La experiencia de la última década parece conducir al redescubrimiento de la importancia de la ubicación geográfica de la producción, y de las redes de interdependencia entre las empresas y los agentes sociales en los que se lleva a cabo la producción. La aptitud para crear una concentración de capacidades locales, tecnología local, infraestructura local y proveedores locales en campos específicos, es considerada la clave para el logro de la competitividad.
En términos convencionales, “un cluster se define como una concentración sectorial y geográfica de empresas” (Schmitz, 1995).
Las agrupaciones de empresas llevan consigo un elemento de conocimiento tácito en lo que respecta a tecnología, capacidades, productos y procesos, que suele ser específico para cada conjunto de empresas y va acumulándose a lo largo del tiempo.
Debido a las características mencionadas, existe la posibilidad de asociación entre las pequeñas empresas del sector, en una estructura de cluster que les permita compartir costos y aprovechar fenómenos producidos por la cercanía geográfica y la interacción.
La proximidad geográfica es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de un cluster. “La proximidad social y cultural son igualmente necesarias para el aprendizaje colectivo”.(1)
En la literatura se encuentran diversas ventajas a nivel general de la formación de un cluster:
- Las economías externas positivas. Surgen cuando alguna(s) empresas son beneficiadas por el accionar de otra(s). Por ejemplo, cuando el resultado de una investigación o una inversión en capital humano “se derrama” hacia otras empresas. La cercanía física de los agentes suele facilitar este fenómeno.
- La proximidad geográfica promueve la interacción informal como medio efectivo para promover el intercambio de información y personal entre las firmas. También, por el lado de la demanda, se produce un mayor conocimiento de la existencia de un grupo de firmas por parte de los potenciales clientes. Esto es especialmente cierto para pequeñas y medianas empresas, como es el caso de las empresas cordobesas dedicadas a la producción de software y servicios informáticos.
- La acción conjunta. Significa llevar a cabo medidas deliberadas para velar por los intereses del conjunto. Por ejemplo intercambiar información, contratar un servicio compartiendo costos, etc. Esta acción puede darse directamente entre dos o más empresas o bien a través de instituciones de fomento.
En el caso específico del sector informático, además de las ventajas ya mencionadas se suman las características de empresas pequeñas con poca capacidad para hacer frente a elevados costos hundidos, como ser certificaciones internacionales, el logro de contactos y reputación a nivel internacional, y actividades de capacitación de mano de obra, dado la necesidad de elevados requerimientos de información y su alta tasa de cambio.
(1) Oyelaran- Oyeyinka, B. (2006)