Sector Turismo

La Crisis y el Turismo III

La caída según cifras oficiales y el obligado replanteo de cómo seguir



Autor: Jorge A. Scalise

Un par de meses atrás, desde estas mismas columnas, alertábamos sobre un escenario probable en el cual se desenvolvería la actividad turística como consecuencia de la crisis financiera internacional. Estimábamos allí una caída en la llegada de turistas no residentes y de los flujos internos de turistas por la situación económica de los principales países emisores y de nuestro propio país.

Algunas voces se alzaron para minimizar las consecuencias de la crisis internacional sobre la Argentina o bien para volver sobre los remanidos argumentos de “las bellezas naturales, la calidez de su gente” y otros no menos clásicos tendientes a desestimar un probable impacto sobre una actividad en que los árboles parecen “crecer hasta el cielo”.


Hubiéramos querido equivocarnos, pero estamos en un mundo globalizado: la crisis vino, y se quedó.

En estos momentos ya podemos discutir con cifras oficiales sobre la mesa. Nos referimos a las cifras de la Encuesta de Turismo Internacional (ETI) y de la Encuesta de Ocupación Hotelera (EOH) que hacen conjuntamente la Secretaría de Turismo de la Nación y el INDEC. La ETI nos informa que la cantidad de turistas ingresados por el Aeropuerto de Ezeiza cayó el 6.5% en octubre y el 8% en noviembre con respecto a igual mes del año anterior. Las pernoctaciones cayeron 4.2 % y 11.6 % respectivamente, siempre con respecto a igual mes del año anterior. En los próximos días podremos contar con los datos de diciembre, y tendremos un último trimestre que será seguramente inferior al del año 2007 y, estimamos, también inferior al del año 2006. Nos encontraremos entonces que retrocedimos súbita e impensadamente a valores cercanos a los registrados en el año 2005.

Lamentablemente no hay cifras homogéneas y de alcance nacional para medir el turismo interno. Hoy algunos medios nos muestran playas repletas, y otros, casos de propietarios que no pudieron alquilar sus viviendas como lo hicieron en años anteriores. Seguramente ambas situaciones son ciertas, pero la generalización de cualquiera de ellas al universo induce a error. ¿Cuál fue entonces el resultado de la temporada de verano?


Podemos consultar - con las salvedades correspondientes - los resultados de la EOH, que mide la ocupación de las plazas de establecimientos hoteleros y parahoteleros de todas las categorías en 44 centros urbanos del país, y se refiere exclusivamente a los viajeros que se alojan en este tipo de establecimientos. Según este trabajo, en el mes de noviembre de 2008 el número de pernoctaciones bajó el 11.2 % con respecto al mismo mes del año 2007. La caída de octubre fue del 7.1%. Cabe aclarar, para ayudar en la comprensión de estos valores, que alrededor del 74% de las pernoctaciones corresponde a turistas residentes y el 26% a no residentes, por lo cual es pertinente inferir que se trata de un buen indicador para medir el comportamiento del turismo interno, especialmente de los residentes.

Si bien con distinta intensidad, la caída de la tasa de ocupación de habitaciones en ambos meses es común a todas las regiones del país con excepción de la zona Centro (provincia de Córdoba) por razones que el informe no explica. Conclusión: la temporada fue mala, y mala para todos.

Los economistas decimos que los problemas tienen un principio de solución cuando se llega a un diagnóstico adecuado. Y para diagnosticar adecuadamente hay que comenzar por reconocer el problema. De poco vale negarlo, especialmente porque nadie en Argentina tiene responsabilidad en el origen de esta crisis. Obviamente, y como en toda crisis, les cabe a las autoridades la responsabilidad de intervenir para morigerar, en la medida de lo posible, sus efectos. Al sector privado, por su parte, le compete colaborar con esa intervención acercando propuestas serias, y aprovechar la oportunidad para consolidarse cuando la crisis haya pasado.

El intento de pilotear una situación de crisis sin la información correspondiente es, se podría decir, casi suicida: en primer lugar debe manejarse información, y si no la hay producirla. Y no únicamente información histórica, que sólo sirve para dimensionar los alcances del daño cuando éste ya ha sido consumado, sino alertas tempranas que permitan prever situaciones de riesgo e instrumentar, en caso que la situación lo amerite, planes de contingencia.

En segundo lugar, la evaluación de la coyuntura y de sus perspectivas debe ser un ejercicio habitual entre los operadores del turismo, tanto del sector público como del privado, como lo es en otras actividades económicas. La reflexión, el análisis de la información, la familiarización con experiencias de otros países y la consecuente socialización de las conclusiones de este debate a la sociedad toda deben ser una cuestión de rutina – para el sector privado tanto como para las autoridades -, y no una excepción.

