Política Fiscal

El ahorro de la Nación

Una eficiente política anti cíclica para la economía Argentina



Introducción. Un hombre que marco la historia

Cuenta la Biblia en el libro de Génesis, que el faraón de Egipto tuvo un sueño de siete vacas flacas que se comían a siete vacas gordas. En otra noche soñó que siete espigas marchitas y menudas que devoraban a otras siete espigas llenas y hermosas.

José, que era un hombre de Dios y estaba en prisión, fue llamado para interpretar los sueños del faraón.

Luego de escuchar sus sueños José, que tenía el don dado por Dios para interpretar los sueños, le dijo que se avecinaba siete años de prosperidad (representado por las vacas gordas y las espigas hermosas) y siete años de miseria (representado por las vacas flacas y las espigas marchitas). El sueño le indicaba lo que Dios iba a hacer en Egipto.


Y así sucedió tal como José lo había interpretado, solo que mientras duro la etapa de prosperidad en Egipto, José administró reservas para enfrentar la futura etapa de crisis. Por esta razón, Egipto pudo pasar por dicha etapa sin mayores inconvenientes ya que contaba con suficientes recursos ahorrados de los 7 años de prosperidad.

Una herramienta anti cíclica:

El ingreso de un individuo solo puede tener dos destinos posibles: el consumo y el ahorro. A su vez, el consumo puede ser de dos tipos:

a) De bienes durables, que son aquellos que tienen una vida útil relativamente prolongada, por ejemplo, el automóvil.


b) De bienes no durables, que son los que se consumen (o agotan) en sus primeros usos, verbigracia, el jabón).

Y por su parte el ahorro es el que en definitiva permite a futuro que los individuos consuman bienes durables o no durables. Dichos en otros términos, representa un consumo pero futuro.

La relación consumo + ahorro depende del nivel de ingreso que tenga el Individuo. Un sujeto con un ingreso mínimo y con necesidades básicas insatisfechas, seguramente va a destinar el 100% de sus ingresos al consumo, y más precisamente al consumo bienes no durables (alimentos, por ejemplo). Mientras que sujetos con mayores niveles de ingresos, destinarán una mayor parte al ahorro. Esto equivale a decir que mientras se incrementa el nivel de ingreso, la parte destinada al ahorro es cada vez mayor. Al respecto la Teoría Keynesiana sostuvo que la propensión al ahorro se incrementa más que proporcionalmente a medida que el nivel de ingreso se eleva, en relación con al consumo.

En consecuencia, mientras mayor es el nivel de ingresos, mayor será la propensión al ahorro ya que las necesidades básicas quedan satisfechas.

Con el Estado o los Estados (nacional, provincial o municipal) sucede un fenómeno similar, dado que tienen necesidades que deben ser satisfechas, ya sea mediante bienes durables o no durables. En esta última categoría podemos incluir también a los servicios. Para esto tiene un nivel de ingreso dado por los recursos tributarios y los patrimoniales (o mas comúnmente llamados "recursos no tributarios").

Mientras que las necesidades básicas de un Estado (ya sea nacional, provincial o municipal) no estén satisfechas, todos los recursos públicos se destinarán al consumo. Recién cuando estas queden cubiertas, se podrá pensar en el ahorro.

Lo dicho en el párrafo anterior equivaldría a sostener que:

a) En una situación de déficit del presupuesto, el ingreso del Estado será igual al consumo. O sea, se consumirá todo lo que se ingresa.

b) En una situación en la cual los ingresos públicos son similares a los gastos, es decir, cuando existe un equilibrio en las cuentas públicas, aquí tampoco existirá el ahorro. Esto es asi porque los ingresos son solo suficientes para cubrir el consumo normal del Estado.

c) En cambio, una situación de superávit es la que le permite al Estado ahorrar.

Tal vez surja la pregunta de porque un Estado debe ahorrar. Sin lugar a dudas la respuesta está en la introducción de este artículo, con la historia de José. Toda economía pasa por cuatro ciclos: cima (o auge), recesión, depresión (o fondo) y ascensión (expansión o recuperación). Estos ciclos son inevitables, tarde o temprano la economía pasará por los mismos. Lo que sucede es que los ciclos pueden ser más cortos o más largos, dependiendo de las características de la economía, lo que hará que la caída sea abrupta o no, o se salga rápidamente de la crisis.

Cuando las economías pasan por los ciclos de la recesión y la depresión, la recaudación tributaria suele reducirse producto de haberse contraído la demanda. Esto lleva a un retroceso de las actividades económicas. Para paliar esta consecuencia, los Estados incrementan la presión tributaria lo que provoca la contracción aún más de la economía.

En dos artículos anteriores Diario Eleve. “El sistema tributario argentino y su armonización interna. Una visión particular en el marco de una economía recesiva”. 14 de Enero de 2013. www.ele-ve.com.ar. expuse que es una política errada la de incrementar la presión tributaria en épocas de crisis, ya que esto solo provoca más recesión. Los Estados debieran recurrir a otras alternativas para compensar la reducción de la recaudación tributaria o la suba de los gastos. Tal vez algunos pensarían en el endeudamiento, pero claro está que a la larga esto conlleva al pago de oneroso intereses.

Por todo lo expuesto pienso que la mejor manera de mitigar los problemas económicos derivados de una economía que pasa por la recesión o depresión, es administrar mas racionalmente los recursos en los momentos de auge de la economía. Debe impulsarse que los Estados ahorren, que realicen reservas a los fines de que se utilicen en momentos de crisis para dar un impulso a la economía, para amortiguar el paso por los ciclos económicos.

El Estado debe ser previsor, sobre todo en épocas de prosperidad o de aceleración de la economía, es ahí cuando debe destinar una parte los recursos públicos (tributarios y patrimoniales) al ahorro. Aunque esto requiere obviamente de reglas claras, a fin de evitar que los gobiernos de turno echen manos a los ahorros de la Nación para utilizarlos con objetivos electorales. Por esta razón debiera establecerse por ley el porcentaje de los recursos que deben destinarse al ahorro, así como también los parámetros precisos y concretos que indiquen cuando deben ser utilizados. Aunque pienso que el congreso, o las legislaturas provinciales o los consejos deliberantes, según el caso, debieran ser los órganos encargados de aprobar y revisar su utilización.

Y una reflexión final

Este articulo fue un intento de dilucidar nuevamente la utilidad de una política anti cíclica, que fue utilizada hace miles de años por José en Egipto. Espero que a través del mismo tomemos conciencia que debiera recurrirse al ahorro nacional, provincial o municipal como política racional para la administración eficiente y eficaz de los recursos públicos, a fin de ser utilizados en momentos de crisis. Y de esta manera no recurrir a elevar la presión tributaria que solo trae como consecuencia desacelerar aún más la economía.

Richard Leonardo Amaro Gómez

Contador Público

Licenciado en Administración de Empresas

Email: richardamaro@yahoo.com

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Ferrocarriles Argentinos y el Equilibrio de las Cuentas Públicas

Antes de realizar un análisis exhaustivo de la relación de Ferrocarriles Argentinos y el equilibrio de las cuentas públicas, me gustaría volver a sintetizar lo visto hasta aquí para que no se pierda el camino por donde va la investigación.


En esta primera parte, la finalidad buscada era demostrar como evolucionó el gasto público, analizando tres variables (intereses de la deuda, gasto de la administración general y el gasto económico) con la objeto de analizar como su tendencia creciente desembocó en los cuantiosos déficit de la década de 1980. En realidad, como ya se dijo, son nueve las variables que componen el gasto público, pero como el análisis de todas ellas excede esta investigación, he decidido luego de clasificarlas y jerarquizarlas tomar las más importantes.

La tendencia creciente de estas variables llevó al Estado a solventar una parte del exceso de gasto mediante el impuesto inflacionario, lo que provocaba inflación que constituía el principal problema de la economía argentina. Por esa razón, en 1991 se implementó el plan de convertibilidad por el cual el Estado ya no podía emitir en forma descontrolada para tener una mayor recaudación. A partir del establecimiento de la convertibilidad, el déficit fiscal ya no pudo ser financiado mediante emisión monetaria RAPOPORT Mario. Historia económica, política y social de la Argentina. Buenos Aires. Ediciones Macchi 2000. Página 981.

Esto generó una nueva dificultad, dado que el impuesto inflacionario constituía una fuente muy importante de recursos, por lo cual, con la convertibilidad el problema del déficit fiscal se agravaría, por lo cual, había que buscar nuevas fuentes de recursos.

Por ende, hasta aquí se vio claramente:


1. los inconvenientes que tenían el gobierno radical con el equilibrio del presupuesto analizando tres variables: los intereses de la deuda, el gasto gubernamental y el gasto económico;

2. como el Estado emitía provocando inflación para recaudar más vía impuesto inflacionario, para acortar la distancia entre sus gastos e ingresos;

3. como el déficit fiscal constituía el motor de la crisis,


4, como el recorte abrupto del gasto en 1988 no solucionó el problema del déficit, es más, el déficit siguió acrecentándose entre 1987 y 1989, con lo cual quedaba demostrado que el problema no era sólo de gastos elevados sino también de ingresos escasos,

5. como la Ley de Convertibilidad puso fin a la inflación y, por ende, al impuesto inflacionario.

6. como la privatización fue necesaria para reducir el gasto y generar recursos transitorios y permanentes para poner fin al déficit fiscal, e impedir que el fin del impuesto inflacionario provoque un crecimiento del déficit fiscal.

Según un reportaje publicado en la revista Primera Fila en diciembre de 1993 a Roberto Dromi, principal impulsor del proceso de privatizaciones y ministro de Obras y Servicios Públicos: Las privatizaciones tenían varios objetivos. UNO ERA OBTENER RECURSOS PARA PALIAR EL DÉFICIT FISCAL y poder equilibrar el presupuesto del Estado, porque con eso era posible un mecanismo de convertibilidad (...) Entrevista publicada en la revista Primera Fila, diciembre de 1993, año 4º, Nº 46, Mendoza, página 22.

A esto podríamos agregar que la primera ola de reformas fue empujada por LA NECESIDAD DE REDUCIR EL DÉFICIT FISCAL y lograr una mínima estabilidad de precios. (...) Los objetivos del programa de privatizaciones eran múltiples. En primer lugar, se planteaba como un camino para equilibrar el presupuesto. Debe considerarse que las empresas públicas eran generalmente deficitarias. Por lo tanto, su privatización suponía una reducción del gasto. La venta de activos permitía GENERAR TAMBIÉN INGRESOS TRANSITORIOS DE FONDOS RAPOPORT Mario. Historia económica, política y social de la Argentina. Buenos Aires. Ediciones Macchi 2000. Página 988. Por ende, hasta aquí vemos como la necesidad de recursos para paliar el persistente déficit estuvo presente en el proceso de privatización.

Otro aspecto que hay que destacar y que ya se mencionó en las citas anteriores, es que las empresas eran deficitarias, por lo cual, la necesidad de generar ingresos no sólo fue la causa de la privatización, sino que la necesidad de reducir el gasto también lo fue: (...) el tercer eje estaba constituido por la reforma del Estado y, especialmente, el programa de privatizaciones. Por esta reforma se trataba de arribar al equilibrio de las cuentas fiscales, REDUCIENDO EL GASTO, incrementando los ingresos regulares y sumándole una fuente importante de ingresos transitorios con la venta de las empresas públicas. RAPOPORT Mario. Historia económica, política y social de la Argentina. Buenos Aires. Ediciones Macchi 2000. Página 974

El exagerado intervencionismo generó un crecimiento desproporcionado del Estado, sobre todo durante la década de 1940 y 1950. Creó empresas destinadas a los servicios públicos: ferrocarriles, correos, teléfonos, gas, electricidad, aguas, etc. Pero también empresas para actividades productivas y comerciales. Así se convirtió en un productor y comerciante más en materia de vino, azúcar, yerba mate, madera, pesca, minerales, automóviles, aviones, barcos, siderurgia, petróleo, petroquímica, etc.

Durante setenta años, cualquiera fuera el signo ideológico del gobierno (conservador, justicialista, radical o militar), el Estado empresario no dejó de crecer. Las empresas públicas resultaron así una pesada carga que entorpecía el desarrollo.

Durante 1989, año en que a los radicales sucedieron los justicialistas, el déficit fiscal alcanzó la abultada suma de 3.867 millones de dólares, sólo en las empresas dependientes del Ministerio de Obras y Servicios Públicos. Esto significaba que dichas empresas generaban un déficit diario de 11 millones de dólares. Se han hecho cálculos de acuerdo a lo que apuntamos y dividiendo esa suma entre las familias de la Argentina a cada una de ellas les correspondería una erogación anual de quinientos dólares para mantener esas empresas ineficientes
SAN MARTINO DE DROMI Laura. Argentina contemporánea de Perón a Menem. Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina 1996. Página 1412.

(...) Había que reformar el Estado comenzando por privatizar las empresas. Y así lo hizo el gobierno de Menem, trasladando empresas estatales al sector privado, REDUCIENDO AUTOMÁTICAMENTE LA MAGNITUD DEL ESTADO Y EL PRESUPUESTO PÚBLICO SAN MARTINO DE DROMI Laura. Argentina contemporánea de Perón a Menem. Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina 1996. Página 1413.. Al transferir al sector privado las empresas públicas, el Estado ya no iba a tener que absorber las pérdidas ni tampoco preocuparse por la recuperación y reestructuración del servicio (inversión), estas partidas desaparecerían del presupuesto dado que estas cuestiones tendrían que ser resuelta por los particulares, el Estado sólo se procuraría de las funciones básicas. La idea era aplicar criterios empresariales modernos y competitivos, con una organización cuidadosamente planificada, con el fin de convertir a la empresa pública en una verdadera empresa privada.

