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Ciclos Económicos

"Aproximación al estudio de los Ciclos Económicos"

Autor: Lic. Pablo DÍAZ ALMADA - Abril de 2009


Concepto de Ciclo Económico

La definición clásica de ciclo se debe a Burns y Mitchell (1946): “Los ciclos económicos son una forma de fluctuación que se encuentra en la actividad agregada de las naciones que organizan su trabajo principalmente en empresas: un ciclo consiste en expansiones que ocurren al mismo tiempo en múltiples actividades económicas, seguidas de recesiones de igual modo generales, contracciones y recuperaciones que se funden con la fase expansiva del ciclo siguiente.”

Vale decir que los ciclos representan fluctuaciones en la economía y su característica es que variables clave como el producto agregado, los productos sectoriales, las utilidades de las empresas, los agregados monetarios, la velocidad del dinero, las tasas de interés de corto plazo y el nivel de precios tienden a comportarse conjuntamente de un modo sistemático.


Llamamos, entonces, ciclo económico a los ascensos y descensos de la actividad económica; esto se aprecia o se observa, por ejemplo, en el producto interno bruto (PIB).

El momento de la expansión máxima de la producción durante un ciclo se denomina cima, cresta o peak, con el cual se inicia un período de recesión (que si es muy profunda se denomina depresión), el punto más bajo se conoce como valle o sima, luego del cual se desarrolla la etapa de auge, expansión o crecimiento. Un ciclo económico completo se extiende desde un valle al siguiente pasando a través de una cima. La trayectoria de la variable económica (PIB) posee una tendencia que es el resultado de los factores que determinan el crecimiento de largo plazo de la economía, se supone que las variables que determinan el ciclo poseen escaso efecto sobre esta tendencia, así el ciclo representa las desviaciones transitorias alrededor de una tendencia dada. En la figura se representa gráficamente el patrón del ciclo económico, identificando la cima, el valle y la tendencia subyacente del producto.



Fases del Ciclo Económico

Si bien las fluctuaciones económicas difieren de un país al otro, tanto en su regularidad como en su magnitud y en sus causas; por ejemplo los países pequeños, fuertemente expuestos al comercio internacional, muestran características distintas con respecto a los países de gran tamaño, menos dependientes del intercambio, o también, los países que dependen de la exportación de materias primas están sujetos a diferentes tipos de shocks que los que exportan manufacturas. Y, además, el ciclo económico no siempre se produce de una forma tan clara y regular incluso en un determinado país. Es posible identificar y anticipar sus fases.

Usualmente, en la literatura se citan cuatro fases de un ciclo económico:

Auge: la producción y el ingreso aumentan. Disminuye el nivel de desempleo y aumentan los salarios y beneficios. Aumenta la inversión. También aumenta la confianza del consumidor y el optimismo en general.

Recesión: El aumento en el uso de los recursos (trabajo, capital, recursos naturales, commodities, etc.) que se produce durante el auge, generalmente produce un aumento en los niveles de precios. Asimismo, suelen producirse burbujas especulativas en mercados de capitales o inmobiliarios. Puede llegar un momento en que las tasas de crecimiento del producto disminuya, por ejemplo debido a la saturación de la demanda para los precios que aumentaron, lo que ocasiona un cambio en las expectativas generalmente traen aparejados una disminución en las tasas de crecimiento e inversión.

Depresión: luego de un período de estancamiento, puede suceder que se pase a una caída en los niveles de producción, inversión e ingreso. Durante una recesión, al disminuir la inversión y la tasa de crecimiento del producto, puede suceder que ciertos sectores se vean muy perjudicados. Esto puede estar acompañado por la caída de la tasa de interés y de los valores de activos financieros. Luego de un período de tiempo, debido a los encadenamientos existentes entre los distintos sectores (vía demanda, liquidez, etc.), los problemas se trasladan a otros sectores, ocasionando una caída general de la demanda y el ingreso, a este período se lo denomina depresión. Durante la depresión las expectativas son claramente negativas, y los valores de activos financieros pueden caer bruscamente.

Recuperación: llega un punto en que la caída de precios, inversión, ingreso se frena. En este momento, varios factores pueden desencadenar un cambio de expectativas: políticas públicas, recuperación del mercado de valores, oportunidades de inversión en sectores cuyos precios cayeron durante la recesión, etc. Durante la recuperación, la inversión comienza a aparecer nuevamente y así la demanda de trabajo y factores, pero la capacidad ociosa existente permite lograr que la producción se recupere sin que aumenten los precios y salarios. Si este proceso de aumento de la inversión y nivel de precios continúa, llega un momento en que los recursos comienzan a ser escasos nuevamente y los precios comienzan a aumentar, por lo que entramos a la fase de auge.

Tipología de los ciclos económicos

En la generación de ciclos económicos, durante el paso del corto al largo plazo se pueden distinguir dos tipos de ciclos económicos generales: los llamados ciclos de stock, cortos o pequeños debidos a Kitchin(1923), con una duración promedio de 3 años, los cuales no necesariamente registran una crisis en el descenso; y los ciclos de inversión, de negocios o medios debidos a Juglar(1889), con una duración media de 7 años, distinguiéndose por la presencia tanto de auges como de crisis cíclicas.

Cuando se analiza el crecimiento de la producción en el largo plazo la demanda agregada, se cree, no interviene y sólo son las fluctuaciones de la oferta agregada las que provocan dicho crecimiento. Pero ésta, al igual que en el corto plazo, no tiende a crecer de manera uniforme sino oscilatoria, formando lo que se conoce como ciclos de onda larga, en este sentido pueden detectarse dos tipos de oscilaciones: los denominados ciclos de la construcción descubiertos por Kuznets (1930) cuya duración es de alrededor de 25 años y por otra parte los ciclos de Kondratieff(1935), de un duración entre 50 y 60 años en los cuales se observa que durante la expansión los ascensos son prolongados y más fuertes, las crisis son suaves y las recesiones cortas; durante la depresión los ascensos son débiles y cortos, las crisis muy fuertes y las recesiones prolongadas hasta alcanzar el grado de depresiones económicas generales.

Las teorías de los ciclos predominantes en la actualidad

La explicación de los ciclos hoy es uno de los principales objetivos de la macroeconomía y su investigación es un área muy controvertida. Hay varias explicaciones diferentes: el paradigma keynesiano en sus múltiples variantes, el paradigma neo-clásico y el monetarista, para citar sólo las escuelas de pensamiento más influyentes en este sentido.

Siguiendo un enfoque de impulso-propagación, es posible observar los ciclos como resultados de perturbaciones aleatorias (impulsos) que impactan en el sistema económico y desencadenan un patrón cíclico. Los ciclos son recurrentes porque llegan nuevos impulsos que perturban el equilibrio de la economía. Cada uno de estos impulsos se propaga en una forma que depende de la estructura subyacente del sistema económico. Los mecanismos que propagan las fluctuaciones cíclicas luego del impulso inicial son materia de discusión.

Los impulsos o shocks que producen fluctuaciones económicas podemos distinguirlos en tres categorías: Los shocks de oferta que impactan directamente del lado de la producción como los avances en el conocimiento tecnológico, los cambios climáticos, los desastres naturales, los descubrimientos de los recursos naturales o las variaciones en los precios internacionales de las materias primas. Los shocks de política que son consecuencia de decisiones tomadas por las autoridades económicas e influyen directamente del lado de la demanda agregada como las variaciones en la política monetaria, la fiscal y la cambiaria bajo un régimen de cambio fijo o de flotación controlada. Los shocks de demanda privada como los movimientos en la inversión o el consumo del sector privado que pueden provocarse por cambios en las expectativas sobre la marcha de la economía.

Paradigma keynesiano

En la visión de Keynes, la inversión privada es la fuente principal de impulsos que desencadenan fluctuaciones económicas; las decisiones de inversión dependen de las expectativas sobre la rentabilidad futura, las cuales tienden a ser inestables. Su hipótesis fue que las fluctuaciones en la inversión, provocada por cambios en los “animals spirits”, conducían a desplazamientos en la demanda agregada y, a través de ella, en el producto agregado. Detrás de este enfoque subyace el supuesto de rigidez del salario nominal, de modo que las fluctuaciones en la demanda agregada se muestran como fluctuaciones en el producto, no simplemente como cambios en el nivel de precios.

El problema es que el conocido multiplicador keynesiano explica el proceso por el cual el producto crece ante una expansión en la inversión, pero este multiplicador es suave y no provoca ciclos. Debe haber entonces un mecanismo de propagación que explique las fluctuaciones cíclicas; aquí aparece el principio del acelerador que es una teoría explicativa de los cambios de la inversión, sostiene que el nivel de ésta depende del ritmo de crecimiento de la producción. Cuando la producción esta creciendo, la inversión neta será positiva, mientras que será nula cuando la producción se mantiene estable a un determinado nivel, aún cuando éste sea elevado. Este principio es un factor desencadenante de la inestabilidad económica, ya que cambios en el nivel de producción se magnifican en cambios mas acusados de la inversión.

Según los nuevos keynesianos, el ciclo económico tiene su origen en la existencia de fallos de mercado concretados en fricciones nominales en la demanda o en rigideces reales en los precios. No obstante reconocen que oscilaciones en la oferta monetaria provocan fluctuaciones y generan ciclos, de forma que el dinero no es neutral.

Paradigma monetarista.

En amplios círculos profesionales se juzga que en Estados Unidos muchas recesiones han sido causadas deliberadamente por la Reserva Federal al practicar una política monetaria contractiva hasta el punto de crear una recesión con el fin de reducir la inflación. Friedman y Schwartz (1963) mostraron que los principales ciclos en el producto estadounidense venían precedidos con frecuencia por cambios importantes en la base monetaria.

Según la escuela de los ciclos monetarios, si existe información asimétrica las oscilaciones de la oferta monetaria ocasionaran fluctuaciones en el output. La base para este resultado es que los agentes económicos son engañados por la expansión monetaria ya que no disponen de información completa. Los productores piensan que el incremento de los precios se aplica sólo a sus propios productos, lo cual implicaría simplemente un cambio en precios relativos y no en el nivel general de precios. Los trabajadores están dispuestos a ofrecer más trabajo porque perciben equivocadamente que el aumento en salarios nominales se trata de un incremento en los salarios reales. Con información completa los trabajadores no ofrecerían más trabajo y las empresas no aumentarían su producción.

Paradigma neo-clásico

Para los nuevos clásicos no es necesario suponer rigideces de precios o salarios para generar los ciclos. Los ciclos son fenómenos de equilibrio que se pueden presentar en mercados competitivos con precios y salarios flexibles. Desde una óptica keynesiana los ciclos se deben prioritariamente a alteraciones en la demanda agregada. Para los clásicos, sin embargo, el énfasis hay que ponerlo en la oferta agregada y en cualquier caso siempre será el fruto de un comportamiento racional.

Robert Lucas (1973) argumenta que los cambios anticipados en la oferta monetaria no deben tener efecto alguno sobre el producto, sino sólo sobre los precios, suponiendo que todos los agentes entienden el funcionamiento de la economía y tienen expectativas racionales. Sólo los cambios no anticipados o sorpresivos en la política monetaria pueden impactar sobre el producto.

La llamada teoría de los ciclos económicos reales es resultado de la implicación teórica del enfoque de las expectativas racionales y de la concepción empírica de que las perturbaciones de la demanda agregada no son una fuente importante de fluctuaciones. Esta teoría parte de la idea de que el cambio tecnológico es el tipo de perturbación económica más importante detrás de las fluctuaciones en la economía basándose en las ideas de Joseph Schumpeter. Estos shocks tecnológicos se propagan en mercados perfectamente competitivos y se rechaza explícitamente la idea de que la fuente de las fluctuaciones económicas pueda encontrarse en shocks de demanda o de política.

Algunos modelos de ciclo económico real permiten perturbaciones de distinta naturaleza a los shocks tecnológicos, como los desplazamientos del gasto fiscal, pero la propagación sobre el producto depende de los desplazamientos intertemporales en la oferta laboral más que de los cambios en la demanda agregada como en los modelos keynesianos. En este sentido el enfoque falla en la evidencia.

Un supuesto crucial es que la tecnología puede avanzar o retroceder, estos últimos producen las recesiones, pero la noción de un retroceso tecnológico parece rara. Es verdad que existen shocks negativos de oferta (mal tiempo, desastres naturales, cambios en términos de intercambio) pero cuesta creer que ello sea la causa de las recesiones en un país. Además esta teoría tiende a ignorar la evidencia de que los cambios en el nivel nominal del dinero parecen haber jugado un papel importante en la activación económica de varios países.

Autor:

Autor: Lic. Pablo DÍAZ ALMADA

Abril de 2009

© www.econlink.com.ar

https://www.econlink.com.ar/ciclos-economicos

Referencias

Barreiro Pereira, F.; Labeaga Azcona, J. M.; Mochón Morcillo, F. (1999) “Macroeconomía Intermedia.” España: Mc Graw Hill. pp 447 – 448.

