Para adentrarnos en el análisis de la elección del consumidor, debemos tener en cuenta que trabajamos con un grado muy grande de abstracción. En principio, sólo trabajamos con canastas que contienen sólo dos bienes. En general se puede salvar esta abstracción suponiendo que uno de los bienes de la canasta es un bien en particular y en el otro bien se tienen en cuenta el “resto de los bienes”. Esta abstracción se realiza para facilitar el análisis, ya que si se pretendiera trabajar con todo el conjunto de bienes a los que se enfrenta el consumidor en su elección, no sólo deberíamos citar cada uno de estos bienes sino también las diferentes circunstancias de consumo a las que se enfrenta nuestro sujeto económico bajo análisis. Es decir, no es lo mismo para una persona consumir un vaso más de agua si está sentado en la mesa de su casa con la botella de agua sobre su mesa, que si esta misma persona se encuentra en un desierto y se le ofrece un vaso de agua, o si recién termina de correr una maratón.
Entonces, de aquí en más nuestros casos de estudio se centrarán en canastas formadas únicamente por dos bienes.
Supuestos sobre las preferencias:
- Son completas o íntegras
El consumidor puede decir cual cesta es preferible a otra o cuáles le son indiferentes. Si nombramos dos cestas una A y otra B, entonces nuestro consumidor bajo estudio debe ser capaz de decir que prefiere A a B, B a A, o que es indiferente entre ellas.
- Reflexivas
Este supuesto es trivial y quiere que cualquier cesta es tan buena como una cesta idéntica.
- Transitivas o consistentes
Si tenemos las cestas A, B y C y decimos que A es preferible a B y B preferible a C, entonces suponemos que A es preferible a C.
Según explica Varian5, el supuesto sobre la transitividad de las preferencias es una hipótesis sobre el comportamiento de los individuos en sus elecciones y no una afirmación puramente lógica. El cumplimiento de esta hipótesis sobre la conducta del individuo asegura que, dado un conjunto de cestas sobre el que se debe realizar la elección, exista una cesta que el individuo considere, es la mejor. Si tenemos las mismas cestas que usamos antes, A, B y C, y suponemos que el comportamiento de este individuo no cumple con el supuesto de transitividad, estaríamos en un problema porque, sea cual fuese la cesta que elija, siempre encontrará otra mejor.
Hal R. Varian, Microeconomía Intermedia, un enfoque actual. Cuarta edición. Antoni Bosch, editor, Barcelona. 1998.