Según una nota publicada en el diario Clarín el martes 1º de diciembre de 1992 en la sección economía se planeaba que para mediados de 1995 no quedaría ninguna actividad empresarial en manos del Estado, tanto a nivel nacional como provincial. Del mismo modo que lo hizo en su momento el presidente Menem con el ministro, cuando ordenó que toda las empresas públicas fueran vendidas durante 1992, meta que finalmente no se cumplió, se había intimidado a las provincias para que dentro de 3 años se transfieran a los particulares las empresas públicas provinciales. El ministro de economía por aquel entonces decía: el 100% del esfuerzo de la provincias estará concentrado en atender la seguridad, la justicia, la salud, la educación popular y en administrar una parte del sistema de seguridad social (...) Diario Clarín el martes 1º de diciembre de 1992 en la sección economía. Página 26

En síntesis, podemos destacar que la privatización en principio apuntó a eliminar el déficit fiscal, generando dos tipos de ingresos: transitorios y regulares (de esta manera se sustituía al impuesto inflacionario); y reduciendo el gasto. Esta síntesis se ve reflejada en las palabras de Sebastián Edwards, las cual voy a agregar sin exclusión dado que sus ideas fundamenta mi hipótesis:

Privatización y finanzas públicas. Programas de privatización masiva como los realizados en América Latina poseen efectos importantes sobre las finanzas públicas. En primer lugar, los beneficios de las ventas (y yo agregaría, los beneficios de la concesión) constituyen, en sí mismas, ingresos para el sector público, y mejoran las cuentas fiscales a corto plazo. (...) La privatización afecta asimismo a los ingresos públicos de una segunda manera: muchas empresas estatales en América Latina han encontrado, desde hace largo tiempo, con problemas financieros que exigen grandes y continuas inyecciones de fondos del gobierno. Naturalmente, una vez que dichas empresas se venden (o concesionan) al sector privado, el gobierno deja de ser responsable de sus finanzas. Así es posible ahorrar un gran volumen de fondos públicos, como ocurrió en Chile durante la primera oleada de privatizaciones. En la medida en que las empresas enajenadas pasan a ser rentables y pagan impuestos, la privatización afecta también a las finanzas públicas a largo plazo. No obstante, cuando se privatiza una empresa rentable, el sector público dejar de recibir esos fondos, lo cual supone un efecto negativo para las cuentas públicas. Pero, en conjunto, la privatización produjo un resultado fiscal globalmente positivo en la mayoría de los países latinoamericanos EDWARDS Sebastián. Crisis y reforma en América Latina: del desconsuelo a la esperanza. Buenos Aires. Emecé ediciones 1998. Página 223.

En el caso de Ferrocarriles Argentinos, sería interesante resaltar una nota publicada en el diario Clarín el miércoles 5 de julio de 1989, día en que se conoció la Ley de Emergencia Económica 26.696, en virtud de la cual se sometió a privatización las empresas públicas y que fue más conocida por Ley Dromi. Dicha nota decía lo siguiente: En el ámbito de Ferrocarriles Argentinos se prevé una profunda reestructuración debido a su crónico déficit, lo que la constituye en la EMPRESA CON MAYOR PÉRDIDAS DEL SECTOR PÚBLICO (...). El Plan Madanes prevé la utilización plena de los factores productivos y se lo ha definido con un concepto de neto corte liberal, incluyendo el uso de todos los medios disponibles para obtener una rápida productividad (...) Diario Clarín el miércoles 5 de julio de 1989. Página 9. Sección: Política Económica. Licitaran cada ramal de trenes.

Por ende, Ferrocarriles Argentinos no escapó a la situación en que se encontraban las empresas públicas durante la década de 1980, las pérdidas cuantiosas que arrojaban los balances generales la convertían en la más deficitaria.

Para analizar con más profundidad esta cuestión, se mostraran a continuación los resultados de las Memorias y Balances Generales de Ferrocarriles Argentinos desde 1980 a 1987. Con respecto a los Balances de los años subsiguientes, cabe destacar que el Ministerio de Economía y más precisamente la Secretaría de Transporte no los tiene en su poder, esa es la razón por la cual el análisis se limita sólo hasta el año 1987. La razón por la cual no los tiene es que Ferrocarriles Argentinos realizó balances generales hasta 1988, este último balance tampoco se incluye dado que fue impugnado y no tuvo trascendencia pública. Otras aclaraciones importantes que creo importante destacar, es que los balances desde 1980 a 1982 están expresados en Pesos Ley 18.188, los balances de 1983 a 1984 están expresados en Pesos Argentinos y los balances desde 1985 a 1987 están expresados en australes. Por esta razón, y con el fin de realizar comparaciones, todos los datos se expresan en moneda vigente al 2004, es decir, se hicieron las equivalencias, pasando los Pesos Ley 18.188, los Pesos Argentinos y Australes a moneda vigente (Pesos). La tabla de equivalencias es la siguiente:

TABLA DE EQUIVALENCIAS

PESO

AUSTRAL

PESO ARGENTINO

PESO LEY 18188

1

0,0001

0,0000001

0,00000000001

 

1

0,0001

0,0000001

 

 

1

0,0001

Otras de las cosas que cabe destacar, es que luego de expresar los valores de los balances a moneda vigente, se hizo el ajuste por inflación a fin de poder comparar eso valores. La tabla de coeficientes correctores es la siguiente:

TABLA  DE COEFICIENTES

AÑO

COEFICIENTES

1980

116570404,20

1981

57008993,27

1982

21530809,89

1983

4851471,96

1984

667572,28

1985

86452,70

1986

45479,83

1987

19659,76

En el gráfico L se exponen los resultados económicos de los Balances Generales de Ferrocarriles Argentinos en millones de pesos de 2004. Dicho resultado se ve reflejado en tres estados contables que se exponen dentro de la Memoria y Balance General de Ferrocarriles Argentinos: 1º el Balance General, 2º el Estado de Resultados, y 3º el Estado de Evolución del Patrimonio Neto. El Balance General es un Estado Contable de carácter estático que muestra a un momento dado (al cierre del ejercicio) la composición patrimonial del ente: activo, pasivo y patrimonio neto.

El Estado de Resultados es un Estado Contable de carácter dinámico que muestra en forma sintética las cuentas de resultado positivo o negativo que generaron el resultado atribuible al ejercicio.

El Estado de Evolución del Patrimonio Neto es un estado contable de carácter dinámico que muestra las causas de las variaciones cuantitativas y cualitativas que modificaron el patrimonio neto.

El resultado que se exponen en el gráfico, es el resultado final que arroja el balance (o ejercicio).

El resultado final surge del siguiente Estado de Resultados:

RESULTADO FINAL

Ventas de Servicios

Productos de Explotación

MENOS

Devoluciones de fletes, pasajes, etc.

Bonificaciones especiales por servicios.

Servicios con rebaja o sin cargo

Ventas Netas

MENOS

Costos de Servicios

RESULTADO BRUTO

MÁS

Gastos de administración

Gastos de comercialización

Gastos financieros

Otros gastos

RESULTADO OPERATIVO

MENOS

Otros ingresos y ganancias

MAS

Otros egresos y pérdidas

RESULTADO ORDINARIO

RESULTADOS OPERACIONES EXTRAORDINARIAS

MENOS

Ingresos extraordinarios

Venta de Bienes de Uso e Inversiones

Venta de Chatarra y Materiales

Recupero por gastos administrativos

MÁS

Costo venta de Bienes de Uso e Inversiones

Costo de venta de Chatarra y Materiales

Pérdida por desvalorización de inmuebles vendidos.

Egresos extraordinarios

RESULTADO FINAL

Con respecto al ejercicio, otras de las cosas que hay que destacar, es que los ejercicios económico de Ferrocarriles Argentinos tuvieron siempre una duración anual, por ende, esos resultados son anuales. Como puede verse en dicho gráfico, desde 1980 a 1987 el resultado económico fueron pérdidas, la mayor de ellas corresponde a 1983 con 12.151.611.679 de pesos de 2004. En los años subsiguientes, si bien disminuye notoriamente, las pérdidas anuales se mantuvieron por encima de los dos mil millones de pesos de 2004, y en 1987 llegando a casi cuatro mil millones de pesos de 2004.

Autor: Richard Amaro

Las Empresas Públicas y la Razón de sus Déficit

Las empresas públicas era realmente un gran inconveniente, inclusive el diario Clarín el 31 de mayo de 1987 publicó un informe especial titulado "Las empresas públicas siguen en rojo". En dicho informe se trataba los siguientes temas: Gas del Estado que en 1986 tuvo que importar gas en los meses de frío, para abastecer la demanda; el endeudamiento de Aguas y Energía que era de 2479 millones de australes, el de Ferrocarriles Argentinos de 990 millones de australes, entre otros temas. El ministro de Obras y Servicios Públicos José Roberto Dromi, antes de asumir ese cargo dijo: debemos cambiar el sector público o será un cáncer Diario Clarín 2 de julio de 1989. Suplemento económico. Por Liliana Franco. Páginas 6 y 7.. Por lo cual, la necesidad de privatización también respondió a reducir ese gasto económico del sector público.


En cuanto a las causas de las pérdidas que arrojaban las empresas públicas, en general, son las siguientes:

1º monopolio creado por el Estado;

2º la competitividad limitada;

3º herramienta de política económica sectorial,

4º otras.

1º Monopolio creado por el Estado. La segunda causa es consecuencia de la primera, pero el análisis particular de ambas nos llevará a tener una visión mucho más clara de la situación.


El monopolio se da cuando un sólo oferente puede satisfacer toda la demanda, y por razones de imposición estatal o técnicas, no pueden entrar a competir otros oferentes. De esto se desprende los dos tipos de monopolio: el natural o privado (estos son los reprimidos por la ley) y los estatales o necesarios (creados por el Estado). Estos últimos son en general la forma de competencia de las empresas públicas, dado que los servicios públicos al ser un bien indispensable para toda la sociedad lo que se busca es prestar el servicio a un precio tal que quede al alcance de los grupos mayoritarios de población, esto hace que en ciertas oportunidades se preste a un precio tal que no cubra los costos. De esta manera mediante una legislación se impide la entrada de otros oferentes a competir en esos mercados, lo cual posibilita que ese oferente fije un precio arbitrario, que en el caso de los monopolios estatales o necesarios, beneficia a la sociedad.

Si se permitiera la entrada de otros oferentes a competir en esos mercados, podría producir la caída del servicio, dado que otro oferente privado tal vez produzca o preste un servicio eficiente y eficaz, pero el sentido social de la empresa pública no lo tiene la privada, a esta última solo le interesa la rentabilidad, en cambio, la empresa pública es una herramienta de política sectorial tendiente a lograr el bien común lo que la lleva a prestar servicios en zonas o en circunstancias no rentables. Como consecuencia de esto si compitiera empresas públicas y privadas ganaría la privada, dado que la visión de esta se sintetiza en la relación costo beneficio, esta relación determina su comportamiento, en cambio, la pública, tiene una filosofía basada en la prestación del servicio no en base a costos sino atendiendo el fin social que cumple.

Si se permitiera la competencia, demás esta decir que ganaría la privada, y si gana la privada esto llevaría a la insatisfacción de cierta parte de la demanda, por ejemplo en la actualidad la principal crítica que se le hace a las empresas que concesionaron los ferrocarriles es la supresión de ramales que hicieron con el fin de aumentar la rentabilidad. Esto implica que los poblados desaparezcan.


Por esta razón el Estado crea monopolios estatales para que presten servicios con sentido social con el fin de alcanzar el bien común, pero esto nos llevó según Mochon y Beker a los déficit del presupuesto de la década del 1980 dado que el punto de equilibrio se establece en general a un precio tal y a una cantidad tal que no cubre los costos. La oferta es inelástica, es decir, el precio es fijo y la cantidad varía.

Competitividad limitada. Esto hace que las empresas no innoven ni tampoco racionalicen en forma sistémica con el objetivo de lograr una mayor brecha entre sus costos e ingresos. Es decir, en un sistema de libre competencia la interacción de oferta y demanda determina el precio y la cantidad equilibrio.

Si un oferente decide vender por encima del precio equilibrio, esto generará en el oferente una sobreoferta dado que nadie comprará sus bienes y servicios a un precio mayor del precio que tiene los bienes y servicios de sus competidores. Por lo cual, el oferente deberá bajar el precio de sus bienes o servicios hasta alcanzar el precio de equilibrio para colocar ese excedente.

Si un oferente decide vender sus bienes o servicios a un precio menor al precio de equilibrio esto generará una sobredemanda que el oferente para hacer frente a esa demanda deberá subir el precio hasta el precio de equilibrio, dado que mientras mayor sea la demanda de un bien o servicio mayor es el costo, por ende cuando sube la demanda debe subir el precio. Con lo cual podemos concluir que en un mercado de libre competencia el precio tiene las características de ser estable en el tiempo. Esto conlleva a que la única manera de incrementar el beneficio para el oferente no es ni bajando ni subiendo el precio sino incrementando la brecha entre precio de costo y precio de venta mediante una mayor eficiencia y eficacia, por eso el mercado de competencia es el mejor que impulsa hacia la eficiencia productiva. En cambio, en mercados de competencia limitada como los de las empresas públicas de la década del 1980 no ocurre esto, dado que el precio al no fijarse por la oferta y demanda, sino en foma arbitraria no existen los estímulos para lograr un mayor beneficio mediante la innovación.

