Tenemos que configurar un proyecto agropecuario sustentable . Cristina F. de Kirchner
LA CRISIS DEL CAMPO
En el año que está por concluir no caben dudas de que el acontecimiento más relevante en materia económica ha sido la denominada crisis del campo. Esta crisis no fue producto de una situación fortuita, si es que cupiera esa posibilidad. No. Fue el producto de un indescriptible error de cálculo que llevó a considerar que no había techo para aplicar impuesto a las exportaciones, y que la eliminación de los mercados de futuro carecería de consecuencias. Probablemente el antecedente que dio pie a esta decisión fue el del petróleo, en el que se aplicó ya desde el año pasado una metodología similar. Pero el mercado petrolero no es el mercado de granos y de oleaginosas. Y mucho menos el de la carne y el de los lácteos. Sería extendernos demasiado ingresar en una explicación detallada. Baste decir, sin embargo, que la producción petrolera y gasífera viene bajando desde los comienzos de la era kirchnerista sin solución de continuidad, al tiempo que la producción agropecuaria había venido mejorando de manera bastante elocuente.
Entendemos que quienes siguen nuestros comentarios habrán de tener presentes los distintos avatares que se suscitaron. El paro agropecuario, los jamás bienvenidos cortes de ruta, la persecución judicial a ciertos productores al tiempo que los asambleístas de Gualeguaychú siguen en la suya como si nada, etc. Toda la gama de consecuencias ha sido tan funesta o más de lo previsto, incluso por los más pesimistas. Se buscaron paliativos con varios meses de atraso: se intentó un sistema de reintegros francamente patético, se buscó distinguir a productores entre grandes y pequeños, entre lejanos y cercanos, entre provenientes de zonas más húmedas o más desérticas, y toda una maraña de diferenciaciones que, como se sabe, puede llegar a ser interminable. Finalmente se llegó a la conclusión de que lo mejor era presentar el proyecto de la Resolución 125 en el Congreso. Una sana medida democrática que fue repudiada por conspicuos supuestos defensores del progresismo, como el periodista Eduardo Aliverti, por ejemplo, que llegó a decir que había sido una imbecilidad tal decisión.
Así las cosas, en el Congreso no le fue nada bien al proyecto. Se obtuvieron poquísimos votos de ventaja en Diputados, y hubo un empate en Senadores, que como todo el mundo sabe desniveló el vicepresidente. Y justamente fue el Dr. Cobos el atacado a diestra y siniestra por los sectores del oficialismo y sus adláteres, sin que parecieran tomar en cuenta que la votación, tanto en una cámara como en la otra, dio lugar a numerosos votos en contra de parte de legisladores oficialistas.
Uno ha escuchado y leído una y mil veces que los sectores conservadores, o la oligarquía terrateniente, o la derecha , o los piqueteros de la abundancia se oponían a los designios de la 125. Pero muy poco se ha dicho de los progresistas que también se opusieron. Y he ahí el meollo de esta cuestión. ¿Por qué se opusieron?. Las respuestas pueden resultar muy variadas y llevar varias páginas. Pero hay una que entendemos es bastante obvia: los diputados y senadores debían retornar a sus provincias y observar que sus ciudades o pueblos contaban cada vez con menos recursos económicos debido a la no coparticipación de los ingresos por retenciones . Un detalle para nada menor. Por la plata baila el mono.
La resolución no salió y finalmente cuando se produjo la baja de las oleaginosas en el mundo, no faltaron los funcionarios y amigos del poder que se cansaron de repetir algo así como que si se hubiera votado a favor ahora los productores pequeños y medianos tendrían menos retenciones. Lo cual equivale a decir que el voto de Cobos resultó favorable a los intereses del gobierno y no al revés. Y también equivale a decir que dado que votaron en contra ahora lo que tendrán que hacer es joderse. La verdad es que no estamos regidos por estadistas, de eso no tenemos dudas.
LA OLEADA VOLUNTARISTA
Luego de las increíbles afirmaciones de la presidenta, respecto de que estábamos bárbaro hasta que apareció el mundo , a las pocas horas de haber afirmado en EEUU que los países industrializados deberían diseñar un plan B comenzó una verdadera oleada de intervencionismo voluntarista. Como hacía años no se veía.
