Blog de Aldo Abram

Un Fondo para la Inflación y Suba del Gasto

Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA). www.ciima.org.ar


El ministro de Economía lanzó un «Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad», que estará constituido con algo más de u$s 6.500 millones de las reservas de «libre disponibilidad» del Banco Central. Dejando de lado la dudosa constitucionalidad del DNU que le dio origen, consideramos que, por lo menos, sería razonable cambiarle el nombre a este Fondo. Para avalar esta propuesta, contamos con los siguientes argumentos:

Como dijo la Presidente, las reservas son de todos los argentinos. Están en el Banco Central para defender el valor del peso, en el que atesoramos y cobramos nuestros ingresos, y el de nuestros ahorros, que están en el sistema financiero. El error es pensar que esas divisas son del Gobierno y que puede utilizarlas para gastar, ya que implica debilitar al BCRA en su capacidad de garantizar que puede cumplir su cometido.

Reservas de libre disponibilidad. Este concepto fue inventado a principios de 2006 para poder utilizarlas para el pago de la deuda con el FMI y se define como las divisas del BCRA que sobran de las necesarias para avalar el total de la base monetaria al tipo de cambio vigente. Desde el punto de vista económico no tiene ningún sustento, ya que los activos en moneda extranjera del organismo deberían avalar el total de sus pasivos financieros y no sólo una parte. Esto lo advertimos cuando se creó esta cuenta y, también, señalamos que nombrarlas de «libre disponibilidad» era una invitación a que las usaran para cualquier cosa. De hecho, al principio, sólo servían para abonar vencimientos con organismos internacionales y, ahora, su uso se amplía a cualquier vencimiento en divisas.


Fondo para aumentar el Gasto Público: como el dinero es fungible, esta decisión confirma que no se recompondrá la solvencia fiscal. Durante 2010, los ingresos del Estado deberían aumentar por la recuperación de la demanda interna y externa, el incremento de la inflación y la suba de precios internacionales. Esto podría permitir al Gobierno aumentar su superávit primario y enfrentar una mayor proporción de sus pagos de deuda con recursos genuinos. Dado que no va a ser así y el objetivo es gastar todo lo que se pueda, el sobrante de recursos para abonar pasivos será pobre y es allí donde aparece el Fondo del Bicentenario.

Garantizarles a los tenedores de deuda pública argentina que se les pagará durante 2010: esto efectivamente reducirá algo la incertidumbre sobre las posibilidades de default, ya que separan estos recursos para abonarles. Sin embargo, sin tanta pomposidad, el uso de reservas para el pago de deuda pública es una realidad desde hace muchos años. Cabe aclarar que los principales beneficiarios de esta medida son los que poseen pasivos nominados en moneda extranjera ya que los que tienen títulos en pesos deberán lidiar con el resultado de una mayor inflación que no parece que el INDEC vaya a reconocer.

Fondo para la Reconstrucción del Poder Político: durante 2010, el Gobierno necesita seguir reconstruyendo su desgastado poder y, para ello, necesita aumentar la «caja» todo lo posible. Esto, luego de haber diluido la solvencia fiscal sosteniendo un excesivo crecimiento del gasto para ganar las últimas elecciones. De igual forma actuaron la mayoría de los gobernadores provinciales y hoy están asfixiados financieramente. Por lo tanto, necesitarán de la ayuda de la administración central y a cambio el «kirchnerismo» les demandará el apoyo de sus legisladores en el Congreso, donde la cantidad de «tropa propia» se ha reducido.


¿Quién y cómo pagará la cuenta?: pareciese que los recursos con los que se constituye el Fondo son gratuitos. No obstante, la forma en que el Banco Central libera las divisas que necesita para financiar al Gobierno es depreciando el peso y licuando sus pasivos en esta moneda en términos de sus reservas. Por lo tanto, entre todos los argentinos pagaremos el mayor gasto público a través del conocido «impuesto inflacionario». En particular, los sectores más pobres que son los más afectados por la pérdida de poder adquisitivo del peso. En el corto plazo, no necesariamente lo observaremos en una suba acelerada del tipo de cambio en el mercado local porque es esperable que el valor del dólar siga cayendo en el mundo, lo que tenderá a moderar las presiones al alza en la Argentina. En cambio, cuando la divisa estadounidense empiece a recuperarse a nivel internacional, su aumento en el mercado local tenderá a potenciarse.