Herramienta de política económica sectorial. Con respecto a este último, las empresas públicas representaron una fuente de trabajo para miles de personas en épocas de recesión; esto llevó a un problema de financiamiento por parte de dichas empresas, dado que la recesión es un periodo prolongado de baja actividad económica y elevado desempleo; las ventas de bienes y servicios disminuye notablemente, lo cual obliga a las empresas a reducir la cantidad de bienes y servicios ofertada, es decir, disminuye la producción con la consiguiente disminución de los salarios y en casos extremos obliga a realizar despidos. Pero en el caso de las empresas públicas esto nunca sucedió, dado que en épocas de decadencia o contracción de la demanda (disminución del PBI), el Estado aumentaba el gasto público para producir un efecto multiplicador en la economía (esto se fundamente en la visión keynesiana de la economía). Según Keynes un aumento de la inversión o del gasto público en plena recesión traerá aparejado un aumento mayor del ingreso (multiplicador keynesiano o del gasto público o de la inversión). Las empresas públicas en épocas de recesión no solo no redujeron el costo laboral sino que lo aumentaron contratando a nuevos empleados para reducir la desocupación. Esto hace que las empresas públicas de la década del '70 y '80 se convirtieran en un gran problema para el Estado.

Entonces, en líneas generales, podemos decir que eran tres las causas del déficit de las empresas públicas, a las que habría agregar la malísima administración que tenían y la corrupción de la "patria contratista", que se vera en líneas generales en la segunda parte.

Autor: Richard Amaro

Los Gastos Económicos

LA EVOLUCIÓN DEL GASTO ECONÓMICO EN LOS PRESUPUESTOS.



Los gastos económicos jugaron un rol de primerísima importancia en el déficit fiscal, inclusive más relevancia en la historia del presupuesto desde 1965 a 1992 que el gasto gubernamental, dado que en esos 27 años como se observa en el gráfico F en el cual se exponen el gasto gubernamental y el económico en millones de pesos, sólo en 1975 y 1987 el gasto gubernamental pudo superar al económico. Con lo cual podemos decir en primer lugar que si bien el gasto de la burocracia o administración general tuvo un crecimiento constante en general (la línea de tendencia es creciente en dicho gráfico), los gastos económicos también, pero en una proporción muchísima mayor. Otro dato a tener en cuenta del gráfico F en la cual se exponen los gastos gubernamentales, económicos y de bienestar social en millones de pesos en forma comparativa, es que de el se desprende como dijimos antes que los gastos que más evolucionaron fueron los de bienestar social, superando los económicos y gubernamentales. Pero debido a que su evolución se fundamenta por la crisis económica y por otras razones antes mencionadas, se iba a tomar como una variable constante a los fines comparativos dado que fue el gasto de mayor envergadura. Por ende, en el gráfico se muestra claramente que el único gasto que por decirlo de alguna manera "le hizo sombra" al gasto de bienestar social fue el económico, dado que el gubernamental no lo superó en ningún año, mientras que el económico si lo hizo en numerosas oportunidades, inclusive alcanzó el pico más elevado en la historia del presupuesto desde 1965 a 1992 con 28 millones de pesos en el año 1983. El gráfico H que muestra la evolución del gasto económico desde 1965 a 1992 en millones de pesos, se puede ver que a pesar que a partir de 1983 el gasto económico empieza a descender, la línea de tendencia es creciente. Hay que tener en cuenta que ya en 1985 Alfonsín propugnaba la privatización de las empresas públicas para racionalizar el gasto económico, en ese año declaró la economía de guerra, anunciando la privatización de las empresas públicas y la paralización de las inversiones. Esta paralización de las inversiones hizo de algún modo posible la disminución del gasto económico.



La finalidad de analizar el gasto económico no difiere de lo dicho para el gasto de los intereses de la deuda y el gubernamental. Pero no obstante, podemos agregar que el análisis de esta variable pondrá de manifiesto lo que dijo el primer ministro de Obras y Servicios Públicos de Menen en el diario La Nación, el día miércoles 21 de marzo de 1990 página 4: La política de privatización no tiene patente peronista porque también fue un propósito del gobierno radical y nosotros no queremos dilapidar los fondos del Estado (...). Los persistentes problemas que tuvo el gobierno radical con el equilibrio de las cuentas públicas, provocó que a partir de 1985 aparezca en el discurso político el tema de la privatización. En 1984 el déficit fiscal logró alcanzar el 21% del PBI, el más alto en el período comprendido entre 1973 y 1995, por esa razón, los radicales estaban convencidos que la única manera de solucionar el problema estribaba en la racionalización del gasto económico y en la generación de nuevas fuentes de recursos, lo que podría lograrse mediante la privatización.

Por cadena nacional, el viernes 28 de Noviembre de 1986, el Presidente Alfonsín elevaba a la Nación Argentina su mensaje en el que describían los fundamentos políticos de la Reforma del Estado que promovía:

Hoy he querido comunicarme con ustedes para efectuar algunas reflexiones sobre un tema que, estoy seguro, ustedes le asignan una gran importancia, la que desde luego tiene, y también consideran como yo que es absolutamente necesario encararlo con urgencia. Debemos encarar con urgencia una política orientada a reestructurar el aparato del Estado.

Cuando el año pasado, en el mes de junio, lanzamos nuestro plan de reforma económica, ya tuve oportunidad entonces de señalar la vinculación que nosotros veíamos que claramente existían entre el saneamiento económico y la reforma del Estado; era lo que a la postre fue una política de crecimiento y la desburocratización del sector público."

(...)

"Los esfuerzos, pues, en que nos encontramos comprometidos, este esfuerzo en que se encuentra comprometido el país, y la construcción de una democracia estable, moderna, participativa, solidaria, no pueden estar desvinculados de un particular empeño en superar la ineficiencia e irracionalidad del sector público. No hay crecimiento sin racionalidad, no hay justicia social sin eficiencia, y en nuestra marcha hacia estos dos objetivos no podemos menos que producir una drástica y profunda reformulación del sector público (...)



En esta parte del discurso de Alfonsín se puede apreciar claramente la necesidad que tenía el Estado de racionalizar los gastos, y sobre todo los atinentes al sector público que es el sector empresario del Estado. Lo más interesante, es que hace referencia a la irracionalidad e ineficiencia, dos palabras que se mencionan muy seguido en este trabajo de investigación cuando nos referimos a la gestión estatal.

Por ende, el análisis de esta variable permitirá ver como la evolución del gasto económico va a ser tan importante que provocará la bancarrota del Estado, reconocida por Menen en 1989.

El análisis de los gastos económicos será complementado en la última parte de esta primera parte con el análisis de las Memorias y Balances Generales de Ferrocarriles Argentino, dado que esta variable requiere el mayor análisis dado que dentro de los gastos económicos se encuentran las erogaciones que realizó el Estado para solventar los gastos o déficit de los Ferrocarriles Argentinos. Por lo cual, el análisis en esta primera parte no sólo recaerá en el gasto económico en su globalidad sino se desglosará los gasto de transporte para su análisis particular, y en especial, lo atinente a los ferrocarriles.

Para realizar el análisis de los gastos económicos del gobierno radical y principios del gobierno menemista, vamos a recorrer brevemente los gastos económicos desde 1965 a 1982 con la finalidad de comparar la evolución entre tres periodos: 1965 a 1975, de 1975 a 1982 y de 1982 a 1992. Es decir, se toman los gastos desde 1965 a 1982 tan sólo a los fines comparativos, dado que el centro de nuestra cuestión recae en el periodo que va desde 1983 a 1992.

En el gráfico I que muestra los gastos económicos en los presupuestos nacionales desde 1965 a 1975 en millones de pesos, se puede ver que el gasto creció en forma escalonada, sin grandes variaciones, aunque el incremento que se logró en ese eríodo paso de $ 7.601 millones a $ 16.913 millones, por lo cual si bien el gasto creció en forma gradual, el resultado final en 1975 sería que el gasto se incrementó a más del doble con respecto de 1965.

En el gráfico J que muestra los gastos económicos en los presupuestos nacionales desde 1975 a 1982 en millones de pesos, se puede ver que si bien el gasto en 1975 descendió respecto del año anterior, en 1976 con la llegada del gobierno militar se incrementa nuevamente. A partir de ahí empezarán los esfuerzos de Martínez de Hoz por controlar las cuentas fiscales alegando que el Estado debe dejar de prestar ciertos servicios, en donde el mercado pudiera llegar a ser más eficiente. Lo que buscaba Martínez de Hoz era racionalizar el gasto económico mediante ideas neoliberales. Hay que tener en cuenta que para esa época varios países de América Latina ya se estaban moviendo a economías de mercado más liberales, el primeros de ellos fue Chile. A América Latina ya había llegado el neoliberalismo. Sin embargo, las ideas de reforma que tanto caracterizó al neoliberalismo no se plasmaron en el gobierno militar.

No obstante de lo dicho, el gobierno militar logró que desde 1976 a 1979 el gasto de economía disminuyera pero a partir de 1979 a 1982 se revertiría la situación lograda en periodos anteriores.

En el gráfico K que muestra los gastos económicos en los presupuestos nacionales desde 1982 a 1992 en millones de pesos, se puede ver que en 1983 este gasto supera los 25 millones de pesos convirtiéndose en todo un record en la historia presupuestaria. Además hay que tener en cuenta que desde 1979 el gasto venía creciendo, pero en forma escalonada, el crecimiento que logra en 1983 fue totalmente abrupto. Luego en 1984 también desciende abruptamente, disminuyendo paulatinamente los dos años posteriores. En 1987, el gasto se incrementa superando el nivel alcanzado en los tres años anteriores, en ese año el déficit fiscal se agravó. A partir de 1988 la caída del gasto económico fue sin lugar a dudas una de la más importante. Dicha disminución se debió a que el gobierno radical se dio cuenta que la situación era insostenible, por lo cual no tenía sentido seguir teniendo el gasto elevado si no va haber recursos para cubrirlos, ni siquiera se podía pedir prestado dado que la argentina a comienzos de 1988 entra en cesación de pagos de los intereses de la deuda. Esto demuestra la bancarrota del estado, que fue reconocida por Menen, dado que según Mario Rapoport, cuando Carlos Saúl Menen asume el 8 de julio de 1989 cuando en realidad debía hacerlo el 10 de diciembre reconoció que el Estado estaba quebrado por lo cual decide dictar Leyes de Emergencia Administrativa y Emergencia Económica. Esto fundamenta lo que se dijo en la parte dedicada al gasto gubernamental: los principales objetivos de la reformas era el gasto gubernamental y el económico. Como puede verse en el gráfico A en el inicio de esta primera parte y que muestra la evolución del gasto público desde 1965 a 1992 en millones de pesos desde 1987 a 1990 el gasto público total de la Nación sufre la disminución más importante de la historia presupuestaria desde 1965 a 1992. Viendo esta gran disminución uno llegaría a la conclusión que el déficit fiscal disminuyó notablemente dado que la disminución del gasto fue todo un record, pero sin embargo el déficit fiscal no disminuyó, todo lo contrario aumentó dado que en 1987 fue de 11,4% del PBI, en 1988 12,8% del PBI y en 1989 15,2% del PBI. Además otra cosa que valdría la pena destacar es que en 1990 el gasto económico casi llega a igualar al de 1965, año en el cual se registró el gasto económico más bajo desde 1965 a 1992: en 1965 fue de $ 6205,5 millones y en 1990 $ 6024.7 millones, la diferencia es efímera. Por lo cual una conclusión importante sería que los ingresos del gobierno mediante la recaudación fiscal era deficiente con relación a las necesidades de la Nación, lo cual hacía imperioso el reformar el sistema impositivo y generar nuevas fuentes de recursos, dado que ni disminuyendo el gasto abruptamente se lograba el equilibrio fiscal.

Siguiendo el análisis del gasto económico durante el gobierno radical, sería importante destacar que si bien en 1987 se elevó superando los niveles de los tres años anteriores e inclusive el nivel alcanzado en 1982, en general, salvo esa excepción, el comportamiento fue decreciente.

Como ya vimos en la parte dedicada al gasto gubernamental, desde 1983 hasta principios 1985 la situación era realmente pésima y los planes de Grispun no lograban sanear la economía, lo que llevó a que en marzo de este último año el ministro de economía renunciara. En este período, a pesar de que muchos países de América Latina habían iniciado el gran proceso de reformas en el marco del neoliberalismo, el discurso de reforma se iniciaría con el fracaso de Grispun. Cuando en 1985 Alfonsín declaró la "economía de guerra" anunció a su vez la privatización de empresas del Estado. Como medidas complementarias al plan de ajuste (Plan Austral), se plantearon algunos proyectos privatizadores, comos los de SOMISA, Fabricaciones Militares (...)RAPOPORT Mario. Historia económica, política y social de la Argentina. Buenos Aires. Ediciones Macchi 2000. Página 912.

En febrero de 1986, Sourrouille anunció el propósito de impulsar un programa de transferencia de la participación del Estado en diversos sectores de la economía. De esta manera, el gobierno propiciaba la eficiencia y la privatización de las empresas públicas, a raíz de las limitaciones financieras, endeudamientos y el empeoramiento de los servicios prestados (...) SAN MARTINO DE DROMI Laura. Argentina contemporánea de Perón a Menem. Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina 1996. Página 1105. Como puede verse, en este párrafo del libro de Laura San Martino de Dromi están presentes las variables tratadas en esta investigación, por un lado, la privatización apuntaba a tratar de solucionar el tema de las cuestas fiscales y por otro a mejorar el servicio.

