Crisis Económica en España

Los diarios reflejan el enfrentamiento que se ha producido en el Congreso español a raíz de la situación económica en la península. Allí, el presidente del gobierno Rodríguez Zapatero sufrió una virtual censura encubierta que afectará sin duda el futuro del mandato socialista.


Los embates contra la política económica gubernamental vinieron de todos los frentes. Desde el principal contendor Mariano Rajoy, líder del derechista PP, hasta el nacionalista vasco Josu Eukoreka o su equivalente catalán Josep A. Durán Lleida.

Zapatero debió reconocer ante los diputados que su gobierno falló a la hora de prever el impacto de la crisis internacional, permitiendo de ese modo que la desocupación trepara a los cuatro millones de personas, algo así como el 17% de la población activa.

Esta breve introducción está destinada a mostrar el clima que se vive en la Madre Patria como consecuencia de la debacle económica, de la cual los opositores parecen querer desengancharse, mientras los oficialistas intentan un mea culpa fundamentado, para decirlo cortito, en errores del intervencionismo.


Zapatero propuso un cambio en el modelo productivo, que en los últimos 10 años estuvo basado esencialmente en el sector inmobiliario y de la construcción. De tal forma, adelantó que se destinarán nada menos que 25.000 millones de euros para distribuir entre un Fondo para la Economía Sostenible (20.000 millones) y otro de Inversión Local (los 5.000 millones restantes). También propuso reducir de 20 a 15% el impuesto de sociedades en tanto éstas estén dentro de las consideradas pequeñas y medianas empresas, categoría que se alcanza si se tienen menos de 25 empleados y una facturación anual de menos de 5 millones de euros. Para lograr tal disminución de tasa, tales empresas deberán mantener su plantilla de personal. Es decir que las empresas más grandes no tendrán el beneficio pero sí podrán desprenderse de personal, mientras que las más pequeñas sostendrán el personal abonándole el sueldo con la baja de la tasa del impuesto citado. En otras palabras: el Estado pagará de su presupuesto el sueldo de tales trabajadores. También anunció Zapatero que se bajaría el gasto público en 1.000 millones y se establecerá un subsidio directo de 2.000 euros para la compra de automóviles nuevos. La medida de bajar el gasto apunta a reducir el déficit público y el endeudamiento estatal, pero al mismo tiempo las otras medidas van en sentido contrario. A su vez, bajar el gasto público implica reducir la demanda de bienes y servicios por parte del sector público, lo cual es recesivo.

La verdad es que cualquier parecido con el caso argentino no es pura coincidencia. Es, antes bien, la razón de ser del esquema elegido para intentar impulsar la economía mediante artilugios que significan favorecer a unos y perjudicar a otros. Igual que acá.

Si durante estos años el modelo se fundamentó en la construcción hasta que estalló la burbuja, ahora lo que se busca es un modelo de crecimiento renovado a partir de sectores innovadores y ligados al fomento de las energías renovables a los que definió como una economía verde y sostenible. Si alguien pretende no decir nada nuevo no creemos que pueda encontrar una forma mejor de hacerlo.


El derrumbe de la burbuja inmobiliaria tuvo su origen en la sobredemanda producida por los créditos a bajas tasas, como lo hemos señalado reiteradas veces. Es decir, tuvo su origen exactamente en los mismos factores con los que ahora se pretende innovar: créditos blandos, subsidios y combos.

La economía española ha sido golpeada fuertemente por la crisis porque adhirió al esquema seguido por EEUU y del cual se contagió Europa armando esa gran bola de nieve de bonos securitizados que se vendían una y otra vez como garantías seguras para nuevos préstamos y colocaciones diversas hasta que el sistema dijo basta cuando alguien no pudo pagar.

Lo que le pasó a España es que durante estos años ha creído que puede crecer indefinidamente mediante ayudas y créditos blandos. Y lo que pretende hacer es otorgar nuevas ayudas y nuevos créditos blandos, pero a otros sectores. Y punto.

Hace un par de años, el gobierno de Zapatero había instituido un subsidio de 2.500 euros por cada bebé nacido, al tiempo que limitaba cada vez más la llegada de inmigrantes con argumentos francamente xenófobos, como aquel de las expulsiones de los extranjeros que cometen actos violentos, lo cual implica una violación del criterio de igualdad ante la ley que priva en toda sociedad democrática moderna.

