Resulta bastante evidente que el gobierno ha encontrado una forma de financiarse bastante más cómoda y menos comprometedora que el blanqueo de capitales puesto en la palestra hace apenas unas semanas. La apropiación de los recursos de las AFJP parece así resultar el camino más corto.
La movida política consiste básicamente en aprovechar la mentalidad estatista de muchos legisladores, aún de los no oficialistas, a lo que se suma un transfuguismo contante y sonante que se reitera precipitadamente. A todo ello se suma, claro está, la promesa de caja para algunas provincias en default técnico cuyos dirigentes necesitan imperiosamente salvar la ropa en las elecciones del año próximo.
Esta introducción, evidentemente política, no pretende otra cosa que colocar sobre la mesa la realidad que estamos viviendo. Las necesidades de financiamiento resultaron osadamente expuestas cuando se hizo la famosa colocación de títulos de deuda argentinos en Venezuela a una tasa superior al 15% anual en dólares. Casi de inmediato se dio marcha atrás saliendo el Estado a comprar títulos para evitar la caída vertiginosa de su cotización y la suba del riesgo país consecuente. Rápidamente se intentó corregir errores improvisando un anuncio de pago al Club de París que parece diluirse en un borroso pasado. También se presentó un proyecto de canje de deuda a los llamados holdouts que consiste básicamente en que éstos pongan dinero (2.500 millones de dólares es lo estimado) para recibir títulos con quita similar a la del canje de 2005, y cobrar después.
El intento de arreglo con el Club de París apunta a conseguir financiamiento más barato en el mundo. El arreglo con los bonistas rebeldes pretende lo mismo, y además arrimar los fondos extra que surgen de esa especie de derecho de ingreso pergeñado por los diseñadores del plan.
La crítica situación en que se ha puesto al país no deriva del conflicto con el campo como no pocos comentaristas arguyen. Tampoco deriva de la crisis internacional, de la cual según la presidenta estábamos exentos. Y mucho menos deriva de la apropiación de recursos de las AFJP en curso en estos días. Estos hechos, con lo significativos que son, muestran la inoperancia, la improvisación y la necesidad de encontrar un poco de aire donde evidentemente ya no queda.
Porque en verdad lo que le ocurre al país es la consecuencia de la utilización de un engaño monetario aplicado a lo largo de 5 años, y que consiste en haber fijado un tipo de cambio elevado artificialmente mediante emisión de moneda para lograr así superávit aplicando retenciones a las exportaciones . Superávit utilizado luego para subsidiar actividades y repartir caja en obras públicas y gobiernos provinciales amigos.
El tipo de cambio alto no logró nunca una mejora en la competitividad sino todo lo contrario, la reemplazó. Y es intención del gobierno que siga reemplazándola, excepto por el hecho de que una devaluación pronunciada sería hoy mucho más que recesiva. Cuando el exceso de gasto público consecuencia del falso superávit que comentamos fue tan elevado que volvió insostenibles los índices de inflación, se recurrió a la estupidez de fraguar tales índices, dando así una vuelta de tuerca a la inmoralidad y falta de credibilidad que es inherente a nuestros gobernantes y si nos apuran a nuestro país en su conjunto.
La circunstancia de que los precios de las materias primas en el mundo hubieran experimentado las impresionantes alzas de los últimos años fue el verdadero y único factor económico de crecimiento. La Argentina mejoró su situación no gracias a nuestros gobernantes, sino a pesar de ellos.
Pero, en estos momentos la fiesta parece haberse acabado definitivamente. Los precios de las commodities , si bien altos, han caído considerablemente. Y la maraña de subsidios que forma parte del gasto público no puede ser sostenida en el tiempo. Por eso últimamente ha comenzado a darse marcha atrás en materia tarifaria y en precios de los combustibles. Ya no hay recursos para seguir bancando . Eso es todo.
