De gran importancia es el debate que se da hoy en día en Europa sobre los beneficios y perjuicios de adoptar determinado grado de descentralización en cuanto a la política monetaria. Con la creación del Banco Central Europeo y la adopción del euro como moneda única, se designa a éste organismo como el encargado de llevar a cabo una política común para los doce países miembros de la Unión Europea, renunciando las naciones a la política monetaria como herramienta de política económica.
Es en la Unión Europea donde adquieren una relevancia mayor las interacciones fiscales y monetarias debido a la heterogeneidad que presentan los países miembros en cuanto a las principales variables macroeconómicas. Según López-Salido y Pierpaolo (2004) los países que conforman la Unión presentan grandes diferencias en sus tasas de crecimiento así como también en los niveles de inflación, encontrándose los mismos en diferentes puntos del ciclo económico. De acuerdo a la información provista por el Banco Mundial, mientras que Grecia el año 2010 experimentó una inflación superior al 4%, el nivel de precios en Portugal sufrió una contracción del 1%. Más notorias son las asimetrías en las tasas de crecimiento. Mientras que Alemania para el año 2010 tuvo un crecimiento del 3.6% del PIB, países como Irlanda, España y Grecia experimentaron una contracción de su producto bruto interno. Asimismo los autores afirman que se observa una fuerte asimetría en los canales de transmisión de la política monetaria en los países miembros de la región.
Por otro lado, Beetsma y Debrun (2004) indican que la regla fiscal existente en la Unión Europea, que no permite que los países miembrocuentra organizado el Banco Central responsable de llevar a cabo esta políticas presenten déficits superiores al 3% del producto bruto interno, es muy criticada por el hecho de reducir la flexibilidad en la utilización de la política fiscal como estabilizador frente a diferentes shocks, rol que la política monetaria no puede asumir dado que la misma es llevada a cabo por un organismo supranacional.
Los autores afirman que la función de pérdida del Banco Central Europeo difiere de la de los gobiernos nacionales, asignándole diferente importancia a las desviaciones con respecto a los objetivos de inflación y crecimiento. Los autores sostienen que el Banco Central Europeo suele poner un mayor énfasis en la estabilidad de precios que en otros objetivos, lo que puede no coincidir con los objetivos de los gobiernos nacionales. . El Tratado de Amsterdam impone una separación estricta entre la política monetaria y la política fiscal en la región, haciendo improbable que el Banco Central Europeo participe en un proceso de decisión conjunta con los gobiernos nacionales, generándose así problemas de coordinación entre las partes. Estos problemas de coordinación generan tensiones que ensanchan las diferencias entre los objetivos del Banco Central Europeo y los gobiernos de cada país.
Mochón Morcillo (2010) analiza las relaciones que hay entre la política fiscal y monetaria en la región, concluyendo que la deficiencia más importante de la Unión Monetaria Europea desde su creación ha sido que presenta una situación desequilibrada: una política monetaria común y un sistema financiero integrado, pero una política fiscal descentralizada e incompleta, lo que resulta insostenible.
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