Teoría Clásica

La teoría clásica vista desde los keynesianos


La obra " Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero " publicada por Keynes en 1936, es la culminación a la crítica de uno de los aspectos de la Teoría del Equilibrio. Dicha crítica se refiere a la afirmación de que un sistema competitivo dejado a si mismo, readquiere inmediatamente la plena ocupación de los factores productivos disponibles y en particular del factor trabajo. Por lo tanto, lo que Keynes pretende demostrar es la posibilidad de un equilibrio con desocupación (Napoleoni; 1964).

Para poder valorar el aporte realizado por Keynes es necesario considerar dos afirmaciones de la Teoría Clásica:

La renta que corresponde al pleno empleo es siempre una renta posible.


Esta afirmación se basa en la " Ley de Say ", la cual expresa que la oferta crea su propia demanda y por lo tanto niega que puedan existir fenómenos de superproducción general y que puedan darse niveles de producción y de renta de acuerdo con los cuales la demanda global sea insuficiente con respecto a la demanda agregada.

Existen en el sistema mecanismos que tienden a conseguir aquella posición de plena ocupación.

Respecto a la demanda global, esta puede subdividirse en:

Demanda para consumo.

Demanda para inversiones. Aquí se trata de ver si existe algún mecanismo que asegure siempre la igualdad entre ahorro e inversión, dado el nivel de ahorro. Según los ortodoxos tal mecanismo existe y depende de la tasa de interés.


En particular los clásicos pensaban que los inversores eran sensibles a los cambios en el tipo de interés y que siempre existe un nivel de tipo de interés, aunque sea muy pequeño, a partir del cual el volumen de inversión está en condiciones de absorber cualquier nivel de ahorro, por elevado que este pueda ser.

Otro argumento que exponían los clásicos para demostrar el equilibrio de pleno empleo, consistía en decir que si los salarios se mantenían iguales al valor de producto marginal del trabajo, siempre existirían incentivos para ocupar todas las unidades de trabajo disponibles.

De esta manera el problema de la desocupación podría ser explicado recurriendo únicamente a la existencia de fricciones o interferencias en el mecanismo competitivo.

Entonces, fue a partir de estas afirmaciones que Keynes en su intento por demostrar el equilibrio con subempleo, planteo las tres condiciones que lo harían posible.

La trampa de la liquidez.

La baja elasticidad con respecto al interés de la inversión.

La fijeza de los salarios monetarios.