Coyuntura Argentina

AFJP

La reforma del sistema de jubilaciones y pensiones de Argentina ha sido y sigue siendo uno de los temas mas controvertidos de la política económica de los 90. El nuevo régimen, denominado Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP), fue instituido por la Ley 24.241 y entro en vigencia el 15 de julio de 1994.


Al igual que antes, el objetivo del nuevo régimen es brindar cobertura a las contingencias de vejez, invalidez y fallecimiento de la población con los recursos provenientes de los afiliados.

Los trabajadores en relación de dependencia contribuyen al financiamiento del sistema con el 28% de su remuneración, discriminados bajo la forma de aportes del trabajador (11%) y contribuciones del empleador (17%).

La principal diferencia es que en el nuevo sistema los beneficios resultan de los aportes individuales capitalizados (régimen de capitalización) a diferencia del anterior (régimen de reparto) en que sólo se tenían en cuenta años de aportes y últimas remuneraciones. Otro cambio sustancial fue la incorporación del sector privado en el manejo de los fondos previsionales, bajo la forma de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). En el sistema anterior la administración de esos recursos era exclusiva del Estado.


Un problema nacional grave es el bajo porcentaje de aportantes previsionales con relación a la población ocupada. Antes del colapso económico de diciembre del 2001 había unos 5.5 millones de aportantes a diferentes regímenes de cobertura previsional, frente a una población ocupada de 11.4 millones. Esto es menos de la mitad, un 48% del total. Esta baja proporción es un claro indicador del "trabajo en negro" y del alto grado de evasión y morosidad previsional de todo el sistema

En el país coexisten diferentes regímenes previsionales. El más importante de todos es el SIJP, que cuenta con poco más de 4 millones de aportantes sobre un total de 5.5 millones (72%). Los restantes 1.5 millones se reparten entre cajas provinciales, profesionales, de fuerzas armadas y de seguridad. A continuación se analiza lo sucedido en los primeros años de vigencia del nuevo régimen.

A junio del 2001 el SIJP contaba con 11 millones de afiliados, de los cuales 8.8 millones (80%) se encontraban adheridos a capitalización y 2,2 millones (20%) a reparto. El número de aportantes, en ese mismo mes, fue de 4 millones, 3,3 millones en el régimen de capitalización y 700.000 en el de reparto.


El promedio de ingresos de los afiliados aportantes al régimen de capitalización ronda los $ 850 mensuales. De allí, que el total de aportes al sistema administrado por las AFJP oscile en los $ 4.300 millones anuales, equivalentes al 11% de las remuneraciones totales.

La administración de los fondos previsionales a través de las AFJP es un servicio sujeto a retribución. A cambio de los beneficios esperados de una gestión profesional de cartera los aportantes deben pagar una "comisión" que fluctúa en el 30-33% del aporte y que incluye un seguro por invalidez y fallecimiento. La "comisión" de las AFJP esta establecida sobre el ingreso imponible, es decir, las remuneraciones, siendo el promedio del sistema en concepto de "comisión" del 3,5%. Como los aportes al régimen de capitalización equivalen al 11% del salario, la comisión estimada en función de los aportes alcanza al 32%.

El mercado de las jubilaciones

Durante los 7 primeros años de vigencia del sistema las AFJP recibieron un total de $ 25.000 millones de pesos/dólares en concepto de aportes de los afiliados. El 30% de ese total, $ 7.500 millones, fue deducido por las AFJP en concepto de "comisión" mientras que los restantes $ 17.500 millones pasaron a integrar el fondo de capitalización de los afiliados.

Una tercera parte de lo percibido en concepto de "comisión" fue destinado por las AFJP al pago de primas de seguro de invalidez y fallecimiento ($ 2.500 millones), mientras que los restantes $ 5.000 millones quedaron como retribución bruta de su actividad.

Por otro lado, los fondos fueron invertidos en la compra de títulos públicos, que actualmente representan más del 75% de la cartera, depósitos a plazo fijo y papeles de empresas, como acciones y obligaciones negociables. A junio del 2001 el valor de los fondos integrados era de $ 22.200 millones.