Burns, A.; Mitchell, W. C. (1946) “Measuring Business Cycles.” NBER, NY.

Friedman, M.; Schwartz, A. (1963) “A monetary history of the United States, 1867-1960.” Princeton University Press. NJ.

Juglar, C. (1889) “Les crisis comerciales.” Guillaumin. París.

Keynes, J. M. (1973) “The general theory of employement, interest and money.” Macmillan, St. Martin’s Press, Londres.

Kitchin, I. (1923) “Cycles and trends in economic factors.” Review of Economic Studies, 5.

Kondratieff, M. D. (1935) “The long waves in economic life.” Review of Economics and Statistics, 17.

Kuznets, S. (1930) “Secular movements in production and prices.” Houghton Miffin. Londres.

Lucas, R. (1973) “Some international evidence on output-inflation trade-offs.” American Economic Review, junio de 1973.

Romer, D. (2002) “Macroeconomía avanzada.” Mc Graw Hill. Madrid. pp 159 – 248.

Sachs, J.; Larraín, F. (2002) “Macroeconomía en la economía global.” Pearson. Buenos Aires. pp 510 – 541.

Crisis Financiera Global y Guerra Monetaria

Autor: Raúl de Sagastizabal - Abril de 2009


Como comentara en cierta ocasión uno de los fundadores de las instituciones de Bretton Woods, Harry Dexter White, las guerras monetarias son la forma más destructiva de guerra económica. La guerra económica conduce por último a la guerra armada.

El mundo se acerca a su primer “bienio global perdido”, cuyo resultado en términos de crecimiento y desarrollo es devastador, y en término políticos es de final abierto.

Independientemente del resultado de las medidas, en realidad por ahora promesas de las cumbres del G-20, o de cualquier otro “G”, a esta altura parece improbable que en el corto plazo tales medidas puedan moderar los impactos de la crisis en la economía real.


También parece improbable que baste una declaración política para poner coto a una crisis que nadie sabe siquiera cómo evoluciona.

Si tomamos nota de que los valores respaldados por hipotecas son sólo un segmento de los valores respaldados por activos (que comprenden, entre otros, valores respaldados por préstamos personales, préstamos de consumo, cuentas por cobrar de tarjetas de crédito, préstamos para la compra de automotores), todos los cuales se basan, en el último escalón, en la demanda y el consumo, sólo tendremos que sentarnos a esperar las siguientes olas de la crisis, cuando la gente deje de pagar las cuotas de sus autos, o sus tarjetas de crédito, limite sus gastos, no tome créditos de ninguna naturaleza, o simplemente ahorre en lugar de comprar.

Si además consideramos que los fondos de pensiones, los fondos de inversión, privados o soberanos, y los propios organismos financieros multilaterales, tienen parte de sus inversiones en estos valores respaldados por activos, y que grandes corporaciones tienen garantizados sus préstamos con estos activos y otros instrumentos financieros estructurados, sin que nadie tenga certeza sobre la “toxicidad” de tales activos, cabe afirmar que la magnitud real de la crisis es desconocida.


La crisis lleva ya dos años de su irrupción en escena, y desde entonces no hace más que agravarse.

Hubo una vez, como dicen los cuentos, una crisis financiera global, resultado de una combinación peligrosa: especulación y avaricia, promoción abierta y activa de la apertura de los mercados de capital a bancos extranjeros e instrumentos financieros innovadores, y falta de control y regulación.

No parece difícil encontrar culpables: la banca y las instituciones financieras privadas, con la complicidad de las calificadoras de riesgo crediticio, los organismos multilaterales de crédito, promotores activos de la apertura de los mercados de capital y de los instrumentos financieros estructurados, y finalmente los gobiernos, que deciden en exclusiva, por un lado, en qué invierten sus fondos soberanos, y por otro la regulación y los controles internos.

Los miles de millones de dólares volcados en la banca en sucesivos rescates ponen en evidencia la magnitud del problema en los países industrializados. El foro elegido para buscar una salida concertada, el G-20, hace suponer que estamos ante la incapacidad de los líderes de los grandes países de dar una respuesta desde foros más cerrados, como el G-5 o el G-8, o bien, simplemente, ante una estrategia de reparto de costos para cuando se sientan los mayores impactos globales. Los países en desarrollo y las economías en transición, muchos de las cuales no tienen ni arte ni parte en la crisis ni en la solución, pagarán culpas ajenas con más pobres y desempleados, y endeudándose nuevamente, a cambio de promesas de mayor participación en la toma de decisiones, que tendrá lugar, si es que se concretan, entre el 2010 y el 2011. De los países en desarrollo de las Américas, hay dos señales a tener en cuenta: Brasil pondrá US$10.000 millones para recapitalizar el Fondo Monetario; México, por el contrario, solicita una línea de crédito del organismo por US$47.000 millones. Una tercera señal es la falta de un foro político regional para actuar como bloque, con más fuerza que aisladamente, para tratar de evitar las consecuencias más penosas y obtener algo en contrapartida por cargar con costos ajenos. China, por su parte, que es la tercera economía del mundo, cobra fuerza como actor en la toma de decisiones reclamando un lugar de par en la mesa chica, y a cambio acepta poner más recursos para reactivar la economía mundial, mientras mantiene su nueva estrategia de liderazgo comercial de facto, mediante acuerdos y swaps bilaterales y regionales. En los últimos tres meses el gigante asiático ha celebrado swaps por más de US$100.000 millones, ingresado como país miembro en el Banco Interamericano de Desarrollo y liderado el reclamo de reforma de la condicionalidad del FMI y de la redistribución del poder de voto en el organismo (su poder de voto en el Fondo es de tan sólo 3,67%, en tanto que el de Estados Unidos es de 16,83%). Los países industrializados, y no tanto, culpan a Estados Unidos por la crisis, en tanto éste sostiene que el consumo americano no puede ser el único motor del crecimiento, y que este último arrastró al mundo durante el reciente ciclo ascendente. Si embargo en esta crisis hay muchas responsabilidades y culpas compartidas. Esta es la crisis más predecible de la historia reciente. Sobraban las advertencias de que ese crecimiento era insostenible. Sobraban también las advertencias de la tormenta que se avecinaba. Pero, como señaló Charles Prince, Presidente y Director General de Citigroup, a un reportero a principios de julio de 2007 “mientras la música sonara había que seguir bailando”. Esto es tan válido para el sector privado como para el sector público. Sin embargo, a esta altura las causas de la crisis importan poco; en todo caso sólo para evitarlas en el futuro. Y ni siquiera sobre esto último hay certezas puesto que se habla de diseñar nuevas reglas e instituciones que reduzcan los riesgos sistémicos, “sin imponer cargas innecesarias ni ahogar la innovación”. A esta altura, en Londres, la urgencia era poner fin a la caída. Entre tanto, sobre la crisis se ha montado un debate económico y monetario, casi una guerra monetaria. Algunos líderes del mundo hablan de un nuevo orden económico y otros adelantan un nuevo orden mundial multipolar.

Desde comienzos de marzo la ruta a la cumbre de Londres aparecía jalonada de obstáculos insalvables. En particular en cuanto a las medidas inmediatas: la posición de Estados Unidos, que pedía un gran estímulo fiscal y rechazaba la idea de crear un superregulador y la de la Unión Europea que se negaba a inyectar dinero público en la economía y hacía hincapié exclusivamente en una mayor regulación y supervisión interna e internacional. En el camino aparecieron otros debates, tampoco menores, como el papel de China en la mesa de las decisiones, urgencia de fondos de algunas economías emergentes y países en desarrollo, los paraísos fiscales y la reforma de los organismos multilaterales de crédito. Y algunas sorpresas, como el documento del gobernador del Banco de China, proponiendo la creación de una nueva supermoneda de reserva, que podría ser el derecho especial de giro (DEG) del FMI. De inmediato la propuesta fue apoyada por Rusia, que ya había hecho un pedido similar, considerada legítima por el FMI, e impulsada rápidamente por el premio Nobel Joseph Stiglitz, quien desde su Comisión en Naciones Unidas adelanta que podría estar en curso en apenas 12 meses. La otra sorpresa, tal vez mayor, es que todos coinciden en reflotar a los organismos multilaterales de crédito, FMI y Banco Mundial, que llevan ya una larga década de desprestigio, tras tantos fracasos en la prevención y solución de crisis, episodios de corrupción y cuestionados resultados en materia de desarrollo, y que además, como ya se mencionó, son parte del problema. Los líderes del G-20 han acordado aumentar sus recursos para apagar el incendio en las economías emergentes y países en desarrollo y por ahora prometido un cambio en la condicionalidad y poder de voto. La magnitud del aumento indica la gravedad de los impactos previstos. La reforma en serio de los bancos multilaterales de desarrollo seguirá pendiente. Entre tanto varios países iniciaron una devaluación competitiva de los tipos de cambio y otros tantos adoptaron una gran cantidad de medidas proteccionistas. Para el 30 de marzo el escenario era de aquellos en los que todos pierden. El Presidente Obama llegó a la cumbre bajando el tono de las diferencias. Reconoció que las medidas que propone son costosas y que los contribuyentes reclaman certeza sobre el destino de ese dinero. Que temen que los gobiernos sigan poniendo dinero en rescatar a la banca, a la que consideran responsable de esta catástrofe, sin consecuencias para la solución de sus problemas concretos. Sostuvo asimismo que Estados Unidos no podía solo, que no estaba allí buscando culpables sino soluciones, y que la gente esperaba una muestra firme de esfuerzos concertados. No dejó de mencionar, sin embargo, que los países no podían esperar aumentar sus ingresos de exportación sobre la voracidad del consumo americano. Finalmente sostuvo que confiaba en llegar a una postura común. Contó no sólo con el apoyo británico frente al eje Alemania-Francia en la pelea entre estímulo fiscal o mayor regulación, sino que otros países, como los del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), por ejemplo, compartieron su postura de impulsar la demanda y el consumo para reactivar el comercio y la economía en general. La suerte estaba echada: lo peor que podía pasar en Londres era que entre todos empeoraran las cosas. Entre bastidores primó la urgencia, y finalmente llegaron, por temor, a una solución de compromiso.

Al conceder cada bando algo de lo que el otro pedía, reconocieron responsabilidades compartidas. En ese sentido Estados Unidos ganó la partida: ya no es el único culpable y sólo es parte de la solución. Pero, como mera solución de compromiso, es apenas transitoria. Un respiro en tiempos de urgencia. Queda claro sin embargo que a partir de las medidas que se han acordado, ninguna inmediata por cierto, en el mañana inmediato hay sólo dos resultados posibles: que sean o no el punto de partida para revertir el desastre global. Queda claro también que en cualquiera de esos dos escenarios van a disputarse espacios de poder, otra vez, en otro nuevo orden mundial. Desde la segunda guerra mundial pasamos por la Guerra Fría y su orden de dominación bipolar; con la caída del Muro de Berlín apareció un orden unipolar, liderado por los Estados Unidos como potencia planetaria, y hasta no hace mucho todavía se insistía en que la globalización conduciría a la creación de instituciones supranacionales, militares, económicas y políticas; una suerte de gobierno mundial. Ahora parece asomar un mundo multipolar en el que ya se vislumbran tres grandes bloques: el anglosajón; el de Alemania y Rusia + Francia, y el de China y sus vecinos asiáticos. Cada polo parece dispuesto a pelear por su espacio y suponemos nuevamente a arrastrar a los países menores, que a lo sumo sólo podrán elegir donde alinearse. Repasemos un poco cómo fue gestándose esta nueva agenda y qué fueron planteando los principales actores de este tiempo turbulento. La siguiente es una recopilación seleccionada mínima de documentos que se han publicado en los grandes medios. Separados en tiempo y espacio parecen una noticia más en la superabundancia informativa; juntos anuncian sobre qué versará el combate futuro. 26 de septiembre (2008) Las máximas autoridades de Alemania culpan a Estados Unidos por la crisis financiera.

“Estados Unidos, y permítanme enfatizarlo, Estados Unidos, es el único culpable por la crisis financiera, … no Europa, ni la República Federal de Alemania”. El Ministro de Finanzas alemán predijo además que "el mundo nunca más será como era antes de la crisis; el sistema financiero se volverá más multipolar. Wall Street nunca más será lo que fue". 6 de febrero Una guerra comercial entre China y Estados Unidos empeorará la crisis global. Creciente preocupación en la comunidad internacional por una posible guerra comercial entre Estados Unidos y China en momentos en que el mundo necesita desesperadamente esfuerzos concertados para hacer frente a la crisis financiera global. El Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Tim Geithner, acusó a China de manipular el yuan.