Hemos señalado en otras oportunidades que el intervencionismo es como una droga y que cuanto más se entromete en la vida de la gente, más distorsiones provoca y más intervencionismo requiere. Así hasta el punto en el que el choque es inevitable.
Por un lado se produjo la apropiación de los fondos de las AFJP para que un par de funcionarios cuasi improvisados se dispongan a manejar el mercado de capitales, la asignación de créditos, los cupos y topes de préstamos e incluso los destinos de los mismos. Podrá haber préstamos para automóviles o para heladeras, como antes debería haberlos habido para las primeras propiedades de los inquilinos. Préstamos a las Pymes que cumplan con determinados requisitos, para producir seguramente aquellas cosas que ya se determinarán. Créditos a la producción si se trata de Pymes, y a los consumidores si se trata de la industria automotriz. Y así siguiendo.
La presidenta anuncia por su parte obras públicas. Primero 71.000 millones en tres años. Luego 111.000 millones. Si a esto le sumamos las medidas para alentar el consumo estamos en 10 puntos del PBI, más o menos.
El gobierno ha decidido hace ya mucho tiempo desviar de manera coactiva los recursos que el mercado hubiera manejado de otra forma. La razón de ello es que los gobernantes creen que el mercado hace las cosas mal, y que mejor lo harán Cristina, Néstor, Boudou, Choros, Moreno, o Massa. Y entonces los impuestos, los fondos de las AFJP (y pronto los de las ART), la inflación y el dibujo de sus índices para que los bonos públicos paguen menos intereses, serán entre otras cosas las fuentes de recursos .
Para que se tenga una mínima idea, los $ 13.200 millones anunciados en créditos para el consumo de diversos artículos hace algunos días, representan algo más del 10% del mercado total de créditos existente a noviembre.
El gobierno reasigna recursos que obtiene coactivamente con exacciones y confiscaciones. Y los gobernantes creen que lo harán mejor que quienes poseían tales recursos con anterioridad. Como el Estado obtiene sus recursos de manera coactiva, no necesita de las leyes de mercado para propiciárselos. Por lo tanto no necesita ser eficiente para ganarlos, simplemente los quita. Ser eficiente se convierte en un objetivo inútil. Y la nave va, como decía Federico Fellini. Asi es como se desarrolla la corrupción, el amiguismo, los cotos de caza y otras lindezas del mundo intervencionista. Todo el mundo termina golpeando puertas y ofreciendo lo que sea para resultar favorecido por la asignación espuria de recursos habidos coactivamente.
Así, los servicios que brinda el Estado suelen ser caros y muy malos, como todo el mundo sabe. Y si bien las tarifas suelen ser bajas políticamente, lo que en realidad ocurre es que se abona la diferencia mediante inflación, tributación, devaluación y otras averías propias del sistema. Y los más afectados por este accionar son, precisamente, los más pobres. Porque son ellos quienes tienen un salario fijo que se ve disminuido de mil formas. Y ni qué decir de los jubilados. Un sistema caro e ineficiente, cargado de amiguismo y nepotismo, con monopolios en manos del Estado, y con exacciones y apropiaciones de fondos para destinar a los sectores que resulten favorecidos , no puede funcionar si los salarios no son bajos. Los pobres son los que más pagan la inflación, la devaluación, la maraña de impuestos y tasas. Son ellos quienes viajan como hacienda y los que más sufren apagones, cortes de agua, bajas en el suministro de gas o aumento del precio de las garrafas. A ellos se les acercan canastas de Navidad a precios acomodados cargadas de productos de terceras y cuartas marcas, en muchos casos incomibles e imbebibles. Y se les promete un cambio de heladera.
Cuando la política económica funciona dentro de las reglas del mercado y se convierte en un estímulo el éxito económico, dentro de la seguridad jurídica indispensable, entonces las inversiones se multiplican y aumenta la producción, la productividad y la calidad de lo producido. Así es como suben los salarios y la demanda exportadora crece, al tiempo que se importa tecnología y se mejora el cuadro económico general. Todo lo contrario de lo que está ocurriendo en la Argentina, en donde se apostó únicamente a que los precios de las commodities seguirían altos indefinidamente, y que el artilugio del dólar alto no terminaría nunca.
