Economía Argentina 2008

Qué exige la riqueza de parte de la ley para producirse y crearse?: lo que Diógenes exigía a Alejandro: que no le haga sombra J.B. Alberdi.


Exactamente el 27 de noviembre de 2007 escribimos un artículo que titulamos El ajuste llegó para quedarse . En él reflejábamos la necesidad que ya tenía el entonces gobierno del presidente Néstor Kirchner de generar caja para poder seguir adelante dentro del esquema trazado.

Nada nuevo: subir retenciones, bajar subsidios mediante suba de tarifas, aumentar impuestos o generar inflación adicional constituían los recursos a mano para aumentar la disponibilidad de las arcas. Así fue desde el final del gobierno de Néstor Kirchner y continuó siendo en los primeros meses del gobierno de Cristina Fernández. El drama se puso de manifiesto cuando el 11 de marzo el ministro de economía Lousteau dictó la ya famosa resolución 125 fijando retenciones móviles a las exportaciones de ciertos cereales y oleaginosas. El mecanismo no era original, dado que ya venía aplicándose a las exportaciones de petróleo (y continúa hoy).

Pero la inesperada reacción de las entidades rurales descolocó a propios y extraños. En verdad, la reacción fue de las llamadas bases antes que de los dirigentes. Es que el sistema de la resolución 125 implicaba abolir los mercados de futuros, y fijaba el monto de ingreso máximo en pesos, moneda que viene perdiendo su valor a un ritmo del 20 o 25% anual.


Ante el fracaso de esta medida evidentemente recaudatoria, el gobierno de Cristina Fernández decidió atacar otros flancos. Ya en 2007 se había modificado por medio de la ley 26.222 el sistema de adhesión a las AFJP. Luego de un año de publicidad tendenciosa y francamente malintencionada, se logró que un millón de personas aproximadamente se pasaran del régimen mixto de las AFJP, al sistema enteramente estatal, lo cual implicaba que el Estado se hiciera de los fondos acumulados por estas personas y de los aportes corrientes de ahí en más.

El afán recaudatorio continuó su curso. La necesidad de caja se hizo cada día más elocuente. Así, a pocos meses de modificado el sistema de adhesión a las AFJP, se decidió su eliminación y la expropiación de los fondos acumulados. Al mismo tiempo, de dispusieron aumentos tarifarios del orden del 200% en electricidad y gas (según se comenta, en algunos consorcios el aumento en la electricidad llega al 400%). También se ajustaron los valores de los combustibles líquidos en promedio un 50% o más durante el transcurso de 2008, pese a las bajas producidas en la cotización del petróleo en el mundo, que significaron que pasara a valer prácticamente la cuarta parte de su precio máximo en el mes de julio pasado.

Hasta acá lo que podríamos llamar la previa. Obviamente la frutilla de la torta fue la sanción de la ley de blanqueo de capitales y moratoria impositiva y previsional. Al momento de escribir estas líneas se rumorea que el nuevo Secretario de Ingresos Públicos piensa enviar un proyecto para producir una nueva modificación a la ley penal tributaria para agravar las penas de los evasores. En realidad, lo que se intenta hacer es prácticamente obligar al blanqueo con amenazas de mayores sanciones. También está planeándose una modificación al Monotributo mediante un (cuándo no) régimen de información de parte de los contribuyentes que implique declarar su patrimonio. La razón de esto es que el atraso en el ajuste de los valores de ingresos de las distintas categorías del Monotributo se ha vuelto un incentivo al llamado enanismo fiscal. Esto es: mantenerse en categorías de esta forma de tributar en lugar de inscribirse en el régimen general de ganancias e IVA.


En dirección contraria, y por razones político-gremiales esencialmente, se ajustaron los mínimos no imponibles en Ganancias y se eliminó la llamada tablita de Machinea.

Con estos antecedentes y ante esta realidad local , por así llamarla, entramos entonces en el plano internacional. Los conflictos en Oriente Medio entre israelíes y palestinos, o entre indios y paquistaníes pueden repercutir seriamente en la incertidumbre general que tiñe de negro el horizonte económico y financiero. La crisis no ha concluido por más que se sostenga lo contrario.