La primera privatización se concretó en agosto de 1987: el gobierno pudo mostrar su primer éxito: la privatización de la compañía aérea Austral. Como recordamos Austral había sido estatizada por el privatista Martínez de Hoz SAN MARTINO DE DROMI Laura. Argentina contemporánea de Perón a Menem. Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina 1996. Página 1101. Pero no obstante las privatizaciones del gobierno radical no darían resultado, y una de sus causas sería según Mario Rapoport la oposición del peronismo en el Congreso, y a esto podemos agregar la falta de confianza de los inversores, según San Martino de Dromi. En diciembre de 1988, el Poder Ejecutivo somete a consideración del Congreso Nacional un proyecto de ley para llevar a cabo la privatización del sistema de telecomunicaciones SAN MARTINO DE DROMI Laura. Argentina contemporánea de Perón a Menem. Buenos Aires. Ediciones Ciudad Argentina 1996. Página 1190.. Y siguiendo a Dromi, a principios de 1989 se presenta al Congreso el proyecto de privatización de Aerolíneas Argentinas, que ambos proyectos fueron cuestionados dado que el inversor se eligió en forma directa y además por que los proyectos no ofrecía ninguna seguridad jurídica, lo que provocó que el Congreso los rechazará.

Por ende, la idea de reforma del sector público productivo, estuvo presente en el gobierno radical, inclusive se llegó a concretar la privatización de Austral, pero sin embargo ello no dejó de ser simplemente un éxito parcial, dado que la situación económica era tan pésima que la falta de inversores nacionales y extranjeros era el fiel reflejo de la desconfianza que se tenía al gobierno radical, lo que puede explicar en cierta parte la especulación. A esto podríamos sumar otros factores, dado que según Mario Rapoport las privatizaciones y el traslado de la Capital Federal era bloqueados por la oposición del peronismo en el Parlamento y jaqueados por la persistentes dificultades presupuestarias RAPOPORT Mario. Historia económica, política y social de la Argentina. Buenos Aires. Ediciones Macchi 2000. Página 914. La cuestión fiscal era un inconveniente para el proceso de privatizaciones, dado que para ponerlo en marcha se requería de cuantiosas sumas.

En conclusión, el gobierno radical logró éxitos efímeros en cuanto a la privatización, cuyo objetivo principal como dice Dromi era resolver las cuentas fiscales, es decir, reducir el gasto económico y generar recursos a corto plazo para solventar las necesidades de la Nación, que se vieron seriamente limitadas a partir de 1988 a 1990 con la bancarrota del Estado.

Autor: Richard Amaro

Las Variables del Presupuesto

El presupuesto nacional como lo definía Alberdi es el prospecto financiero que el Estado somete a consideración del pueblo, o dicho en otros términos, es el resumen realizado en forma sistematizada por periodos regulares de la estimación del gasto del Estado y la previsión de recursos para cubrirlo. Si los gastos públicos son igual a los ingresos públicos se dice que el presupuesto esta equilibrado, si los gastos públicos son mayores a los ingresos públicos hay déficit, y en el caso contrario, hay superávit.


Las tres principales partidas del gasto público son:

1. Los gastos corrientes, que incluyen los sueldos y salarios pagados, las transferencias y subsidios y las compras de bienes no duraderos que realizan los entes gubernamentales. Los gastos corrientes son aquellas erogaciones necesarias para el normal funcionamiento de las actividades estatales y comprende: los gastos de bienestar social, los gastos gubernamentales, de salud, de ciencia y técnica, entre otros.

2. Los gastos de inversión, que se refieren a la compra de bienes de capital y a otras inversiones que realiza el Estado. Es decir son aquellas erogaciones que realiza el Estado en capital fijo (bienes de uso), capital circulante (bienes de cambio) y obras públicas; y comprende los gastos: de bienes de capital, construcción, bienes preexistentes e inversión financiera


3. Los pagos de la deuda pública, con los que el gobierno amortiza los compromisos previamente contraídos. En general estos se incluyen dentro de los gastos corrientes.

Según un informe sobre los presupuestos de la administración nacional, gastos por finalidad, función y naturaleza económica, de 1965 a 1992 del Ministerio de Economía y Producción, la división de los gastos anteriormente mencionados es:

A) GASTOS CORRIENTES:

- personal;

- bienes y servicios;

- intereses;

- transferencias.


B) GASTOS DE CAPITAL;

- bienes de capital;

- construcción;

- bienes preexistentes;

- inversión financiera.

Esta división de gastos públicos en corrientes y no corrientes es genérica, dado que en realidad el gasto del presupuesto se desglosa por finalidades según dicho informe de la siguiente manera:

A) ADMINISTRACIÓN GUBERNAMENTAL:

- conducción nacional;

- administración fiscal;

- control fiscal;

- legislación;

- justicia;

- asuntos exteriores;

- culto;

- Apoyo a gobiernos provinciales y municipales;

- Administración general sin discriminar.

B) DEFENSA:

- ejército;

- armada;

- aeronáutica;

- defensa sin discriminar.

C) SEGURIDAD:

- policía interior;

- policía de fronteras;

- policía marítima;

- reclusión y corrección;

- policía aeronáutica;

- seguridad sin discriminar.

D) SALUD:

- atención médica;

- saneamiento ambiental;

- salud sin discriminar.

E) CULTURA Y EDUCACIÓN:

- cultura;

- educación elemental;

- educación media y técnica;

- educación superior y universitaria;

- culto y educación sin discriminar.

F) ECONOMÍA:

- suelo, riego, desagüe y drenaje;

- agricultura, ganadería y recursos naturales renovables;

- energía y combustibles;

- canteras y minas;

- industrias;

- turismo;

- transporte ferroviario;

- transporte vial;

- transporte por agua;

- transporte aéreo;

- comunicaciones;

- comercio y almacenaje;

- seguro y finanzas;

- economía sin discriminar.

G) BIENESTAR SOCIAL:

- seguridad social;

- trabajo;

- vivienda;

- asistencia social;

- deportes y recreación;

- promoción social;

- bienestar social sin discriminar.

H) CIENCIA Y TÉCNICA:

- capacitación y promoción científico-técnico;

- investigación y desarrollo;

- ciencia y técnica sin discriminar.

I) DEUDA PÚBLICA.

Por lo cual, podemos decir que hay muchas variables que incidieron en la evolución del presupuesto público en la década de 1980, y que provocaron un desequilibrio entre gastos e ingresos; más precisamente fueron nueve variables. Pero pese a ello sólo se analizaran las variables que tuvieron mayor auge salvo excepción el gasto de Bienestar Social dado que como se explicará más adelante este gasto fue fundamentado y además porque los planes de reforma de la década del '80 y principios del '90 apuntaron más bien a los gastos de la administración gubernamental, económicos y los relativos a la deuda pública en forma totalmente explícita. Según puede verse en el gráfico B que muestra la evolución del gasto por finalidades desde 1965 a 1992 en porcentajes del PBI, los tres gastos que más evolucionaron fueron: 1º bienestar social, 2º economía y 3º administración general. Los intereses de la deuda se excluyen de esta jerarquía, pero a pesar de ello, a principios de la década del '80 la evolución de los mismos fue tan importante que el gobierno radical empieza a pagar una parte menor que la que corresponde de los intereses dado que se convirtieron en una pesada carga para el presupuesto, hasta tal punto que en 1988 entra en cesación de pagos a los acreedores. Esto refleja la importancia de los intereses de la deuda que recién en la década del '90 se llegará a un acuerdo definitivo con el plan Brady y la Argentina retomará los pagos.

Cabe destacar que el gasto público total como proporción del PBI es un indicador del tamaño del Estado en relación a la economía, que aísla el efecto de las diferentes dimensiones geográficas, demográficas y de desarrollo entre países.

Debido a la evolución de los intereses de la deuda el Estado no podía equilibrar las cuentas fiscales, por esa razón la deuda pública fue una de las principales variables que incidió en el déficit aunque no se vea muy reflejado en dicho gráfico.

Con respecto a los gastos de bienestar social, se tomarán como parámetro a fin de comparar la evolución del gasto de la administración general y de economía.

En síntesis, por las razones anteriormente explicadas y por otras razones que se mencionaran más adelante, las variables a analizar serán:

1º los intereses de la deuda;

2º el gasto gubernamental;

3º el gasto económico.

Los gastos de bienestar social se tomarán como parámetro comparativo.

El análisis de estas variables permitirán entender porque evolucionaba en forma creciente el déficit, lo que provocó que el Estado Nacional ante la necesidad de reducir el gasto drásticamente y aumentar los ingresos a principios de la década de 1990, privatizara las empresas públicas, y entre esas empresas, Ferrocarriles Argentinos y Ferrocarriles Metropolitanos S.A. El análisis de estas variables reflejaran los problemas que tenían los gobiernos para equilibrar las cuentas públicas, y como la falta de planificación a largo plazo, producía que el gasto siempre se eleve.

Análisis Empírico de Alternativa Recaudatoria al Endeudamiento Público de la Provincia de Buenos Aires

Las recientes políticas gubernamentales de incremento del gasto público tanto a nivel nacional como provincial, junto con el aumento de la inflación en los últimos años, han generado en las cuentas públicas en general, grandes sangrías de fondos que han ido siendo cubiertas con mayores impuestos y endeudamiento público. Es el caso de la Provincia de Buenos Aires el que ha llamado mayormente la atención de los medios de comunicación en tanto que es la provincia de mayor tamaño económico en el país, y la que registra mayores necesidades de recursos para poder financiarse.


En el año 2009 la recaudación efectiva de impuestos en la provincia fue menor en un 6 % a lo presupuestado (22.285,4 millones de pesos presupuestados vs. 20.779,8 millones de pesos efectivamente recaudados) por lo que la misma tuvo que financiarse durante el último tramo de dicho año con endeudamiento.

Para este año 2010, pese a estar presupuestado un aumento de la recaudación fiscal, superando ésta los 24.000 millones de pesos, en el presupuesto 2010 ya está contemplado un resultado económico negativo de alrededor de 2.600 millones de pesos en el agregado “administración central y organismos descentralizados”, mientras que en el consolidado total (incluyendo IOMA, IPS, Lotería y Casinos de la Provincia y Banco Provincia) el resultado económico presupuestado disminuye a aproximadamente 1.800 millones de pesos, debido a que se agregan instituciones con superávit económico.

En este momento la Provincia ya se encuentra licitando letras de tesorería y bonos para lograr cubrir, para finales del presente año, esta brecha que, junto con el aumento de las aplicaciones financieras por el incremento del endeudamiento en los últimos años, suman un total de 7.150 millones de pesos aproximadamente.


La última licitación de letras de tesorería arrojó un dato interesante y alarmante; la tasa que tuvo que licitar la Provincia fue del 13 % a 90 días, lo que evidencia los altos costos del endeudamiento que está pagando el Estado Provincial para cerrar su déficit.

La otra forma que existe para financiar esta brecha es el aumento de la recaudación fiscal de la Provincia de Buenos Aires, cuya posibilidad se constituye en el objeto de estudio de este informe.

LOS IMPUESTOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES



Los impuestos provinciales que actualmente recauda la Provincia de Buenos Aires a través de la agencia recaudadora ARBA son el impuesto a los Ingresos Brutos, el impuesto Inmobiliario, el impuesto a los Automotores, el impuesto a las Embarcaciones Deportivas, el impuesto a los Sellos, el impuesto a la Energía, más un sistema permanente de planes de pago.

La evolución de su incidencia en la recaudación total ha cambiado en los últimos 8 años. Pese a haber sido siempre el de mayor participación en el recaudo, el impuesto sobre los Ingresos Brutos incrementó su participación en el total de recaudación en los últimos años. Pese a que todos los impuestos han aumentado su recaudación total, el impuesto a los Ingresos Brutos lo ha hecho a una tasa mucho mayor que el resto, pasando de abarcar el 51,5% de la recaudación total en 2002, al 74,2% en 2009 (ver figura 1).

Figura 1: Participación de los impuestos en el recaudo total por año

Esta estructura de los tributos provinciales señala que es en el impuesto sobre los Ingresos Brutos en el cual hay que centrar nuestra atención a la hora de buscar una posible alternativa para financiar los resultados económicos negativos con un menor costo económico directo para el Estado Provincial.

El impuesto sobre los Ingresos Brutos ya ha sido modificado a mediados de 2008 por medio de la ley 13.850 de orden provincial (denominada reforma fiscal), la cual generó para el caso particular de los Ingresos Brutos, un aumento de las alícuotas para los grandes contribuyentes, además de una intensificación de los controles sobre todos los contribuyentes de éste y otros impuestos.

Pese a esta reforma, y a que sus resultados han sido positivos en términos de recaudación, la hipótesis de este informe es que el recaudo provincial sobre los Ingresos Brutos puede ser incrementado aún más, ya sea vía incremento de las alícuotas, como vía disminución de la evasión, para lograr cerrar la brecha de déficit económico.

Para realizar dicho análisis, se va a efectuar una evaluación empírica de la tributación del impuesto y se estimará en base a los datos observados la curva de Laffer para el impuestos a los Ingresos Brutos en la Provincia de Buenos Aires, la cual puede darnos una idea aproximada del margen de maniobra que se tiene sobre las alícuotas del impuesto, y su posible efecto sobre la recaudación fiscal.

LA CURVA DE LAFFER TEÓRICA

La curva de Laffer teórica indica que para una alícuota o tipo impositivo de un impuesto ad valorem igual a cero, no existe recaudación, y que para un tipo lo suficientemente elevado, la recaudación es también cero. Por lo tanto, entre esta alícuota máxima y cero, existe una curva cóncava hacia abajo que relaciona distintos tipos impositivos con distintos niveles de recaudación. (ver figura 2).

