EL MITO DE LAS RESERVAS DE LIBRE DISPONIBILIDAD
Por el Lic. Aldo Abram
El escándalo institucional que rodea la creación del Fondo del Bicentenario ha llevado a una discusión sobre cómo deberían determinarse las “Reservas de Libre Disponibilidad” (RLD) y,
lamentablemente, hay “cola” de políticos, economistas y empresarios proponiendo cómo gastar esos supuestos “excedentes”. Además, se conoció la noticia de que el Dr. Jorge Leiva hizo una presentación ante la Justicia por entender que dicho concepto es erróneo y determina la posibilidad de vaciamiento económico del Banco Central; lo que podría significar un grave deterioro del valor de nuestra moneda. Estoy plenamente de acuerdo con este planteo; aunque cabe recordar que esta definición fue aprobada por el Congreso y, lamentablemente, es legal, aunque no tenga sustento. Por lo tanto, sería bueno que nuestros legisladores abran el debate sobre esta cuestión; ya que la mayoría parece muy propensa a considerar que dichas divisas están allí esperando para que ellos decidan cómo usarlas.
Según la definición actual, las RLD son las que sobran una vez detraído del total el monto necesario para avalar la base monetaria al tipo de cambio vigente. Como no se toman en cuenta los demás pasivos financieros que el Banco Central asumió para sumar esas reservas, da la impresión que aparecieron mágicamente en el arbolito de Navidad y se pueden gastar, sin costo, unos US$ 16.028 millones (al 15 de enero) del stock de divisas de la autoridad monetaria.
Por supuesto, esto no es así. De esas RLD:
a) US$ 8.124 millones es lo que han depositado los bancos por sus encajes de las cuentas en dólares; lo que implica que, si el gobierno los usa para financiarse, ¿quién responderá por esa porción ante los depositantes bancarios?
b) US$ 14.468 millones fueron adquiridos por el Banco Central tomando deuda a través de pases pasivos, LEBACs y NOBACs. Entonces, si el Estado los usa, implica que estamos haciendo que la autoridad monetaria asuma pasivos para financiar el gobierno.
c) US$ 3.000 millones se estima que se le debe al Banco de Basilea. Para el uso de esta parte, corre el mismo análisis descripto en b).
d) US$ 296 millones son los adquiridos con los depósitos realizados por el gobierno en el Banco Central; lo cual implicaría la paradoja de que servirían para financiar al Estado y, al mismo tiempo, están disponibles en su cuenta para cuando quiera usarlos.
Si sumamos todos estos ítems, vamos a encontrar que superan en más del 60% las supuestas reservas de libre disponibilidad. La conclusión obvia es que al BCRA no le sobra nada y, por lo tanto, tiene lógica hablar de que el uso de las RLD implicaría un vaciamiento del Central. A menos que alguien considere que las letras ilíquidas a 10 años que colocaría el gobierno contra ellas es un activo que tiene algún valor relevante, el que debería deducirse del monto “vaciado”.
Algunos colegas proponen que lo importante es ver cuál es el aval de la base monetaria que queda al deducir del total de reservas los puntos a) al d). Creo que es más correcto tomar los pasivos financieros en pesos; ya que son los que el Banco Central puede licuar, en términos de divisas, mediante una devaluación. Por eso, al total de reservas que excede a los pasivos en dólares (US$ 36.961 millones) habría que dividirlo por el total de pasivos financieros en pesos ($ 176.861 millones), al tipo de cambio vigente (US$ 46.820 millones); lo cual nos daría un 79% de aval. Si el gobierno usara el monto propuesto para el Fondo del Bicentenario, el aval se reduciría a 65%.
Como no estamos en un sistema de Convertibilidad, no tiene que haber un porcentaje fijo de cobertura de los pasivos financieros en pesos; ya que depende de la confianza de la gente en la moneda local. Sin embargo, desde principios de 2007, en pleno auge mundial, el porcentaje de aval ha sido mayor a 65%. Por lo tanto, para recuperar reservas, es esperable que el Banco Central aumente la oferta de moneda nacional y que lo haga por encima de su demanda; lo cual llevaría a la esperada pérdida de valor de la que habla el Dr. Leiva en su presentación judicial.
Cabe aclarar que este último es el mejor de los casos; ya que las reservas son el instrumento con el que cuenta el Banco Central para estabilizar el mercado cambiario y el sistema financiero ante una crisis. Por lo tanto, si el gobierno usase las reservas que está demandando para el Fondo del Bicentenario, ante una corrida, el tipo de cambio al que la autoridad monetaria podría frenar la depreciación del peso sería hasta un 20% mayor.
Lamentablemente, no sólo el PEN y la mayoría de los legisladores parecen haber asumido que realmente hay divisas que están a su libre disposición para ser gastadas. Ahora se han sumado los gobernadores provinciales y algunos sectores empresariales que han visto la oportunidad de “meter la cuchara” en esta tentadora “lata de dulce de leche”. Total, el costo lo pagará el conjunto de la sociedad, particularmente los más pobres, en términos de más impuesto inflacionario y nadie lo relacionará con los beneficios que ellos obtuvieron. Y ahora que hay “cola” para gastarlas, ¿quién podrá defender las reservas de todos los argentinos?
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