Ahora se anuncia que se entregará a cada alumno entre 10 y 11 años una computadora portátil. La limitación a esas edades nos resulta incomprensible. Pero lo cierto es que con esto entre otras cosas evidentemente se incentivará el mercado de las computadoras portátiles. Y más allá da la utilidad educativa que pudiera tener, lo cierto es que no se entregarán computadoras a niños que no puedan adquirirlas en razón de estar sus padres desempleados o por ser de familias pobres. No. Se les entregarán a todos los niños de esas edades. En realidad dice la noticia que se les facilitarán, lo cual puede significar alguna forma de subsidio que para el caso es lo mismo: Centenares de miles de niños recibirán de manera subsidiada o gratuita un elemento que es muy importante para su instrucción y que será pagado por todos los demás habitantes, aún a pesar de que quienes reciben tales computadoras estuvieran en condiciones de adquirirlas por sus propios medios sin problemas.

Sin abundar, cabría aquí también preguntarse por qué computadoras portátiles y no de las otras, que son sensiblemente más económicas. La respuesta no puede encontrarse en otra parte que no sea en la manía intervencionista de quienes creen que ellos pueden resolver, cual dioses, lo que no puede resolver la realidad económica. Y, claro, la educación es un tema por demás sensible y nadie puede oponerse a todo lo que contribuya a ese objetivo. Pero también está educándose a la población ibérica a recibir dádivas, combos y subsidios varios sin trabajar.

Rajoy por su parte afirmó que la economía necesita un plan general, que pasa por corregir nuestras rémoras estructurales, es decir, hacer reformas. Es decir, nada. Porque decir eso y no decir nada de nada es lo mismo.

A su vez el líder derechista pidió una flexibilización del mercado de trabajo a los efectos de que las empresas puedan manejar con menos costos las variaciones en la plantilla. Este tipo de medidas son ampliamente resistidas por los sindicalistas, que ven menguar sus recursos, aún a pesar de que en España existe el seguro de desempleo. Pero a la larga, si las empresas no pueden sostener sus ventas no podrán sostener su personal. Y si los lineamientos del mercado de trabajo son más rígidos, los costos serán mayores, pero las cosas ocurrirán igual. De lo contrario no tendrían hoy por hoy cuatro millones de desocupados.

Lo que queremos decir, un poco para ir concluyendo, es que los métodos intervencionistas no resuelven los problemas sino que cambian la tierra de lugar, como decía una vieja publicidad respecto de los plumeros.

La desorientación de la dirigencia política española es bien visible. Todo el mundo esperaba que la fiesta siguiera para siempre. Y no fue así. Y ahora se pretende enfocar, con una especie de rayo que ilumina la jungla, el sector adecuado al que hay que estimular, porque el estimulado hasta ahora no era el que debía haberlo sido. Un galimatías diabólico, realmente.

Finalmente, nos cabe señalar muy claramente que cualquier ayuda tiene un costo y éste debe ser medido actuarialmente para determinar si termina siendo beneficioso en un lapso razonable. De lo contrario la elección resulta más costosa que el beneficio y eso implica una baja del estándar de vida general que termina deteriorando aquello que se quiso favorecer.

Que los niños (todos los niños) tengan acceso a la computación es un fin loable. Pero es necesario evaluar qué tipo de computación habrá de utilizarse y cuál es su costo. Acercar cultura no implica acercar libros de tapas duras y hojas brillosas. Implica en todo caso acercar libros.

España se ha desarrollado notablemente en los últimos 30 años, luego de la muerte del dictador Francisco Franco y a partir del llamado Pacto de la Moncloa y el ingreso a la Comunidad Europea. Pero poco a poco ha conformado un Estado Benefactor fundamentado en la importación de tecnología dentro de la Comunidad, y sobre todo en los ingresos por turismo. A ello hay que agregar que el conglomerado comunitario constituye un encierro en fronteras más grandes. Porque los bienes fabricados dentro de esquemas de sobreprotección son demasiado costosos y no compiten con sus equivalentes del mercado asiático, por ejemplo. Y esta realidad, nos guste o no, hay que afrontarla con la debida consideración. La tecnología permite bajar los costos relativos de los bienes fabricados, mientras que el Estado Benefactor los encarece. Y la tecnología europea, aún la más avanzada, no está a la altura de la norteamericana e incluso de la japonesa, excepto tal vez en algunos campos. Baste pensar dónde se han desarrollado los mayores adelantos tecnológicos del mundo de los últimos 70 años, por poner una fecha, para darse cuenta de lo que queremos señalar.

En nuestra opinión España debería tender a salir de este tipo de políticas del estilo a-ver-a-quién-ayudamos-ahora y volver a las fuentes de la sana competencia y la libertad económica. No es con iluminados dirigentes políticos que resuelven a quiénes les damos y cuánto les damos como se arreglan las fallas estructurales a las que se refiere Rajoy. Porque las fallas estructurales tienen su origen justamente en el intervencionismo, y pretenden subsanarse con otro intervencionismo. Lo cual. obviamente, no ocurrirá.

DR. HÉCTOR BLAS TRILLO

Buenos Aires, 13 de mayo de 2009

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