Inflación

Índice de Precios al Consumidor IPC

Por Florencia Montila

Universidad Nacional de Córdoba


En Argentina este índice es elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Se construye utilizando los patrones de consumo de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires. El IPCGBA mide cómo evolucionan, en promedio, los precios de una canasta representativa del gasto en bienes y servicios de esos hogares, pero no cuánto vale dicho conjunto de bienes y servicios, en un momento del tiempo.

Un aumento en el índice, implica una disminución en el poder de compra del dinero en función de los precios medios de ese conjunto de bienes y servicios de consumo; cuando baja, refleja un aumento del poder de compra del dinero en esos mismos términos.

Debido a la importancia de los bienes y servicios de consumo dentro del total de los bienes y servicios comercializados en el mercado, el IPC-GBA es frecuentemente utilizado como medida de la inflación. Otros indicadores que se suelen utilizar con el mismo fin son el Índice de Precios al por Mayor (IPM), que mide la evolución de los precios en la etapa de las ventas mayoristas o de fábrica e incluye, además de los bienes de consumo, las materias primas, insumos, construcciones y maquinarias; el Índice del Costo de la Construcción (ICC); y el de Precios Implícitos en el Producto Interno Bruto (IPIPIB), que se calcula como cociente entre el Producto Interno Bruto (PIB) a precios corrientes y el PIB a precios del año base.


El Indice de precios al consumidor (IPC) y la inflación

El IPC-GBA mide la evolución de los precios de los bienes y servicios representativos del gasto de consumo de los hogares residentes en el Gran Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y partidos del Gran Buenos Aires) respecto a los precios vigentes en el año base.

El concepto de inflación hace referencia tanto a las variaciones en los precios de los bienes y servicios de consumo de los hogares, como a la evolución de los precios de los bienes y servicios exportados, de los utilizados como consumo intermedio de las industrias y de los destinados a la acumulación como inversión bruta fija o variación de existencias. Al tomar el IPC como indicador de inflación, se debe tener en cuenta que éste sólo capta las variaciones en los precios de los bienes y servicios de una canasta de consumo determinada, por tal motivo nos brinda solamente una aproximación a la inflación. Además, la evolución de los precios que pagan los consumidores no siempre tiene una correspondencia con la de los precios que reciben los productores, dado que las variaciones en los impuestos y subsidios sobre los productos modifican las proporciones en las que el Estado y los hogares se hacen cargo de los pagos por esos bienes y servicios.

El Indice de precios al consumidor (IPC) y el costo de la vida


El IPC no es un índice del costo de la vida (ICV), aunque con frecuencia se lo utilice como tal. Un índice del costo de la vida es un concepto teórico que busca reflejar los cambios en el monto de gastos que un consumidor promedio destina para mantener constante su nivel de satisfacción, utilidad o nivel de vida, aceptando –entre otras cosas– que pueda intercambiar permanentemente su consumo entre bienes y servicios que le brindan la misma satisfacción por unidad de gasto.

El IPC no incluye los pagos de intereses y amortizaciones de préstamos, impuestos, ni considera el valor locativo imputable por el uso de la vivienda propia, por lo tanto dentro de este índice no están incluidos todos los conceptos que hacen al mantenimiento del nivel de vida del individuo. Los cambios en el ICV no tienen una relación unívoca con los cambios en los precios. Esto se debe a que ante un cambio en los precios relativos de los bienes o servicios, el consumidor puede modificar sus compras de dos maneras. Por un lado, puede trasladarlas hacia los productos cuyo precio relativo bajó y reducir así su costo de vida. Por otra parte, aunque no cambien los precios relativos, el consumidor puede reducir el costo de algunas de sus compras sin modificar las cantidades ni las características de los productos o servicios, si logra acceder a comercios o artículos «más económicos» que le brinden igual satisfacción, pero ello no implica que hayan cambiado los precios de la economía. En un índice de costo de vida las ponderaciones de los bienes y servicios pueden ser –en teoría– permanentemente cambiantes ya que reflejan las preferencias actuales de los consumidores. Estas características teóricas del ICV plantean enormes dificultades prácticas de cálculo y es por esto que no se computa.

Los Índices de precios al consumidor

Para que las variaciones en el índice se deban sólo a modificaciones en los precios y no a otros factores, como por ejemplo el cambio en los hábitos de compra de los consumidores, es necesario que las ponderaciones de los bienes y servicios sean las mismas en los períodos cuyos precios se comparan y, a su vez, que las especificaciones de esos bienes y servicios de la canasta deben ser comparables.

Aislar la evolución de los precios es una tarea complicada. La variación temporal en el gasto que un hogar destina para la compra de determinado bien o servicio se origina conjuntamente por factores de precio y por factores de volumen físico.

Los índices de precios tratan de medir el efecto de los factores de precio, esto es, la cantidad de dinero pagada por una unidad de bien o servicio, de determinada calidad. Sería óptimo, entonces, que los índices de precios no estuvieran distorsionados por cambios en la calidad de los productos o servicios.

El proceso de elaboración de un índice puro de precios conlleva mucho trabajo, debido a la dificultad que implica separar los factores que no se deben en forma exclusiva a los precios pero que también inciden en el valor de los bienes y servicios (cantidad, volumen, características físicas y funcionales, durabilidad, calidad, prestigio que otorga su consumo, lugar de adquisición, momento y volumen de la adquisición, etcétera).