China respondió que no tolerará la intervención de Estados Unidos en su proceso de adopción de decisiones sobre el tipo de cambio. 10 de marzo Stiglitz pide una solución global a la crisis. “Naciones Unidas es la única institución que puede impulsar las medidas necesarias". "Necesitamos un nuevo comienzo". 12 de marzo Las medidas adoptadas por Suiza encienden la chispa de una guerra monetaria. El Banco Nacional de Suiza intervino el jueves en el mercado de cambios para devaluar el franco suizo: ésta es la primera vez que un gran banco central interviene en este sentido, desde que Japón hizo lo propio en 2004, para devaluar el yen. "Esta medida es el inicio de guerras monetarias", dijo Chris Turner, de ING Financial Markets. Países de todo el mundo, enfrentados con el problema de tasas de interés cero, pueden considerar aceptable intervenir para devaluar sus monedas de modo de facilitar las condiciones monetarias, dijo, y agregó que otras economías dependientes de las exportaciones, como Japón, probablemente estén “a la cabeza de la cola".


Marzo 16:

Rusia propone la creación de una supermoneda de reserva mundial

“La creación de una moneda supranacional de reserva que sería emitida por las instituciones financieras internacionales”.

“Las decisiones que debemos tomar en la cumbre de Londres deben ser no sólo adecuadas para la situación actual, sino además para satisfacer las exigencias de un nuevo mundo post crisis”.


17 de marzo:

Preocupante aumento de las medidas proteccionistas desde el inicio de la crisis financiera

En una nueva investigación del Banco Mundial se señala que, desde noviembre de 2008, cuando los líderes del Grupo de los Veinte (G-20) suscribieron un acuerdo mediante el cual se comprometían a evitar medidas proteccionistas, varios países, entre ellos 17 miembros del G-20, han adoptado 47 medidas que restringen el comercio a expensas de otros países.

“Los líderes no deben escuchar el canto de sirenas que los impulsa a aplicar medidas proteccionistas, ya sea en el comercio, en los paquetes de reactivación económica o las operaciones de rescate”, señaló el presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick. “El aislamiento económico puede generar una espiral de acontecimientos negativos como los que ocurrieron en los años treinta, que profundizaron la gravedad de una situación que, de por sí, ya era mala”.


19 de marzo:

Valores para una economía mundial sostenible

La actual crisis financiera mundial trae consigo una oportunidad para crear un nuevo orden económico, sostuvieron la Canciller alemana Angela Merkel y el Primer Ministro Holandés, Jan Peter Balkenende.


22 de marzo:

Nuevo análisis: La Unión Europea adopta un enfoque diferente frente a la crisis financiera

Autoridades de los Estados Unidos han pedido repetidamente a los países de la UE que tomen medidas de estímulo fiscal para impulsar la demanda, como medio para salir de la actual crisis financiera. En vísperas de la cumbre de la Unión Europea, Merkel y el Presidente francés Nicolás Sarkozy recalcaron que la posición común de la UE para la cumbre de Londres se centrará en la construcción de un nuevo sistema financiero internacional. Esta posición fue adoptada por todos los líderes de la UE. En la reunión de los ministros de finanzas y autoridades de bancos centrales de los países del G-20, que tuvo lugar el 14 de marzo, Brasil, Rusia, India y China – que forman el llamado grupo "BRIC" – pidieron la adopción de medidas inmediatas para ampliar el poder de esos cuatro países en el FMI. Aparentemente existen desacuerdos incluso entre los tres grandes de la UE, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Estos dos últimos temen ahora que en la cumbre de Londres, Gran Bretaña cambie su actual postura y apoye finalmente a los Estados Unidos, lo que debilitaría la posición europea común. 23 de marzo Gravísima crisis económica, riesgo de disturbios y guerra. La crisis empujará a millones de personas a la pobreza y el desempleo, aumentado los riesgos de desórdenes sociales e incluso guerras. Se requieren medidas urgentes, dijo el Director Gerente del FMI Dominique Strauss-Kahn. "Todo esto afectará dramáticamente al desempleo, y éste, en muchos países, provocará desórdenes sociales, peligros para la democracia y en algunos casos podría también culminar en guerras". 23 de marzo Reforma del sistema monetario internacional - Gobernador Zhou Xiaochuan. El estallido de la crisis actual y su propagación en el mundo nos confrontan con una pregunta de larga data que aún no tiene respuesta; qué tipo de moneda de reserva internacional necesitamos para garantizar la estabilidad financiera global y facilitar el crecimiento económico mundial, que fue uno de los objetivos al crear el FMI. Confiar parte de las reservas de los países miembros a la administración centralizada del FMI no sólo mejorará la capacidad de la comunidad internacional de hacer frente a las crisis y mantener la estabilidad del sistema monetario y financiero internacional, sino que ampliará el papel de los derechos especiales de giro (DEG)


24 de marzo:

China apunta al dólar

China pide la creación de una nueva moneda que eventualmente reemplace al dólar como parámetro mundial, reflejando un creciente descontento con el papel de los Estados Unidos en la economía global. La inusitada propuesta, formulada por el gobernador del Banco Central de China Zhou Xiaochuan, en un ensayo publicado ayer en Beijing, es parte del firme y progresivo enfoque de China en la búsqueda de una respuesta global a la crisis financiera. La propuesta del gobernador Zhou fue presentada en medio de los preparativos para la cumbre de países industrializados y en desarrollo, el Grupo de los 20, prevista para la próxima semana, en Londres. En el pasado, en esas reuniones, las naciones desarrolladas han criticado las políticas económicas y monetarias de China. Esta vez China está a la ofensiva, respaldada por otras economías emergentes, como Rusia, dejando claro que quiere un nuevo orden económico mundial menos dominado por los Estados Unidos y otras naciones ricas. La propuesta del lunes sigue a otra similar formulada por Rusia este mismo mes. Al igual que China, Rusia recomienda que sea el Fondo Monetario Internacional el que emita la nueva moneda, e hizo hincapié en la necesidad de actualizar el “obsoleto orden económico mundial unipolar". 25 de marzo El debate sobre una nueva moneda de reserva mundial es legítimo: dijo el Director Gerente del FMI. El Director Gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn dijo este miércoles que es “legítimo” el debate sobre una nueva moneda de reserva que reemplazo al dólar, lo que podría tener lugar “en los próximos meses".


27 de marzo Angela Merkel:

“Cuando pase la crisis, habrá que barajar, dar de nuevo y ver quién salió fortalecido”

La canciller rechaza la idea de EE.UU. de que Alemania impulse la demanda interna para contribuir a reequilibrar una economía mundial asimétrica. Merkel considera que más crucial para el futuro que fortalecer el consumo es asegurar que las empresas alemanas no pierdan su liderazgo tecnológico. “China hará lo mismo. EE.UU. hará lo mismo”. Estamos hablando de crear una nueva arquitectura para el mercado financiero mundial y no podremos darle forma final en la reunión de Londres … Tendremos que volver a reunirnos.


30 de marzo:

La nueva moneda de reserva podría llegar rápidamente

La propuesta de un sistema de moneda de reserva basado en la unidad del FMI, en lugar del dólar de los Estados Unidos, presentada por China, podría introducirse paulatinamente en el curso de un año, sostuvo el jueves el economista ganador del Premio Nobel, Joseph Stiglitz.

“El sistema de reserva basado en el dólar es deflacionario, inestable y conlleva además algunas desigualdades" dijo Stiglitz.


31 de marzo:

Fortalecer la cooperación financiera regional e impulsar activamente swaps de moneda - Banco Central de China

Desde la irrupción de la crisis financiera internacional, el banco central de China ha participado activamente en iniciativas de cooperación a nivel internacional y regional, incluida la firma de unos pocos acuerdos de canje de moneda con países y regiones vecinas, lo que ha mejorado la confianza y capacidad de las partes involucradas para manejar la crisis en curso. Recientemente el BCC ha suscrito seis acuerdos de canje de moneda con otros bancos centrales (autoridades monetarias), por un total de 650.000 millones de yuan, incluidos el acuerdo marco suscrito el 12 de diciembre de 2008 con el Banco de Corea por 180.000 millones de yuan, los acuerdos formales suscritos con la Autoridad Monetaria de Hong Kong por 200.000 millones de yuan, el 20 de enero de 2009, con el Bank Negara Malaysia por 80.000 millones de yuan, el 8 de febrero, 2009, con el Banco Nacional de la República de Belarús, por 20.000 millones de yuan, el 11 de marzo de 2009, y con el Banco de Indonesia, por 100.000 millones de yuan, el 23 de marzo de 2009. El 29 de marzo de 2009, en forma paralela a la Reunión Anual del Banco Interamericano de Desarrollo, el Gobernador Zhou Xiaochuan suscribió con el Banco Central de Argentina un acuerdo marco sobre canje de moneda por 70.000 millones de yuan, que pronto será seguido por el correspondiente acuerdo formal.


1 de abril:

Beijing anota otro tanto en la guerra monetaria al hacer que Argentina utilice el yuan

Beijing pone presión sobre Washington mediante el acuerdo de swap de monedas celebrado entre China y Argentina para no utilizar el dólar estadounidense en su comercio bilateral. Procurando forzar a Estados Unidos a reducir su control sobre las instituciones financieras mundiales, China anunció ayer un acuerdo con Argentina. China ha venido presionando para terminar con la dominación internacional del dólar. El economista Ben Simpfendorfer, del Royal Bank of Scotland, manifestó que podría estar en juego "la adopción de facto del yuan como unidad de moneda asiática", lo que convertiría a China en el mayor asociado comercial de la mayoría de los países asiáticos.


2 de abril:

El acuerdo de hoy del G-20 resolverá la crisis financiera, sostuvo Gordon Brown

“Este es el día en que el mundo se unió para luchar contra la recesión global”, sostuvo el Primer Ministro, dado que el G-20 acordó un plan de recuperación económica. "Creo que un nuevo orden mundial está emergiendo, sentando las bases de una nueva era progresista de cooperación internacional" dijo Brown.

El Presidente francés dijo que había comenzado una nueva era en el mundo de las finanzas globales: "Desde Bretton Woods el mundo ha vivido conforme a un modelofinanciero, el modelo anglosajón, no soy quien para criticarlo, ha tenido sus ventajas, pero, claramente, hoy se ha dado vuelta la página".


3 de abril:

"El FMI ha vuelto"

El título no es un eslogan sino la frase de apertura de Dominique Strauss-Kahn, el exultante director del Fondo Monetario Internacional, para describir el nuevo rol de la cuestionada institución financiera tras la Cumbre del G-20. ¿Sigue pensando que la crisis puede provocar rebelión social? -Yo dije que, según la decisión que adoptaran los líderes, podíamos encontrar una salida a la crisis. Si no se hacía nada, en países pobres podían surgir revueltas, amenazas a la democracia o guerra civil. Tengo confianza en que la decisión adoptada es la prueba de que no estamos más en la encrucijada, sino que estamos mejor.


3 de abril:

Entrevista al Presidente Lula da Silva:

"Podemos cambiar si queremos"

El mandatario brasileño no sólo se refirió a un nuevo orden económico, sino también a un nuevo escenario político en el que América Latina estaría jugando un papel importante. “Cada peso de cada financiamiento tendrá que generar una prenda, un zapato, un auto, una camisa. Es para esto que existe el sistema financiero y no sólo para vender acciones de papel”. ¿Qué piensa que nuestros hijos y nietos obtendrán de esta cumbre? Quiero decir: ¿será una de las muchas cumbres que se hacen o será éste un punto de inflexión para la economía mundial, por la manera en que el mundo será reorganizado? “Le pido a Dios que mis nietos no se avergüencen de esta cumbre dentro de 15 ó 20 años”.


4 de abril:

El Presidente Obama habla en la Cumbre del G-20

"No comparto la idea de que Estados Unidos no pueda ir a la cabeza en el mundo", dijo Obama, pero agregó que es "muy importante para nosotros que podamos forjar asociaciones en lugar de soluciones impuestas". "En la vida no hay garantías, en la economía no hay garantías. Siempre hay riesgos. Sin embargo, no dudo que los pasos que se han dado son decisivos para prevenir que nos deslicemos hacia una depresión". Esas medidas "eran necesarias" dijo Obama. “Tendremos que esperar y ver si son suficientes".


Autor:

Raúl de Sagastizabal - Abril de 2009

Los Mercados Emergentes y los Efectos de la Globalización

En el presente análisis expondremos uno de los temas de importancia como son los mercados emergentes y los efectos de la globalización, describiendo los impactos macroeconómicos que trae aparejado el mismo, llegando a nuestras consideraciones finales.

Autor: ANDREA FABIANA MAC DONALD


Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra Análisis Económico y Financiero. Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra Elementos de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Buenos Aires – Facultad de Derecho. Master en Derecho y Economía (tesis en curso) – Universidad de Buenos Aires – Facultad de Derecho.



Economia China

Autor: Horacio Pozzo


Ya ha quedado ampliamente en claro que China no podrá asumir en esta crisis el rol de economía compensadora de la caída en la actividad económica estadounidense. A pesar de ello, desde la economía oriental ya se está hablando de los efectos positivos que el plan de estímulo económico está teniendo ¿Tendrá ello alguna implicancia para la economía global?