A todo esto, la fuga de capitales ha comenzado hace ya bastante tiempo. Primero de un modo no demasiado perceptible, últimamente de manera dramática. Jorge G. Herrera publica un trabajo (Ámbito Financiero, 6/11) en el que señala que la fuga se eleva a 25.000 millones de dólares en los últimos 15 meses. No podemos asegurar el cálculo sea el correcto. No es sencillo establecer un monto en un mercado que funciona de modo informal en un porcentaje muy elevado. Pero sí sabemos que hace rato que la cosa ha empezado, y así lo hemos señalado reiteradas veces.
La inseguridad jurídica que genera el proyecto de apropiación de las AFJP no es más que la frutilla de la torta, comparable a nuestro modo de ver con aquella ley de intangibilidad de los depósitos votada por el Congreso Nacional cuando arreciaba la salida de fondos de los bancos pese a que la tasa de interés subía y subía, en la segunda mitad de 2001. Es que la llamada clase política pretende resolver los problemas creados por una política engañosa y torpe, mediante la aplicación de trabas y prohibiciones, o a través de asegurar mediante leyes que esta vez sí los fondos de la gente serán respetados. La realidad es muy otra, claro está. Un gobierno que arrastra entre muchos otros el antecedente de no haber explicado nunca el destino y evolución de los fondos de las regalías petroleras de la provincia de Santa Cruz, poca fe puede merecer. Y si a ello se le suma que políticos hasta ahora insospechados como el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, se pliegan al juego de manera incomprensible, lo único que queda por hacer es escapar.
El autor que señalamos titula su trabajo Pasión por fugar divisas , título del que disentimos profundamente. La pasión es, en la acepción que entendemos intenta aplicarse, un apetito o afición vehemente a algo . Y decididamente no es el caso. La gente no huye por afición, huye porque tiene miedo. Y tiene razón en tenerlo. Digamos que tal vez el Sr Herrera quiso usar la ironía, pero no deja de hablar del deporte nacional de sacar dinero del país , con lo cual pareciera ser que el capital que huye no lo hace porque sus dueños sienten pánico, sino simplemente por deporte. En el trabajo que comentamos, aparte de señalarse que el monto de 25.000 millones no incluye octubre (mes en el que las estimaciones arrojan una salida de capitales de otros 5.000 millones de dólares), se señala el maquillaje que viene utilizando el Banco Central para no mostrar el impacto de la corrida. A fines de octubre las reservas eran de alrededor de 44.900 millones de dólares, a los cuales corresponde restar unos 4.000 millones de préstamos tomados en el Banco de Basilea, más otros 1.000 millones pactados con otros bancos con recompra de bonos, más los dólares vendidos a futuro que representan unos 3.000 millones, más los 1.300 millones de los encajes por depósitos de dólares y las transferencias de la ANSES de unos 1.400 millones, siempre de dólares, hacen descender la cifra de reservas, que quedarían así en 34.200 millones, a los cuales habría que descontar las colocaciones en Lebacs y Nobacs de todos estos años, que según los cuadros del diario en el que escribe Herrera, supera los 10.000 millones de dólares. Con lo cual las reservas estarían en verdad en torno de los 24.000 millones, una cifra que prácticamente cubre el circulante de pesos, que es de un poco más de 22.000 millones de dólares.
Es en este marco que se produce la intervención del ya famoso secretario de comercio interior y de la propia AFIP tratando de evitar operaciones en dólares al tiempo que se le exige a las AFJP que traigan sus inversiones del Exterior y vendan dólares, acelerando así la apropiación de sus recursos, cosa que, pese a todo, se insiste en repetir que no ocurrirá (como la intangibilidad de los depósitos que recordamos). En tiempos del Dr. Alfonsín se llegó a prohibir la operatoria de las casas de cambio, recordamos. Y un diputado radical, el fallecido César Jaroslawsky, llegó a decir que había que clausurar la calle San Martín, donde se registra la mayor actividad cambiaria de la City. Todo esto y tapar el Sol con un harnero es lo mismo.
