Otro

Economía de Finlandia

Finlandia es un país joven (obtuvo su independencia en 1906) y pequeño, tanto en extensión (338.000 km2 cubierto en su mayor parte por lagos) como en población (5 millones de habitantes). Sus riquezas naturales son escasas, constituyendo los bosques su fuente principal de recursos primarios. A pesar de ello se encuentra a la vanguardia en todo, tanto en los clásicos indicadores de desarrollo humano (ingresos, equidad, empleo, salud, educación, oportunidad de genero, mantenimiento ambiental, etc) como en desarrollo tecnológico, competitividad, ejercicio institucional y ausencia de corrupción. Lo extraordinario de este pequeño gran país es que en menos de un siglo pasó de la pobreza al bienestar generalizado y que, recientemente, logró emerger de una seria crisis y transformarse en una economía posindustrial. El articulo ilustra sobre algunas causas de este desempeño y en que medida es replicable a realidades como la nuestra.


A principios de la década del noventa Finlandia sufrió fuertemente el colapso de la Unión Soviética, su vecino y principal socio comercial. El sector productivo, basado en la industria metalúrgica y de pasta de celulosa, se derrumbó arrastrando a otros sectores. El país se frenó y el desempleo trepó al 20%. Hoy, sólo 15 años después, Finlandia deslumbra como uno de los modelos más exitosos de lo que se ha dado en llamar sociedad posindustrial, conjugando bienestar social y modernidad económica.

¿Cómo pudo aprovechar ese país el traumatismo de una crisis para realizar una mutación económica profunda que fue mucho más allá de una mera recuperación? Esta es, justamente, la particularidad del caso finlandés y aquello que más atrae la atención de los estudiosos del desarrollo.

La transformación


En primer lugar, hay que tener en consideración que la salida de la crisis no se produjo a través de instrumentos tradicionales de auxilio en caso de naufragio económico, como son el crédito o la devaluación. La utilización del crédito no fue posible, al igual que en la Argentina del 2002, porque el sistema financiero estaba colapsado por el alto grado de sobreexposición crediticia al momento del estallido. A su vez, los compromisos adoptados en el marco del proceso de incorporación a la Unión Europea le impedían devaluar.

La clave de la transformación económica de Finlandia debe ser rastreada en la inteligente planificación y conjugación del sector privado y público. Más precisamente, entre la adecuada y eficiente decisión de una empresa: Nokia, y la igualmente acertada estrategia del gobierno para convertir a Finlandia en una "sociedad de la información".

Nokia, el gigante de las comunicaciones inalámbricas, es la compañía más grande de Finlandia en volumen de ventas y empleo (absorbe casi el 3% de la oferta laboral) e influencia mucho toda la economía. Empezó como una compañía industrial de pasta de celulosa y papel que, a partir de su crisis, se transformó exitosamente en una empresa de electrónicos y de desarrollo detecnologías de información y comunicación (TICs).


Por su parte, el Gobierno ha hecho mucho por convertir a Finlandia en una sociedad de la información a través, principalmente, del financiamiento de actividades de investigación y desarrollo (I&D) y educación. Finlandia esta en el grupo de paises que más invierten en I&D (cerca del 4 por ciento del PBI) y que mayor presupuesto asigna al apoyo de la ingeniería y la tecnología en las universidades. Los avances en el desarrollo de sistemas de comunicación inalámbrica y de teléfonos celulares de tercera generación son, en gran medida, resultado de la investigación del sector público (junto con Nokia) en estas áreas.

La preocupación del gobierno por mantener el liderazgo en temas relacionados con las TICs es permanente. Muestra de esta inquietud es la creación e institucionalización del Comité para el Futuro, un colectivo de científicos, planificadores y políticos, destinado a analizar asuntos relacionados con los desafíos de las nuevas tecnologías y la globalización.

Claves y Lecciones

De la experiencia de Finlandia se desprenden importantes claves que pueden resultar útiles para Argentina y otros paises. A pesar que la formula no es exótica ni desconocida, es conveniente insistir que no hay recetas únicas ni simples ya que el camino del desarrollo atraviesa diferentes desafíos económicos y sociales.

Consenso y pensamiento estratégico. La cooperación entre gobierno, empresas, gremios, y organizaciones sociales, es un factor sustancial en la búsqueda y construcción de opciones superadoras en el caso de paises con cierto nivel de desarrollo económico y social. Esta herramienta es una constante de las políticas públicas en las naciones nórdicas y también se encuentra en los cimientos del boom reciente de España e Irlanda, institucionalizados como Pacto de la Moncloa (1977) y Acuerdo Social (1987), respectivamente.