Las voces tranquilizadoras se oyen por doquier. Todo parece haberse ajustado y resuelto mediante la inyección ilimitada de billetes de banco para favorecer el crédito a bajas tasas y el consiguiente salvataje de empresas en problemas. Esta política se ha extendido a nivel mundial.

Los Estados devalúan sus monedas. Los ahorristas se refugian en el dólar. Las pérdidas de los tenedores de títulos y acciones de las entidades con problemas han sido monstruosas. La gente no quiere correr riesgos y pocos son los dispuestos a endeudarse en estas condiciones. Todo el mundo parece preferir esperar, y esto desespera a los encargados de la política monetaria de los bancos centrales del mundo industrializado. Es lógico que así sea. Es lógico que los funcionarios se desesperen y es lógico que los ahorristas no quieran correr riesgos.

Ahora el presidente electo norteamericano anuncia un plan de reducción de impuestos que se financiará con el incremento de la deuda pública, ya que la corrida hacia el dólar ha venido incluyendo la compra de títulos del tesoro. El plan consiste en salvar y asistir. Ayudar y perdonar. Y endeudarse para poder pagarlo. Esperemos dé resultados positivos y no signifique tirar la pelota hacia adelante.

A muchos les ha ido muy mal. Incluso fueron estafados. O defaulteados miserablemente con argumentos tales como si pusieron la plata a tasas tan altas en la Argentina, sabían los riesgos que corrían (Dr. Lavagna dixit). Los países emergentes son riesgosos. Los países industrializados son riesgosos. El mundo es riesgoso.

Únicamente se salva, al parecer, la moneda norteamericana. Y eso es así porque la economía de EEUU es una de las más dinámicas del mundo. Y, con todos los problemas que ha presentado, lo cierto es que el Estado norteamericano no supera el 25% del PBI de esa nación, mientras que el de Europa alcanza y supera el 50%. Es decir que EEUU se mueve mucho más dentro de las leyes del mercado que la vieja Europa. India o China, por su parte, con todo lo que puedan ser, representan un aporte mínimo al PBI mundial al lado del europeo o el norteamericano.

Entre nosotros las cosas no terminan de adaptarse a la situación que se vive internacionalmente. En materia de exportaciones estamos cayendo en razón de los problemas con las retenciones, las prohibiciones y los precios máximos. El tipo de cambio no se ha dejado ajustar a los niveles que el mercado indica porque el intervencionismo lo ha impedido en razón de la fuga de capitales que viene produciéndose. Los planes de créditos blandos, ayudas varias, heladeras baratas y autos económicos sabemos dónde terminan antes de que empiecen (¡y no terminan de empezar!, con lo cual no se vende ni con planes ni sin ellos).

La presión tributaria es insoportable y supera cómodamente el 50% para quienes trabajan en blanco. El INDEC sigue falseando estadísticas e índices de precios. La devaluación no puede acelerarse por las razones apuntadas (y porque además exacerbaría la inflación por la aceleración de la velocidad de circulación de la moneda que se produce con la huída hacia el dólar).

Así las cosas, el 2009 será un año francamente recesivo. Con crecimiento cero o decrecimiento. Fuga de capitales y tipo de cambio oscilante provocado por el Banco Central para tratar de evitar la huída masiva al dólar.

La Argentina no está acomodándose al mundo. Las expectativas por el cambio de gobierno en EEUU se han magnificado como suele ocurrir entre nosotros, porque siempre esperamos soluciones mágicas. La búsqueda de inversiones en el mundo no dará resultados y la política de blanqueo de capitales arrojará problemas legales adicionales.

