Por Alberto Pontoni. Mayo 2005
La presente Constitución, que nace de la voluntad de los ciudadanos y de los Estados de Europa de construir un futuro común, crea la Unión Europea, a la que los Estados miembros atribuyen competencias para alcanzar sus objetivos comunes. La Unión coordinará las políticas de los Estados miembros encaminadas a lograr dichos objetivos y ejercerá, de modo comunitario, las competencias que éstos le atribuyan. (art. I-1 del proyecto de Constitución de la Unión Europea).
Europa enfrenta un momento crucial en su proceso de integración: la ratificación de la flamante Constitución por parte de sus 25 Estados miembros. Tras la firma por Jefes de Estado y de Gobierno del proyecto de tratado que establece la Constitución de la Unión Europea, se requiere su aceptación unánime para que esta pueda entrar en vigor.
Hasta ahora la autoridad de la UE derivaba de una serie de acuerdos intergubernamentales pero una vez aprobado el nuevo tratado dejará de existir como una asociación de Estados para convertirse en una sola entidad política y jurídica. Éste es un hecho fundamental que modifica de facto y de iure la naturaleza de Europa desde la caída del Imperio Romano.
El nuevo Tratado mantiene sin cambios los principales organismos existentes, como el Consejo, la Comisión, la Corte de Justicia y el Banco Central, y consolida y actualiza en un solo texto las normas vigentes. Por otro lado, incorpora importantes novedades tendientes a hacer más operativo el accionar de esta entidad supranacional, como es la designación de un Presidente y un Ministro de Relaciones Exteriores y la adopción de las decisiones del Consejo por una mayoría calificada que tendrá en cuenta a los Estados y sus poblaciones.
En síntesis, el proyecto de Constitución Europea representa un claro avance en el proceso de integración regional y una mayor coincidencia en materia de política internacional por parte de los Estados que componen actualmente la Unión.
Sin embargo, el proceso de ratificación que requiere la aprobación unánime de los estados miembros presenta un serio escollo: Francia. Este país, verdadera clave de la Europa integrada junto con Alemania, ha convocado a un referéndum nacional para el 29 de mayo para que sean los propios ciudadanos, en lugar del parlamento, quienes se pronuncien sobre la aceptación de la Constitución. La preocupación proviene del hecho que hasta el momento las encuestas muestran una mayoría partidaria del rechazo. De ser así, todo el esfuerzo por construir un nuevo ordenamiento jurídico supranacional se retrotraerá.
¿Quiénes y por qué resisten la Constitución Europea?
Confusión y transversalidad
El debate esta muy mezclado, tanto en materia de protagonistas como de argumentos. Lo curioso es que desde veredas enfrentadas se sostienen conductas similares confirmando a la transversalidad como un rasgo característico de estos tiempos. Las diferencias no pasan por las tendencias ideológicas tradicionales, de izquierda o derecha, ni por los partidos políticos, ni por otros agrupamientos de la sociedad. A su vez, argumentos hay para todos, para justificar el rechazo o la aceptación.
Francia es un buen ejemplo de confusión y transversalidad. De los 8 partidos habilitados para participar en la campaña la mitad esta a favor de la nueva Constitución, incluyendo los conservadores de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y la Unión para la Democracia (UDF), así como los progresistas del Partido Socialista (PS) y los Verdes, mientras que los cuatro restantes, el Partido Comunista (PCF), el ultraderechista Frente Nacional (FN) y los nacionalistas del Movimiento por Francia (MPF) y Unión por Francia (RPF) la rechazan.
Entre los que se oponen a la nueva Constitución en el terreno específicamente económico se encuentran quienes tienen miedo a perder su puesto de trabajo o calidad de vida por la imposición de estándares comunes en una banda mas baja, ya sea por la migración de ciudadanos del este europeo dispuestos a reemplazarlos aceptando menores salarios o porque se facilitará el redespliegue de las empresas en las zonas mas postergadas.
Desde este punto de vista, prevaleciente en la mayoría de los trabajadores franceses que se pronuncian por el rechazo, el proyecto de Constitución esta teñido de ultraliberalismo económico y favorece a las grandes corporaciones. Esto permite entender tanto la división entre los socialistas de ese país y la oposición de los comunistas, así como el fuerte apoyo brindado por los sectores conservadores, como el partido gobernante (UMP).
En España, los liberales consideran que el Tratado favorece los intereses de Francia y Alemania, de allí su oposición. En este caso el rechazo proviene de considerarlo un freno para los países que, como España, aspiran a liberalizar más sus mercados para ganar competitividad. La Unión, amparada en su potestad para coordinar las políticas de empleo y competencia de los Estados miembros, terminará imponiendo estándares más altos destinados a proteger el sistema hiperregulado y poco competitivo de sus socios mayores.
En suma, para algunos la Carta Magna europea sienta las bases para un sistema más flexible y de mercado que favorece a las grandes corporaciones mientras que para otros es expresión de un régimen esclerótico e intervencionista que se pretende implantar en toda la región, obstaculizando las posibilidades de un desarrollo capitalista moderno.
A título de conclusión
Lo que esta sucediendo en Europa deja mucho para reflexionar, en particular, acerca de la vigencia de un pensamiento nacionalista reaccionario y un individualismo mezquino en el modo de proyectar el futuro, que atraviesa tanto a sectores "progresistas" como "conservadores". Sin embargo, llama la atención que esto se produzca en el desarrollo de una experiencia social, política y económicamente exitosa, como es la unificación europea y, en particular, en la nación que lideró este proceso.
Argentina y, principalmente, Brasil, que se encuentran liderando el proceso de integración regional, a través del Mercosur y de la reciente Comunidad Sudamericana de Naciones, deben leer atentamente las lecciones que ofrece el camino europeo. Las construcciones colectivas requieren de cierto grado de generosidad en las decisiones de corto plazo si es que se quieren alcanzar modelos sustentables y perdurables que puedan traducirse en mayores ganancias para todos. El desafío de la dirigencia pasa tanto por elaborar esa propuesta común como por incorporarla al espíritu de los ciudadanos de la región.
Por Alberto Pontoni. Mayo 2005