Figura 2: Curva teórica de Laffer

Cuando la curva llega a su máximo, el tipo impositivo que logra esa recaudación máxima es denominado tipo impositivo óptimo. Pese a lo observado en la figura, la forma que adopta la curva de Laffer no necesariamente es simétrica respecto del tipo impositivo óptimo.

En su aplicación empírica, no siempre el tipo óptimo es el correcto ya que el tipo de modelo es estático, y en la economía real, y en la dinámica de la recaudación de impuestos, interactúan fuerzas que pueden mover la curva o influir en su forma, pero el saber en qué tramo de la curva se encuentra el tipo impositivo actual puede darnos señales sobre si es posible la aplicación de aumentos en los tipos impositivos o no.

En el caso en que la alícuota se encuentre en el tramo ascendente de la curva, es posible aumentar la recaudación fiscal aumentando el tipo impositivo. En el caso contrario en que la alícuota se encuentre en el tramo descendente de la curva, serían disminuciones en el tipo impositivo las que generarían un aumento en la recaudación.

APLICACIÓN EMPÍRICA A INGRESOS BRUTOS

Para nuestro estudio, y dada la complejidad de la información de alícuotas y su influencia en la recaudación, se ha decidido trabajar de forma agregada con la aplicación del concepto de alícuota implícita, la cual es medida como el cociente entre la recaudación de Ingresos Brutos (IIBB) y el Producto Bruto Geográfico (PBG) imponible. Este último está conformado por el PBG a precios de productor, descontando del mismo el Rubro L, Administración pública, defensa y seguridad social obligatoria y las exportaciones que realiza la Provincia de Buenos Aires, debido a que ambos conceptos no están gravados en IIBB.

La fórmula utilizada es la siguiente:

rt = Β0 + Β1 alt + Β2 alt2 + Β2 regt + Εt

Donde:

rt : Recaudación real de IIBB en el período t

alt : ALícuota implícita en el período t

regt : Régimen cambiario en el período t

Εt : Término de error

La variable regt es una variable tipo dummy que indica el régimen cambiario vigente en el momento t, y adopta el valor “1” en el intervalo 1993-2001, cuando estaba en vigencia el régimen de convertibilidad, y el valor “0” en el intervalo 2002-2009, con el régimen actual de tipo de cambio de flotación sucia, y cuya finalidad es reflejar cualquier tipo de diferencia en la curva que surja por el cambio estructural en el modelo económico sucedido con la devaluación en 2002.

La forma funcional está especificada de forma tal que, si el coeficiente Β1 es positivo y el coeficiente Β2 es negativo, el resultado sea una parábola simétrica, cóncava hacia abajo, de forma tal que represente aproximadamente los resultados de una curva de Laffer.

Realizando una regresión en el programa GiveWin (paquete que permite evaluar problemas temporales en las regresiones) con los datos obtenidos para ambas variables para el período que abarca los años 1993-2009, se obtuvieron los siguientes resultados para los coeficientes:

Β0 = -2956.8

Β1 = 1635.2

Β2 = -47.65

Β3 = 985.68

Pese a que el coeficiente Β2 resultó ser no significativo (ver anexo estadístico), se decidió mantenerlo para la formulación de la curva, ya que de no existir este término el modelo determinaría una recta con pendiente positiva de forma indefinida.

Así se obtienen las curvas, según el modelo económico imperante:

Figura 3: Curvas de Laffer para los IIBB de la Provincia de Buenos Aires según modelo económico

Figura 4: Tramo ascendente de las curvas de Laffer y observaciones

ANÁLISIS FINAL Y CONCLUSIONES

Las brechas presupuestarias a cerrar por la recaudación, en el caso hipotético de pretender un déficit económico igual a cero, serían de 2.641,7 millones de pesos en el caso del presupuesto para Administración Central más Organismos Descentralizados, y de 1.814,4 millones de pesos en el caso del sector público provincial totalmente consolidado. Para ello, la recaudación total para el año 2010 debería ser de 27.177 millones de pesos y de 26.450 millones de pesos respectivamente. Considerando los valores reales a precios de 1993 (como están calculados los valores de la recaudación de la curva) los mismos serían de 6.640 millones de pesos de 1993 y de 5.806 millones de pesos de 1993 respectivamente, que se verían reflejados en alícuotas implícitas de 7,51 % y de 6,65 % respectivamente. Estos puntos pueden verse en la figura 5 en color rojo y verde:

Figura 5: Tramo ascendente de las curvas de Laffer y recaudaciones reales potenciales

Como puede desprenderse del análisis presentado en este informe, el margen para cubrir el resultado económico negativo con recaudación en vez de endeudamiento existe y es posible de implementar. Cabe aclarar que el aumento en la alícuota implícita no necesariamente es aumento en la alícuota “legal” sino que implica también efectividad en la recaudación, tanto en la disminución de la evasión como en el incremento del cumplimiento de las obligaciones en tiempo y forma a través de controles más estrictos.

De ninguna manera el objetivo de este informe es generar una decisión de política económica, sino plantear la existencia y la aplicabilidad de alternativas menos costosas en términos económicos para el déficit económico provincial que el endeudamiento público.

Autor: Ezequiel Frandsen

Conclusiones

El Estado para cumplir sus fines necesita llevar a cabo la actividad financiera, actividad que tiene cuatro elementos fundamentales: recursos públicos, gastos públicos, servicios públicos y necesidades públicas. Estos cuatro elementos son las bases fundamentales de la actividad financiera. En cuanto a los recursos públicos se distinguen dos clases de acuerdo a su naturaleza: a) recursos patrimoniales (u originarios) y b) recursos derivados o tributarios. En estos últimos se distinguen tres especies, que si bien guardan características similares o análogas por pertenecer a un mismo género, en la práctica se suelen confundir o utilizar indistintamente, inclusive suele suceder que hasta los mismos legisladores a veces denominan impuesto a las tasas y viceversa. Por lo expuesto, fue el objeto del presente informe fiscal aportar desde la doctrina los conocimientos académicos relevantes para traer luz para poder empezar a transitar por el buen camino.


Autor: Richard Leonardo Amaro Gómez Julio de 2010

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Código Fiscal de México de 1938

Manuel Ossorio. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial Heliasta. Buenos Aires 2000.



El Mito que esconde el Superávit

Autor: Lic. Aldo M. Abram - 20 de mayo de 2009



La Presidente festejó el aumento del superávit comercial en el primer trimestre del año, que contradijo las expectativas de algunos agoreros que pensaban que la baja de las exportaciones forzaría una reducción de dicho resultado. Para entender por qué esas predicciones estuvieron equivocadas, podemos utilizar un ejemplo de nuestra realidad individual.

Si una persona empieza a tener incertidumbre sobre su empleo y/o sus ingresos futuros, probablemente ahorre más. Supongamos que antes no lo hacía; por lo que ganaba y gastaba $ 2.000 por mes. Ahora, por miedo a cómo le irá hacia adelante, decide ahorrar $ 200 y, con el mismo ingreso, podrá gastar $ 1.800 mensuales. Es decir, su superávit comercial (exceso de ventas sobre sus compras a otros individuos) será de $ 200. Si luego va al trabajo y su jefe le dice que, dada la difícil situación económica, le bajará el sueldo en $ 100, probablemente su temor a perder el empleo se incremente y decida ahorrar más para enfrentar esa eventualidad, supongamos que son $ 300. Como resultado su gasto deberá restringirse a $ 1.600 por mes ($ 1.900 - $ 300).


Es decir que, a pesar de la baja del valor de sus ventas externas (sueldo), su superávit comercial aumentará a $ 300 y la variable de ajuste será una disminución mayor de sus compras a terceros.

Esto es lo que está pasando actualmente en la Argentina con el incremento de la fuga de capitales. La gente ahorra más (es decir, bajan el consumo y la inversión) y saca sus depósitos de los bancos (desfinancia la economía) para comprar divisas que manda al exterior o mete en el fondo de una caja de seguridad o armario. Por lo tanto, la caída de la demanda interna genera tendencias recesivas y, en conjunto, incentiva una disminución de las importaciones que proveerá las divisas a fugar. Por eso, cuanto menos exportemos, mayor será el ajuste a la baja de nuestras compras al exterior y, por ende, el del nivel de actividad. En consecuencia, si se consolida la tendencia al aumento del superávit comercial, no será precisamente una noticia para festejar; ya que estará reflejando una profundización de la recesión.

También, muchos economistas se equivocaron cuando, en el tercer trimestre de 2008, Brasil permitió una fuerte depreciación de su moneda. En la Argentina, se multiplicaron las voces advirtiendo que esto implicaría una inundación de importaciones de ese origen y, por ende, aumentaría el saldo negativo de nuestro comercio bilateral. Entonces, nadie explicó por qué durante los años anteriores, cuando caía el tipo de cambio en Brasil y acá aumentaba el valor del dólar, los argentinos no «invadimos» con nuestros productos el mercado brasileño y ellos siguieron incrementando sus ventas a nuestro país.



Como era de esperarse, en los últimos meses, las importaciones desde Brasil cayeron más que las ventas locales a dicho país e, incluso, en marzo y abril no sólo no tuvimos déficit, sino un ligero superávit. Simplemente, esto se debe a que lo que uno puede venderle a otro depende de su disponibilidad y disposición al gasto. Por ello, como desde 2003 la Argentina estuvo creciendo, importamos mucho del resto del mundo. En tanto, en los últimos años, el déficit comercial con Brasil tendió a aumentar cuando la evolución de la economía de nuestro vecino no le permitía incrementar lo suficientemente rápido sus compras y empezó a disminuir cuando su nivel de crecimiento se aceleró y empezaron a adquirir mucho más a los productores argentinos y de otras naciones. Ahora, la caída del nivel de actividad argentino es más fuerte que la de Brasil; lo que hace que nuestras importaciones se reduzcan más que las compras de ellos a nuestros fabricantes. Conclusión: el déficit comercial con los brasileños tiende a reducirse y continuará haciéndolo en la medida que la situación relativa de las economías no cambie.

Por supuesto, esto incentiva las quejas de algunos ineficientes industriales argentinos que, como no pueden o no quieren competir sobre la base del esfuerzo e inversión propia, pretenden que los protejan y, así, ganar plata cobrándoles más caro a los consumidores de sus bienes. Para ello, qué mejor que reclamar que es mejor que el comercio bilateral con Brasil sea equilibrado. Un argumento que es fácil demostrar que no tiene sentido.

Nuevamente, utilicemos un ejemplo personal. Cualquier familia obtiene sus ingresos vendiendo a quienes mejor les paguen sus servicios o producción de bienes y, luego, adquiere lo que necesita en donde encuentra que está más barato. Sería un milagro que coincidieran los demandantes y a quienes compra dicha familia, de tal forma que adquiera a cada uno de ellos el mismo monto que les vende. Entonces, ¿por qué debería suceder eso con un país? Lo lógico es que la Argentina venda sus productos a quienes mejor se los coticen y, con esas divisas, le compre lo que necesita a quien le provea más barato.

Ahora, si consideráramos cierto que lo mejor es tener equilibrio comercial con Brasil, ¿entonces debería ser bueno equilibrar el comercio con todos los demás países con los que tenemos resultado positivo? (De hecho, la Argentina tiene superávit con el mundo). Seguramente, los mismos industriales que reclaman lo primero pondrían el grito en el cielo si proponemos lo segundo. El punto, como demostramos, es que ambas afirmaciones no tienen ningún sentido.

Por lo tanto, a Brasil le importamos productos industriales, que nos venden barato y, como lo que vendemos al exterior tiene menos demanda allá, eso puede implicar que el saldo comercial bilateral sea negativo para la Argentina. Sin embargo, con otros países o regiones pasa exactamente lo contrario, y eso nos permite contar con las divisas para pagarles a los brasileños lo que necesitamos.

Autor: Lic. Aldo M. Abram - 20 de Mayo de 2009 www.exante.com.ar

Retenciones

Autor:

Matias Castro - Septiembre de 2008



Prolegómenos

Estamos viviendo en estos momentos una situación como nunca se había vivido en la historia política y económica argentina. Un sector de la sociedad (aparentemente el de mayor poder adquisitivo) en contra de una política agrícola de un gobierno (pretendidamente) nacional y popular. Y no solo de una política en particular está en contra gran parte de la sociedad sino de varias cuestiones trascendentales, como la inseguridad y la inflación, que este gobierno no ha podido solucionar. Y la clase dirigente no ha respondido de la mejor manera a temas tan importantes. Vamos a tratar de echar luz sobre la pelea entre el gobierno y el sector agropecuario, verdadero eje de la parálisis que ha sufrido hace unos días nuestra economía.

El tema central que nos atañe es la discusión sobre las retenciones. ¿Qué son las retenciones? Son “impuestos” hacia productos que se exportan. En la actualidad las retenciones son gravámenes que, después del IVA configuran la mayor parte de la recaudación del Estado. ¿Cual es el origen de una discusión que llevó varios meses?

Vamos a utilizar para el análisis una serie de datos que creemos podrán esclarecer mejor el tema. Primeramente nos retrotraemos a la situación anterior a todo este conflicto, el tristemente celebre 11 de marzo de 2008, donde había una alícuota fija de retenciones a los cereales del 35%. Para simplificar el análisis solamente tomemos soja como alimento representativo (de hecho es el más representativo del conflicto ya que del total de la superficie sembrada en Argentina alrededor del 50% esta ocupada por esta oleaginosa, y de ese total alrededor del 90% se exporta). En este escenario se distinguen dos precios: uno para el mercado interno y otro para el externo, es decir uno que recibe el productor y otro que paga el comprador y que es fijado por los mercados externos que forman el precio de las commodities de origen agropecuario (Chicago y China). Podremos ver esa situación en el siguiente grafico:



Vemos que a medida que el precio internacional aumenta el precio que se le paga al productor también, pero de forma constante.