Por lo tanto, recomendaría cambiar el nombre por «Fondo de Impuesto Inflacionario para el Aumento del Gasto y la Reconstrucción del Poder». El lector notará que saqué la mención al «Bicentenario» ya que este último debería ser motivo de reflexión y no usarse para bautizar el reflejo de la irresponsabilidad en el manejo de las cuentas públicas. De ser uno de los 10 países con mejor bienestar económico del mundo durante los festejos del «Centenario», la Argentina habrá pasado a militar más allá del puesto 70 para cuando en 2010 conmemoremos la Revolución de Mayo. Esto debería motivarnos a pensar cuánto debemos haber degradado nuestras instituciones y el respeto de los derechos que establece la Constitución y qué poco debemos haber asumido nuestra responsabilidad como ciudadanos para lograr tanta decadencia. ¿Seremos capaces de asumir el compromiso de madurar cívicamente para que, dentro de 100 años, verdaderamente haya motivos para grandes festejos?

Economía y Poder

La economía, atrapada detrás del poder



A partir de fines de marzo de 2009, se comenzó a consolidar la confianza en que el mundo había evitado la profundización de la crisis y que estaba pronta a terminar. Esto llevó a los inversores a abandonar lentamente sus posiciones conservadoras y a colocar su dinero en activos cada vez más riesgosos. Por ello, los mercados internacionales tendieron a mejorar y, en forma creciente, integraron al alza a los países emergentes. En la medida en que esos recursos incrementaron el financiamiento de las economías y la confianza se empezó a contagiar, la caída de la demanda encontró su piso y, con ella, la merma del nivel de actividad.

Esto tuvo su impacto positivo en la Argentina, pues se moderó el incremento de la salida neta de capitales durante el período preelectoral y, una vez superado, ayudó a disminuirla. Esa salida de recursos es la contracara de un mayor ahorro, es decir, menos consumo e inversión, que se transforman en dólares que van a parar "debajo del colchón", lo que disminuye el gasto interno y, por ende, el nivel de actividad. También juega a favor la mejora de los precios de las commodities y de la demanda externa, que consolidan las posibilidades de reactivación local.

Hay un factor interno que colaboró en la mejora de las perspectivas, y es el resultado de los comicios del 28 de junio. Si uno era consciente de que había que descartar los escenarios de cambios de rumbo del actual gobierno, surgían tres alternativas. Una era que se fortaleciera al kirchnerismo y abriera el camino a un mayor avance sobre el sector privado, los medios y la Justicia, para compensar el desgaste del poder de la actual gestión. Esto hubiera generado más conflictividad política y económica, y hubiera actuado como un lastre para la recuperación del nivel de actividad. La segunda posibilidad era que una dura derrota "K" terminara con una crisis institucional. A la corta, porque, al no poder profundizar el modelo, abandonaban el gobierno o, a la larga, por el desgaste y la conflictividad derivados de mantener el rumbo sin contar con el poder político suficiente. Todos sabemos el costo económico y social de un hecho como éste.


El 29 de junio, comenzó a generalizarse la opinión de que el resultado había sido el mejor posible. Un kirchnerismo que perdía las elecciones, pero que conservaba cierto poder para negociar condiciones mínimas de gobernabilidad en la transición que llevaría a una nueva presidencia. La contraparte de esta negociación era, no sólo la oposición, sino un peronismo (incluido el disidente) que buscaría limitar los excesos de la actual gestión para poder llegar a 2011 con el partido en condiciones de poner al próximo presidente. De esta forma, la incertidumbre política sería menor y las posibilidades de seguir al mundo en su recuperación, mayores. Así, no extraña que se potenciara el alza de los mercados de activos financieros locales.