Por otra parte, debido a los cambios en los patrones de consumo de la población de referencia existe la necesidad de revisar, y modificar si fuera necesario, la canasta de consumo, así como la población de referencia y los negocios informantes, para que el índice se mantenga actualizado, sea representativo y útil en la práctica.

Intervención en el INDEC

Un INDEC intervenido políticamente puede causar más daño del que el propio gobierno quiere reparar.


En todos los medios, cualquiera sea su tendencia, puede leerse hoy que existen serias dudas respecto del indice de precios al consumidor informado por el INDEC. El 0,3% durante febrero no ha conformado prácticamente a nadie. Y la caída de los bonos ajustables mediante CER muestra a las claras una realidad de a puño: que cuando el Dr. Kirchner a fines de enero pretendió desvincular la desconfianza del mercado de la caída de los bonos estaba sustancialmente equivocado. Los bonos cayeron ahora luego de conocerse el índice de precios, y lo hicieron acompañando una tendencia: la del no reconocimiento de ciertos factores inflacionarios por parte de los flamantes funcionarios designados en el Instituto.

De nada sirve atar las pautas estadísticas a cuestiones semánticas tales como “cuotas recupero”, o “copagos”. Nadie come vidrio en la Argentina kirchnerista. Es una curiosa coincidencia que el tan mentado índice hubiera sido dado a conocer justamente en el anivesario de la muerte del genial Alberto Olmedo, autor de la conocida frase “si lo vamos a hacer, lo vamos a hacer bien…”.


Efectivamente, el gobierno lo hizo bien. En realidad redobló la apuesta. El secretario Guillermo Moreno no parece atender otras razones que las que le dicta su propia lógica: por la razón o por la fuerza, los precios han de ser los que el Gobierno diga. Y si no lo son, lo serán los índices, parece decir con sus acciones.

Es significativo que el sábado hubiera sido publicada en el diario La Nación una supuesta amenaza de este funcionario al ahora renunciado secretario de la ONCCA, Marcelo Rossi. Segùn el matutino, Moreno le espetó a Rossi algo así como “o te sumás al equipo, o te vas. Y si no lo hacés, ojalá que no te pase nada”.

Un presidente de la Nación tan afecto a criticar a la prensa desde su ya famoso atril en la Casa de Gobierno, no salió hasta el momento de escribir estas líneas a poner las cosas en su lugar. Podríamos pensar que no lo ha hecho porque por lo que se sabe estaba descansando en El Calafate, como hace habitualmente durante los fines de semana y su prolongación del día lunes. No esperábamos que fuera a hacerlo el propio Moreno, cuyos métodos son bastante conocidos y criticados desde prácticamente el inicio de sus funciones.


A nuestro juicio si los dichos son ciertos en este caso, la cuestión ha pasado decididamente de castaño a oscuro. Si se pretende manejar la realidad argentina con esta metodología y suponer que así el país se hará grande y poderoso, francamente no queda otra que enfrentarse a una especie de despotismo de la impotencia.

Ni la alteración de índices, ni la prepotencia, ni las actitudes mafiosas, ni los insultos, ni los agravios, ni los silencios dicentes podrán convertir el futuro argentino en otra cosa que en el algo patético y desagradable para todos.

Prácticamente a ningún medio se le escapó que el discurso presidencial ante el Congreso, transmitido en cadena oficial (incluyendo hasta las emisoras FM) tuvo graves omisiones a la hora del racconto. Señalar la recuperación económica es muy importante si se tienen en cuenta las serias carencias institucionales y los aprietes que operan en sentido inverso.

Se trata de ver una realidad en su conjunto. Los actos de la secretaria de Comercio, derivados del mando del mismísimo presidente de la República, no son la causa del crecimiento o de la recuperación. Así de sencillo. Y admitir esto debería estar en primera línea al analizar los avances en la economía en general.

El comentario del diario que mencionado ha derivado en una denuncia de un diputado del ARI por amenazas. Es curioso que el propio Rossi no lo hubiera hecho. O no. No se nos escapa que estamos en plena campaña electoral, pero tenemos presente el único reportaje radial en el que oímos al Sr. Moreno, en el cual se expresaba en términos francamente llamativos. En efecto, decía este señor que “no vamos a permitir que estos señores pretendan subir el precio de la carne en contra de lo que es el interés del pueblo argentino”, palabras más o menos, mostrando una clara ignorancia del artículo 14 de la Constitución Nacional respecto de la libertad de comercio, e irguiéndose él mismo y otros funcionarios (dado que habló el plural) en algo así como los justicieros del mercado.

Lo más lamentable de todo esto es que si algo genera inquietud entre los inversores es esta actitud del gobierno de pretender amedrentar abusando del poder y negando todo derecho que no coincida con los intereses políticos del gobierno. Nada es más patético que demostrar a las claras que la realidad no es la que surge de la prepotencia, sino que ésta da lugar al miedo y por lo tanto no hace sino esconder bajo la alfombra, pero a la vista de todos, aquello que no conviene que sea visto.

Curiosa entelequia la del negador, que cree que ante la evidencia de un hecho, declamando lo hace desaparecer.