Aquí el aumento es variable, vemos que el incremento en el precio internacional es transferido al productor hasta un determinado nivel, luego es cada vez menos lo que recibe (la curva se va haciendo horizontal). Este esquema es favorable cuando el precio de los commodities es bajo, pero el derecho que capta el gobierno se va incrementando a medida que aumenta el precio pagado por los mercados externos.

Mediante la Resolución 125 se establecía la siguiente formula:



Siendo d valor de la alícuota del derecho de exportación, VB valor básico, AM alícuota marginal, VC valor de corte, FOB precio FOB oficial según la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación. Todas estas variables, incluyendo los valores FOB se determinaban según los siguientes cuadros:

Trigo pan y trigo candeal

Rango de Precios FOB (u$s por tn.)  VB (u$s)AM(%)VC(u$s)
Mas de A   
02000200
2003004032200
3004007248300
40060012079400
600En adelante 27895600

Maíz

Rango de Precios FOB (u$s por tn.)  VB (u$s) AM (%) VC (u$s)
Mas de A   
01800200
1802203645180
2202605472220
26030082.893260
300En Adelante 12095300

Soja

Rango de Precios FOB (u$s por tn.)  VB (u$s) AM (%) VC (u$s) Mas de
Mas de A   
0200023.50
2003004738200
3004008558300
40050014372400
50060021581500
600En Adelante 29695600

Girasol

Rango de Precios FOB (u$s por tn.)  VB (u$s) AM (%) VC (u$s) Mas de
Mas de A   
0200023.50
2003004729200
3004007639300
40050011554400
50060016978500
600En adelante 24795600

Según lo anterior, supongamos que queremos determinar la alícuota hoy que le correspondería a la soja. El precio FOB actual por tonelada de soja es de u$s 440. Con ese precio, la formula quedaría:

Ya que al precio FOB de u$s 440 se ajusta por la banda entre u$s 400 y u$s 500. Eso equivaldría a una alícuota móvil por derecho de exportación del 39,05%, casi 5 puntos porcentuales por encima del 35% de retención fija que establecía la anterior legislación. Cabe aclarar que no estamos en contra de este tipo de impuestos, el concepto de retención móvil es fundamental para el correcto funcionamiento del modelo económico actual. Lo que simplemente decimos es que la Resolución 125 no dice nada acerca de segmentación de derechos de exportación y tipos de cambio diferenciados para distintas clases de sectores dentro del campo, algo que consideramos elemental para el normal desarrollo de una correcta política económica. Simplemente es una resolución técnica que establece un nuevo monto de alícuota sin hacer distinciones entre pequeños, medianos y grandes productores, además de no decir nada acerca del monto que pagarán esos sectores, a quienes beneficia esta operatoria, etc. Ha habido luego una serie de modificaciones que trataron de dar respuesta a esos temas (distribución del ingreso más equitativa, compensaciones para pequeños productores, etc.) pero no lograron resolver el problema de fondo ni mucho menos variaban en lo más mínimo la esencia de la resolución. Uno de los mayores inconvenientes de todo este asunto es que, como mencionamos, las retenciones se parecen al IVA, impuesto regresivo que afecta a todos por igual (pobres, de clase media, ricos) y no creemos que eso sea lo mas acertado.

Estructura desequilibrada

¿Para qué sirven las retenciones? ¿No seria más correcto utilizar un esquema sin las mismas? ¿Cuál sería el fundamento de su aplicación? Todas estas cuestiones estuvieron en discusión estos últimos meses. Vamos a tratar de aclarar un poco el tema. Las retenciones, como instrumento de política económica para la estructura productiva argentina son una herramienta fundamental. Tratemos de suponer un escenario de retenciones bajas, o directamente sin retenciones (para los fines del análisis las conclusiones a las que arribaremos serán las mismas bajo ambos escenarios). El sector agropecuario produciría a gusto cuantiosas toneladas de cultivos que posteriormente exportaría. Muchos inversores se volcarían al campo, dejando de lado la industria. Los elevados precios provocarían una producción excedente favorecida por un tipo de cambio alto, que repercutirá tanto en el agro como en la industria en similares proporciones y que hará aumentar el volumen de insumos utilizados, tanto agropecuarios como industriales. El copioso incremento de mercancías producidas en el sector agrario no vendría acompañado por un incremento de la producción industrial en la misma proporción, ya que la industria no genera la misma cantidad de divisas que el campo argentino. Nuestra industria es una voraz consumidora de bienes de capital, equipos, maquinarias, etc. pero es incapaz de que sus manufacturas logren cubrir esa gran erogación en divisas que supone el incremento de costos importados. El campo, si bien consume una gran cuantía de insumos importados, puede producir bienes para exportación que sean capaces de lograr inyectar enormes cantidades de dólares al mercado financiero. Esta incompatibilidad es producto de una crisis de pagos que desde siempre ha sufrido la economía argentina: mientras el campo consume insumos que compra al resto del mundo pagándolos en dólares y sus exportaciones se encargan de cubrirlos con creces haciendo ingresar grandes cantidades de divisas a la eonomía, el sector industrial, también consumiendo insumos importados en gran cantidad, apenas puede pagarlos al no lograr su producción abastecer al sector externo con bienes competitivos en volumen y precio, no pudiendo contrarrestar en términos relativos lo que costó producirlos. Este hecho es denominado crisis en la balanza de pagos, algo con lo cual ha convivido Argentina desde épocas remotas.

Dicho suceso provoca un gran aumento de precios de los bienes importados utilizados en la producción agropecuaria e industrial, que se traduce literalmente en aumento de costos de producción y consiguientemente en aumento de precios al consumidor. La inflación subsiguiente es repentina, brusca y origina incertidumbre en el público. Mayor aumento de precios, menor demanda de productos, con lo cual un retraimiento de la demanda produce un freno a la actividad económica. Los productores, al esperar que la demanda baje, no producen como antes, por lo tanto consumen menos bienes de capital. La menor producción consiguiente hace bajar el nivel de importaciones de insumos, con lo cual el precio de estos bienes tiende a estabilizarse, luego de la suba que habíamos descrito anteriormente. Al nivel de precios de bienes importados estable se le suma el aumento de precios de los bienes destinados a consumo interno, que fue lo que originó toda esta problemática. Esta suma de variables origina una perdida de competitividad de nuestros bienes, tanto agropecuarios como industriales, al disminuir el tipo de cambio real. Según la formula:

Siendo e el tipo de cambio nominal (establecido por el Banco Central, actualmente en aproximadamente 3 a 1), e* el tipo de cambio real, Pm el nivel de precios de bienes importados y Px el índice de precios de los exportados (incluidos los precios de bienes para el mercado interno). Un aumento de Pm y Px provoca que ese cociente se mantenga relativamente constante si ambos aumentan aproximadamente en la misma proporción. Si a esto se le suma que el tipo de cambio nominal se encuentra previamente establecido tenemos que el tipo de cambio real va a ser muy similar en valor al nominal. Este tipo de cambio alto es lo que favorece a la industria y al agro, ya que produce mayor competitividad de nuestros bienes en el sector externo. Ahora bien, si Pm deja de aumentar a consecuencia de un menor consumo de insumos importados porque no se esta produciendo como antes (ya que no hay tanta demanda al haber aumentado los bienes de consumo porque aumentaron sus costos de producción) tenemos un problema: Pm se estabiliza, Px sigue aumentando, e se mantiene constante y consecuentemente e* tiende a la baja. Al aumento de Px se lo denomina inflación cambiaria, ya que se origina en la mecánica interna del tipo de cambio. La relación entre Pm y Px será más chica en valor, lo que produce un menor tipo de cambio real, manteniéndose sin modificaciones el tipo de cambio nominal. Esto se traduce en una perdida de competitividad de nuestras mercancías agropecuarias (verdaderas generadoras de dólares en Argentina) teniendo como consecuencia una menor entrada de divisas, efecto totalmente indeseado. Que suceda esto en un modelo “productivo” que basa su crecimiento en mayor recaudación fiscal, grandes niveles de reservas en el Banco Central y aumento del gasto público es suicida.

Cabe aclarar que el tipo de inflación que enseña la teoría económica es en general inflación de demanda, es decir inflación que se debe a un aumento del consumo y que provoca un aumento de la actividad económica. Este tipo de inflación (propia de países industrializados) no es dañina, al contrario, genera mas empleo (al aumentar la producción) y produce aumento de salarios, contrarrestando el aumento de precios existente. Consecuentemente en estas economías la inflación no tiene un efecto tan negativo en términos reales. Igualmente cuando ocurre un incremento de precios generalizado, los bancos centrales de las economías industrializadas (por ejemplo EEUU y Brasil) tienden a subir su tasa de interés de referencia para hacer más costosa la disponibilidad de capital apreciando su moneda. Esta medida genera un racionamiento del crédito que no favorece al desarrollo industrial de pequeñas y medianas empresas (que son las que buscan financiamiento interno) no afectando en demasía a las grandes, ya que ellas obtienen líneas crediticias en el exterior a tasas preferenciales.

Todo el proceso descrito anteriormente (perdida de competitividad vía inflación de costos) se desarrolla habiendo otro mecanismo de ajuste que funciona de manera paralela. Esa problemática análoga configura lo que sucede dentro del mercado de trabajo. Volvamos a suponer el caso de no existencia de retenciones o que éstas fueran bajas. Históricamente el sector agropecuario no es un gran empleador de la fuerza de trabajo, aproximadamente en nuestro país utiliza sólo el 5% de la mano de obra total. Si aumentara la producción de commodities agropecuarias no necesariamente aumentaría la cantidad de trabajadores en los campos, sino, entre otras cosas, la cantidad de capital empleado a través de la mayor cantidad de maquinaria agrícola utilizada. Ese aumento de la producción, si bien produce mayor cantidad de bienes, no genera mayor cantidad de empleo. Al ser el campo el generador de divisas, esos dólares no se transfieren hacia el sector de consumo (trabajadores). La producción de bienes agropecuarios se desarrolla en detrimento de la de bienes industriales, ya que en nuestro país es mucho más rentable producir soja, trigo, girasol, etc. que producir manufacturas.

La no utilización de mano de obra provoca un estancamiento del salario nominal mientras los precios siguen en aumento. Este aceleramiento inflacionario provoca un gran deterioro en el poder adquisitivo al decaer el salario real.1 Cuando esto ocurre se genera más inflación, y comienza una corrida contra el peso, manteniendo el dólar su posición como activo de reserva. Aumentando la demanda de la moneda extranjera, el Banco Central tiene que salir a intervenir vendiendo divisas y comprando pesos para detener el espiral inflacionario. Esto produce un apreciamiento de la moneda nacional y un tipo de cambio real mas bajo que el que se venia sosteniendo. Otra vez el mismo problema: perdida de competitividad de nuestros productos en el mundo al encarecerse su precio.

1 -Recordar la siguiente function: w = W/P - Siendo W salario nominal (salario en mano del trabajador), P nivel de precios y w salario real (poder

adquisitivo).

Como dijimos, los dos efectos que describimos suceden paralelamente, uno no es excluyente del otro ni mucho menos. Además vemos que el país que posee recursos naturales en teoría muy provechosos (en el caso argentino actualmente la soja) termina sumergido en una crisis por no prestarle atención a su industria manufacturera, en beneficio del desarrollo de esos recursos.2

2 Este proceso de ajuste se denomina "enfermedad holandesa" en la literatura económica actual.

Soluciones propuestas

Nos parece que existen tres tipos de soluciones para que no ocurra lo anterior:

  1. implementación de subsidios al campo para que no dependa tanto de insumos

    importados, logrando que bajen sus costos y no trasladando el aumento a los

    precios finales.

  2. implementación de subsidios a la industria para que no consuma tantas divisas

    en concepto de equipos, maquinarias y bienes de capital desde el exterior.

  3. tipos de cambio segmentados para cada sector.