En síntesis, de los aportes que se efectuaron a las AFJPs sólo un 70% pasó a integrar el fondo de capitalización individual del aportante, el 10% se aplicó al pago de las primas del seguro y el restante 20% se destinó a la retribución de las administradoras.

Paradojas

De los $ 25.000 millones aportados por los afiliados a lo largo de varios años sólo restaban como fondos integrados $ 22.200 millones. La rentabilidad obtenida por la gestión de cartera del fondo, deducidas las primas de seguro, resultó ¡inferior a la suma cobrada por las AFJP en concepto de comisión!.

De haberse depositado los fondos, previo descuento de las primas de seguro, a plazo fijo sin intermediación de AFJP y considerando una rentabilidad promedio anualizada del 10%, hoy se dispondría de un fondo sustancialmente mayor al actual (25% más).

A pesar que uno de los propósitos del sistema era independizar la administración de los fondos previsionales de la gestión de recursos públicos, en salvaguarda de los afiliados, la realidad actual es que el 75% de los fondos se encuentra bajo la forma de títulos públicos pesificados de un gobierno en default. Peor imposible.

Negocios en economías de cautiverio

Hasta el momento, los únicos beneficiarios reales del sistema han sido las AFJPs que han obtenido, deducidas las primas de seguro, una magnifica retribución del orden de 5.000 millones de dólares por ¡prestarle a un Estado insolvente los aportes de sus afiliados!. Por su parte, los afiliados disponen de menor cantidad y peor calidad de recursos.

Este es un caso típico, como peajes, concesiones y tantos otros, de negocios propios de un capitalismo prebendario o de una economía de cautiverio, donde el dinero y el riesgo lo aportan sólo clientes sometidos a empresas por imperio del estado (afiliados o usuarios).

No es mera casualidad que el 72% de los fondos previsionales sea administrado por empresas extranjeras, ni tampoco que más de la mitad de esos recursos sean gerenciados por sólo 4 bancos, igualmente foráneos: BBVA, Citibank, HSBC y Santander. La concentración, otra particularidad de las economías de cautiverio, también se refleja en este mercado. Cuatro AFJPs concentran el 74% de los afiliados: Orígenes 27%, Consolidar 17%, Máxima 16% y Siembra 14%.

Por Alberto Pontoni. Mayo 2003

El Futuro del Dólar

"Todos cuantos predijeron el colapso de ese "castillo de naipes" que era la economía norteamericana deben estar exhaustos. No hay amenaza de ningún colapso del dólar. La estabilidad financiera, la productividad vigorosa, la flexibilidad y el dinamismo hacen de Estados Unidos uno de los lugares preferidos para invertir capitales; su afluencia costea los grandes déficit de cuenta corriente del país. Continuará haciéndolo hasta que, al final del arco iris, Japón o Europa se comparen favorablemente con el clima de inversión norteamericano. No contengan el aliento hasta ese día; no esperen la tan mentada tasa de "equilibrio" de 1,20 dólar por euro… No se prevé una fuerte suba del euro. El euro fue una idea estupenda, pero la economía que lo respalda es evidentemente lerda. Por consiguiente, es imposible que Europa se convierta muy pronto en un imán para el flujo mundial de capitales … El euro continuará rondando el 90% del valor del dólar".



Hace exactamente un año atrás y poco antes de morir el Prof. Dornbusch ("La encrucijada monetaria" La Nación. 27.3.02) describía de esa forma su visión sobre el futuro del dólar y descalificaba la posibilidad de un fortalecimiento de la moneda europea. La sostenida devaluación de la divisa norteamericana ha desmentido este pronostico confirmando la dificultad de explicar satisfactoriamente los movimientos de corto plazo de los tipos de cambio y el carácter superficial o interesado de las "teorías" que los sustentan.

De las lecciones del pasado se deduce que, en el largo plazo, la tasa cambiaria entre monedas de diferentes economías depende de sus índices de inflación y cambios de productividad. En otras palabras, la experiencia muestra que el tipo de cambio tiende a mantener un nivel histórico en la medida que dos economías tengan índices inflacionarios similares y no se produzcan severos cambios estructurales.