Un párrafo final para la referencia al problema energético que hizo el Dr. Kirchner en su discurso, y precisamente porque nuestro tema es la economía y a ella ceñimos nuestros comentarios. No es que en la Argentina no hubiera habido crisis energética. La hay, y por eso es que fue inaugurado el llamado plan “Energia Plus” mediante el cual quienes consuman más que el año anterior deberán propinarse el excedente por medios propios, o por eso mismo fueron limitados en las empresas los consumos en horas pico, obligando a apagar luces y máquinas incluso en lugares tan críticos como los aeropuertos. Si se pretende negar la realidad con el eufemismo de que no hubo un apagón generalizado, entonces no decimos nada más.

La máxima olmediana viene, pues, como anillo al dedo: si lo vamos a hacer, lo vamos a hacer bien. Lo malo es que mientras el mundo todavía favorece con sus precios de las materias primas a nuestro país y a nuestros productores dando por tierra teorías como aquella del deterioro en los términos del intercambio, mientras todavía puede aprovecharse aunque limitadamente el “beneficio” de los precios bajos en dólares por efecto del sobreprecio de la divisa, se hace lo imposible por pretender imponer por la fuerza, por la prepotencia y hasta por actitudes que de ser ciertas son francamente mafiosas, una realidad irreal, o dibujada como dicen los detractores de los índices de precios., con bastante dosis de razón.

Buenos Aires, 6 de marzo de 2007

ESTUDIO

HÉCTOR BLAS TRILLO

Economía y tributación

(011) 4254-5820 – (011) 4654-6598 (011) 154-4718968

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Inflación

Qué es la inflación

Inflación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios y factores productivos de una economía a lo largo del tiempo. Otras definiciones la explican como el movimiento persistente al alza del nivel general de precios o disminución del poder adquisitivo del dinero.



Inflación es el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios y factores productivos de una economía a lo largo del tiempo.

En la práctica, la evolución de la inflación se mide por la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Para comprender el fenómeno de la inflación, se debe distinguir entre aumentos generalizados de precios, que se producen de una vez y para siempre, de aquellos aumentos de precios que son persistentes en el tiempo. Dentro de estos últimos también podemos hacer una distinción respecto al grado de aumento. Hay países donde la inflación se encuentra controlada por debajo del 10% anual, otros con inflaciones medias que no superan el 20% anual y países en los que el crecimiento sostenido de precios ha superado el 100% anual. Cuando la variación de los precios alcanza el 50% mensual se la denomina hiperinflación.

Causas de la inflación

La inflación, como fenómeno económico tiene causas y efectos. La definición de sus causas no es una cuestión sencilla debido a que aumento generalizado de los precios suele convertirse en un complejo mecanismo circular, del cuál no resulta sencillo determinar los factores que impulsan al incremento de los precios. Esta dificultad para determinar las causas de la inflación, ha sido el motor que impulsó a diversos teóricos a ensayar diferentes explicaciones sobre los procesos inflacionarios. Las teorías explicativas suelen agruparse en tres categorías. Por una parte, están las que consideran como explicación de la inflación un exceso de demanda agregada, o sea inflación de demanda. Por otra parte, se encuentran aquellos que apuntan a la oferta agregada como disparadora del proceso inflacionario, esto es lo que se denomina inflación de costos. Por último, existe un grupo de teóricos que entienden a la inflación como el resultado de rigideces sociales, esto es lo que se denomina inflación estructural.


Los Déficit Fiscales, su financiación a través de emisión y la inflación

El déficit fiscal es un posible disparador de un proceso inflacionario. Por una parte, suponiendo que partimos de una situación de equilibrio entre oferta agregada y demanda agregada, un incremento en el gasto del gobierno sin que sea acompañado por un incremento similar en los ingresos tributarios, generará tanto un exceso de demanda agregada, como un incremento en el déficit fiscal. Este hecho es el que señalan los keynesianos como disparador del proceso inflacionario.

Los monetaristas también suponen que es un exceso de demanda agregada lo que enciende el proceso inflacionario, pero difieren con los keynesianos respecto a la causa que genera ese exceso de demanda. Desde su concepción, es un incremento en la oferta monetaria, vía mayor disponibilidad de liquidez, lo que provoca el incremento de la demanda agregada. Por lo tanto, si el Estado, luego de haber agotado todas las fuentes de crédito privado, recurre a financiarse a través de incrementos en la emisión de moneda, generará un exceso de liquidez que se traducirá en exceso de demanda e incremento generalizado en los precios.


Cuando un gobierno acarrea una pesada deuda, cada le vez resultará más complicado conseguir financiamiento genuino. Cuando las fuentes de crédito se agotan y los déficits son persistentes, los gobiernos suelen recurrir a la impresión de moneda como último instrumento para financiar sus gastos. La emisión no genuina, es decir un incremento en la oferta de dinero no acompañado de un aumento en la demanda de moneda, genera un incremento en los precios.

La financiación de un déficit mediante emisión, tiene efectos diferentes según se trate de un régimen de tipo de cambio fijo o flexible. Como se verá, a los países que tengan déficit presupuestario crónico y de alta magnitud, les resultará complicado en extremo mantener un tipo de cambio fijo y tendrán que optar por pasar a tipo de cambio flotante o, al menos, hacer frecuentes ajustes de la paridad monetaria.