Se pueden implementar uno, dos o los tres puntos anteriores para tratar de solucionar el problema. Creemos que lo mejor seria aplicar las tres soluciones conjuntamente, lo que significaría una verdadera política agropecuaria e industrial. Lamentablemente el actual gobierno solo aplica el tercer punto (mediante las retenciones), y no de la mejor manera. Anteriormente tratamos de mostrar como la no aplicación de retenciones (o el bajo valor de las mismas) traería consecuencias indeseadas para todos los sectores institucionales de la economía vernácula. Es esencial plantear un esquema de retenciones adecuado para el modelo económico reinante, un esquema que grave las exportaciones del campo con un impuesto mayor que las exportaciones de manufacturas industriales. El problema que se encuentra al intentar realizar esto es que la barrera que en los años ’60 estaba tan diferenciada entre sector agropecuario e industrial creemos que hoy es mucho mas difusa. Nos parece que ya no se puede hablar de campo de manera absolutamente antagónica en relación a industria y viceversa. Hoy el campo esta muy industrializado, y la industria (mas que nada las Pymes) están muy rudimentarizadas. Para decirlo de algún modo hay campo en la industria e industria en el campo, rotulando al campo como un sector mucho mas rustico y menos desarrollado tecnológicamente que la industria, como ocurría en los años del desarrollismo argentino. Vemos que en la actualidad esto no es así para nada, el sector agropecuario se encuentra en una etapa de gran desarrollo tecnológico mientras que la pequeña y mediana industria posee un avance mucho más modesto. Creemos firmemente en la necesidad de las retenciones, pero no de manera indiscriminada, a todos por igual. Hay sectores que generan muchas mas divisas que otros, y eso es independiente de su origen, sea agrario o industrial. Hay diversas variedades de industrias capital intensivas que manejan grandes inversiones e inyectan a nuestra economía enormes cantidades de dólares. Esas empresas pueden ser grandes pooles de siembra, fideicomisos agropecuarios y financieros, multinacionales de todos los rubros industriales (empresas privatizadas, compañías explotadoras de recursos minerales, etc.), mientras otras (en el caso que exporten) no generan demasiada cantidad de dólares como las primeras, y pueden estar compuestas por pequeños y medianos productores agropecuarios, pymes, empresas recuperadas, cooperativas, etc. Vemos que la diferenciación no es tan clara: tanto en uno como en otro grupo coexisten empresas de diverso origen que se dedican a actividades muy distintas. En el primer grupo se pueden apreciar grandes empresas que se dedican tanto al sector agropecuario como industrial. En el segundo grupo también vemos empresas que se manejan en un sector u otro, pero que en volumen de flujos de divisas generadas son infinitamente menores. Esa es la principal distinción que debemos realizar: tipo de cambio alto para las empresas chicas (sean agropecuarias o industriales) y bajo para las grandes (sean agropecuarias o industriales), o dicho de otro modo, retenciones altas para las empresas que generan muchos dólares y bajas para las que generan pocos. Y esta diferenciación es totalmente independiente del tipo de empresa de la cual se trate (agropecuaria o industrial). Eso, creemos, es lo mas importante. Si se establece un tipo de cambio alto para las empresas chicas y uno bajo para las grandes, se estará logrando incentivar mayor producción de las chicas que podrán absorber casi por completo la competitividad del tipo de cambio y se desincentivará la producción de las grandes, que tendrán que tributar una retención mas elevada y no podrán captar todos los beneficios del tipo de cambio alto. Al ser éstas industrias capital intensivas, que exista una baja relativa en su producción no repercute en el mercado de trabajo, en cambio una mayor producción de las chicas si lo hace, aumentando el empleo de la fuerza laboral. Lo que aconsejamos es que en vez de plantear una disyuntiva campo-industria, donde los primeros paguen mas y los segundos menos, plantear directamente una polaridad grandes-chicos y medianos, donde los primeros, industrias tanto del campo como de la ciudad, paguen mas que los segundos, también industrias del campo y de la ciudad que pagarán menos por negociar menores volúmenes de dólares.

Conclusión

La opinión publica tiene razón cuando suele decir: “cada 9 o 10 años en Argentina hay una crisis, pasó con el ‘déme dos’, la ‘tablita’ y la bicicleta financiera en el ’79 y ‘80, con la hiperinflación en el ’89, con el corralito en 2001, y ahora va a volver suceder en unos años mas, digamos 2010…”. Evidentemente motivos para pensar de esta manera no le faltan, al contrario, sobran. Creemos que la cuestión es saber porqué ocurre esto, porqué nuestro país constantemente entra en crisis cada vez mas profundas (recordar lo que ocurrió en 2001, para muchos la crisis más grande de la economía argentina en la historia), cuál es la razón de esos estancamientos. En Argentina lo que fallaron en general fueron los diagnósticos: no hubo a grandes rasgos por parte de las autoridades económicas de turno buenas aproximaciones de lo que ocurría realmente. Hubo excepciones, claro esta, pero los planes para corregir los modelos impuestos fracasaron por diversas cuestiones que no analizaremos aquí sino en otra oportunidad. Por lo tanto creemos que la cuestión primordial es hacer un buen diagnostico, algo que nos diga qué pasa con la economía argentina, porqué siempre lo mismo.

De todos los modelos que trataron de explicar nuestra economía, nos parece el más adecuado el que acabamos de describir, que se basa fundamentalmente en los grandes teóricos industrialistas argentinos (Diamand principalmente) y que por supuesto tiene sus limitaciones, pero que trata de describir (y nos parece que lo hace muy correctamente) al proceso por el cual nuestro sistema económico es como es, tan inestable.

El gobierno actual ha tenido medidas de política económica correctas y otras incorrectas. Creemos que el aumento de las retenciones, de la forma como se planteó y que tratamos de esbozar aquí, no es una medida correcta, si bien el diagnostico realizado fue relativamente acertado. Y lamentablemente, en nuestra economía un acierto parcial termina siendo un desacierto.

El futuro de la economía argentina es incierto de no aplicarse soluciones similares a las ya descritas. En mayor parte depende de la política monetaria que desee realizar el Banco Central en el mediano plazo. Puede salir a vender dólares para evitar una corrida contra el peso, revaluando la moneda nacional y perjudicando a los exportadores, política poco probable viendo que la dirección del gobierno es precisamente basar su crecimiento en un saldo en balanza comercial favorable con el resto del mundo. La otra opción que resta, tal vez la más probable, es que deje flotar libremente al dólar hasta una nueva banda cambiaria, digamos entre $3,30-$3,403, para beneficiar al complejo exportador, una opción con costos elevados para las autoridades de turno para con la sociedad pero que dará oxigeno a la compleja situación reinante. Esta medida generará inflación pero podrá permitir que las empresas exportadoras acentúen su crecimiento arrastrando al sistema económico en esa vía. Ambas opciones serán de corto plazo, pero

en nuestra economía nos hemos acostumbrado a medidas de este tipo.

3- Limites arbitrarios, la proporción del aumento del precio del dólar dependerá de las condiciones económicas y financieras existentes al momento de la flotación propuesta por el Banco Central.

Igualmente lo importante es destacar que el precio del dólar aumentará de elegirse esta alternativa.

Eficiencia y Evasión

Desde el punto de vista económico, la evasión fiscal genera efectos negativos en términos de equidad horizontal y eficiencia asignativa.



La equidad horizontal se ve afectada ya que los que evaden impuestos se auto discriminan positivamente respecto de los que tributan, cuando ambos están en igualdad de circunstancias y obligaciones respecto a la tributación.

La eficiencia paretiana también se ve afectada pues los que no pagan los impuestos que les corresponden enfrentan una menor restricción presupuestaria que la que tendrían si lo hiciesen, por lo tanto, expanden su nivel de actividad a niveles subóptimos respecto del óptimo social. Por otra parte en el caso concreto de un impuesto general a los consumos tipo IVA, el hecho que unos cumplan y otros evadan implica que el impuesto termina convirtiéndose en un tributo selectivo con la consecuente carga excedente (Macón, 2002), excepto que se trate de bienes o servicios con demanda perfectamente inelástica.

Según O’Connor (2006), el grado de desarrollo de los países esta inversamente correlacionado con la evasión en el IVA, y con la evasión fiscal en general, por eso en todos los países subdesarrollados la economía informal y la evasión fiscal son mayores.



Algunos factores determinantes de la evasión fiscal según distintas teorías y modelos de análisis económico y no económico son:

a) La magnitud de las alícuotas impositivas, en cuanto a que a mayores tipos impositivos mayor evasión fiscal.

b) El riesgo a ser fiscalizado, en el sentido que a mayor probabilidad de fiscalización menor propensión a evadir.



c) La magnitud de las sanciones (multas y penas privativas de la libertad), disminuyendo la propensión a evadir ante aumentos de las penas.

d) La equidad del sistema tributario, en cuanto que a mayor equidad menor propensión al fraude.

e) La actitud social hacia quienes no pagan, disminuyendo la propensión a la evasión fiscal ante una mayor reprobación social.

f) La relación de intercambio entre las prestaciones públicas y las obligaciones tributarias, en particular en casos de comparación con otros contribuyentes, decreciendo la propensión al fraude ante un aumento de los beneficios individuales que se perciben de las prestaciones públicas.

g) La falta de valoración positiva de los bienes sociales financiados por los tributos.

h) La moral media de la sociedad.

Merece una breve y específica mención la creciente necesidad de intensificar las acciones gubernamentales en el camino de una mayor educación tributaria que cree conciencia de los efectos negativos que produce la evasión fiscal, lo que podría inducir algún cambio al menos en términos de los puntos e), g) e h) de los factores antes citados.

El problema de la evasión fiscal surge cuando un sector tiene una mayor capacidad de evasión que otros (a pesar de existir tasa impositivas homogéneas), provocando distorsiones en las decisiones de consumo, ya que los impuestos se cobran únicamente sobre el sector formal. De esta manera se ven afectadas la carga fiscal y la equidad del sistema tributario.

Con respecto a los resultados anteriormente obtenido en la construcción del índice de eficiencia en la recaudación del IVA, estos se pueden comparar con los datos sobre la evolución de la evasión fiscal en Argentina. En la siguiente tabla se pueden ver los datos estimados por la AFIP de evasión en el IVA (Estimación del incumplimiento en el IVA, Salim (2005)) y los resultados obtenidos por el índice de eficiencia:

Años

índice de eficiencia IVA

% de evasión en IVA

2000

100,0

27,90

2001

84,6

29,60

2002

84,1

34,80

2003

96,3

32,30

2004

104,9

24,80

2005

105,5

23,30

2006

108,3

21,2*

2007

113,1

20,1*

* Estimación propia

Fuente: Elaboración propia en base AFIP (estimación del incumplimiento en el IVA, Salim (2005)), INDEC.

Claramente se puede ver que a medida que aumenta (disminuye) el porcentaje de evasión en el IVA, disminuye (aumenta) el índice de eficiencia en la recaudación del IVA ajustado por el ciclo económico. En el siguiente grafico se puede ver que existe cierta coherencia entre ambos indicadores.

Otra forma de analizar la evasión fiscal es relacionar la presión fiscal y las alícuotas impositivas. La presión fiscal de Argentina (medida como porcentaje de la recaudación sobre el PBI) se encuentra dentro de los valores internacionales para nuestro nivel de desarrollo, pero las alícuotas impositivas son relativamente altas si se las compara con países de igual grado de desarrollo, e incluso en algunos casos, se asemeja a las tasas que aplican los países mas avanzados. De aquí se desprende que existe un alto grado de evasión fiscal, ya que con las mismas alícuotas que en otros países, se obtiene una recaudación mucho menor.

Introducción: Impuestos, eficiencia, equidad

Todos los impuestos en mayor o menor medida afectan los incentivos, y pueden alterar el comportamiento de los consumidores, productores o trabajadores, de tal forma que se reduce la eficiencia económica. Un sistema tributario ideal debería minimizar en la medida de lo posible los efectos negativos sobre la eficiencia económica.



Los costes de eficiencia de la aplicación de los impuestos fueron definidos por Adam Smith en su obra clásica La riqueza de las Naciones (1776), donde establecía que uno de los objetivos deseables de cualquier sistema impositivo era el hecho de que «no fuese costosa la recaudación de los impuestos y, que además, no desincentivara la actividad económica» objetivos largamente perseguidos pero que, como demuestra la historia, no siempre han sido alcanzados.

Por no desincentivar la actividad, se entiende que los impuestos no deben distorsionar las decisiones económicas de los individuos sujetos a gravamen.  En la teoría de la Hacienda Publica la ineficiencia de la imposición se puede analizar a través del llamado “exceso de gravamen”, como cuantificación de la perdida de utilidad que genera un impuesto distorsionante. El exceso de gravamen surge porque la pérdida de bienestar total que genera el impuesto en el individuo con la modificación en su comportamiento, es superior a la mera pérdida de bienestar producida por la disminución de la renta disponible que conlleva el pago del impuesto. El valor del exceso de gravamen que se genera por el efecto sustitución es mayor cuanto mayor sea el tipo impositivo y la elasticidad (Musgrave, 1986). Por ello, la relación de intercambio entre eficiencia y equidad no resulta tan sencilla para los gobiernos a la hora de diseñar su política fiscal.

El objetivo de equidad se puede intentar conseguir tanto a través de la política de ingresos como de gastos públicos, o mediante una combinación de ambas, ya que   intentar conseguir la equidad exclusivamente por medio de los ingresos públicos, con tipos elevados, puede generar elevados costes de eficiencia económica al incrementarse el exceso de gravamen. Así aquellos gobiernos que estén dispuestos a sacrificar eficiencia a favor de una mejor distribución de la renta optarán, sin duda, por sistemas impositivos mas progresivos, mientras que aquéllos que prefieran una mayor eficiencia o neutralidad lo harán por tipos más reducidos, dando un mayor protagonismo al gasto público. En definitiva, la equidad es un concepto de muy difícil valoración, pues la misma se puede referir a un momento determinado o a un período temporal más dilatado, pues determinados gastos-inversiones, como la sanidad y la educación requieren un período de tiempo para que puedan valorarse sus efectos.



El objetivo de las políticas de redistribución es lograr una mayor equidad entre los ciudadanos. En general, se suele equiparar la noción de equidad como sinónimo de justicia, y se asimilan ambas al concepto de igualdad. De esta forma la equidad puede ser evaluada atendiendo a la existencia o no de igualdad en condiciones de oportunidad y logros de ingreso.

Por lo tanto, al crear un sistema impositivo, equitativo desde una perspectiva de justicia, se debe cuidar que se cumplan dos principios:

  • El Principio de Beneficio
  • El Principio de Capacidad de Pago

El primero sigue un principio de mercado: los individuos que reciben el beneficio de un bien o servicio deben pagar el impuesto necesario para la provisión de ese bien o servicio. El segundo, por otro lado, hace referencia al tema de equidad, ya que sostiene que los individuos que tienen mayor capacidad de soportar la carga impositiva deben pagar más impuestos. Sobre éste último principio se basan los impuestos progresivos.