El gobierno kirchnerista no ha pensado ni un segundo en abrir la economía. Al contrario. Solamente piensa en cerrarla. Limitar importaciones. Restringir exportaciones para supuestamente favorecer el mercado de consumo local. Ofrece créditos con el dinero habido de las AFJP a gente que tiene miedo de tomarlo porque no sabe si conservará su trabajo para pagar. Prácticamente quiere obligar al blanqueo como obligó a los ahorristas a perder sus fondos en las AFJP. Succionar recursos de donde sea y como sea, cerrar fronteras, estrechar filas, y vivir con lo nuestro, como sugiere desde que lo conocemos el inefable Aldo Ferrer. Claro que lo nuestro es el yuyito, es la producción primaria, son las vacas. Y todo eso se lo persigue con argumentos psicodélicos, en lugar de promoverlo (es decir, no castigarlo) porque es la base del desarrollo productivo sostenido y eficiente.

Bien, digamos que no pensamos, pese a todo lo que estamos afirmando, que el año 2009 vaya a resultar tan dramático como han sostenido no pocos economistas. Más bien creemos que será complicado pero que no habrá un nuevo default explícito de la deuda, ni aumentará tan dramáticamente la desocupación. Probablemente sea necesaria una refinanciación, pese a que también se sostiene que no hará falta.

En estos días se han recuperado un poco los precios de las commodities. Esto puede significar un cierto respiro en materia de ingresos por retenciones a las exportaciones. Claro que para eso habrá que permitir exportar y terminar con esta historia de que vamos a poner de rodillas al campo.

El aumento del costo de la vida afectará mucho a la clase media. Los peajes, las tarifas, los combustibles, los transportes de pasajeros, etc. Todo lo que se ha mantenido congelado durante un lustro pegará el gran salto como ya está ocurriendo. Lo que podría haberse hecho progresivamente termina haciéndose de golpe con el resultado traumático consecuente. Probablemente el impacto en el bolsillo, y en la psique, de los sectores medios será bastante más dramático que el cierre de las cuentas públicas. Cuando la población empieza a sentir el cimbronazo, se contrae más y más. Deja de salir. Deja de ir de vacaciones. No cambia su auto. Se detiene como en esas imágenes del terror que producen los grandes cataclismos. Eso también hay que achacárselo al gobierno kirchnerista, por no haber ajustado los valores ante la depreciación forzada de la moneda por el sostenimiento del dólar alto durante tanto tiempo.

Bajarán los alquileres, bajarán las propiedades. Bajarán las ventas y muchos negocios bajarán sus persianas o negociarán bajas en las locaciones. Eso está ocurriendo en estos momentos y con creces, además. Y continuará ocurriendo.

Suben las prepagas, las cuotas de los colegios privados. Los ajustes se generalizan. EL AJUSTE se generaliza.

Demasiado intervencionismo para complicar la vida de la gente. Demasiada soberbia. Demasiado desparpajo cargado de mentiras estadísticas. La clase media prefiere guardarse. Responde así al contradictorio mensaje que significa no consuma electricidad o gas, pero sí consuma comprando electrodomésticos y automóviles.

Apagar luces, usar menos combustibles, no cambiar de auto, gastar menos gas, cambiar las lamparitas, no salir a comer afuera, no viajar y pagar peajes insólitos, no calefaccionar sus piletas . Y ahora que la clase media no gasta porque todo es más caro y supuestamente puede pagarlo, el Estado sale a ofrecer créditos para que sí gaste. En el bizarro mundo intervencionista las contradicciones no sólo son posibles, son inherentes al modelo.

Si observamos que en estos años el Poder Ejecutivo la señal fue no permitiremos exportar para garantizar la mesa de los argentinos, el resultado alcanzado resulta absurdo. Suben los índices de pobreza, la gente no compra, el consumo se retrae. La inflación no reconocida por la mentira oficial ha destruido los salarios en muchos sectores. La economía informal sigue representando prácticamente el 40%.

En este mar de paradojas hay que incluir el reparto de $ 200 por única vez y las llamadas tarifas sociales. El criterio sigue siendo discriminar hacia la clase media y media alta, pero al mismo tiempo se elimina la tablita de Machinea y se ofrecen créditos para autos. Paguen más pero sigan consumiendo lo mismo. La negación de la ley de oferta y demanda en estado puro.

La realidad es que, como decíamos hace poco más de un año: EL AJUSTE LLEGÓ PARA QUEDARSE.

HÉCTOR BLAS TRILLO

Buenos Aires, 9 de enero de 2009