Economia Argentina y Moneda Extranjera

ACTUALIDAD ECONÓMICA: REFLEXIONES EN LA COYUNTURA


“No confundir aserrín con pan rallado” Proverbio español

Como es sabido, nuestro país ha venido creciendo a elevadas tasas a lo largo de varios años luego de la penosa experiencia de fines de 2001. Las razones de ese crecimiento hay que buscarlas fundamentalmente en dos aspectos. El primero es lo mucho que había caído la economía durante la crisis a comienzos de 2002. Lo segundo es la impresionante suba en los valores de las materias primas.


Los elementos concomitantes han sido la enorme quita que se logró en la renegociación de la deuda externa, la impresionante devaluación del peso argentino (cuya convertibilidad fue desconocida por el Estado) y la paralela sobrevaluación de la moneda extranjera. A ello se le suma la denominada “pesificación asimétrica” que implicó un importantísimo traslado patrimonial de parte de los acreedores a los deudores en general.

Factores tales como los altos precios internacionales y la subvaluación del peso hicieron posible la aplicación de importantes impuestos a las exportaciones que generaron la idea de que en nuestro país existía un genuino superávit fiscal.

Al mismo tiempo, las autoridades fueron aumentando el intervencionismo. A veces en forma de controles, otras de prohibiciones o trabas, otras de permisos o negativas de diversa índole y por diversos motivos. Y finalmente una enorme gama de subsidios en los cuales se ha venido distribuyendo el dinero proveniente del superávit fiscal citado, dinero que debería haberse destinado íntegramente a adquirir dólares para poder enfrentar los pagos de la deuda externa, según el acuerdo de refinanciación al que se arribó luego del default. Todo esto más allá de que es obvio que el esquema se volvería insostenible por el simple transcurso del tiempo.


Es que si nada es para siempre, menos aún lo es una economía basada en un artilugio monetario. Por lo menos esa parte entendemos que ha llegado a su fin.

Tenemos entonces una economía que todavía muestra signos de crecimiento, que sigue amparada en los altos precios de las llamadas commodities, pero que evidencia grandes flaquezas en materia energética y de infraestructura, que carece de nuevas inversiones de envergadura y que ha consumido buena parte de su capital mediante políticas de subsidios que exacerbaron el consumo aprovechando la baratura.

La falta de inversiones ha tenido su razón de ser. Y tal razón no es otra la inseguridad jurídica que significa la falta de apego a la ley, la falta de respeto de los contratos, la arbitrariedad emanada básicamente de la secretaría de comercio y en general la persecución de inversionistas no amigos del poder, nacionales y extranjeros.

Nadie arriesga capital si no cuenta con un horizonte serio y de respeto de la juridicidad, tal como viene lamentablemente ocurriendo en la Argentina, donde prácticamente todos los factores de la producción pasan a ser apéndices del estado “activo” que tanto se declama y que consiste en tener que negociar a cara de perro con un funcionario de segundo o tercer orden a cuánto habremos de vender tal o cual producto; si deberemos exportar para poder importar, si contaremos con las materias primas necesarias y si tendremos o no la energía que requieren nuestras plantas para funcionar.

En estas horas se ha generado un gran revuelo en materia cambiaria como consecuencia de las medidas que se tomaron respecto de la adquisición de moneda extranjera, que todo el mundo conoce. Pero estas medidas son en verdad la consecuencia de otras anteriores. En general improvisadas y todas tomadas de apuro.

Las limitaciones a las importaciones, las exigencias a los exportadores para que liquiden sus divisas rápidamente, los llamados telefónicos a importadores para que demoren sus compras, la eliminación de normas de liquidación de divisas para petroleras y mineras dispuestas durante el gobierno de Néstor Kirchner, el pavoroso incremento del gasto público y un sinnúmero creciente de etcéteras mostraron una realidad que dista de funcionar aceitada y regularmente.

Si bien es cierto que una economía es algo dinámico y que siempre es posible (aunque para nosotros no sea lo deseable) ajustar aquí o allá determinadas cosas, no es razonable que de la noche a la mañana uno se encuentre con novedades tales como que si quiere importar autos debe exportar por montos equivalentes lo que sea, y cosas así. La actitud quijotesca puede dar algún resultado en el cercanísimo plazo, pero termina ahuyentando al más pintado. Y no hay que dejar de decir que ese resultado tiene un costo. Un importador no puede de la noche a la mañana salir a exportar limones, de manera que si necesita hacerlo, debe recurrir a un productor exportador de limones que por supuesto cobrará su comisión. Ningún mecanismo absurdo como éste puede resultar gratuito.

Que la AFIP se yerga en un ente que autoriza o niega la compra de moneda extranjera es, a todas luces, una clara extralimitación legal. Pero además los argumentos que se aducen acerca de la necesidad de evitar el lavado de dinero resultan cuando menos ridículos.

Precisamente si de lo que se trata es de atrapar a evasores o lavadores de dinero, lo mejor que puede hacerse es dejar que hagan sus operaciones y luego caer sobre ellos con todo el peso de la ley. Así, lo que se logra es que no se acerquen siquiera a una casa de cambio, con lo cual no se los detecta y por lo tanto no se llega a hacer la justicia que se declama. Es como hacer sonar la alarma cuando el asaltante está a punto de cometer su asalto. Es obvio que escapará tan rápido como pueda.