Hoy quedan dudas de que estemos en este camino. Si bien inicialmente el diputado electo Néstor Kirchner admitió la derrota y la pérdida del liderazgo del peronismo al renunciar a su presidencia, ante la falta de un contenedor, ha vuelto a dominar la agenda política. No es que no entendió el mensaje de las urnas como acusan sus opositores. Sí lo entendió un 30% de los argentinos lo votó para que profundizara el modelo y está cumpliendo eficazmente con su mandato. Lo hace consiguiendo los apoyos que necesita en el Congreso para aprobar los proyectos de ley que consoliden ese rumbo y el poder necesario para gobernar. En realidad, los que no entendieron la demanda de sus electores fueron los políticos de la oposición y del peronismo disidente, a los que se les pedía que limitaran los excesos de actuales y que no sólo no lograron llevar agua para su molino, sino que permitieron que fluyeran fuera del redil algunos de sus supuestos aliados. También deberían analizar sus votos "anti-K" quienes lo depositaron por algunos sectores pseudoprogresistas que hoy juegan abiertamente con el Gobierno.

Nuevas herramientas


Así, el kirchnerismo consigue las herramientas para reconstruir el poder hegemónico perdido:

a) Logró la renovación de las facultades delegadas, lo que, sumado a los superpoderes light, le dará capacidad de manejo fiscal arbitrario.

b) El proyecto de presupuesto 2010 tiene variables subestimadas que muestran proyecciones de ingresos conservadoras. Si a eso se le suma que probablemente se envíen al Congreso propuestas de aumento de impuestos, el Poder Ejecutivo volverá a contar con una interesante masa de recursos excedentes a disposición para su uso discrecional mediante decretos de necesidad y urgencia. Es decir, recuperará la "caja" que escasea actualmente.

c) Consciente de que para recuperar la imagen necesitan una economía floreciente, el Gobierno decidió recuperar el crédito a través de un nuevo canje de deuda, un trato más normal con el FMI y la refinanciación con el Club de París.

d) Más allá de los cambios realizados en el proyecto de medios, el Gobierno mantiene instrumentos para debilitar y condicionar en su capacidad de crítica al periodismo independiente. Merece un artículo aparte el nuevo avasallamiento de los derechos, no sólo el de los que están relacionados con los medios, sino del resto de los argentinos que veremos acotada nuestra libertad de elección y de expresión.

e) La embestida de la AFIP contra un holding de medios, si bien fue admitida oficialmente como un error, dejó un preocupante mensaje al empresariado argentino.

f) Con provincias que, como la Nación, gastaron más de lo que podían antes de las elecciones, ¿conviene dejar en el presupuesto de 2010 la facultad delegada al Poder Ejecutivo de renegociar y hacerles quitas a las deudas que tienen con el gobierno nacional? Estos conforman más del 70% de los pasivos provinciales. ¿No se corre el riesgo de que lo usen como "zanahoria" para domesticar gobernadores? Quizá, si se juzga necesaria esta refinanciación, debería fijarse una regla general para aplicarse a todas las provincias por igual.

Si bien podríamos seguir sumando ladrillos a esta construcción "K", lo que llama más la atención es la incapacidad del resto de ponerle límites. Particularmente, de los peronistas que pretenden sustituir al kirchnerismo en el poder y que olvidaron que la gente los votó para que lideraran un cambio ahora y no cuando ellos consideraran conveniente. Los justicialistas necesitan estar a la sombra de un caudillo y, a pesar de que el árbol "K" se ve algo podado, la realidad es que parece ser el único disponible, por lo que no debería sorprender que hayan conseguido el apoyo de muchos aliados de dirigentes justicialistas de discurso opositor. Convendría recordarles que, con tiempo, los árboles pueden recuperar su fronda. Por otro lado, el resto de la oposición sigue jugando al donPirulero, en el que cada cual atiende su juego, mientras el Gobierno se fortalece y avanza en su modelo. Quizá los economistas e inversores deberíamos revisar el escenario político local sobre el que estamos proyectando el futuro de la economía argentina.

Autor: Aldo Abram - 28 de octubre de 2009

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