Días atrás la Organización Mundial del Turismo decía:

• “La demanda turística disminuyó significativamente a lo largo del año bajo la influencia de una economía mundial extremadamente inestable (crisis financiera, aumento de los precios de los productos básicos y del petróleo, bruscas fluctuaciones en los tipos de cambio, etc.), minando la confianza tanto de los consumidores como de las empresas y llevando a la actual recesión económica mundial.

• En la segunda mitad de 2008 el crecimiento se detuvo y el número de llegadas internacionales se redujo ligeramente, una tendencia que seguramente continuará en 2009. “

Agregaba luego:

“La OMT espera que en 2009 los resultados del turismo internacional se muevan en una horquilla de entre el 0% y el -2%.”

“En este contexto, la OMT está incrementando sus esfuerzos por ofrecer respuestas y proporcionar al sector, y a sus Miembros en particular, el apoyo necesario para ayudarles a salir adelante en estos tiempos difíciles. La OMT se centrará en tres iniciativas interrelacionadas:

• Apoyar la respuesta inmediata del sector mediante el Comité de Reactivación del Turismo, recientemente constituido, para mejorar los estudios de mercado y el intercambio de prácticas idóneas.

• Defender la inclusión prioritaria del turismo en las medidas generales de estimulación de la economía.

• Promover el turismo en la nueva «economía verde» como sector que puede generar un crecimiento racional, una infraestructura inteligente y puestos de trabajo en energías limpias.”

El mundo está alerta y trabajando. No nos quedemos mirando y lamentándonos.

Jorge A. Scalise

Director de la Maestría en Economía y Desarrollo del Turismo

EEyN – Univ. Nac. De San Martín

jscalise@unsam.edu.ar

El Plan Anticrisis y el Turismo

Autor: Jorge A. Scalise


Días atrás, algo alarmado, un alumno se preguntaba en voz alta si las medidas anticrisis podrían hacer que el turismo reiniciara la senda de fuerte expansión a la cual nos habíamos acostumbrado en los últimos años. Se inició allí un interesante debate en donde se mezclaban datos de la realidad y opiniones personales de los presentes, en su doble condición de usuarios y estudiosos del turismo.

En general se coincidió en que el turismo y la recreación están habitualmente en relación directa con los ingresos de la población y con sus expectativas. Por ello el aumento a los jubilados y la eventual asignación extra a los trabajadores en relación de dependencia es una medida positiva, toda vez que contribuye a aumentar el ingreso del consumidor. También lo es la eliminación de la “tablita de Machinea” dado que libera fondos que los sectores de ingresos medios y medio altos deberían asignar al pago de impuestos, si bien no hay seguridad sobre su destino final. Por su parte líneas de créditos orientadas a la compra de paquetes turísticos facilitarían el acceso al turismo a los sectores de menores ingresos.

Las voces más críticas alertaban acerca de lo exiguo de las asignaciones a los jubilados. Reparaban además en que la suma otorgada a los trabajadores en relación de dependencia alcanzaría a sólo la mitad de la población en esa situación, ya que el resto está en condiciones de marginalidad. El crédito, finalmente, es una condición necesaria pero no suficiente para desencadenar un proceso virtuoso de aumento de demanda. El crédito soluciona problemas financieros, y únicamente aporta a la solución de problemas económicos cuando está fuertemente subsidiado, y este no es el caso. En particular, si se va a prestar al 15 ó 20% de interés con una inflación declarada de alrededor del 8%. Cuando un fabricante tiene un pedido y debe comprar insumos y contratar mano de obra para cumplirlo, necesita un crédito, pero de poco le vale si no recibe el pedido. En el caso del consumo, sin dudas, el crédito lo alienta y favorece, pero sólo cuando existe la voluntad de consumir. Y la voluntad de consumir – especialmente en servicios como el turismo – se da en los que tienen expectativas de crecimiento o al menos de estabilidad en lo laboral, entendiendo como tal la conservación del empleo o el nivel de actividad de su comercio o empresa.

La síntesis del debate fue que el turismo no puede ser desvinculado de la actividad económica general. Y si bien esperamos que este plan revitalice la economía para que de esa forma se revitalice el turismo, apreciamos que no parece ser éste un plan que tire la casa por la ventana. Y tampoco podría serlo, dado el desventajoso contexto internacional en que le toca desenvolverse. La caída de los precios internacionales y de la demanda externa de nuestros productos introducen un toque de alerta a las previsiones presupuestarias, especialmente cuando se avecinan años de fuertes vencimientos de la deuda pública.