El plan de estímulo económico lanzado por China en noviembre del año pasado por un monto estimado en US$ 586.000 millones fue como respuesta a los efectos que la crisis financiera internacional estaba teniendo sobre su economía, la cual había dejado ya muy lejos aquellas tasas de crecimiento económico de dos dígitos y comenzaba a desacelerarse peligrosamente.

El plan de estímulo del gobierno chino ha estado acompañado por los esfuerzos realizados por el Banco Popular de China que ha recortado sus tasas de interés en cinco ocasiones y bajado las exigencias de reservas cuatro veces desde el pasado mes de septiembre, mejorando las condiciones del mercado monetario para estimular el crecimiento vía la demanda interna.


Cuando se ven cifras como la mencionada en este plan de estímulo económico, no resulta tan claro identificar si el mismo tendrá un impacto significativo o no en la actividad económica del país. Según Zhang Yutai, presidente del centro gubernamental de investigación para el desarrollo este plan de reactivación, contribuirá entre 1,5% y 1,9% al crecimiento económico. Es verdad, este aporte al crecimiento no es menor, pero ¿Será suficiente? Por lo pronto, se debe decir que el esfuerzo no es menor, ya que el paquete de estímulo representa alrededor del 14,9% del PBI de China.

Fan Gang, miembro del Comité de Política Monetaria del Banco Central, justifica la eficacia esperada del plan de estímulo sobre la economía china de la siguiente manera: “El estímulo de 4 billones de yuanes de China es diferente al paquete de US$ 800.000 millones de los Estados Unidos, debido a que China no tiene hoyos negros financieros que cubrir. Todo el dinero irá para sectores reales y se convertirá en un tipo de demanda”.

Los datos económicos son implacables y muestran que la economía de China ya no tiene la fuerza de unos meses atrás. La desaceleración de la economía china, producto de la crisis financiera internacional que golpeara de lleno a su principal socio comercial es muy fuerte. El Banco Mundial volvió a revisar recientemente su previsión de crecimiento para China en 2009. El número que ahora manejan es del 6,5% (la proyección previa era del 7,5%), considerando incluso el efecto positivo del plan de estímulo económico. El FMI por su parte, espera que China crezca en 2009 un 6,7%.


De cumplirse los pronósticos del Banco Mundial y del FMI, China podría enfrentar serios problemas ya que la que para muchos países representaría una tasa extraordinaria de crecimiento, para la economía china resultaría insuficiente para absorber a la nueva población que se inserta en las urbes aumentando la inestabilidad social. China espera y necesita un crecimiento de su PBI de al menos un 8% para este año.

A pesar de las oscuras proyecciones de los organismos internacionales, en el gobierno oriental no existe lugar para el pesimismo. Desde el gobierno chino ya se está hablando de los efectos positivos del plan estímulo económico que ya se observan. ¿Será cierto o sólo una estrategia para conducir las expectativas? Según el presidente del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, los principales indicadores macroeconómicos están apuntando ya hacia una recuperación del crecimiento como consecuencia de los efectos del mismo.

El dato de la producción industrial del mes de febrero en China, parece confirmar la reversión en la desaceleración. Según da cuenta el Ministerio de Industria y Tecnología Informática de China, la producción industrial registró un incremento interanual del 11% en el segundo mes del año, a pesar de la fuerte reducción observada en las ventas externas (que cayeron ni más ni menos que un 25,7% interanual en el segundo mes del año).

¿Seguirá desacelerándose la economía china o podrá revertir la tendencia?

Está claro que China tiene capacidad interna suficiente como para recuperar su crecimiento. La clave pasa por continuar reforzando su demanda interna. Si bien la misma contribuirá a atenuar la desaceleración de la demanda externa, seguramente resultará insuficiente para compensar completamente su caída.

Más allá de este panorama complicado que debe enfrentar China, lo positivo para su economía es que la misma reducirá de aquí en más su dependencia externa y de este modo, gradualmente, su demanda interna comenzará a tener una mayor ponderación dentro de la misma. Si se quiere, ésta es una consecuencia positiva de la crisis. Esta reducción de la dependencia externa estaría dentro de la estrategia a seguir por el gobierno chino.

¿Ayudará el crecimiento de la economía a atenuar el impacto de la crisis sobre la economía global?

La economía china se desacelerará este año en relación al 2008. No descarto que pueda alcanzar el 8% que el gobierno tiene como objetivo (sería subestimar el poder potencial de su demanda interna), pero seguramente no podrá superar dicho techo.

Por otra parte, este posible 8% no será de gran ayuda para atenuar los efectos de la crisis sobre la economía global. Ni aunque China volviera a crecer a una tasa de dos dígitos, ello serviría para el resto de las economías. Esto se debe no solamente al menor tamaño relativo de la economía china respecto a la estadounidense, sino que cada punto porcentual de crecimiento de la economía china tiene un componente muy superior de demanda interna (más ahora con el plan de estímulo económico), que el observado en la economía estadounidense.

China no podrá ayudar a atenuar los efectos de la crisis sobre la economía global. Nos tendremos que conformar con que alcance su objetivo de crecimiento del 8% que la ayude a sostener su estabilidad social.

Autor: Horacio Pozzo - Marzo de 2009

Fuente: latinforme.com

Crisis Alimentaria

El presente tema surgió de la inquietud de dar a conocer la verdadera gravedad que existe en el mundo y principalmente en nuestro país México sobre la crisis alimentaria mundial que esta ocurriendo hoy a nivel internacional y de que manera afecta de nuestro país.


Este tema que ha causado controversia a nivel mundial es muy importante estudiarlo ya que según varios analistas económicos se dice que realmente no estamos pasando por una crisis alimentaria y que solo esto se basa para enriquecer a los productores a cuesta de las familias mas necesitadas de nuestro país, todo esto por un modelo neoliberal que a nivel internacional se esta tratando de meter en los países subdesarrollados, los países mas desarrollados dejan a un lado a los países en vías de desarrollo donde se les da una jerarquía menor y no se les toma en cuenta de la manera correcta, ya que los subsidios mundiales se enfocan en dárselos a los países desarrollados para la agricultura.

Autor: Lic. Marcos Morales Martinez



MERVAL

Luego de varios días de caídas moderadas a fuertes, el Merval se acerca peligrosamente a los 1.000 puntos, soporte psicológico y técnico importante. Por otro lado, tenemos que el límite superior del canal de tendencia bajista se intersecta con este soporte de 1.000 puntos en los próximos días, por lo que nos encontramos en un momento peligroso, dado que si se quiebra el soporte de los 1.000 puede buscar nuevos mínimos (recordar que en octubre llegó a 840), pero por otro lado, si quiebra el límite del canal de tendencia puede subir fuertemente. Esto último se vería justificado también por los precios "baratos" de muchos papeles de empresas sólidas y líquidas. Aunque los analistas vienen repitiendo desde hace meses que los precios son "de remate", y siguieron bajando, por lo que hay que tener cuidado al respecto.

Veremos que sucede, por lo pronto, mucha cautela y timing.





Crisis Global

Es negro el panorama que se avecina para América Latina en este 2009 que apenas empieza, no logro hacerme de optimismo ante lo que observo. Tengo que reconocer que estoy emocionalmente agotado cuando me esfuerzo por comprender el alcance de esto, y que a veces es tentador simplemente cerrar los ojos y hacer eco a lo que dicen los optimistas empedernidos. Si lo que usted busca es que le digan que estamos tocando fondo, sus ojos están en la lectura equivocada.


Creo que el reto más difícil al hacer este análisis es distinguir entre los problemas temporales y circunstanciales, de las tendencias que serán irreversibles y seculares. Sin la perspectiva que sólo da el tiempo, es fácil equivocarse; pero nada hay más fácil que decir qué se debió hacer o en qué se debió invertir, si simplemente se mira hacia atrás cuando el vendaval ha pasado.

Se ha hablado mucho de la inusual dependencia del consumo estadounidense que la economía mundial desarrolló. También se habla sobre el abuso del crédito que permitió a los estadounidenses gastar mucho más allá de sus posibilidades reales. La pregunta clave es si lo normal es que gasten, o no lo es; la abundancia de crédito es una condición ya intrínseca a nuestra realidad, o fue simplemente el resultado de desbalances temporales.

Mientras más lo analizo, más me convenzo de que la contracción del consumo que viene no es una reacción temporal sino un cambio secular que tiene raíces mucho más profundas. Igualmente, creo que la abundancia de crédito más que una bendición ha sido el reflejo de un desbalance anómalo, enfermizo e insostenible entre las economías del mundo.


Empecemos por el consumo. Éste tiene que reducirse por tres razones fundamentales: por el altísimo endeudamiento de las familias estadounidenses, por la fuerte caída en el patrimonio de éstas, y por el envejecimiento de la población.

Es interesante observar el fuerte incremento en la tasa marginal de ahorro de los estadounidenses a lo largo de 2008. Ésta pasó de 0.2% a 2.7% del PIB. Sin embargo, a pesar de los sacrificios, hoy están más endeudados que antes.

Parece lógico medir el endeudamiento en términos relativos al patrimonio. Si debo cien, y tengo mil de patrimonio es mucho menos grave que deber los mismos cien pero teniendo cincuenta. Siguiendo esta lógica, los estadounidenses hicieron un esfuerzo épico para pagar 29 mil millones de dólares de lo que debían durante el tercer trimestre de 2008. Pero si consideramos que perdieron casi siete billones de dólares de su patrimonio (9%) durante el año, como consecuencia de las caídas en los mercados inmobiliario y de valores, su pago fue intrascendente y están hoy mas endeudados que antes.


Comparemos, por otra parte, esta crisis inmobiliaria con la última que ocurrió, en 1990. La diferencia sustancial es demográfica. Recuerde que el mayor crecimiento poblacional en Estados Unidos se dio entre 1946 y 1964, cuando nacieron 78 millones de personas en el llamado "baby boom" de la postguerra. En 1990 el "baby-boomer" promedio tenía 35 años, hoy tiene 54. A los 35 años uno está en pleno proceso de hacerse de una casa, de acumular cosas; a los 54, los hijos se han ido de casa y las necesidades cambian.

Es vital entender que los estadounidenses acumularon muchas cosas en los últimos años, y por ello su capacidad de ajustarse el cinturón es mucho mayor. Recuerde, no lo harán por gusto sino por necesidad.

La familia estadounidense promedio tiene 40 mil dólares de bienes duraderos (además de su casa), 2.2 automóviles (1.2 por cada persona que tiene licencia para conducir), y 68% de las familias viven en casa propia cuando el promedio histórico es de 64%.

Por primera vez, la demanda anual por automóviles es inferior a la tasa de reposición del parque vehicular, diez millones versus doce millones de autos.

Hay un mito que se repite una y otra vez con respecto a lo que ocurrirá cuando los bancos sean recapitalizados por el gobierno, se dice que los tienen que forzar a prestar. Es absurdo el concepto.

La primera regla que debe respetar un banco es que sólo hay que dar crédito a quien tenga la capacidad para pagarlo. Ha habido un claro deterioro en la calidad crediticia de los estadounidenses. El desempleo, la merma patrimonial y el endeudamiento excesivo se reflejan en ésta. La calificación crediticia promedio es de 690 puntos. Para obtener una hipoteca a 30 años, se requiere de 760 puntos, para el préstamo para comprar un auto 720.

Es importante subrayar que los estadounidenses están muy endeudados y tienen que gastar menos para poder pagar lo que deben y para acumular ahorro para su retiro. Una vez más, el envejecimiento de la población es más que relevante. En cuanto al endeudamiento, imagine lo siguiente: la familia promedio gasta más haciendo pagos anuales de capital e intereses sobre lo que ya deben que lo que gastan en comida.

Y con respecto al tema de la abundancia de financiamiento, hay también situaciones insostenibles. Imaginemos el caso de un país que tiene gran poderío manufacturero y que provee al mundo de bienes. Un país que acumule un superávit comercial equivalente a 0.5% del producto mundial, y acumule tantas reservas internacionales que tiene con qué financiar los déficit de sus socios comerciales. No me refiero a China hoy, sino a Estados Unidos en 1929.

En aquel entonces, después del desplome bursátil, cuando cayó la demanda internacional por bienes estadounidenses, el congreso decidió imponer exorbitantes aranceles a las importaciones para forzar a la demanda local de los productos que antes se exportaban. Los socios comerciales de Estados Unidos, al verse afectados por la brutal medida, impusieron medidas similares a los productos de éste país. El resultado final fue una contracción de 70 por ciento en el comercio internacional y la resultante depresión a nivel mundial que culminó en la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, China tiene la capacidad de inundar a los mercados financieros con las abundantes reservas que han acumulado al mantener su moneda artificialmente baja. Al hacerlo, imposibilitan que los chinos demanden "carísimos" productos importados y subsidian la compra de sus productos por los habitantes de los países que los importan (pero que no pueden producirlos y competir con sus precios). Esta medida les permite a los chinos mantener empleada a su población, por lo que están "exportando" desempleo.

Los enormes superávit de China (399 mil millones), Alemania (279 mil millones), Japón (195 mil millones), y de los países exportadores de petróleo (813 mil millones) financian los grandes déficit -y el consumo excesivo- de Estados Unidos (664 mil millones).

