La Gripe Porcina y la Investigación

6 de mayo de 2009


LA GRIPE PORCINA Y LA INVESTIGACIÓN

Por Martín Krause

Director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina(CIIMA-ESEADE)

El brote de gripe porcina, formalmente denominado AH1N1, y la amenaza de una pandemiaha puesto en alerta a todo el mundo y ha resucitado todo tipo de teorías conspirativas respecto de su origen, en el que se encuentra la siempre presente historia de que fue creadopor la CIA, en este caso incluso para matar a Obama (historias que cualquiera puedeencontrar en Google).



Más serio va a ser el debate que se abrirá sobre el sistema de innovación en el mercadofarmacéutico y el papel que cumplen las patentes. Ya hay quienes opinan que esas patentesdeben ser abiertas para lograr una producción masiva de los antivirales. Serían dos, creadoscon motivo de la gripe aviar, pero que servirían en este caso: el fosfato de oseltamivir,desarrollado por la firma Gilead Sciences y distribuido por la suiza Roche Holding AG con elnombre Tamiflu, así como el Ralenza que hace la británica GlaxoSmithKline y tiene

zanamivir.

El argumento para promover esta medida se basaría en que, ante una pandemia y lanecesidad de una producción masiva de esos medicamentos, los poseedores de las patentesno tendrían la capacidad suficiente para hacerlos o preferirían no producirlo para lograr unprecio mayor ante el explosivo aumento de la demanda.

Si bien estos laboratorios tienen el monopolio que le da la patente, no lo tienen con stockexistente. Hay millones de dosis en manos de la Organización Mundial de la Salud y dedistintos gobiernos. La Secretaría de Salud de México tendría un millón de dosis, que comprópor la gripe aviar, y se dice que habría adquirido 400.000 más que podrían ser usadas ahora.



Roche, por otra parte, dice que posee tres millones de dosis y que podría fabricar 400millones al año a través de sus alianzas.

Aunque no se sabe aún la magnitud de la pandemia, esos números no son pequeños y lapregunta que deberíamos plantear es si la apertura de la patente estaría en condiciones deofrecer una cantidad mayor a corto plazo.

En cuanto al temor de que alguno de los laboratorios reduzca su capacidad para lograr unprecio mayor, si bien pueden basarse en una predominante teoría del monopolio, ésta nocontempla la más compleja situación a la que se enfrentan estas firmas. Si bien tendrían unagran ganancia en el corto plazo, la pérdida de reputación en el futuro y la presión de la opinión pública serían mayores y mucho más costosas para los accionistas que unincremento de la rentabilidad, que igual tienen hoy y tendrían produciendo al máximo.

La pregunta que no se hace es la del daño a largo plazo. Como está el atractivo de lapatente, ya hay cientos de los mejores cerebros del mundo tratando de descubrir unavacuna. El incentivo es muy grande y es el que generó todas las grandes innovaciones en elpasado. De otra forma, habría que esperar que los gobiernos investigaran y descubrieran lasnuevas soluciones, pero, para entonces, los muertos serían muchos.

Por suerte, México compartió las muestras del virus para que se desarrollen vacunas. En2006, Indonesia se negó, al afirmar que se trataba de recursos genéticos del Estado, que permitían elaborar vacunas que luego ellos debían comprar a precios que incluyen el costode la patente. Claro, sin ese costo serían más baratos, pero, ¿quién los habría desarrollado?La ansiedad de todos y los incentivos a corto plazo de la política buscarán supuestassoluciones inmediatas. Pero como esto va a pasar, no se debe por eso destruir lo que nospermitirá enfrentar la próxima pandemia.

Autor: Martín Krause