Diseño de un Sistema Impositivo Óptimo

No existe un sistema impositivo optimo único, sino que depende de las particularidades de cada país, tales como el nivel de desarrollo económico, el funcionamiento de las instituciones, el grado de apertura económica, federalismo fiscal, etc. Es deseable para un sistema óptimo, que cumpla con el principio de equidad y minimice las distorsiones en la economía, es decir, las perdidas de eficiencia en la economía. Otras elemento deseable es que sea simple y fácil de controlar para el fisco, y simple y fácil de cumplir para el contribuyente. A su vez, debería ser estable en el tiempo, a fin de que tanto productores, consumidores, e inversores, puedan planificar con cierta certeza sus decisiones económicas intertemporales. El grado de complejidad del sistema tributario y su inestabilidad, incrementan los costos de cumplimiento. Estos representan los costos directos e indirectos que las personas o empresas erogan para cumplir con el fisco, no solo en las tareas relacionadas con la liquidación del impuesto, sino también con las retenciones y percepciones, y los regimenes de información hacia el fisco. No incluye el monto tributado en si, sino el tiempo destinado a llenar formularios, estudiar las normas vigentes y sus cambios, llevar la contabilidad impositiva, facturas, y pagos a abogados, contadores, asesores financieros, etc.



Desde el punto de vista de la equidad, uno podría preguntarse si el gobierno no debería compensar a los contribuyentes por estos costos de cumplimiento, ya que si estos costos recaen sobre el contribuyente y no se hace cargo el gobierno, no se estaría maximizando el bienestar social. Por otro lado, estos costos de cumplimiento suelen recaer en forma heterogénea entre los contribuyentes por la existencia de economías de escala. De esta forma se ven favorecidas las grandes empresas, y al incorporar estos costos el sistema impositivo se vuelve regresivo.

Desde el punto de vista de la eficiencia, el argumento a favor de que los contribuyentes sean quienes paguen estos costos es que en el caso que se quiera restituir los gastos que eroguen los contribuyentes como costos de cumplimiento, existe problemas de información asimétrica y monitoreo, que generan una perdida de eficiencia en el sistema tributario, donde el costo de controlar que no se adultere la información ni se incurra en gastos innecesarios puede llegar a ser mayor que el costo de cumplimiento de los contribuyentes.

Otra pregunta que surge al momento de diseñar un sistema impositivo óptimo es si es preferible un impuesto único o un sistema tributario. Entre los argumentos a favor del impuesto único esta la simplicidad del sistema y la reducción de los costos de cumplimiento. Un ejemplo seria un impuesto único al trabajo o poll tax donde cada individuo deba pagar un importe fijo. Esto generaría un incentivo para la producción y el trabajo, pues pagara lo mismo el que se esfuerza y obtiene altos rendimientos, que aquel que no. Este tipo de impuestos seria más eficiente que el sistema de impuestos actual (IVA, impuesto al patrimonio, impuesto a la renta, etc.) donde estos últimos producen dos efectos:



  • Un efecto sustitución: ya que modifican los precios relativos de los bienes.
  • Un efecto ingreso: porque el ingreso de las personas se modifica luego del gravamen.

En cambio en el impuesto único no genera el efecto sustitución. Igualmente, hoy en día con el elevado gasto público de la mayoría de los países, es casi imposible aplicar este impuesto único, ya que la tasa fija seria demasiado elevada como para poder recaudar suficiente para solventar el gasto publico. Por otro lado, al ser esta tasa tan elevada, induciría a la evasión. Desde el punto de vista de la equidad, este tipo de impuesto único no contribuye a una mejor distribución del ingreso.

En cuanto a la progresividad o regresividad del sistema tributario, es deseable que el sistema sea progresivo, donde la presión fiscal para las personas de ingresos bajos sea baja. La disyuntiva de cuan progresivo debe ser el sistema, no es muy fácil de resolver. A medida que el sistema sea más progresivo, será altamente distorsivo, creando una elevada carga excedente.

Desde el punto de vista paretiano, al diseñar el sistema tributario optimo se debe tener en cuenta que nadie puede estar mejor, sin que otra persona este peor. Para elegir que estructura tributaria elegir es necesario utilizar la función social de bienestar. Un sistema progresivo conducirá a que los pobres estén mejor que los sectores de altos ingresos. Aquí también la disyuntiva de cuan progesivo debe ser el sistema depende del juicio de valor, el cual, difiere entre las personas.



Desde el punto de vista utilitarista, la función de bienestar social elige aquella que maximiza la suma de las utilidades individuales, lo cual se produce cuando la pérdida marginal de utilidad por peso recaudado es igual para todos los individuos. Para el utilitarismo el mejor impuesto debería ser progresivo, estableciéndose de manera tal que la perdida de la utilidad marginal por recaudar un peso debería ser igual para todos los individuos. Por ejemplo, si la utilidad marginal del individuo 1 es mayor a la del individuo 2, entonces el individuo 1 deberá pagar más impuestos hasta que la pérdida de la utilidad de ambos sea igual. El problema con este enfoque es que la igualación de la perdida de utilidad se puede producir en un punto donde las tasas de impuestos sean tan altas que desaliente el trabajo y la inversión, generando un elevado nivel de carga excedente y gran perdida en la recaudación.

Siguiendo a John Rawls (1971), se debe elegir la estructura tributaria que maximiza la utilidad de los sectores mas pobres, La sociedad solo debería perseguir el objetivo de maximizar la utilidad de los sectores de menores recursos y la política tributaria debe dirigirse a maximizar el bienestar de estos sectores. Sin embargo esta postura puede no generar una disminución de la desigualdad. Por ejemplo, si una medida genera que el sector de menores ingresos este un 3% mejor, pero al mismo tiempo, el sector de mayores ingresos este un 5% mejor, cumplirá con el criterio de Rawls, pese a que en términos relativos la situación del sector de menores ingresos no cambie, si habrá cambiado en términos absolutos.

El Rol del Estado y el Dilema entre Eficiencia y Equidad

Autor: Mariano A. Ricciardi

marianoricciardi@ciudad.com.ar


Todos los impuestos en mayor o menor medida afectan los incentivos, y pueden alterar el comportamiento de los consumidores, productores o trabajadores, de tal forma que se reduce la eficiencia económica. Un sistema tributario ideal debería minimizar en la medida de lo posible los efectos negativos sobre la eficiencia económica.

Los costes de eficiencia de la aplicación de los impuestos fueron definidos por Adam Smith en su obra clásica La riqueza de las Naciones (1776), donde establecía que uno de los objetivos deseables de cualquier sistema impositivo era el hecho de que «no fuese costosa la recaudación de los impuestos y, que además, no desincentivara la actividad económica», objetivos largamente perseguidos pero que, como demuestra la historia, no siempre han sido alcanzados.

Por no desincentivar la actividad, se entiende que los impuestos no deben distorsionar las decisiones económicas de los individuos sujetos a gravamen. En la teoría de la Hacienda Publica la ineficiencia de la imposición se puede analizar a través del llamado “exceso de gravamen”, como cuantificación de la perdida de utilidad que genera un impuesto distorsionante. El exceso de gravamen surge porque la pérdida de bienestar total que genera el impuesto en el individuo con la modificación en su comportamiento, es superior a la mera pérdida de bienestar producida por la disminución de la renta disponible que conlleva el pago del impuesto. El valor del exceso de gravamen que se genera por el efecto sustitución es mayor cuanto mayor sea el tipo impositivo y la elasticidad. Por ello, la relación de intercambio entre eficiencia y equidad no resulta tan sencilla para los gobiernos a la hora de diseñar su política fiscal.


El objetivo de equidad se puede intentar conseguir tanto a través de la política de ingresos como de gastos públicos, o mediante una combinación de ambas, ya que intentar conseguir la equidad exclusivamente por medio de los ingresos públicos, con tipos elevados, puede generar elevados costes de eficiencia económica al incrementarse el exceso de gravamen. Así, aquellos gobiernos que estén dispuestos a sacrificar eficiencia a favor de una mejor distribución de la renta optarán, sin duda, por sistemas impositivos mas progresivos, mientras que aquéllos que prefieran una mayor eficiencia o neutralidad lo harán por tipos más reducidos, dando un mayor protagonismo al gasto público. En definitiva, la equidad es un concepto de muy difícil valoración, pues la misma se puede referir a un momento determinado o a un período temporal más dilatado, pues determinados gastos-inversiones, como la sanidad y la educación requieren un período de tiempo para que puedan valorarse sus efectos.

El objetivo de las políticas de redistribución es lograr una mayor equidad entre los ciudadanos. En general, se suele equiparar la noción de equidad como sinónimo de justicia, y se asimilan ambas al concepto de igualdad. De esta forma la equidad puede ser evaluada atendiendo a la existencia o no de igualdad en condiciones de oportunidad y logros de ingreso.

Por lo tanto, al crear un sistema impositivo, equitativo desde una perspectiva de justicia, se debe cuidar que se cumplan dos principios:


  • El Principio de Beneficio
  • El Principio de Capacidad de Pago

El primero sigue un principio de mercado: los individuos que reciben el beneficio de un bien o servicio deben pagar el impuesto necesario para la provisión de ese bien o servicio. El segundo, por otro lado, hace referencia al tema de equidad, ya que sostiene que los individuos que tienen mayor capacidad de soportar la carga impositiva deben pagar más impuestos. Sobre éste último principio se basan los impuestos progresivos.

Crowding out

Este trabajo tratara de demostrar la veracidad de la hipótesis que afirma que antes de la crisis del tequila la expansión del gasto publico total no produjo un efecto crowding out, pero post tequila la expansión del gasto publico produjo un efecto desplazamiento del sector privado al publico.


Herrera Baigorria José David



Señoriaje y Financiacion del Gobierno

El funcionamiento del estado requiere de bienes y servicios, este gasto público está justificado de distintas maneras, pero el punto clave aquí no si estos gastos están correctamente fundados o no, sino la manera de cómo el estado se hace de esos recursos para afrontar esas erogaciones.


Como se menciona en la introducción, el gobierno, a grandes rasgos tiene dos maneras de financiar su gasto, la primera forma es de manera coactiva mediante el cobro de tributos, es quizás la manera más "sana" de financiamiento ya que no requiere ni de impresión monetaria ni la acumulación de deuda con el público lo que implica el pago de intereses.

La segunda manera es mediante el endeudamiento (o sea la venta de títulos públicos), éste, como se había anticipado, se distingue entre el agente con el cual el estado se endeuda, pudiendo ser el sector privado de la economía (particulares, bancos AFJP, etc.) ó el Banco Central.

La distinción anterior no es caprichosa, los efectos del endeudamiento con respecto a uno u otro acreedor no son los mismos. Se podrían nombrar dos de las diferencias más importantes: 1) si el gobierno se financia vendiendo sus títulos al Banco Central, este último, en contraprestación, creará dinero aumentando así la base monetaria, mientras que si se endeudara con el público es obvio que esto no pasaría ya que la creación de dinero es una potestad sólo del Banco Central. Esta posibilidad con la que cuenta el estado, es clave para determinar la tasa de inflación teniendo en cuenta la estrecha relación entre el crecimiento monetario y el crecimiento del nivel de precios; este hecho es una de las principales razones que fundamentan la necesidad de tener bancos centrales independientes que no estén al servicio de los gobiernos de turno. 2) la segunda diferencia a remarcar, es que la deuda que se acumula con el sector privado de la economía, es deuda que genera intereses, cosa que no sucede si la deuda se acumula con el Banco Central.


Entonces, el señoriaje podría ser entendido como una especie de arma de doble filo, ya que la obtención recursos vía creación monetaria nos induciría a esperar índices de inflación más altos, pero por otro lado, utilizarlo sería una salida rápida de alguna dificultad fiscal sin generar deuda con intereses. Un ejemplo típico serían las guerras, cuando las necesidades sociales urgen y la capacidad del sistema impositivo se ve disminuida, una alternativa rápida a este bache podría ser la creación monetaria.

Para darle un marco teórico al análisis se seguirá el modelo propuesto por Walsh (vease Monetary Theory and Policy - 1998), partiendo de la restricción presupuestaria de gobierno:

Gt + it-1 Bt-1 = Tt + (Bt - B t-1) + RCBt


Esta ecuación vincula el gasto total (gasto publico mas intereses sobre deuda acumulada) con las dos maneras de financiamientos antes mencionadas, recaudación tributaria e incremento de deuda. Luego, se presenta la restricción del banco central como sigue:

(Bt - Bt-1) + RCBt= it-1 Bt-1 + (Ht - Ht-1)

La ecuación anterior es fácil de entender ya que vincula cambios en las tenencias de bonos por parte del Banco Central con cambio en la base monetaria. Combinando las dos restricciones anteriores se puede encontrar "la restricción consolidada del gobierno" obteniendo:

Gt + it-1 Bt-1 = Tt + (Bt - Bt-1) + ( Ht - Ht-1)

En la cual queda claro que el gasto total debe financiarse de tres formas alternativas: impuestos, creación de base y acumulación de deuda en manos del sector privado. Cabe aclarar que las variables usadas hasta el momento están expresadas en forma nominal. Dividiendo la ecuación de la restricción presupuestaria consolidada por el PBI nominal y operando convenientemente se obtiene:

gt + r*t bt-1 = tt + (bt - bt-1) + (Ht - Ht-1) / Pt Nt yt

El motivo de realizar esta última operación tiene como objetivo redefinir las variables, pasar de variables monetarias a variables reales, per cápita y como proporción del ingreso real y per cápita. El tercer término del lado derecho es el importante para nuestros fines, este representa el señoriaje y será la ecuación que se utilizará para calcularlo.

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