En el entorno actual, los países que se han acostumbrado a exportar desempleo sufrirán al ver la enorme contracción en los déficit de los países cuyo consumo se está contrayendo. Estimular la demanda local no es trivial, y sufrirán mayores niveles de desempleo.

El abundante financiamiento que proviene de los países superavitarios dejará de ser la constante en los mercados financieros internacionales. Esto ocurrirá en un año en el cual muchas economías emergentes tienen que salir a renovar emisiones de deuda que vencerán en 2009. Brasil tiene 205 mil millones de dólares de vencimientos, Rusia 605, la India 257 y China 2.4 billones. Argentina esta vez tuvo suerte, no logro ingresar a los mercados internaciones y esto lo ha beneficiado.

Los enormes desbalances entre las cuentas corrientes de las economías del mundo pueden provocar sanciones comerciales, aranceles, subsidios y prácticas desleales que podrían, como en 1930, generar proteccionismo y una contracción en el comercio internacional que sería más que inoportuna.

Mientras duró, fue cómodo contar con el colosal financiamiento que provino de los insostenibles vicios comerciales chinos. Como en el caso del consumo estadounidense, corregir los desbalances no es una tendencia temporal sino un cambio secular indispensable.

Siempre he tenido cierta fascinación con la posibilidad de saber qué depara el futuro. Claramente, no soy el único. El analista de una casa de bolsa, por ejemplo, difícilmente pronosticará una fuerte y prolongada baja en los precios de las acciones pues, al hacerlo, va en contra del negocio de la empresa para la cual trabaja. Ha sido, también, común ver a analistas de grandes fondos que pronostican "talking their book" (término que se usa para quienes están simplemente promoviendo escenarios convenientes para las posiciones en las que se encuentran invertidos). Probablemente, el analista pueda tener la honestidad para decir lo que realmente piensa, pero su siguiente observación será hecha desde la perspectiva del analista "independiente" (también conocido como "desempleado").

Muchos analistas y expertos quieren ver la situación actual como un ajuste temporal y una corrección menor. Pero desear que así sea no es razón suficiente para provocarla. Es más, muchos observadores del mercado están esperando a que haya verdaderamente una "capitulación" desesperada y generalizada que señalará el punto en el que, finalmente, hay que zambullirse en el mercado.

En mi opinión, muchos economistas han caído en la trampa keynesiana de pensar que es la voluntad de los gobiernos la que puede evitar que una crisis se profundice, que es cuestión de gastar con suficiente determinación y contundencia para lograr salir de la tormenta. Otros pensamos que el camino es harto más sinuoso y que requiere de provocar cambios profundos antes de generar las condiciones que nos regresen a un desarrollo sano y bien sustentado.

Pronosticar qué va a pasar es siempre difícil. Hoy lo es más, debido a la alta sensibilidad del mercado a rescates y decisiones políticas. Un mundo financiero que ha movido su centro de gravedad de Wall Street a Washington es no sólo inusual, sino también altamente volátil.

Le ofrezco, por ello, decirle qué creo que va a pasar. No lo hago desde la arrogancia del analista que cree tener la bola de cristal, sino con el sano intento de hacer que usted esté de acuerdo conmigo o no, el proceso intelectual de llegar a una u otra conclusión le será de mayor utilidad que la tediosa alternativa que yo tendría de darle muchos escenarios diferentes y docenas de conclusiones probables y mutuamente excluyentes.

La crisis actual no es, como se dice, producto de un par de años de laxa política monetaria, expansión crediticia y especulación inmobiliaria. Esas condiciones, sin duda, exacerbaron y agravaron el problema, pero el proceso ha sido mucho más largo y gradual, por lo que la salida también lo será.

Hemos visto a la economía estadounidense perder casi 2.6 millones de empleos en un año. El desempleo ha pasado de 3.5% en su mínimo a alrededor de 7.2% en este momento. Sin embargo, esa cifra es muy conservadora. Las estadísticas de empleo cuentan sólo a la gente activamente buscándolo. Hay una base mucho mayor de gente desempleada que se ha dado por vencida y no busca más, y otro numeroso grupo de gente subempleada quien se ha resignado a trabajar menos horas y por menor paga.

Como dije anteriormente, los cambios en el comportamiento de los consumidores no son temporales. El crecimiento en el ahorro marginal que vimos que el año pasado aumentó de cero a más de dos por ciento podría eventualmente regresar a 8%, como ocurría antes de la formación de las burbujas en los mercados de activos. Esa premisa implicaría un comportamiento de los consumidores radicalmente diferente al que ha tenido en las últimas décadas.

Todo esto me lleva a hacer algunos pronósticos poco atractivos.

Creo que el desempleo seguirá aumentando a un ritmo acelerado hasta rebasar 9% u 10 %. Esta condición contribuirá a una enorme contracción en el consumo. Provocará también que continúe el deterioro del crédito. Los problemas para los bancos van a seguir. El crédito al consumo, las tarjetas de crédito, el deterioro en las hipotecas serán los mecanismos para el deterioro de los balances. Los bancos tendrán que seguir siendo recapitalizados y seguirá la consolidación entre estas instituciones. Habrá mucho menos de ellas a fines de este año, ya sea porque se fusionen o porque quiebren.

Los grandes grupos financieros internacionales retendrán tanto cash como sea posible en el desesperado intento por sobrevivir más tiempo y en mejores condiciones que sus competidores. La reciente venta de Smith Barney nos recuerda que aún falta mucho para sanear los balances bancarios.

La situación de los bancos será, además, golpeada por la caída de los bienes raíces comerciales (cuya deuda está mucho menos bursatilizada -o titularizada- que la deuda residencial), y por los precios de bienes raíces residenciales que caerán 20% más en el año. No veremos a los precios de éstos tocar fondo sino hasta que haya una fuerte reducción en el inventario de propiedades por vender, el cual equivale a más de once meses de demanda en este momento.

Seguramente habrá decisivos planes para fomentar la demanda por inmuebles. Éstos incluirán la deductibilidad fiscal de enganches ("down payments"), tasas agresivamente subsidiadas y todo tipo de estímulo que, de funcionar, pudieran retardar -más no evitar- la caída. Al final del día, sólo la gradual digestión del exceso de inventario parará la caída, pero no hay razones ni demográficas, ni rezago en la demanda que justifique perspectivas optimistas.

La inversión privada también va a contraerse. Las empresas van a retener el "cash" que logren generar. Será un año de evidente presión deflacionaria y algunas empresas tendrán dificultades en ese entorno, particularmente las empresas apalancadas y más aún aquellas necesitadas de acudir al mercado para renovar líneas de financiamiento este año.

Recordemos que la economía estadounidense está más de 8% por debajo de su producción potencial y, por ello, el principal problema provendrá de encontrar qué hacer con la gigantesca proporción de la capacidad instalada que se encuentra ociosa. En su afán de sobrevivir más tiempo que el vecino, los productores estarán dispuestos a estrangular sus utilidades, con tal de seguir generando flujo. Repito, por ello, que la deflación será un tema dominante.

Los inversionistas tendrán una clara aversión al riesgo y también se mantendrán en cash. Esto reducirá la velocidad del dinero en forma determinante, por lo cual los estímulos fiscales tendrán un impacto mucho menor a lo esperado. Habrá más dinero, pero cambiará de menos manos; el efecto neto es que se sentirá como si hubiese menos.

En su esfuerzo por reducir las tasas hipotecarias, el banco central seguirá comprando bonos del tesoro, haciendo que las tasas de los bonos a plazos más largos sigan bajando (lo cual presenta una oportunidad de inversión a corto plazo). El dólar se fortalecerá contra el euro cuando la tasa en este último baje y desincentive la especulación de quienes se financian en dólares a tasas cercanas a cero para invertir en euros. El yen seguirá estando fuerte, y la libra llegará a estar a la par con el euro.

El crecimiento chino va a ser mucho menor a lo esperado, calculo que debería estar entre cinco y seis por ciento, y las economías desarrolladas considerarán imponer sanciones comerciales a las exportaciones de este país, dada su desesperada persistencia de mantener el yuán artificialmente barato.

Será un pésimo año para mercados emergentes. Los de Europa oriental y la vieja esfera soviética estarán particularmente afectados. Creo que Rusia tendrá una recesión severa, y los paises de la ex union sovietica, que intentan incorporarse a la Eurozona, tendrán igual resultado (vean Clarín 5/3/2009, Letonia, "paraíso del consumo y crédito fácil, a la ruina económica") y eso les hará mucho menos predecibles en temas geopolíticos. España enfrentará niveles de cesantía sin precedente, y la pésima situación económica generará tensión política.

A pesar de que se espera que el enorme estímulo fiscal estadounidense provoque presión inflacionaria y que genere escepticismo sobre el dólar, creo que esas no serán tendencias que veremos aún en 2009. Posteriormente (quizá después de 2010), sin embargo, parece probable un entorno de tasas a largo plazo más altas -ante las altas necesidades de financiamiento estadounidenses- e inflación.

El petróleo se mantendrá entre las bandas de los 40 a 60 dólares, a no ser que haya tensiones geopolíticas crecientes, en las cuales Irán debe estar involucrado. Otras materias primas industriales estarán débiles, pero la perspectiva de altos niveles de gasto público en infraestructura -más relevantes en 2010 que en este año- pudieran comenzar un ciclo de recuperación.

El oro, sin embargo, es la gran interrogante. Un entorno deflacionario parece ser negativo para el metal amarillo cuyo precio tiende a fortalecerse en períodos inflacionarios. La incertidumbre sobre las monedas duras y las tasas de interés cercanas a cero, por otra parte, pudieran incrementar el interés de los ahorradores. Creo, sin embargo, que pudiéramos ver ventas por parte de bancos centrales en este año.

En fin, como dije, pocas veces ha sido más difícil pronosticar de lo que lo es ahora. Seguramente, habrá incontables sorpresas en todos los niveles. Recuerde que hace apenas un año los analistas se debatían sobre si habría o no una recesión en los Estados Unidos. Aun quienes éramos muy pesimistas, jamás hubiéramos imaginado el desmoronamiento del sistema financiero mundial y el nivel de contracción económica que hemos visto.

En mi opinión, Obama, esta intentado sostener la demanda interna vía reducciones impositivas y generando un aumento colosal de inyecciones de liquidez al sector crediticio. Es ahí donde se está haciendo un esfuerzo fútil y poco sensato. Considerando que la descomunal demanda estuvo financiada con endeudamiento, y que el valor de los activos que fueron ofrecidos como colateral para obtener ese crédito se ha desplomado, ha llegado la hora de que esas familias endeudadas se aprieten el cinturón y paguen lo que deben.

Mientras tanto, los bancos quedarán lamiéndose las heridas y viendo cómo paulatinamente se vuelven a hacer de capital para compensar el enorme deterioro que han tenido y seguirán teniendo en su base de activos, conforme no puedan cobrar, las garantías que tienen no valgan lo que se creía, y sus propias inversiones bajen de valor.

¿Y esto qué tiene que ver con los países pobres? Nuevamente, mucho; la inusual abundancia de crédito se dio como consecuencia de los enormes sobrantes de ahorro que provenían de los países superavitarios. Idealmente, más que irse a financiar consumo, esa alta generación de ahorro debió irse a financiar inversiones de capital, a financiar el desarrollo de capacidad productiva y de infraestructura en países en vías de desarrollo. Si eso hubiese sido posible, ahora tendríamos una base de demanda mucho más amplia y balanceada.

En su lugar vemos un desesperado esfuerzo por hacer que los países deficitarios sigan demandando, lo cual equivaldría a convencer a un drogadicto en sobredosis de que se inyecte la última ración de heroína. Este ejercicio me recuerda al desatinado esfuerzo que los países en desarrollo hacen por incrementar sus ingresos fiscales recurriendo siempre al mismo pequeño grupo de causantes cautivos, en vez de incrementar la base de contribuyentes motivando incluso a los contribuyentes menores a que paguen impuestos.

Éstos pueden tener una menor capacidad individual de pago, pero su número los puede volver una fuente de recaudación más estable. La otra alternativa sería que sean los propios países superavitarios los que se lancen a consumir, a pesar de que muchos de ellos no tienen (a corto plazo) las condiciones sociales básicas que les permitan frivolizarse, pues no tienen sus necesidades básicas cubiertas por una red de servicios sociales eficientemente provistos.

Eso es lo que ocurre en China, por ejemplo, con los deficientes servicios de salud estatales que fuerzan a que la población acumule ahorro en caso de que requieran acudir a los proveedores de medicina privada. Pretender que los problemas actuales se resuelvan con las mismas herramientas que provocaron el colapso, si bien puede generar frutos en un plazo más corto, garantiza que eventualmente volveremos al mismo punto del cual partimos. Se habla de la necesidad de recapitalizar a los bancos, con la cual estoy de acuerdo, pero se condiciona el proceso a que éstos se comprometan a volver a empezar a prestar. Eso es absurdo.

