Industria del Calzado

La industria del calzado es uno de los sectores industriales que muestra mayores cambios en las últimas décadas. Actualmente se producen en el mundo unos 12 mil millones de pares, con un promedio de 2 pares por persona. Un dato interesante es el hecho que un 60% de esa producción es exportada. China (produce 6.500 millones de pares/año y exporta 4 mil millones) e India (700 millones de pares/año), son los paises que registraron el crecimiento más espectacular de esta industria, desplazando de la escena a naciones que en su momento fueron grandes productores, como Italia, cuya producción se ha reducido a 400 millones de pares/año.


Por otro lado, el gran importador mundial sigue siendo EEUU (1.800 millones de pares), seguido de Japón y Alemania. Estos 3 paises concentran casi la mitad de las importaciones totales netas (excluyendo Hong Kong, que opera como país de transito). El valor del comercio mundial de calzado no deportivo ronda los 15 mil millones de dólares anuales, correspondiendo un 85% de ese total al calzado con capellada de cuero.

El mundo muestra dos modelos contrapuestos que compiten en el mercado internacional: el "asiático o económico", cuyo liderazgo ejerce China, que aprovecha el bajisimo costo de su mano de obra, y el "europeo", representado por Italia y seguido por España y Portugal, mas caro pero con diseño y elaboración de mayor calidad.

El modelo brasileño


Brasil es un caso interesante de analizar. Representa una vía propia, intermedia entre China e Italia, pero igualmente exitosa, que en los últimos 25 años logró triplicar su producción y colarse entre los grandes exportadores mundiales. Sus logros en el comercio internacional son el resultado de la adopción de una estrategia adecuada enfocada en la provisión de zapatos de mujer en el segmento de precio medio/bajo para el mercado de EEUU. Actualmente, el 70% de los 1.600 millones de dólares anuales provenientes de sus exportaciones de zapatos, fundamentalmente de mujer, se dirigen a EEUU, ocupando el primer lugar entre los proveedores de calzado femenino de ese país (42% del total, seguido por China con el 38% e Italia con el 10%).

Es más, en los últimos años Brasil ha comenzado a insertarse en el nicho de calzado de máxima calidad, siendo actualmente el único proveedor no italiano de marcas como Gucci, Prada y Ralph Lauren. Asimismo, marcas brasileñas, como Reef o Havainas (calzado informal) se están posicionando en el mercado internacional.

¿Cómo lo logró? ¿Qué participación tuvo el sector público en el boom del zapato brasileño?


Decisiva. Aquí es donde mueren las palabras y comienzan los hechos. El sector público de Brasil se involucró activamente en el desarrollo de este sector con una batería de instrumentos que abarcaron desde ventajas impositivas, hasta inteligencia y promoción comercial, pasando por el financiamiento. Entre las ventajas impositivas se contabilizan la reducción y diferimiento de impuestos, así como créditos tributarios. En lo que hace a la promoción comercial el apoyo para la creación de una base de datos y la participación en misiones y ferias, entre otros. Asimismo, se brindó asistencia para el equipamiento, capacitación y acceso a tecnologías de avanzada con la finalidad de lograr una rápida modernización del sector.

Sin embargo, la clave del éxito, el lubricante de las otras acciones, fue el financiamiento destinado a promover este sector. Tan solo entre 1995 y 1998 el BNDES –el banco de desarrollo de Brasil- financió programas para el sector del cuero y calzado por mas de 300 millones de dólares, la mayoría de los cuales se canalizó a favor de pymes.

El retroceso argentino

¿Y Argentina? Para atrás. Entre 1991 y 1998 la producción de calzado cayó más del 30% y entre 1997 y el 2001 el derrumbe se aceleró a un ritmo del – 15% anual. A este fenómeno contribuyeron dos factores. Por un lado, la fuerte caída del consumo de calzado que pasó de un promedio de 4 pares per capita en la década del 80 a menos de 2 pares en la actualidad. Por otro, el aumento de las importaciones que tuvo su cenit en el 2001, cuando el 45% de los zapatos vendidos internamente fue de origen importado.

Sólo la estupidez e ineficiencia de la dirigencia local puede explicar este retroceso en un país que procesa mas de 10 millones de cueros vacunos por año. El balance comercial del sector es una clara radiografía de la situación. En el 2000 Argentina exportó cueros por 800 millones de dólares (a Brasil e Italia, entre otros) e importó zapatos por casi 200 millones (de Brasil e Italia, entre otros). La hiperdevaluación y el retroceso del consumo en el 2002 corrigieron este desajuste, al desplomarse las importaciones y permitir una recuperación, pero sin brindar una solución de fondo al sector, que continua rezagado y vulnerable.

El futuro posible

El ejemplo de Brasil muestra el camino para revertir esta situación. Una meta moderada para Argentina sería duplicar la producción de calzado en 4-5 años, alcanzando para el 2007 los 100 millones de pares, 75 millones de los cuales serían absorbidos por el consumo interno y 25 millones se exportarían. Esto representaría un ingreso adicional de unos 350 millones de dólares y la creación de aproximadamente 20 mil nuevos empleos.

El país tiene los recursos básicos para desarrollar una producción que le permita incursionar competitivamente en el segmento de calidad media y alta, basada en la disponibilidad de cueros, la capacidad y experiencia de nuestras curtiembres, la buena calificación y bajo costo de la mano de obra, sumada a la rica tradición artesanal y diseño local.

¿Qué se requiere? Además de voluntad e inteligencia aplicadas al diseño de un programa sectorial estratégico, que incluiría la identificación de nichos de productos y mercados (¿calzado de vestir o informal? ¿para mujer o hombre?, etc) es necesario brindar apoyo al sector privado para facilitar su modernización (diseño, tecnología, equipamiento, calidad) y fomentar el surgimiento de jugadores globales (consorcios, firmas de trading).

El costo fiscal de un programa de esta naturaleza se sitúa por debajo de los 2 millones de dólares/año y las necesidades de financiamiento, principalmente para exportaciones, en los 25 millones. De lo expuesto se concluye que en el sector del calzado es posible hacer mucho con poco, debido a sus bajos requerimientos de capital y tecnología. Sin embargo, para mejorar los pies es necesario, ante todo, cambiar la cabeza.

Por Alberto Pontoni. Octubre 2003