Sin embargo, en el corto plazo, juegan otros factores que pueden producir bruscas oscilaciones en las cotizaciones monetarias, como también sucede en otros activos financieros. El protagonista del corto plazo es el inversor y los mercados se ven influidos por las maniobras especulativas y los "climas" que acompañan las corrientes de decisión. Siguiendo a Keynes es posible comparar un mercado financiero con un concurso de belleza donde cada miembro del jurado no elige a la candidata más hermosa según su criterio sino más bien a la que supone que elegirán sus colegas.


De allí, que resulte poco sustentable tratar de explicar las oscilaciones monetarias de corto plazo recurriendo a las características estructurales de las economías. Un ejemplo de ello lo constituye la relación de Estados Unidos con Europa y su reflejo en la cotización euro-dólar.

Al entrar en el mercado, en enero de 1999, el euro se cotizó a 1,17 dólares. Después se depreció un 30% hasta tocar un piso de 0,83 dólares y en el último año y medio volvió a repuntar para alcanzar el valor actual de 1,10 dólares. Obviamente, estas fuertes oscilaciones en la cotización no son el producto de cambios brutales de productividad ni expresan severas alteraciones del dinamismo de las economías norteamericana y europea en los últimos cuatro años.

Sin embargo, cuando el dólar se fortaleció frente al euro, los gurúes económicos se apresuraron en exaltar el vigor de la economía norteamericana y las supuestas flaquezas de la europea, presentando de forma simplista movimientos de mercado de corto plazo como tendencias de largo plazo. Hoy es posible repetir el mismo error, pero a la inversa.


Burbuja y realidad

Las cotizaciones de activos financieros, incluyendo las monedas, pueden dispararse circunstancialmente sin causas objetivas que justifiquen esos incrementos de valor. Estas situaciones suelen ser descriptas como "burbujas".

La explosión de los precios de las acciones norteamericanas y, particularmente, de las tecnológicas, a fines del 90 ilustra sobre la dinámica de las burbujas financieras. La complicidad, ingenua o interesada, de analistas, asesores de inversión y medios masivos, permitió generar un espejismo que arrastró a millones de ahorristas a comprar ciegamente papeles cuyos precios se disparaban irracionalmente. La mayoría se zambulló gozosa en la corriente general, aceptando las teorías que inventaban los gurúes de moda y sin prestar atención a las advertencias de algunos expertos sobre la volatilidad del fenómeno. Luego, al desinflarse la burbuja, se desató la recesión.

Vinculado a este fenómeno, llama la atención que el dólar se siguiera fortaleciendo respecto del euro, a pesar de los crecientes déficit comerciales de Estados Unidos, el colapso del mercado accionario y el inicio de la recesión en el 2000. Debieron transcurrir dos años hasta que la situación comenzara a revertirse.

¿Por qué se demoró la recuperación del euro? Si bien no hay explicaciones económicas terminantes las razones deben buscarse en las decisiones de los grandes especuladores, en particular de los gigantescos fondos de inversión financiera que caracterizan el actual fenómeno de globalización internacional. Lo cierto es que el espectacular déficit comercial norteamericano era compensado por la decisión de los inversores extranjeros, particularmente europeos, de adquirir acciones y títulos norteamericanos. Hoy, ese ciclo parece estar llegando a su fin.

La guerra de Bush tiende, justamente, a revertir esta situación. La manifestación de poderío y supremacía que implica la decisión de aplastar al adversario contiene un sugerente mensaje, reforzado por el carácter arbitrario e ilegítimo de la acción. Resulta sencillo suponer una clara afirmación de la voluntad de conservar por las buenas o las malas "la estabilidad financiera, la productividad vigorosa y el dinamismo que hacen de Estados Unidos uno de los lugares preferidos para invertir capitales", conforme lo señalado por el Prof. Dornbusch en el texto inicial.

Por Alberto Pontoni.Marzo 2003

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