Tenemos que entender que el problema requerirá de soluciones mucho más realistas y, desafortunadamente, de más lento efecto. El principal problema de los balances de los bancos hoy es de opacidad. Hace veinte años, en éstos había activos fáciles de valuar y, por lo mismo, susceptibles de ser fácilmente liquidados -aunque fuese con descuento- en caso necesario.

Hoy tenemos bancos con estructuras de alta complejidad en sus libros. Algunas de éstas son el resultado de haber titularizado o bursatilizado hipotecas de baja calidad crediticia (el infame "subprime"), pero donde el banco no tiene directamente la hipoteca en sus libros sino una rebanada de un pastel donde hay muchas de éstas mezcladas. No sabemos si en esa rebanada hay estructuras tóxicas o si tiene otras que no lo son tanto.

Para agravar la situación, la necesidad de liquidez de los bancos para rehacer su capital ha provocado ventas de emergencia de estos valores. Al no tener éstos una valuación transparente, sus precios se han colapsado pues los inversionistas institucionales evitan comprarlos (aunque puedan hacerlo con enorme descuento) ante el miedo a no poder deshacerse de ellos después. Desafortunadamente, la probabilidad de que la rebanada del pastel sea tóxica seguirá aumentando conforme los precios de los bienes raíces sigan cayendo y conforme el crédito al consumo también se siga deteriorando. Y no, la solución no pasa por artificialmente crear demanda por inmuebles para que los precios dejen de caer.

Al final del día, de una u otra forma tenemos que volver a niveles razonables de los precios de éstos relativos al nivel de ingreso de la población y al posible rendimiento que éstos generan si son ofrecidos en renta.

Personalmente creo que los parámetros que hoy se usan para analizar el mercado inmobiliario están sesgados por un periodo de bonanza demasiado largo. Por ejemplo, se estima que más de 25% de la demanda por inmuebles en los últimos años provino de gente buscando especular, no tratando de hacerse de vivienda. Ésta se ha retirado del mercado y no va a volver.

También creo que todo mercado que produce una burbuja genera también una corrección excesiva en la baja. Esta condición es necesaria para volver a atraer capital a invertir en un activo a todas luces barato. Estamos aún lejos de ese punto. El problema está en que ese ajuste seguirá erosionando el capital de los bancos cuya única posibilidad de acción sensata es concentrarse en sanear su balance -ya sea incrementando su base de capital o disminuyendo sus pasivos- olvidándose de paliativos cortoplacistas y utópicos que sólo posponen la posibilidad de soluciones reales.

Desafortunadamente, tomará años que nos deshagamos de los excesos provocados por la euforia y el comportamiento irracional. Sería absurdo pensar que la solución está en que éstos continúen. El sistema bancario mundial está herido y la preocupación tiene que estar más en sanarlo que en asegurarnos de que se levante de la cama y empiece a correr pronto. Hacerlo garantiza simplemente una recaída. Los consumidores tienen que regresar a patrones razonables y vivir de acuerdo a su realidad. Hacerlos ver como las inocentes víctimas del engaño bancario es irresponsable y suscita un peligroso precedente.

Los bancos tienen que regresar a modelos de negocios prudentes y los excesos tienen que castigarse. Algo que "opaca" aún más la situación de los bancos es la enorme proporción del negocio que ni siquiera está formalmente en sus balances. Citibank, hoy en boca de todos, tiene más activos fuera de su balance que en éste. Quienes propiciaron esta situación tienen que mostrar que llegaron a ésta manteniéndose dentro de parámetros legales. La globalización de la economía provocó la aceleración de la fase expansiva del ciclo económico. Esa misma interacción entre las diferentes regiones y mercados tiene que sentar las bases para un desarrollo balanceado y realista.

En su discurso de toma de posesión, Barack Obama dijo que "la riqueza de Estados Unidos se mide no por el tamaño de su PIB sino por el alcance de su prosperidad". Lo mismo podemos decir del mundo. Las soluciones sustentables tienen que afrontar el problema de desigualdad porque sólo en la medida en que se desarrollen soluciones que incorporen a los miles de millones de marginados a la economía mundial, podremos generar niveles de demanda que no requieran de la frivolidad excesiva y el endeudamiento a niveles peligrosos de los habitantes de países como Estados Unidos, Inglaterra o España que ahora tendrán que sufrir la resaca posterior a la larga fiesta.

El mundo entero parece estar gradualmente dándose cuenta de que la tremenda crisis económica que empezó a manifestarse en Estados Unidos el año pasado no es un problema exclusivo de ese país. Las absurdas teorías que hablaban de la inmunidad de ciertos países o regiones al "contagio" están aún más devaluadas que todas las clases de activo en los mercados. España tiene una fenomenal crisis, el crédito ya extinguido empieza a generar incertidumbre en la cadena de pagos, los bancos mas importantes comienzan a demostrar flaquezas. Argentina es vulnerable en cierta medida, ya que los bancos españoles impactan directamente sobre sus acciones. No obstante bancos de primera línea que ya se han visto en problemas en España, sus repercusiones en el mercado local fueron rápidas y directas, los depositantes reaccionaron comúnmente a la cancelación de plazos fijos y retiros de ahorros, generando hacia el banco en cuestión una aumento de sobre tasas de "call" (prestamos entre bancos con el sencillo fin de llegar al encaje determinado por el Banco Central) para disipar una corrida.

En fin, el mundo globalizado tiene infinidad de mecanismos de conexión financiera no sólo por el vigoroso comercio internacional, sino también por la presencia de intermediarios financieros con exposición global. Ésta se da ya sea por la presencia física en otros países, o por haber invertido en valores emitidos por gobiernos o empresas de países diferentes al de origen.

Según una excelente publicación escrita por Olivier Blanchard, profesor de MIT (The crisis: Basic mechanisms and appropriate policies; diciembre 29, 2008), la exposición al resto del mundo de los bancos procedentes de los cinco países más industrializados se incrementó de 6.3 billones (millones de millones) de dólares en el año 2000 a 22 billones en junio de 2008, 4 billones de los cuales estaban en mercados emergentes. Ese nivel de inversión asegura un fugaz contagio.

Es significativo preguntarnos qué hizo que creciera tan rápidamente el apetito por tomar riesgo originado en otros mercados. Según otro prominente economista de la misma universidad -MIT- Ricardo Caballero (A global perspective on the great financial insurance run: Causes, consequences, and solutions; enero 23, 2009), lejos de que la explicación esté en el deseo de alto rendimiento, el origen se explica por la escasez de instrumentos financieros para proteger valor que se manifestó a fines de los noventa.

El incremento en la demanda provino no sólo del envejecimiento de las poblaciones de Japón y Europa, sino también de la integración de países altamente ahorrativos a la demanda global por instrumentos financieros, a la precavida respuesta de países emergentes como consecuencia de crisis financieras previas y a la estabilidad de economías productoras de materias primas.

Según Caballero, esa creciente demanda por instrumentos "seguros" es lo que explica la fuerte baja en las tasas de interés estadounidenses, no sólo la relejada política monetaria de la Reserva Federal de Greenspan.

¿Por qué es esto relevante? Lo es por dos motivos. Primero, porque para saciar esa demanda los "creativos" banqueros de Wall Street diseñaron instrumentos "seguros" cuya calidad crediticia se explicaba no por la fortaleza financiera del emisor, sino por la certeza de que si se empaquetaba a cientos de emisores de baja calificación de crédito en una canasta, éstos no dejarían todos de pagar al mismo tiempo.

Eso, entonces, satisfacía dos propósitos. Primero, alimentaba a esa creciente demanda por instrumentos que fuesen refugio de valor, mientras que permitía incrementar la cantidad de crédito disponible para deudores de baja calidad crediticia. Esta demanda creció exponencialmente en respuesta al "American Dream Downpayment Act" firmado en 2003 por la administración Bush para proveer de 5.5 millones de viviendas a familias de escasos recursos. Es aquí donde Geespan le guiño el ojo a Bush bajando drásticamente la tasa de referencia desde la reserva federal.

Como dije anteriormente, es precisamente la creación de estas complejas estructuras lo que le quitó transparencia a los balances bancarios, haciendo imposible valuar a ciencia cierta el nivel real de riesgo -y descomposición- que hay en éstos. Esto no sólo ha llevado a que a los bancos comerciales les sea imposible emitir papel comercial para fondearse, o convencer al público de que les pierda el miedo; incluso ha provocado que la única parte donde los ahorradores se sienten seguros es en la parte más conservadora y de corto plazo de las emisiones gubernamentales donde está hoy estacionado todo el ahorro.

Este análisis puede generarnos un cierto grado de esperanza. Por una parte, esas enormes cantidades de recursos no se quedarán para siempre inmóviles y resignadas a rentabilidades nulas. Cuando los mercados recuperen la confianza -lo cual no ocurrirá pronto, pero sí ocurrirá- es posible que se genere una redistribución colosal y rápida hacia activos más rentables conforme se generalice la sensación de que no pueden perderse las gangas que hoy abundan en el mercado. Por otra parte, si ese es el caso, quizá es en esa necesidad de tener "seguros" donde deben enfocarse los esfuerzos de los gobiernos que intentan estabilizar la situación.

Sin duda, uno de los factores más devastadores de esta crisis ha provenido de la sensación que tienen muchos inversionistas que pensaban haber comprado algún tipo de seguro, y que hoy descubren que esa cobertura no existe. Por ejemplo, en el mercado había tres billones de dólares de emisiones aseguradas por "monoliners" (Empresas aseguradoras dedicadas a cubrir el riesgo de no pago de un emisor de deuda. Es decir, si una empresa que emitió un bono pierde la capacidad para pagarlo, la monoliner lo hace. Esto permite que el emisor tenga una mejor calificación de crédito y un menor costo de financiamiento, a cambio de pagarle una prima de seguro a la monoliner.)

Sin embargo, esa sensación de seguridad desapareció cuando en una situación de riesgo extremo el mercado ponderó que las monoliners no podrían cubrir ese nivel de emisiones teniendo tan sólo 34 mil millones de dólares de capital propio.

Esa realización llevó a que hubiera ventas masivas de instrumentos que se percibían como de bajo riesgo sólo bajo el amparo de la monoliner, pero no sin éste.

Lo mismo pasa con los CDS's ("credit default swaps"), otro tipo de seguro contra riesgo crediticio, en el cual la inestabilidad de los intermediarios financieros que ofrecen cubrir el riesgo generó duda que se ha manifestado en la fuerte caída en los precios de las emisiones.

Esa es la teoría de Caballero, que la estabilización de los mercados comenzará cuando regrese la confianza por el seguro. Eso permitirá el gradual regreso hacia activos que no estén tan a prueba de balas como un bono de corto plazo emitido por el Tesoro estadounidense.

Sin embargo, entendamos que de lo que se está hablando es de que simplemente empiece el proceso de normalización de los mercados, de que gradualmente se vuelva a distribuir el ahorro entre diferentes clases de activo, lo que llevaría a una paulatina recuperación de los precios y que se reflejaría, por ejemplo, en un incremento en los niveles de capitalización de los bancos y de recuperación de los patrimonios familiares. Conforme esto ocurra, el consumo pudiera empezar lentamente a recuperarse.

Claramente, no estamos hablando -por mucho- de regresar a la bonanza en la cual estábamos. Esa se fue y quizá no regrese en décadas. Como dice David Rosenberg, el analista de Merrill Lynch, en este entorno no estamos hablando realmente de una recesión sino de una depresión. La diferencia entre una y otra es que un ciclo recesivo es mucho más corto -típicamente alrededor de año y medio- pues es provocado por un incremento en los niveles de inventarios conforme la demanda cae. En el proceso de reducir los inventarios, las empresas dejan de comprar y hay altos niveles de capacidad instalada que quedan ociosos. Eventualmente, la demanda se logra reactivar y la situación se normaliza. En una depresión el problema es de endeudamiento excesivo, cuya normalización pasa por una prolongada contracción de la demanda y un fuerte crecimiento del ahorro. Ese es un proceso más largo y lento, pues implica una venta masiva de activos y un prolongado cambio en patrones de consumo e inversión para ir pagando lo que se debe.

Si ésta es una depresión, es la primera desde la de los años treinta, y sólo hubo otras cuatro en el siglo XIX. Si lo es, el proceso de ajuste será largo y delicado. Considerando que alrededor de 30% de la capacidad industrial estadounidense está parada, tomará mucho para que la capacidad vuelva a utilizarse y el empleo se recupere. El proceso de contracción de éstos, de hecho, apenas está empezando.

La situación laboral contribuirá necesariamente a complicar el ciclo. La tasa de desempleo real en Estados Unidos es de alrededor de 13.5%, si tomamos una definición más amplia que la de desocupación entre quienes activamente están buscando trabajo (en cuyo caso es 7.2%). La Organización Mundial de Trabajo dijo el miércoles 28 de enero que más de cincuenta millones de trabajadores perderán su empleo este año, como consecuencia de lo que vivimos.