Déficits fiscales con tipo de cambio fijo

Cuando una economía que opera bajo un sistema de tipo de cambio fijo ha agotado sus fuentes de financiamiento provenientes de préstamos directos del público, interno y externo, la única herramienta que le queda para financiar el exceso de gastos sobre los ingresos es tomar préstamos del banco central.

Cada vez que el gobierno intente financiarse a través de préstamos del banco central, incrementará la base monetaria, pero dado que los saldos monetarios que se demandan permanecen constantes se generará un exceso de oferta de dinero. Las familias convertirán los saldos monetarios excedentes en activos externos, presionando hacia la devaluación del tipo de cambio. Como el banco central está comprometido a mantener el valor de la moneda doméstica a un nivel dado, deberá cambiar el exceso de moneda nacional por divisas. Este proceso continuará hasta que la oferta de dinero retorne a su nivel inicial e iguale a la demanda por saldos monetarios que se mantuvo constante durante todo el proceso.

Mientras el banco central disponga de divisas para sostener el tipo de cambio, la inflación se mantendrá bajo control dado que los precios internacionales no varían y se supone el cumplimiento de la ley de un solo precio. De esta forma, el gobierno podrá mantener el nivel de precios financiando sus gastos a través de la emisión. Pero esto es una solución que no puede sostenerse por mucho tiempo, ya que si el gobierno insiste con financiar sus déficits mediante la creación de dinero, sólo conseguirá agotar las reservas del banco central. Cuando los residentes del país advierten que el banco central no podrá mantener el valor de la moneda, cambian con mayor velocidad sus activos domésticos por activos externos, para protegerse de la eventual pérdida de valor que sufrirán ante la futura devaluación. Finalmente, cuando las reservas del banco central han llegado a su límite, no hay más opción que dejar que la moneda nacional se deprecie. El proceso finalizará con el abandono del sistema de tipo de cambio fijo, ya sea devaluando y fijando un nuevo valor más alto del tipo de cambio o permitiendo que la moneda nacional fluctúe libremente. Al colapso de un sistema de tipo de cambio fijo cuando se agotan las reservas del banco central se le llama crisis de balanza de pagos.

Déficits fiscales con tipo de cambio flotante

Cuando una economía se maneja bajo un sistema de tipo de cambio flotante ante un eventual incremento en la oferta monetaria el banco central ya no debe salir a defender el valor de la moneda ofreciendo divisas. Si la emisión se concreta, el valor de la moneda foránea aumentará. Dado que existe una relación entre los precios domésticos y externos, formalizada en la ley de un solo precio o paridad del poder de compra, la tasa de inflación será igual a la tasa de devaluación. En un sistema como este, hay una relación directa entre la magnitud del déficit que se pretende financiar y la tasa de inflación. El financiamiento del déficit proviene efectivamente del impuesto inflación.

Efectos de la inflación sobre la economía de un país

Los efectos de la inflación dependen en cierta medida según ésta pueda ser prevista o sea sorpresiva. Cualquiera sea la forma que tome la inflación, acarrea costos y mientras mayor sea la tasa de variación de los precios mayores serán los costos.

Existen costos de mantener dinero en efectivo, por lo que los agentes económicos dedican más tiempo a analizar qué harán con sus saldos monetarios. El proceso inflacionario implica, para los comerciantes, costos reales para actualizar los precios. El incremento continuo del nivel general de precios tiene efectos redistributivos a favor de los deudores, en la puja distributiva los asalariados y todos aquellos que dependan de ingresos nominales fijos verán disminuir sus ingresos reales. Por último, según ha sido estudiado por Olivera-Tanzi, la inflación también ocasiona costos para el fisco debido al retardo que existe entre el momento en que se realizan los gastos y el cobro de los impuestos.

Existen dos tipos de inflación; por un lado tenemos aquella que se conoce con anticipación y se incorpora a las expectativas de los agentes económicos; por otra parte, la inflación puede ser no anticipada por los agentes económcios, que es la que se presenta antes de que los individuos hayan ajustado sus expectativas.

Inflación Anticipada

- Los agentes tratarán de minimizar dicha pérdida reduciendo sus saldos medios de dinero.

- Se asignará mayor parte de la riqueza al consumo de bienes durables, como medio de protección contra el impuesto inflacionario.

- El proceso de actualización de los precios nominales implica costos reales asociados a las erogaciones que deben realizar los comerciantes en el proceso de demarcación.

- La inflación puede generar distorsiones en la presión tributaria. Por ejemplo, suponiendo que los tramos de impuesto a los ingresos se fijan en términos nominales, con el paso del tiempo los ingresos nominales se incrementarán, y la gente se desplazará a tramos tributarios más altos, incrementándose así su tasa tributaria marginal. De esta forma, una persona cuyo ingreso real antes de impuestos es constante sufrirá un incremento gradual en sus obligaciones tributarias y la pérdida consiguiente de ingreso disponible, debido simplemente a la inflación. Mientras mayor sea la variación en los precios, mayores serán los costos implicados.