Pero más allá de los contenidos del plan, es tanto o más importante el sentimiento de credibilidad que estas medidas generen en la población. Si la sociedad entiende que el plan de obras públicas a encarar efectivamente se va a cumplir – más allá de que se hayan anunciado obras que estuvieran previstas o iniciadas – con su efecto multiplicador sobre la actividad de las industrias conexas; que, por tanto, los esfuerzos por retener la mano de obra en las unidades de producción serán exitosos y el consumo no se verá mayormente afectado; que algunos problemas que hoy dificultan el razonable desarrollo de sectores productivos como el rural se verán superados por la lógica de la racionalidad y el consenso, el plan será exitoso y el turismo y el resto de los sectores podrán emerger de esta crisis con heridas que cicatrizarán en el corto plazo. Ocurrirá únicamente si se dan estos supuestos, y sólo así.

El problema a solucionar es entonces más político que económico. No estamos en el año 2001 y finalmente los precios externos son casi los mismos que un año atrás. Sin embargo, el sentimiento de desasosiego y sorpresa parece campear en una sociedad que hasta hace pocos meses vivía una sensación casi de euforia. Preocupada por los aumentos de precios en bienes y servicios provocados por una demanda muy firme, de pronto, conflicto con el campo mediante, piquetes de rutas y crisis internacional -al principio sin repercusiones previstas en el país -, ve abrirse un futuro al menos incierto y en donde la toma de decisiones se llena de incertidumbre. El efecto más inmediato de la crisis se evidencia en ese brusco cambio de expectativas.

En este contexto, al igual que los alumnos de la Maestría, es hora de que también los productores turísticos comencemos a reflexionar.


Jorge A. Scalise

Director de la Maestría en Economía y Desarrollo del Turismo

Escuela de Economía y Negocios – Universidad Nacional de San Martín

jscalise@unsam.edu.ar

Impacto de la Crisis en el Turismo

La crisis mundial no se toma vacaciones.



Efectos del fenómeno global en el turismo local.

Las llegadas turísticas internacionales crecieron en torno a 5 % a escala mundial entre enero y abril de 2008 en relación con el mismo periodo de 2007. Los ingresos por turismo internacional se elevaron a 856.000 millones de dólares en 2007, lo que equivale a un aumento de 5,6 % en términos reales frente a 2006. Las llegadas turísticas internacionales ascendieron a 903 millones en 2007, con un incremento de 6,6 % frente a 2006 (actualizado) Se esperan 1600 millones de entradas de turistas para el año 2020.

"La experiencia nos enseña que el turismo es resistente, pero no puede negarse que hay cierto grado de deterioro de la situación a partir del cual todos los sectores económicos empezarán a sufrir". El Consejo Ejecutivo decide la creación de un “Comité de Reactivación del Turismo” para apoyar a sus Miembros con análisis económicos precisos y mecanismos de respuesta. El sector turístico está sufriendo ya por la reducción de la demanda de los consumidores (tanto de viajes de negocios como de vacaciones) y las empresas turísticas empiezan a resentirse de la contracción del crédito, informó oficialmente el organismo


¿Cuál es el denominador común y cuáles, las diferencias entre ambos párrafos? La coincidencia es que ambos provienen de la Organización Mundial del Turismo (el texto entre comillas pertenece al Secretario General al dirigirse al Consejo Ejecutivo), y la principal diferencia es el lapso de algunas semanas que separa el momento en que fueron pronunciados. ¿Qué es lo que ha cambiado tan abruptamente la percepción sobre la marcha del turismo en el mundo y sus perspectivas? La crisis financiera mundial, que hizo eclosión en ese breve lapso.

El mundo se muestra convulsionado por una situación iniciada en una “burbuja inmobiliaria” en Estados Unidos y que los especialistas se esfuerzan por explicar a quienes nos sentimos muy lejos y por esa razón a salvo, pero que al explotar, y globalización mediante, nos salpicará brutalmente.

En nuestro país, algunos referentes del sector turismo niegan aún los posibles efectos de este tsunami financiero en nuestra actividad. Lo hacen en algunos casos para no despertar el pánico y con la loable intención de no caer en la famosa profecía autocumplida. Pero entendemos que los operadores racionales de la actividad – y los responsables oficiales de la política del sector – debemos promover la discusión sobre este punto para que cada productor turístico tome lo recaudos que crea conveniente, adecúe sus planes de promoción para el futuro inmediato a la nueva situación o bien, se siente a esperar.