ALGUNAS DE LAS MEDIDAS
Así las cosas, en muy poco tiempo se anunciaron o dispusieron medidas de todo tipo tendientes a incentivar la llegada de capitales, la inversión, el consumo, el empleo y tantas bondades más. Por ejemplo (a) se dispuso la eliminación de la tablita de Machinea (que estaba perfecta hasta hace unos días nomás y ahora es tristemente célebre) (b) se estableció un blaqueo de capitales (cuyas aristas lo convierten en un problema muy serio respecto del control del narcolavado, entre otras cosas) (c) se le asignaron $ 200 a los jubilados (d) se dictó una moratoria fiscal y previsional, (e) se anunciaron bajas en las retenciones de algunos granos, (f) se dispuso un plan para la adquisición de autos, (g) ídem para el canje de heladeras (g) se recreó el Ministerio de la Producción (tenemos el problema y el ministerio con el nombre del problema), (h) se estableció un blanqueo de empleados en negro, (i) se dictaron diversos planes para financiar consumos, empleo y producción, (j) rebajas en los impuestos a los envíos de frutas y hortalizas, (h) se fomenta el engorde de ganando vacuno por el sistema de engorde a corral (feedlot), (j) ayuda a los productores afectados por la sequía y a los afectados por la plaga de langostas. (k) Créditos de $ 1.700 millones para prefinanciar exportaciones y capital de trabajo, (l) planes Trigo Plus y Maíz Plus que son incentivos si se superan determinados topes de producción de esos cereales (rebajas de alícuotas de retenciones), (m) habrá un aguinaldo para los beneficiarios de los planes de ayuda, etc. etc.
De todo lo anunciado, luego del blanqueo de capitales y demás, lo más sorprendente es que se impulsará la creación de 5 (cinco) establecimientos de engorde a corral para 40.000 terneros holando argentinos CADA UNO. El objetivo es evitar el sacrificio de estos animales debido al alto costo que representa para los tamberos su crianza y su desarrollo. La carne que surja de estos establecimientos podrá ser exportada en forma integrada y no estará sujeta a las normas destinadas a garantizar el consumo interno.
UN FINAL DE LIBRO
Creemos que es bastante fácil saber cómo terminará la mayoría de estas medidas anunciadas. Desde el punto de vista de la moratoria y el blanqueo, habrá unos cuantos que aprovecharán el jubileo para aclarar su panorama. Los jubilados se gastarán los $ 200 y rápidamente volverán a lo mismo de siempre. Lo mismo ocurrirá con los beneficiarios de los planes . El Ministerio de la Producción tendrá muy poco que hacer mientras esté en funciones el inefable Guillermo Moreno. Unos pocos blanquearán algunos empleados en negro, ya que estamos. Y tal vez haya algunos pequeños cambios más, todo en el marco de regulaciones e ineficiencias de todo tipo. Tal vez imbuidas de casos de corruptelas de poca o mucha monta, etc.
CONTINUARÁN LOS ANUNCIOS
Creemos también que los anuncios no terminarán acá. Las medidas coactivas continuarán, y se volcarán aquí, allá o acullá, dependiendo de lo que nuestros gobernantes desde sus oficinas crean que es mejor incentivar . Las políticas activas pueden resultar infinitas, porque el freno que producen en los que esperan ligar es tan fuerte que sólo les cabe esperar.
Y UN SOLO FINAL
El final no será diferente de lo que siempre hemos sostenido. La riqueza no se genera ni con artilugios monetarios ni con intervencionismos. Se genera con estabilidad, con seguridad jurídica y con eficiencia. Nada sale mejor cuando todo el mundo está esperando a ver si le toca .
Parece mentira pero justamente ha sido la presidenta quien habló de casino y de timba en los mercados internacionales, cuando acá no cabe a estas alturas aguardar otra cosa que la varita mágica de que el destino nos ponga en el camino de los omnipresentes y omnisapientes funcionarios de turno.
HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 23 de diciembre 2008
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