- La inflación también implica costos para el Estado, ya que socava el valor de los tributos que recauda. Esto se debe a que existe un lapso de tiempo entre el momento en que se produce el gasto del Estado y el momento en que se recaudan los impuestos para cubrir dichas erogaciones. En muchos países, durante este tiempo de rezago, no existe ningún mecanismo para mantener el valor real de la obligación tributaria. Este fenómeno se conoce como el efecto Oliver-Tanzi, que puede llevar a un círculo vicioso. Un incremento del déficit fiscal se traduce en un aumento en la inflación, que a su vez, reduce los ingresos tributarios; menores ingresos tributarios, por su parte, incrementan aún más el déficit fiscal, y así sucesivamente

Inflación no anticipada

Los principales efectos de la inflación no anticipada son redistributivos. Las sorpresas en las tasas de inflación conducen a desplazamientos del ingreso y la riqueza entre diferentes grupos de la población. Durante un proceso inflacionario, los deudores se verán beneficiados a costa de los acreedores, ya que la inflación socava las tasas reales de interés. Dependiendo del grado de aumento en los precios las tasas reales de interés pueden volverse negativas, lo que termina favoreciendo claramente a los sujetos que tomaron préstamos.

En general, todos los poseedores de activos financieros que tengan una tasa de rendimiento nominal fija, sufrirán una pérdida ante aumentos en la tasa de inflación. Para evitar el desgaste que sufren estos activos frente al aumento en los precios, se han desarrollado instrumentos indexados, que se comprometen a pagar una tasa de interés real o, dicho de otra manera, ajustan la tasa de interés nominal que pagan por un índice que evita la pérdida de valor provocada por el aumento en los precios.

Los efectos redistributivos de la inflación inesperada también se manifiestan dentro del sector familias. Los propietarios de viviendas hipotecadas resultarán beneficiados al ver que la cuota de su hipoteca disminuye en términos reales. Por otra parte las personas mayores, mantienen más saldos nominales que las más jóvenes, por este motivo un proceso inflacionario redistribuye ingresos a favor de los individuos de menor edad.

También se ven sujetos a una puja redistributiva los sectores asalariados. El aumento en los precios socava el salario real de los trabajadores contratados. Aun cuando los contratos laborales incluyan cláusulas de ajuste, la efectividad de estás para evitar la pérdida de los ingresos de los trabajadores, se ve reducida ya que los contratos se revisan esporádicamente mientras que el aumento en los precios es un proceso continuo, de esta forma los ajustes en los contratos sólo logran mejorar por cierto tiempo el salario real, a medida que la inflación sigue su curso ascendente, los salarios reales vuelven a caer. De esta forma, el proceso inflacionario no solo disminuye el salario real sino que también afecta su variabilidad.

Hiperinflación

Hiperinflación es una inflación muy elevada, según Philip Cagan es aquella que sobrepasa el 50 por ciento mensual.

Presiones Inflacionarias y Mecanismos de Propagación de la Inflación

En todo proceso inflacionario pueden distinguirse dos elementos: las presiones inflacionarias, que son los desequilibrios básicos causantes de aumentos autónomos en los precios y los mecanismos de propagación. Las presiones inflacionarias se originan en un proceso de demanda que provoca un ascenso de los precios en uno o varios mercados. Los mecanismos de propagación hacen que esos aumentos de precios se extiendan al sistema económico en su conjunto y se repitan a través del tiempo. Es posible que la presión inflacionaria luego desaparezca, incluso que se presenten tendencias deflacionarias, pero no por ello el proceso inflacionario habrá de detenerse: mecanismos de propagación, fundamentalmente las expectativas de inflación, pueden perpetuarlo y mantener o crear nuevas presiones inflacionarias. En todo proceso inflacionario prolongado los desequilibrios básicos van cambiando, en tanto que los mecanismos de propagación se hacen permanentes. (Arnaudo, Aldo "El progama antiinflacionario de 1973")

Control de la Inflación en Argentina

Control de la Inflación en Argentina



Junio de 2002

PAPP, Paula I. E-mail: paupapp@eco.unc.edu.ar

Trabajo presentado para la cátedra de Economía Monetaria, Universidad Nacional de Cordoba, Facultad de Ciencias Economicas

Profesor Ángel Enrique Neder.



Abstract

El presente trabajo analiza la posibilidad de implementar un régimen de control de la inflación en Argentina. Se establecen lineamientos generales de la política, ventajas que surgen de su utilización y requisitos que deben cumplirse para que su puesta en práctica sea exitosa. Se mencionan experiencias de países latinoamericanos de similares características. Finalmente se realiza una confrontación entre lo desarrollado y la situación actual de nuestro país, para concluir que, para llevarse a cabo, es necesario desarrollar serias reestructuraciones y modelos de predicción de la inflación que se ajusten a las condiciones domésticas.

Introducción

En la actualidad, los Bancos Centrales implementan regímenes de política monetaria cuya principal característica es el uso de anclas de tipo nominal. Siguiendo los lineamientos dados por Mishkin, Frederic S. (1999), existen cuatro tipos básicos: control sobre el tipo de cambio nominal, los medios de pagos, la inflación o una política que establezca un ancla nominal implícita pero no explícita. Estos anclajes reducen las expectativas inflacionarias y disminuyen las políticas discrecionales que conllevan problemas de inconsistencia temporal.

