia de la desconfianza instalada por los actores de esta “tragicomedia”, que intimida con eventuales tsunamis que podrían azotar a la economía argentina.
Buscando la parte buena, lo que esta claro es que debemos volver a considerar una reforma integral de la Carta Orgánica del BCRA y el sistema financiero, sobre la base de rechazar o aceptar la idea que un tecnócrata sea el sustituto de los representantes elegidos por el pueblo para ejercer las decisiones financieras nacionales.
Mientras algunos desean mantener el statu quo, y trabajan horas extras para lograrlo, hablando de las bondades de la autarquía del BCRA; la democracia deberá dar nuevas opciones representativas, que exterioricen la legítima soberanía popular en las cuestiones financieras.
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