Esto demuestra el absurdo de esta medida y la ridiculez de la explicación que se ha dado.

Por otra parte, desde determinados sectores politizados se ha caído una vez más en la teoría conspirativa según la cual “determinados sectores” intentan provocar la caída del gobierno. El proverbial “golpe de mercado” de otrora.

Sin embargo, la realidad muestra que el gobierno ha venido utilizando reservas para pagar los servicios de la deuda externa, que se ha apropiado de los fondos de las AFJP, que ha eliminado de hecho la autonomía del Banco Central, que está emitiendo moneda a un ritmo de un 40% anual, etc. Todo ello aparte de las trabas al comercio exterior mencionadas más arriba.

Y finalmente suma estos hechos la puesta en marcha de los estudios necesarios para ir disminuyendo los subsidios, que en la actualidad superan los 75.000 millones de pesos anuales y que ya no pueden sostenerse.

Al mismo tiempo, o tal vez como consecuencia de la gran emisión de moneda, es evidente que la política oficial es la de no dejar escapar el tipo de cambio, para evitar con eso empujar la suba de precios. Pero es obvio que el ahora retraso cambiario hace más costoso en divisas producir en la Argentina. Es decir, el país está sufriendo progresivamente inflación en dólares. O, dicho de otro modo, la moneda extranjera resulta cada vez más barata.

En los últimos 4 años la salida de capitales llegó a unos 70.000 millones de dólares (otras cifras muy conservadoras hablan de 50.000 millones), una cifra apabullante que equivale a los ingresos brutos de todo un año de exportaciones.

Está muy claro que el problema no empezó con el triunfo de Cristina Fernández como arriesgan desde ciertos medios oficialistas conspicuos comunicadores. Por lo demás, el triunfo se produjo en realidad el 14 de agosto, el 23 de octubre quedó formalizado únicamente.

La economía está siendo manejada por gente muy poco profesional al tiempo que el Banco Central, como decimos, se ha convertido en un apéndice del poder central y por lo tanto focaliza su funcionamiento en las políticas “activas” a las que parece tan afecta la presidenta Fernández.

El verdadero galimatías de controles y trabas de todo tipo a lo único que contribuye es a generar más incertidumbre y más pánico. Esto al menos parecen haberlo comprendido algunos funcionarios. Porque la verdad es que más allá de la quijotada de colocar a la AFIP como una especie de celadora del mercado de cambios, es un acto impresentable pretender que este organismo determine de la noche a la mañana quién puede comprar o no moneda extranjera y qué montos, sin haber dado a conocer pauta alguna y sabiendo que los datos oficiales suelen contener errores en muchos casos infantiles. Aparte de referirse por lo que se sabe al ejercicio anterior.

Se pretendió trabar el mercado y se logró así que el dólar pase los 5 pesos en el mercado libre. Al mismo tiempo que los ahorristas en dólares en el sistema bancario empezaron a huír despavoridos. Aparte de que el capital obviamente es temeroso, con más razón en un país donde con demasiada frecuencia el Estado se queda con los ahorros o con parte de ellos.

Entonces se volvió para atrás autorizando a mucha más gente a comprar pequeñas sumas, al mismo tiempo que la presidenta del Banco Central anunciaba que reducía los encajes en dólares para facilitar que quienes quisieran retirar sus ahorros pudieran hacerlo, no sin antes haber amenazado de manera insólita que tales ahorrista deberían tributar el impuesto sobre los bienes personales. Un curioso impuesto que rige desde hace varios años y que grava los ACTIVOS y no el patrimonio, como tantas veces se confunde (excepto en el caso de participaciones societarias) y que cuenta con una exención para las colocaciones en cajas de ahorro bancarias.

Por supuesto que desde que rige este impuesto se sabe que las tenencias de dinero no depositadas en caja de ahorro o plazo fijo por parte de las personas físicas están gravadas. Pero no es por retirar los depósitos que se cae en la gravabilidad, es por no tenerlos en ahorro o plazo fijo bancarios al 31 de diciembre.

Lo que queremos señalar aquí es que en este último tema se trató de una declaración política a nuestro juicio de muy poco vuelo. Para asustar, digamos.

Por eso es interesante, como siempre, no mezclar los tantos y llamar a las cosas por su nombre. Acá hace ya varios años que las cosas no están siendo manejadas con el profesionalismo que se requiere. Y no importa tanto en todo caso si se trata de una política más o menos intervencionista, que nosotros no compartimos. Se trata de que se coloca en puestos clave a funcionarios que no están preparados y que se manejan en el día a día haciendo buena letra según los humores del mercado y de la propia presidenta de la República.

Por eso recurrimos en el inicio de este comentario al viejo proverbio español. Si lo que tenemos es aserrín, por favor no lo confundamos con pan rallado.

ESTUDIO

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 15 de noviembre de 2011

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

www.hectortrillo.com.ar