En la última década se ha observado una tendencia hacia la adopción de un régimen de control de la inflación: países como Nueva Zelanda, Inglaterra, Suecia, Canadá, Finlandia, Australia, España, México, Israel, lo llevan a cabo, y en América Latina los principales representantes son Chile, Brasil y México.

En Argentina, se abandonó el control del tipo de cambio implementado a través de la Ley 23.928 de Convertibilidad, para establecer un sistema dual, con una cotización oficial fija de 1.4 pesos por dólar, y un segundo valor de la moneda determinado por el mercado. El gobierno esperaba que en pocos meses las dos cotizaciones convergieran a un valor "razonable", para de esta forma eliminar la tasa oficial y contar con un único tipo de cambio flotante. En este momento, Argentina se encuentra bajo un régimen de flotación sucia, sin un ancla nominal creíble.

El presente trabajo analiza la posibilidad de éxito de un régimen de control de la inflación en la situación coyuntural actual. Para ello, en la primera parte se establecen las características generales de este marco de política, determinando condiciones previas, ventajas e inconvenientes de la misma. En la segunda sección consideraremos las experiencias vividas por países latinoamericanos de similares características como Chile, Brasil y México. Luego, confrontaremos lo establecido en las dos primeras secciones con la realidad argentina para determinar la factibilidad de una exitosa implementación.



  1. ¿Qué es Inflation Targeting?
  2. Inflation Targeting no consiste en una simple regla, sino en un marco para aplicar política monetaria, donde el objetivo principal de la autoridad monetaria es alcanzar y mantener una tasa de inflación reducida y estable. El ancla nominal utilizada es el anuncio público de una meta inflacionaria y el compromiso de cumplirla, lo cual da credibilidad y transparencia al sistema.

    Siguiendo a Mishkin (op. Cit.), este sistema, en contraposición con el control del tipo de cambio, permite ejercer política monetaria independiente para resolver cuestiones domésticas a la vez que permite a las autoridades monetarias utilizar toda la información disponible al momento de determinar cursos de acción. Otra ventaja es ser un sistema transparente y entendido fácilmente por el público debido a la comunicación regular, reduciendo de esta forma la incertidumbre. Brinda mayor responsabilidad al Banco Central, reduciendo presiones para llevar a cabo políticas inflacionarias, facilitando la focalización del debate político hacia objetivos de largo plazo y disminuyendo el problema de inconsistencia temporal que ocasiona la búsqueda de objetivos de corto plazo en detrimento de los de largo plazo. Un error es considerar la meta de inflación como una regla rígida, la misma contiene discreción, la cual debe ser administrada responsablemente. Como indica Calvo (1997), este sistema da flexibilidad a la política monetaria, lo cual puede resultar de gran utilidad para lograr la estabilidad.

    Un modelo simple para entender el funcionamiento de una meta de control de la inflación es el señalado por Walsh (2001), donde se emplean: una Curva de Phillips aumentada por expectativas y una descripción de política monetaria, reflejando las preferencias del Banco Central.

    Siguiendo a Masson, Savastano y Sharma (1998), los requisitos previos para que un país implemente una meta inflacionaria y logre su objetivo son:

    • Grado considerable de independencia del Banco Central. Este objetivo se logra otorgándole libertad de orientar los instrumentos hacia objetivos nominales. Para que sea posible, no deben presentarse síntomas de "predominio fiscal", es decir, los préstamos del Banco Central y del sistema bancario al sector público deben ser escasos o nulos a la vez que los mercados financieros ser lo suficientemente activos para absorber colocaciones de deuda pública; así el gobierno no depende de los ingresos generados por la emisión monetaria. De no cumplirse con estas condiciones, los desequilibrios fiscales generarán presiones inflacionarias y llevarán a que la política monetaria actúe en forma acomodaticia.
    • Abstención de fijar un nivel o camino para otras variables nominales como salarios o tipo de cambio nominal, para no subordinar la política monetaria hacia dichos objetivos. Otras metas, como evitar gran variación del tipo de cambio, pueden coexistir con el objetivo de inflación, siempre que quede en claro, que el segundo es el primordial. Existe riesgo de disminuir la credibilidad o transparencia del sistema de implementarse objetivos múltiples.
    • Marco de política monetaria, con cuatro elementos:
      1. Metas de inflación explícitas: Anuncio público de estrategia de mediano plazo para lograr la estabilidad de precios y una meta intermedia para la inflación en el futuro. Información regular sobre estrategias y decisiones.
      2. Compromiso institucional hacia la estabilidad de precios en la forma de reglas de operación para la autoridad monetaria.
      3. Existencia de un modelo de análisis con variables claras y pertinentes. Datos económicos y capacidad analítica para permitir realizar correctas proyecciones a través del modelo.
      4. Procedimiento operativo orientado hacia el futuro, donde las previsiones de la inflación utilicen como meta intermedia principalmente a la política monetaria.



  • Experiencias en economías emergentes
  • América Latina presenta una dicotomía entre dos regímenes de política monetaria extremos: fijación del tipo de cambio (implementada principalmente a través de Cajas de Conversión o Dolarización) y sistemas de metas inflacionarias.