Como esperaba, la presión sindical ha comenzado. La primera huelga general en Francia paralizará al país ante la muy "francesa" demanda por "proteger al empleo y al poder adquisitivo". Habrá que preguntarle a los obreros franceses de dónde creen que vienen los recursos para proveer esa protección.

La depresión económica empieza y la psicológica va de la mano de la primera.

Desde mi humilde posición, quiero hacerles saber que la única y mejor forma de proteger el empleo es aumentando los esfuerzos y optimizando recursos. Los tiempos que se vienen son de una fuerte y ardua competencia, pero debemos tener presente que toda crisis genera cambios y estos pueden ser una oportunidad, solo hay que verlo como un desafio.

Luis A Sebastián Cuadros

luissebastianc@hotmail.com

El Crecimiento de las Exportaciones de Soja y sus Consecuencias Económicas y Ambientales

El presente proyecto de investigación pretende abordar algunas de las consecuencias del crecimiento de las exportaciones de soja en la Argentina desde los años `90 hasta la actualidad. El mismo parte de una descripción de la evolución de la producción de soja, influida por las políticas implementadas desde los `90, que favorecieron a la expansión de las exportaciones agropecuarias, especialmente las de soja, y pretende indagar en la siguiente problemática: ¿cuáles son las consecuencias del crecimiento de las exportaciones de soja en la Argentina desde los `90 hasta la actualidad?



Esta problemática resulta relevante porque dependiendo de la visión y las ideas que se tengan, se visualizarán consecuencias en algunos casos opuestas sobre la expansión sojera. A su vez, esta cuestión está estrechamente relacionada con el debate actual acerca de la factibilidad de la vuelta de un nuevo “modelo agroexportador”. Algunos tienen una visión del corto plazo: contemplan las altas ganancias, la elevada producción, el aumento progresivo de las exportaciones, la tecnología que promueve considerables mejoras, etc. Por otro lado, se encuentran quienes tienen una visión de largo plazo y son los que visualizan la generación de megaexcedentes por parte del campo, los efectos sobre el medio ambiente, los problemas de regulación del Estado, etc.

De esta forma, el objetivo de la investigación consiste en analizar las consecuencias de la expansión de la producción y exportación de soja, teniendo en cuenta dos dimensiones: la económica y la ambiental.

La hipótesis de este trabajo es que las consecuencias del crecimiento extraordinario de la producción y exportación de soja en Argentina presentan aspectos positivos, teniendo en cuenta la dimensión meramente económica, y negativos, contemplando la dimensión ambiental, tomando como referencia el período que abarca desde los años ’90 hasta la actualidad.



La teoría de David Ricardo. El comercio internacional

Es importante en esta investigación, para comprender el tema en cuestión, tratar de pensarlo en relación con alguna teoría económica. En este caso, se ha seleccionado la teoría del pensador David Ricardo (1817), quien ha dejado en claro su postura en relación al comercio internacional: se encuentra a  favor de la libre competencia, tanto dentro de un país como así también entre distintos países.

Para este autor, en condiciones de libre competencia, se establecerá una división internacional del trabajo, según la cual cada país se especializará en producir aquellos bienes en los que posee ventajas comparativas. En relación a ello, es preciso hacer referencia a la teoría de las ventajas comparativas de este pensador, que explica los beneficios que obtienen todos los países que participan en el comercio internacional. Según esta teoría, en unas condiciones técnicas dadas, el producto total que se obtiene de la especialización y el cambio, en lugar de la autarquía y el aislamiento económico, se maximizará si cada país o región se especializa en la producción de aquellos bienes o servicios en los que su costo comparativo sea relativamente menor.

Para explicar su teoría, el autor se basa en un modelo simplificado que supone el comercio entre dos países, que intercambian tan sólo dos bienes. De esta forma, establece en su obra que teniendo en cuenta por ejemplo que Inglaterra requiere el trabajo de 100 hombres durante un año para producir paños y el trabajo de 120, para producir vino en el mismo tiempo, la situación de Portugal es la siguiente en comparación con la producción de Inglaterra:



“Portugal probablemente pueda producir su vino mediante el trabajo de 80 hombres durante un año, mientras que para la producción del paño requiere el trabajo de 90 hombrees durante el mismo tiempo. Resulta, en consecuencia, ventajoso para Portugal exportar vino a cambio de paños. Este intercambio puede efectuarse aun cuando la mercancía importada se pueda producir en Portugal mediante una cantidad menor de mano de obra que en Inglaterra. (…) seria más provechoso para Portugal emplear su capital en la producción de vino, mediante el cual obtendría una cantidad mayor de paños procedentes de Inglaterra, que el que podría  producir invirtiendo en la manufactura de paños una parte del capital que ahora dedica a la producción de vino.” (Ricardo, 1817: 103).

En esta teoría no sólo se expresa que la especialización a la que lleva el libre comercio hará que cada país se especialice en la producción de aquellos bienes en que relativamente posee ventajas comparativas, sino que también se establece que se estarán produciendo beneficios netos para todos. En palabras del pensador:

“En un sistema de intercambio perfectamente libre, cada país dedicará lógicamente su capital y su trabajo a aquellas producciones que son más beneficiosas para él. Pero este propósito de percibir la ventaja individual está admirablemente unido a la conveniencia general del conjunto (…) Es éste el principio que determina que el vino se elabore en Francia y Portugal, el trigo se cultive en América y Polonia y otras mercancías se fabriquen en Inglaterra”. (Ricardo, 1817: 102).

Relacionando ahora esta teoría con la historia económica argentina y tomando las ideas que Aldo Ferrer (2004) establece en su obra, puede decirse en primer lugar, que en el período 1880-1930, la Argentina se insertó al mercado mundial de forma tal que las exportaciones agropecuarias constituyeron la actividad dinámica del período. Así, según indica el autor, se estableció una división internacional del trabajo en la cual Argentina se especializó en la producción de productos primarios (exportaba éstos e importaba productos manufacturados).

Pero ¿era conveniente esa especialización de la Argentina en productos primarios? Para ese período puede decirse que sí. Siguiendo a Ferrer (2004) las grandes extensiones de tierras fértiles y escasamente pobladas de la pampa húmeda, la entrada de capitales extranjeros y las mejoras en transporte y comunicaciones que poco a poco iban teniendo lugar, son algunos de los condicionantes que hacían casi impensables otras alternativas, y que permitieron un período de prosperidad económica.

Actualmente, se vive un contexto en el que la producción y la exportación de soja presentan una gran preponderancia. Ello se debe, en parte, a las políticas implementadas en los años ´90. Como indica Ferrer (2004) se trató de una etapa en la que se profundizó la desregulación estatal y la apertura económica, y en la que la industria se vio desprotegida.

Seguramente sería imprescindible para la economía del país, especializarse en una actividad como la producción de soja, que presenta una gran rentabilidad y posibilidad de expansión del área sembrada, mediante la deforestación, por ejemplo (en el gráfico 1 del anexo se puede apreciar la evolución del área sembrada del `97 al `07). pero ello no quiere decir que especializarse en esta actividad, genere beneficios también a largo plazo y en todos los ámbitos posibles (social, ambiental, etc.)

Gráfico 1: Evolución de la Producción y Rendimiento de Soja - Campañas 1997/98 a 2006/2007

En relación a lo expuesto, es necesario mencionar que Ricardo (1817), en su análisis de la especialización y determinación de las ventajas, no tuvo en cuenta otras dimensiones distintas a la económica, como la social y ambiental.

La expansión de la producción de soja desde una perspectiva económica

Resulta interesante hacer una breve referencia al debate que los autores Fritzche y Kohan (2004) expresan en su texto sobre el proceso de globalización. Teniendo en cuenta que “globalización” no posee una definición compartida y aceptada universalmente, los autores toman las ideas y concepciones de diversos autores, uno de ellos es Hirsch (1997) y refiere que teniendo en cuenta las diferentes esferas, habrán varios niveles de significados de este proceso de globalización. De esta forma este autor afirma:

“Si tomamos la esfera económica, la globalización consiste en la integración a un mercado mundial en el que se pretende incorporar un producto determinado y lograr que su demanda aumente para obtener beneficios. Si la demanda de tal producto va en aumento, lo lógico sería aumentar su producción (expandirla) lo más posible para aumentar así las exportaciones.” (Hirsch: 1997; citado en Fritzche y Kohan: 2004,26).

Estas ideas de Hirsch (1997) permiten comprender claramente la expansión de la producción de soja. Se trata de un sector que, por los enormes beneficios que se obtienen, resulta conveniente (para ciertos actores) seguir expandiendo la producción. De esta manera, hay una enorme rentabilidad de la producción soja (también conocida como “oro verde”) por su fabuloso rendimiento. Con un mercado en alza y con China que demanda más y más (es decir aumentan las exportaciones), podría pensarse que hay una tentación irresistible por parte de los empresarios de seguir invirtiendo en este sector.

Ocurre que la producción de soja es una fuente importante de divisas. Ello puede evidenciarse luego de la crisis de 2001, cuando los elevadísimos precios internacionales de estos cultivos inyectaron dinero fresco al mercado argentino. Ese dinero le dejó al Estado regalías nunca antes generadas por otra actividad económica, tanto que el Banco Central llegó a tener las mayores reservas de su historia, a pesar de haber destinado fondos para pagar la deuda externa. De esta forma, grandes sumas de dinero fueron esparcidas en forma de ayuda social y emprendimientos de construcción, que bajaron las tasas de desocupación rápidamente y evitaron un desenlace de estallido y caos social que parecían inevitables.

Por otro lado, los empresarios sojeros fueron los nuevos ricos y su único objetivo consistía en maximizar sus beneficios.

Desarrollo sostenible

El hecho de que los grandes empresarios sólo visualicen el corto plazo y piensen en obtener así, extraordinarias ganancias, ello lleva a que los agentes cosechen tan rápido y tanto como puedan que el recurso en cuestión termina siendo sobreutilizado. Ocurre que muchas veces no se realiza una previa valuación de los beneficios indirectos del recurso forestal, con lo cual no se toma conciencia de la ventaja de su aprovechamiento sustentable. Dado que comúnmente prevalecen visiones cortoplacistas, raramente se considera este proceso y sus consecuencias a la hora de tomar decisiones y llevarlas a la práctica.

El manejo forestal sustentable, teóricamente es aquel que asegura una producción de bienes y servicios a perpetuidad, pero ocasionando la mínima alteración de los ecosistemas (definición publicada por la secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable). Pero en la práctica, ocurre que se tienen en mente los beneficios meramente económicos y se pierden de vista las consecuencias ambientales: todas ellas negativas, pues es imposible pensar aquí, en aspectos que resulten beneficiosos frente al proceso de deforestación, por ejemplo, que se lleva a cabo para expandir el área sembrada de la soja.

Como afirma el investigador Reboratti (1996), el término “manejo sostenible” de los recursos naturales renovables establecen una confusión entre la teoría y la práctica, porque

“el manejo de una situación específica debería ser la aplicación de una serie de prácticas basadas en el concepto de desarrollo sostenible (…). No se trata de un ‘manejo sostenible de recursos’ sino de un ‘manejo de recursos para el desarrollo sostenible’”. (Reboratti: 1996, 5).

Lo correcto entonces, sería hacer referencia al desarrollo sostenible, que abarca todos los sectores o facetas del desarrollo, ya que

“un proceso de desarrollo es un sistema donde se incluyen variables naturales, sociales, económicas y políticas actuando en forma interrelacionada y en un sistema de causalidad múltiple y circular.” (Reboratti: 1996, 9).

Estas ideas de Reboratti (1996) sugieren, entonces, que no hay que perder de vista las consecuencias ambientales cuando se pone en juego el manejo de cierto recurso natural. Las diversas políticas que se aplican deberían considerar las diferentes variables y no tan sólo la económica, para que sea posible un desarrollo sostenible a largo plazo.

Evolución de la producción y exportación de soja

Análisis de algunos datos en relación a la dimensión económica

Según establece un informe de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAPYA), el cultivo de soja tuvo un significativo desarrollo en la Argentina a partir de 1970.  De esta forma, en el cuadro 1 se resumen, para algunos períodos, la evolución de las variables productivas  más características de la actividad.


Cuadro 1: Evolución de variables productivas del cultivo a nivel nacional

Períodos

Superficie sembrada

(miles ha)

Rendimiento

(kg/ha)

Producción

(miles t)

70/1-72/3

95,65

1.500

136,33

80/1-82/3

2.100,00

1.950

3.973,30

90/1-92/3

5.088,67

2.263

11.031,30

2000/01

10.300,00

2.530

25.500,00

2001/02

11.610,90

2.630

29.955,30

Fuente: SAGPyA, Julio 2002           

Surge del cuadro un muy importante crecimiento de la producción: según esta fuente, la producción entre la década del ’70 y ’80 crece veintiocho veces a partir de un bajo valor inicial.  Entre la década del ’80 y ’90 lo hace un 178% y  desde comienzos del ’90 hasta el 2000/01 en 131%.  Asimismo, según la campaña finalizada en 2001/02, la producción de la oleaginosa se incrementó en 17,5% respecto al ya alto valor del ciclo anterior.

