Índice de Precios al Consumidor IPC

Por Florencia Montila

Universidad Nacional de Córdoba


En Argentina este índice es elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Se construye utilizando los patrones de consumo de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires. El IPCGBA mide cómo evolucionan, en promedio, los precios de una canasta representativa del gasto en bienes y servicios de esos hogares, pero no cuánto vale dicho conjunto de bienes y servicios, en un momento del tiempo.

Un aumento en el índice, implica una disminución en el poder de compra del dinero en función de los precios medios de ese conjunto de bienes y servicios de consumo; cuando baja, refleja un aumento del poder de compra del dinero en esos mismos términos.

Debido a la importancia de los bienes y servicios de consumo dentro del total de los bienes y servicios comercializados en el mercado, el IPC-GBA es frecuentemente utilizado como medida de la inflación. Otros indicadores que se suelen utilizar con el mismo fin son el Índice de Precios al por Mayor (IPM), que mide la evolución de los precios en la etapa de las ventas mayoristas o de fábrica e incluye, además de los bienes de consumo, las materias primas, insumos, construcciones y maquinarias; el Índice del Costo de la Construcción (ICC); y el de Precios Implícitos en el Producto Interno Bruto (IPIPIB), que se calcula como cociente entre el Producto Interno Bruto (PIB) a precios corrientes y el PIB a precios del año base.


El Indice de precios al consumidor (IPC) y la inflación

El IPC-GBA mide la evolución de los precios de los bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en el Gran Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y partidos del Gran Buenos Aires) respecto a los precios vigentes en el año base.

El concepto de inflación hace referencia tanto a las variaciones en los precios de los bienes y servicios de consumo de los hogares, como a la evolución de los precios de los bienes y servicios exportados, de los utilizados como consumo intermedio de las industrias y de los destinados a la acumulación como inversión bruta fija o variación de existencias. Al tomar el IPC como indicador de inflación, se debe tener en cuenta que éste sólo capta las variaciones en los precios de los bienes y servicios de una canasta de consumo determinada, por tal motivo nos brinda solamente una aproximación a la inflación. Además, la evolución de los precios que pagan los consumidores no siempre tiene una correspondencia con la de los precios que reciben los productores, dado que las variaciones en los impuestos y subsidios sobre los productos modifican las proporciones en las que el Estado y los hogares se hacen cargo de los pagos por esos bienes y servicios.

El Indice de precios al consumidor (IPC) y el costo de la vida


El IPC no es un índice del costo de la vida (ICV), aunque con frecuencia se lo utilice como tal. Un índice del costo de la vida es un concepto teórico que busca reflejar los cambios en el monto de gastos que un consumidor promedio destina para mantener constante su nivel de satisfacción, utilidad o nivel de vida, aceptando –entre otras cosas– que pueda intercambiar permanentemente su consumo entre bienes y servicios que le brindan la misma satisfacción por unidad de gasto.

El IPC no incluye los pagos de intereses y amortizaciones de préstamos, impuestos, ni considera el valor locativo imputable por el uso de la vivienda propia, por lo tanto dentro de este índice no están incluidos todos los conceptos que hacen al mantenimiento del nivel de vida del individuo. Los cambios en el ICV no tienen una relación unívoca con los cambios en los precios. Esto se debe a que ante un cambio en los precios relativos de los bienes o servicios, el consumidor puede modificar sus compras de dos maneras. Por un lado, puede trasladarlas hacia los productos cuyo precio relativo bajó y reducir así su costo de vida. Por otra parte, aunque no cambien los precios relativos, el consumidor puede reducir el costo de algunas de sus compras sin modificar las cantidades ni las características de los productos o servicios, si logra acceder a comercios o artículos «más económicos» que le brinden igual satisfacción, pero ello no implica que hayan cambiado los precios de la economía. En un índice de costo de vida las ponderaciones de los bienes y servicios pueden ser –en teoría– permanentemente cambiantes ya que reflejan las preferencias actuales de los consumidores. Estas características teóricas del ICV plantean enormes dificultades prácticas de cálculo y es por esto que no se computa.

Los Índices de precios al consumidor

Para que las variaciones en el índice se deban sólo a modificaciones en los precios y no a otros factores, como por ejemplo el cambio en los hábitos de compra de los consumidores, es necesario que las ponderaciones de los bienes y servicios sean las mismas en los períodos cuyos precios se comparan y, a su vez, que las especificaciones de esos bienes y servicios de la canasta deben ser comparables.

Aislar la evolución de los precios es una tarea complicada. La variación temporal en el gasto que un hogar destina para la compra de determinado bien o servicio se origina conjuntamente por factores de precio y por factores de volumen físico.

Los índices de precios tratan de medir el efecto de los factores de precio, esto es, la cantidad de dinero pagada por una unidad de bien o servicio, de determinada calidad. Sería óptimo, entonces, que los índices de precios no estuvieran distorsionados por cambios en la calidad de los productos o servicios.

El proceso de elaboración de un índice puro de precios conlleva mucho trabajo, debido a la dificultad que implica separar los factores que no se deben en forma exclusiva a los precios pero que también inciden en el valor de los bienes y servicios (cantidad, volumen, características físicas y funcionales, durabilidad, calidad, prestigio que otorga su consumo, lugar de adquisición, momento y volumen de la adquisición, etcétera).

Por otra parte, debido a los cambios en los patrones de consumo de la población de referencia existe la necesidad de revisar, y modificar si fuera necesario, la canasta de consumo, así como la población de referencia y los negocios informantes, para que el índice se mantenga actualizado, sea representativo y útil en la práctica.