    Según Corbo y Schmidt-Hebbel (2001), entre 11 países latinoamericanos, 8 contaban con un sistema de control del tipo de cambio en 1994, mientras que sólo 3 lo continuaban haciendo en el 2000 (Argentina, Uruguay y Venezuela). Argentina y Uruguay ya no lo implementan.

    Existe una tendencia a abandonar el régimen monetario de control del tipo de cambio para considerar el control de la inflación. Entre los países latinoamericanos observamos: Chile, Brasil y México

    Chile cuenta con la mayor experiencia entre los países de América Latina en la implementación de un régimen de control de la inflación. Brasil posee el sistema más sofisticado técnicamente, cuenta con un conjunto de modelos para apoyar el proceso de decisión de política monetaria. México luego de la crisis del tequila, comenzó a implementar un régimen de control de medios de pago, que gradualmente se convirtió en una meta intermedia del control de la inflación.

     

     

    Chile

    Brasil

    México

    Fecha de Adopción del Sistema

    Septiembre de 1990

    Junio de 1999

    Gradual desde Tequila

    Inflación al momento de implementación

    Excedía el 20% anual

    Cercana al 3% anual

    Superaba el 15%

    Independencia del Banco Central

     

    Formal

    Sí, desde 1989

    No total

     

    De objetivos

    Si

    No

    No. Tipo de cambio flota con algunas intervenciones.

     

    De instrumentos

    Si

    Si

    Conflicto con otras metas

    Implementaba bandas para el tipo de cambio (hasta Septiembre 1999)

    No

    No. Tipo de cambio flota con algunas intervenciones.

    Valor de la meta establecida por

    Banco Central en acuerdo con el Ministro de Economía

    Conjuntamente Gobierno y Banco Central

    Banco Central

    Instrumento utilizado

    Tasa de interés Overnight (real)

    Tasa de interés Overnight

    Base Monetaria (Diaria)

    Indice Utilizado para el anclaje

    IPC

    IPCA

    IPC

    Cláusulas de excepción o de escape

    Ninguna

    De no cumplirse las metas, el presidente del BC emitirá justificación abierta al Ministro de Finanzas

    Ninguna

    Transparencia

    Publicación de Reportes de Inflación

    Si (desde Mayo del 2000)

    Si

    Si (desde abril del 2000)

    Cuadro 1- Inflation Targeting en algunos países latinoamericanos

    Hasta el momento, esta técnica ha demostrado ser exitosa para los países que la implementan. Brasil, Chile y México han presenciado un rico crecimiento económico y fortalecido la entrada de capitales. Utilizaron inflation targeting para aumentar la credibilidad, disminuir expectativas inflacionarias y lograr un camino de convergencia hacia una baja inflación. La mayoría de ellos lograron alcanzar bajas tasas de inflación a través de políticas gradualistas con las cuales acrecentaron la confianza en el régimen.

  • Posibilidades de implementación en Argentina
  • Desde principios de este año, Argentina, ha seguido una política monetaria de flotación sucia, donde el Banco Central, a través de intervenciones en el mercado, intenta modificar el valor del tipo de cambio. Al ser un componente muy importante en la determinación del índice de precios y de las expectativas de la población, el manejo del tipo de cambio se vuelve necesario para lograr el control de la inflación. Experiencias de países como Chile, demuestran que la implementación de un objetivo dual de inflación y tipo de cambio crea la posibilidad de generar conductas especulativas que hacen fracasar el régimen elegido. El compromiso de actuar en el mercado cambiario hace a la política monetaria susceptible a ataques especulativos. El establecimiento de una meta para el tipo de cambio puede bloquear el mecanismo mediante el cual la política monetaria afecta la inflación con mayor rapidez. La efectividad de la política monetaria se reduce de fijarse bandas para el tipo de cambio. Al aproximarse éste al límite superior de la banda, las expectativas inflacionarias no se relacionan con la tasa de interés ni con los cambios en la brecha del producto ya que no existe credibilidad en que se va a mantener la búsqueda de la inflación y de esta forma fracasa el régimen monetario. El Banco Central, al defender el tipo de cambio, vende divisas extranjeras y adquiere moneda local, contrayendo la oferta monetaria, se elevan la tasas de interés y existe la posibilidad de que se genere una inflación de costos que no puede combatirse a menos que se esté dispuesto a abandonar la meta de control del tipo de cambio.

    El Banco Central de la República Argentina cuenta con independencia de jure, es decir, según la legislación vigente: El presidente es designado por el Poder Ejecutivo Nacional con acuerdo del Senado de la Nación. El período de duración del mismo en el cargo (6 años), es mayor que aquél que le corresponde al presidente de la nación (4 años). Según el artículo 1ro de la Carta Orgánica del Banco Central, se considera al mismo como una entidad autárquica del Estado Nacional, lo cual le otorga independencia económica. El artículo 3ro obliga a dar publicidad de sus actos, congruente con un régimen democrático y le proporciona independencia, ya que establece que "En la formulación y ejecución de la política monetaria y financiera el Banco no estará sujeto a órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Ejecutivo nacional".