Al analizar la SAPYA, los factores de este alto crecimiento en la producción,   surge que los cambios en la superficie sembrada entre períodos fueron sucesivamente de: 2095%, 142%, 102% y 13%.  A su vez, la variación entre ciclos en el rendimiento fue: 30%, 16%, 12% y 4%.

En este trabajo interesa describir el proceso de sojización desde los ’90, década en la que se desarrolló un eficiente complejo agroindustrial oleaginoso, pues como indica el investigador Aldo Ferrer, en estos años comienza una etapa de profunda desregulación estatal, apertura económica, privatizaciones, endeudamiento y una tendencia creciente a la valorización financiera  Este escenario, puede afirmarse, permitió a la Argentina ser en la actualidad el primer exportador mundial de aceite y de harina de soja.  (En el cuadro 2 del anexo se sintetizan estos datos)

Gráfico 1: Evolución de la Superficie Cosechada y Sembrada

Ubicación de Argentina en el ranking mundial de exportación


Producto

Posición en el ranking mundial

Soja



Harina de soja



Aceite de soja



Harina de girasol



Aceite de girasol



Maíz



Carne bovina



Leche en polvo



Jugo concentrado de limón



Limones y limas



Peras



Miel



Papas congeladas



Lana grasienta



Fuente: elaboración propia en base a datos del USDA y FAO.

Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos

En un informe más reciente de la SAPYA, se establece que el volumen recolectado de soja en la campaña agrícola 2006/07, totalizó un valor cercano a 47.500.000 toneladas, y, tal como lo indica el gráfico 2, es el valor más alto alcanzado en toda la historia de las exportaciones de soja. Según esta fuente, este incremento en el volumen de producción, está explicado en parte, por un aumento operado en la superficie sembrada del 4,9%, además del incremento del rendimiento de la soja (en el cuadro 3 del anexo se muestra la evolución de la producción, del área sembrada y del rendimiento de la soja) ello se suman otros factores: los avances tecnológicos, el bajo costo de producción, los buenos precios y por ende la mejor rentabilidad. Todo esto ha permitido aumentar considerablemente la producción de soja (si bien la producción varía en cada provincia, tal como indica el gráfico 3 del anexo) y además ubicar al cultivo de la soja en una posición importante de las exportaciones argentinas.

 

 

 

 

 

Campañas Agrícolas

Superficie Sembrada

(en miles de ha.)

Variación 06/07 vs.(1), (2), (3) y (4)

Val. Absolutos (ha)

Val. Relativos (%)

2006/07 final

16.141

 

 

(1) 2006/07 intención

15.905

236

1,5

(2) 2005/06

15.393

748

4,9

(3) Prom. 02/03-06/07

14.613

1.528

10,5

(4) Prom. 97/98-06/07

11.974

4.167

34,8

 

 

 

 

SOJA - EVOLUCION DE LOS RENDIMIENTOS

 

 

 

 

Campañas Agrícolas

Rendimiento

(en kg/ha)

Variación 06/07 vs.(1), (2) y (3))

Val. Absolutos (kg/ha)

Val. Relativos (%)

2006/07 final

2.971

 

 

(1) 2005/06

2.679

292

10,9

(2) Prom. 02/03-06/07

2.681

290

10,8

(3) Prom. 97/98-06/07

2.626

345

13,1

 

 

 

 

SOJA - EVOLUCION DE LA PRODUCCION

 

 

 

 

Campañas Agrícolas

Producción

(en miles de tn.)

Variación 06/07 vs.(1), (2) y (3))

Val. Absolutos (tn)

Val. Relativos (%)

2006/07 final

47.482

 

 

(1) 2005/06

40.537

6.945

17,1

(2) Prom. 02/03-06/07

38.543

8.939

23,2

(3) Prom. 97/98-06/07

30.846

16.636

53,9

 

Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.

Gráfico 3: Producción de Soja por Provincia - Campaña 2006/2007

Por otro lado, el informe de la SAPYA también establece que la demanda de soja en el mundo ha aumentado (especialmente en China) y parece ser una tendencia muy lejos de modificarse. 

Ante este escenario favorable a la producción y exportación de soja, y centrándose en la dimensión económica, parece ser conveniente continuar expandiendo su producción y obtener así más beneficios económicos a través de las exportaciones. Esta es la lógica que refiere Hirsch (1997) en su trabajo al hacer referencia  a la globalización desde una perspectiva económica. Pero como se verá a continuación, las consecuencias de la expansión sojera no siempre son favorables teniendo en cuenta otras dimensiones distintas a la económica.



La expansión sojera en relación a las consecuencias ambientales

Si bien la producción de soja es uno de los sectores que mayor rentabilidad presenta, es importante atender a las consecuencias ambientales que este proceso de producción genera. Respecto a ello, es interesante hacer referencia a las ideas que la licenciada  Marcela Valente desarrolla en su artículo electrónico (se adjunta al final) en el que considera a la soja como un “infierno rentable” por las consecuencias ambiéntales negativas que trae. En el artículo se expresan comentarios de distintos especialistas, como el siguiente, que pertenece a un miembro de la Fundación Proteger:

“El modelo de la soja se considera de ‘boom y colapso’ como sucede con la pesca, la minería o la explotación intensiva de la madera. Se presiona un ecosistema por encima de su capacidad de carga para obtener una gran rentabilidad asegurada, ¿quién va a querer producir trigo o leche? El modelo de la soja hace agua por el impacto social, ambiental, sanitario y económico en el mediano y largo plazo. Destruye la agricultura familiar y empuja a los trabajadores rurales a las ciudades”.

Según datos de Greenpeace Argentina, en los últimos nueve años se perdieron 2,5 millones de hectáreas de bosques nativos, sobre todo en el norte del país, y esto en gran medida se debe a la deforestación para sembrar soja. No sólo la deforestación y la puesta en peligro de diferentes especies son un problema alarmante, sino que el uso descontrolado de insumos químicos también lo son. Un ejemplo de ello son las denuncias motorizadas por el llamado Grupo de Reflexión Rural, otra organización ambientalista, y señalan que la fumigación sin control causa alergias, intoxicaciones, malformaciones, aborto espontáneo y cáncer. Según esta organización, desde la década del 70, cuando comenzó a cultivarse soja, el suelo perdió 11,3 millones de toneladas de nitrógeno (ya descontada la reposición natural), 2,5 millones de toneladas de fósforo, y valores muy altos de otros nutrientes.

De esta forma, si bien a través de las exportaciones de soja se logra una fuente importante de recursos, algunos notan en ello no sólo un problema ambiental sino también social. Un analista agropecuario, expresa sus ideas en el artículo de la licenciada Valente, y enfatiza que:

“Hay una prosperidad puntual en algunas ciudades por los buenos precios. Pequeños chacareros arriendan su tierra y obtienen más dinero de lo que vieron en su vida. Pero esa bonanza no es desarrollo. Un país no puede depender exclusivamente de los precios de un producto, tiene que apuntar a todos los alimentos, como está haciendo Brasil”.

Haciendo especial referencia a las ideas de Hirsh (1997) sobre desarrollo sostenible, las  cuestiones detalladas en este apartado requieren ser tenidas en cuenta para analizar las consecuencias de la expansión de la soja en nuestro país. Retomando las ideas que Ricardo (1817) expone en su teoría, es cierto que las condiciones del país permiten seguir expandiendo la producción, pero estas ideas se basan en ventajas comparativas, que privilegian y tienen en cuenta los beneficios económicos que ya se han descripto. Pero las consecuencias ambientales, constituyen un elemento fundamental para un desarrollo sostenible a largo plazo, y ello es algo que queda fuera de la teoría de este pensador.

Conclusiones

A lo largo de este trabajo se ha intentado aproximarse a la problemática que considera las consecuencias de la expansión de las exportaciones de soja. Ello se ha abordado no sólo recurriendo a fuentes de información para obtener datos estadísticos confiables y tomando diferentes autores, sino que también han sido tenidas en cuenta dos dimensiones: por un lado la económica, que pareciera tener mayor importancia a la hora de decidir expandir la producción de soja, por ejemplo; por otro lado,  se ha considerado la dimensión ambiental que pareciera ser poco considerada en esta cuestión.

Si nos detenemos en la dimensión económica, se distinguen principalmente beneficios relacionados con las extraordinarias ganancias que se obtienen del fabuloso rendimiento de la soja  y sus buenos precios en el mercado. Lo lógico sería, siguiendo las ideas de Hirsch (1997), expandir la producción de soja (teniendo en cuenta que su demanda también está en aumento) para incrementar las exportaciones y obtener así los mayores beneficios económicos.

Si en cambio nos centramos en la dimensión ambiental, vimos que hay quienes miran más allá de las extraordinarias ganancias generadas y visualizan un horizonte lleno de problemáticas: el aumento de la deforestación como producto de la expansión exponencial de las hectáreas cultivadas, la tendencia al monocultivo y la utilización descontrolada de fertilizantes, herbicidas y otros químicos que pueden traer consecuencias perjudiciales no sólo para el suelo y plantas autóctonas, sino también para los seres humanos.

Ante esto,  puede concluirse que las consecuencias de la expansión de las exportaciones de soja son tales, que se hace insostenible en el largo plazo. Tanto la su producción, como su exportación son limitadas.

Por otro lado, se desprende de la expansión de la producción y exportación de soja (y otros productos agrícolas) un debate sobre el posible retorno a un nuevo “modelo agroexportador”. En un sitio virtual sobre la biodiversidad en América Latina, el ingeniero agrónomo Alberto J. Lapolla (cuyo informe se anexa al final) expresa que efectivamente estamos en presencia de un retorno al modelo agroexportador:

“Ante una nueva variante -que podemos llamar en el marco de la globalización financiero-norteamericana- del modelo agroexportador ‘Argentina Granero del mundo’, más que en una instalación de un modelo agroindustrial, como suelen llamar algunos... Hoy hemos vuelto al Estado Factoría por decisión de la burguesía colonial nacida en la Argentina y del imperialismo anglo-norteamericano. Hoy nuestro país exporta soja en sus distintas variantes, petróleo crudo, gas natural, electricidad, caramelos y a veces galletitas. También caños sin costura de Techint, único rubro industrial que siguió teniendo protección estatal en el desguace de la nación producido en los ‘90”

Por otro lado, el investigador Juan Fraschina (2008) desarrolla en su ponencia la cuestión relacionada con el crecimiento del sector agropecuario y su influencia en el crecimiento del país (tomando como referencia el período post-convertibilidad). De esta forma, sostiene que la “agrodependencia” del país para su crecimiento es un mito y descarta el discurso que establece que el país crece gracias a las exportaciones agropecuarias. El autor hace hincapié en el crecimiento económico que el país experimenta a partir del año 2002; de esta forma, analiza a qué se debe este crecimiento y sostiene que el único motor de crecimiento a largo plazo es la industria manufacturera, ya que por ejemplo, “lo que permitió que cayera el desempleo fue la industria y no el agro”.

Finalmente, puede decirse que la cuestión parece ser, no tanto si se logra instaurar o no una cultura sojera o un nuevo modelo en base a su producción, sino más bien qué consecuencias trae aquello que se pretende aplicar, más allá de los aparente beneficios inmediatos. Retomando las ideas de David Ricardo (1817) sobre las ventajas comparativas, puede decirse que los datos expresados en este trabajo (incremento del área sembrada, de la producción y exportaciones de soja) se basan en dichas ventajas. Se visualizan así, beneficios sobre todo económicos. Pero la teoría de este pensador no tiene en cuenta otros elementos que son fundamentales  para un desarrollo sostenible a largo plazo. Como afirma Reborati (1996) se trata de un sistema que abarca todas las dimensiones del desarrollo: la social, la política, la ambiental y no sólo la dimensión económica.

Bibliografía

Ferrer, A. (2004): La economía argentina desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI. FCE. Buenos Aires.

Fritzche y Kohan (2004): Globalización, algunos debates sobre el proceso y el concepto desde América Latina. En Realidad Económica. N° 208. IADE.

Juan Fraschina (CEINLADI, FCE-UBA) - “El mito de la agrodependencia del crecimiento post convertibilidad”. II Jornada de Economía Política, 10 y 11 de octubre de 2008, UNGS.

Lapolla, Alberto, “Argentina: sojización: retorno al modelo agroexportador (‘agroindustrial’), latifundio y dependencia”, 03 noviembre, 2005. http://www.biodiversidadla.org/content/view/full/20784 (28 noviembre, 2008)

Reborati, C. (1996): territorio, escala y desarrollo sostenible. Most Program, UNESCO.

Ricardo, D. (1817): Principios de Economía Política y Tributación. FCE, Buenos Aires

Valente, Marcela, “soja: ese infierno tan rentable”, 10 julio, 2008. (28 noviembre, 2008)

Autor: Elisa Rodas Vega

Publicado en Enero de 2009

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