Ahora, como entonces, vuelve a hablarse de golpes de mercado . Y economistas como Aldo Ferrer señalan una y otra vez que lo que se está haciendo con las AFJP es jurídicamente correcto. No son pocos los que confunden lo legal con lo legítimo. Y tampoco lo son quienes arguyen que la realidad económica está basada en la actitud conspirativa de unos pocos pillos que se reúnen y traman contra las bondades del sistema. Pero los datos que volcamos los conoce todo el mundo. La patética crisis del campo es una realidad. Los cierres de exportaciones, los permisos de la ONCCA, los registros, los postergadísimos reintegros, la falta de claridad y la arbitrariedad en el manejo de los fondos públicos mediante emergencia económica o incluso per que me piacce (como en el caso de los fondos de las AFJP que los funcionarios exigen que retornen) también son una realidad. Es una realidad el patoterismo. Es una realidad la evidente inacción de la Justicia. Es una realidad el freno aplicado al Fiscal de Investigaciones Administrativas. No hay una sola causa, que sepamos, de las denunciadas en los últimos dos años que involucre a funcionarios públicos que haya avanzado un ápice. Al contrario.
Al menos por lo que podemos ver en la plaza, existen hoy por hoy restricciones de todo tipo. Por ejemplo para pagar importaciones. Restricciones que se manifiestan a través de llamados telefónicos, no de leyes. Al parecer las órdenes a los bancos son de no pagar importaciones ni tampoco los préstamos del Exterior. Esto ha salido además en varios diarios de la Capital y no ha sido debidamente desmentido por quienes resultan acusados de este estado de cosas. Especialmente la Secretaría de Comercio, que por lo general mantiene una política absolutamente autista y discrecional con el aval intacto de la presidenta Kirchner.
Entonces cabe preguntarse y preguntar: ¿Ud. qué hará con su dinero (si tiene la suerte de tenerlo) ante una situación así? La respuesta es obvia.
Las restricciones a las importaciones en general cuentan con el beneplácito de entidades como la U.I.A., que siempre pide tales restricciones y también pide que se devalúe, como acaba de hacerlo en estos días. Pero las importaciones ya realizadas deben pagarse, y al parecer el gobierno no deja que se paguen.
No dejamos exportar, no dejamos importar. No dejamos vender y no dejamos comprar. Y no dejamos pagar. A todo esto se suman las versiones de prohibiciones en los despidos y aplicación nuevamente de la denominada doble indemnización.
Alguien comparó en estas horas la situación actual con el llamado déficit cero aplicado en tiempos de De la Rúa-Cavallo. El déficit cero no consistía en gastar menos para que la plata alcance. Consistía en no pagar. Es insólito, pero significaba seguir gastando lo mismo pero sin pagar cuando el dinero no alcanzara. Terrible.
Bien. Esta gente parece creer realmente que de este modo se solucionan los problemas y así la economía entrará en un círculo virtuoso. Y parece que cree además que, en caso de que no sea así, es por obra y gracia de los sinvergüenzas de siempre que no desean un país mejor. Es decir que esta gente insiste en suponer que tiene razón, y si algo sale mal será que es porque alguien conspiró contra ellos. De manera que lo hace es aplicar el llamado pensamiento único , según el cual si la cosa no funciona no es por el desastre político-económico que significa el intervencionismo y la corruptela reinantes, sino por culpa de entes exógenos capaces de cualquier maldad.
La Argentina que debería haber marchado hacia la institucionalización y el Estado de Derecho, marcha en el camino inverso. Así es como el capital huye, y finalmente huyen las víctimas también.
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 8 de noviembre de 2008
ESTUDIO
HÉCTOR BLAS TRILLO
Economía y Tributación bsp;
www.hectortrillo.com.ar