    En la práctica se observa que la independencia está muy limitada. Se advierten constantes influencias del Poder Ejecutivo en el funcionamiento del Banco Central, manifestadas a través de pedidos de inmunidad del banquero central (a mi juicio, si bien otorga mayor independencia, no es consistente con un régimen democrático de gobierno y disminuye la responsabilidad del funcionario), cierre y reapertura reciente de la Secretaría de Prensa del Banco Central por el Ministro de Economía, declaraciones de los banqueros centrales que si los "obligan" a emitir más allá de un límite dejarían el cargo, y renuncias de diversos funcionarios encargados de la política económica.

    Otro inconveniente que se presenta en Argentina relacionado con el Banco Central, es la falta de credibilidad que presenta el mismo como combatidor de la inflación. Durante los períodos de inflación e hiperinflación que se presentaron, el Banco Central no logró disminuir la tasa de crecimiento de los precios. Fue necesario la implementación de un régimen de tipo de cambio fijo a través de una Caja de Conversión para lograr credibilidad, quitándole de esta manera la posibilidad al Banco Central de llevar a cabo política monetaria autónoma.

    Con respecto a los síntomas de "predominio fiscal", el gobierno nacional presenta déficit, gran parte del cual se encuentra en manos de diversas entidades financieras y bancarias. El crédito privado para financiamiento de deuda pública se encuentra muy limitado por el alto grado de desconfianza de la capacidad de pago, la tasa de riesgo país y la falta de apoyo de los organismos internacionales de crédito, lo que determina la inexistencia de mercados financieros suficientemente activos para financiamiento gubernamental. Según datos oficiales, 23% de la deuda indirecta de la administración central con garantía de contrapartida, es con el Banco Central. Es importante llevar a cabo políticas destinadas a reducir el déficit fiscal, no sólo para evitar que la política monetaria actúe en forma acomodaticia, sino también para lograr credibilidad en el compromiso con la meta inflacionaria.

    La presencia de inflación actual dificulta predicciones futuras precisas. El establecimiento de metas en estas condiciones dañan aún más la credibilidad del Banco Central. Sin embargo, países como Chile y México, quienes presentaban altas tasas anuales de inflación, implementaron el régimen exitosamente a través de políticas graduales. La inflación actual no es necesariamente un impedimento para llevarlo a cabo.

    Debe establecerse una estrategia y un modelo de predicción de la inflación con variables precisas y relevantes. No será una tarea sencilla, ya que modelos simples como Curva de Phillips aumentada por expectativas no se aplican, al presenciarse crecimiento en el nivel de precios acompañado por una gran recesión (estanflación). Al momento de diseñarse el modelo, es importante considerar la influencia que generan las variaciones del tipo de cambio en la inflación (a través de las expectativas, precio de bienes transables y costos). El objetivo de inflación debe considerarse primordial, de no ser así la política no tendrá éxito.

    El programa a implementar estará orientado hacia el largo plazo, por lo cual deben minimizarse presiones políticas donde priman objetivos inmediatos, evitando así la inconsistencia temporal.

  • Comentarios finales
  • Las características actuales de la coyuntura argentina no cumplen la mayoría de los requisitos necesarios para la implementación de un sistema de control de la inflación. No obstante, por lo visto en experiencias realizadas en otros países, hay condiciones que no son estrictamente necesarias, o bien son solucionables, aunque no sin un gran esfuerzo.

    La primera medida necesaria para poder adherirse a esta política, de la misma forma que fue realizada por Brasil, es disminuir el déficit fiscal, mediante lo cual se genera mayor confianza, demuestra el compromiso hacia el control de la inflación, a la vez que brinda posibilidades de realizar política monetaria no acomodaticia.

    El Banco Central debe actuar con mayor independencia. Si bien, el mismo no posee aún credibilidad como combatidor de la inflación, por experiencias como las de Chile, Brasil y México se observa que ésta puede ganarse gradualmente, instituyendo en primera instancia objetivos inflacionarios poco exigentes, para luego, una vez obtenida cierta confianza, comenzar a establecer metas fijas para la evolución de los precios. La presencia de independencia de jure no es importante, lo primordial es la de facto. Esto puede ser observado para Brasil, donde a pesar de no poseer independencia legal completa, el Banco Central cuenta con libertad de implementación de instrumentos lo cual lo habilita a llevar a cabo políticas de control de la inflación. También es necesario aumentar el nivel de comunicación entre la autoridad monetaria y el público.

    Es fundamental establecer un compromiso claro y firme hacia la estabilidad de precios, con la menor intervención de otras variables de tipo nominal. Este es el mayor inconveniente en Argentina, al recurrir la población al dólar para proteger el valor real de sus ingresos, se obliga a la política monetaria a considerar el exceso de demanda en el mercado cambiario como una de las principales presiones inflacionarias de la economía. Si la política establecida resultara creíble, generará confianza, esta fuga de capitales disminuirá y permitirá alcanzar con mayor libertad un objetivo de inflación.

    Resulta, por lo tanto, necesario realizar serias reestructuraciones políticas y en los organismos del gobierno, dando mayor independencia al Banco Central y reduciendo el déficit fiscal. Las mismas, acompañadas por otras medidas como el establecimiento de un sistema de justicia eficaz, mayor comunicación y transparencia, crean confianza y credibilidad en la política económica. De esta forma, se eliminan las expectativas inflacionarias, que en Argentina significa la disminución de la demanda de la divisa norteamericana, permitiendo la implementación de este régimen.

     

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