Hemos predicado siempre por trabajar sobre la base de estadísticas y de cuantificaciones: en esta oportunidad proponemos basarnos en la información disponible y trabajar sobre escenarios posibles y estimaciones con hipótesis de máxima y de mínima.


La pregunta del millón es finalmente ¿puede haber un efecto significativo sobre el turismo en Argentina por causa de la crisis financiera internacional?

Sugerimos tratar por separado los turistas no residentes (coloquialmente, “los extranjeros”) y ocuparnos luego a los residentes.

Los turistas no residentes se movilizan en función del tipo de cambio, por las ventajas competitivas y últimamente, por cuestiones de seguridad en el país de destino. Pero también lo hacen en función del tipo de cambio y de la situación económica y de sus expectativas en el país de origen. En el año 2007 entraron al país por Ezeiza 2.295.866 turistas, que gastaron u$s 3.033 millones. Se quedaron un promedio de 13.61 días. De ese total, el 24% provino de Europa, el 21%, de Brasil y el 15% de Estados Unidos y Canadá. Hoy las estadísticas disponibles para el turismo - como la Encuesta de Turismo Internacional del INDEC - no indican señales de alarma, pero es muy difícil que esto se perciba en forma inmediata. Los turistas no residentes planean sus viajes a destinos lejanos como el nuestro con mucha anticipación, en todo caso desde antes de la hecatombe financiera. Basta leer los titulares de los diarios para advertir que este tsunami financiero afecta la situación económica de los residentes de nuestros principales países emisores.

¿Y qué pasa con los residentes?

El gasto en viajes de los residentes se mueve exclusivamente en función del bienestar de la población, entendiendo por tal, un conjunto de variables como la ocupación, el salario real, el crecimiento de la economía, las expectativas económicas y los precios en los destinos. El lector puede agregar otras variables, luego de lo cual le dejamos el ejercicio de predecir y cuantificar la evolución de las mismas en los próximos meses/años y determinar sobre cuáles de ellas tiene posibilidades de actuar.

Según una encuesta finalizada en el año 2007 por el INDEC y que corresponde al total de aglomerados urbanos de más de 100.000 habitantes que abarcan el 65% de la población total del país, 8.6 millones de personas realizaron viajes y 5.0 millones realizaron excursiones de un día en un período de 12 meses. El 93.1% de esos viajes se realizaron dentro del territorio argentino y representaron un total de 133 millones de pernoctes. El gasto por pernocte fue de $47.8 a precios de abril del año 2007, lo que arroja un resultado. Primera conclusión: el turismo interno es económicamente más importante que el turismo internacional, por más que este último esté rodeado de un mayor glamour y suela medirse en divisas que no siempre llegan íntegramente al país. Y esto es así incluso en países como Francia, España o Estados Unidos.

Tenemos finalmente un turista no residente que viene de países fuertemente castigados por la crisis; un turista residente que comienza a oír hablar de desocupación, suspensiones, retracción económica, y por si esto fuera poco, un destino competidor como Brasil, cuya devaluación se presenta como amenaza múltiple. No sólo es posible que provoque una invasión de productos importados como ya se ha encargado de denunciar la Unión Industrial Argentina - ante lo cual se tomaron medidas aduaneras para tratar de minimizar el daño -, sino que también genere una eventual salida de turistas argentinos.

Entendemos que se avecina una “ralentización” notable de la actividad turística en los próximos meses. Y que este efecto no será homogéneo en todo el país. Aquellos destinos con mayor afluencia de turistas extranjeros se comportarán probablemente de manera distinta (ni mejor ni peor) que los destinos con mayoritaria presencia de argentinos. También los de alta gama tendrán consecuencias diferentes a los más modestos. Aquellos que reciben turismo de negocios tendrán un comportamiento diverso al de sol y playa. Pero algo es seguro: muchas cosas se van a transformar y es perentorio discutir y reflexionar sobre ello.

Este es el objetivo de las líneas anteriores. Debemos identificar los problemas y cuantificarlos, y diseñar planes de acción si lo creemos necesario y pertinente. Dejar paso a la imaginación y a la acción no es una opción sino una necesidad en momentos como el actual. Cuando los hechos están consumados, habitualmente es tarde. Conocemos muy poca gente arrepentida por haber reaccionado en forma activa, pero mucha por no haberlo hecho. Y esto es válido no sólo para el turismo.

Está de moda repetir que cada crisis representa una oportunidad, pero sería bueno recordar que también abre la posibilidad de la desaparición económica para el que la ignore o la subestime.

Por Lic. Jorge Scalise

jscalise@unsam.edu.ar

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