Dicho de otra forma, una función clave del Gobierno es presidir "paritarias del desarrollo", que tengan el propósito de articular el funcionamiento de economías de mercado en un marco de plena inclusión social. Sería un error presumir que los problemas actuales pueden ser resueltos unilateralmente y una miopía de graves consecuencias estimular la confrontación entre los diferentes sectores sociales o la exclusión de alguno de ellos.

Distribución, competitividad y eficiencia. Una de las grandes sorpresas de Finlandia es la excelente conjunción de competitividad empresarial con fuerte presión impositiva. La clave reside en el hecho de ser un juego en que "todos ganan".

Por un lado, los sectores populares, que disfrutan los beneficios de inversiones sociales financiadas con esos recursos, como subsidios, asistencia médica y educación de calidad generalizada Por otro, las empresas y los sectores más ricos, sobre quienes recae la mayor carga tributaria, que también se benefician de esa política redistributiva en la medida que el modelo económico siga descansando sobre la sabiduría y el conocimiento.

Pero, la principal lección es que Finlandia no es un milagro sino la evidencia de una construcción humana inteligente y solidaria. Una solución posible de alcanzar, pero que requiere la voluntad de las clases dirigentes para asumir los cambios necesarios.

Por Alberto Pontoni.Octubre 2005

La Nueva Constitucion Europea

Por Alberto Pontoni. Mayo 2005


La presente Constitución, que nace de la voluntad de los ciudadanos y de los Estados de Europa de construir un futuro común, crea la Unión Europea, a la que los Estados miembros atribuyen competencias para alcanzar sus objetivos comunes. La Unión coordinará las políticas de los Estados miembros encaminadas a lograr dichos objetivos y ejercerá, de modo comunitario, las competencias que éstos le atribuyan. (art. I-1 del proyecto de Constitución de la Unión Europea).

Europa enfrenta un momento crucial en su proceso de integración: la ratificación de la flamante Constitución por parte de sus 25 Estados miembros. Tras la firma por Jefes de Estado y de Gobierno del proyecto de tratado que establece la Constitución de la Unión Europea, se requiere su aceptación unánime para que esta pueda entrar en vigor.

Hasta ahora la autoridad de la UE derivaba de una serie de acuerdos intergubernamentales pero una vez aprobado el nuevo tratado dejará de existir como una asociación de Estados para convertirse en una sola entidad política y jurídica. Éste es un hecho fundamental que modifica de facto y de iure la naturaleza de Europa desde la caída del Imperio Romano.


El nuevo Tratado mantiene sin cambios los principales organismos existentes, como el Consejo, la Comisión, la Corte de Justicia y el Banco Central, y consolida y actualiza en un solo texto las normas vigentes. Por otro lado, incorpora importantes novedades tendientes a hacer más operativo el accionar de esta entidad supranacional, como es la designación de un Presidente y un Ministro de Relaciones Exteriores y la adopción de las decisiones del Consejo por una mayoría calificada que tendrá en cuenta a los Estados y sus poblaciones.

En síntesis, el proyecto de Constitución Europea representa un claro avance en el proceso de integración regional y una mayor coincidencia en materia de política internacional por parte de los Estados que componen actualmente la Unión.

Sin embargo, el proceso de ratificación que requiere la aprobación unánime de los estados miembros presenta un serio escollo: Francia. Este país, verdadera clave de la Europa integrada junto con Alemania, ha convocado a un referéndum nacional para el 29 de mayo para que sean los propios ciudadanos, en lugar del parlamento, quienes se pronuncien sobre la aceptación de la Constitución. La preocupación proviene del hecho que hasta el momento las encuestas muestran una mayoría partidaria del rechazo. De ser así, todo el esfuerzo por construir un nuevo ordenamiento jurídico supranacional se retrotraerá.


¿Quiénes y por qué resisten la Constitución Europea?

Confusión y transversalidad

El debate esta muy mezclado, tanto en materia de protagonistas como de argumentos. Lo curioso es que desde veredas enfrentadas se sostienen conductas similares confirmando a la transversalidad como un rasgo característico de estos tiempos. Las diferencias no pasan por las tendencias ideológicas tradicionales, de izquierda o derecha, ni por los partidos políticos, ni por otros agrupamientos de la sociedad. A su vez, argumentos hay para todos, para justificar el rechazo o la aceptación.

Francia es un buen ejemplo de confusión y transversalidad. De los 8 partidos habilitados para participar en la campaña la mitad esta a favor de la nueva Constitución, incluyendo los conservadores de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y la Unión para la Democracia (UDF), así como los progresistas del Partido Socialista (PS) y los Verdes, mientras que los cuatro restantes, el Partido Comunista (PCF), el ultraderechista Frente Nacional (FN) y los nacionalistas del Movimiento por Francia (MPF) y Unión por Francia (RPF) la rechazan.

Entre los que se oponen a la nueva Constitución en el terreno específicamente económico se encuentran quienes tienen miedo a perder su puesto de trabajo o calidad de vida por la imposición de estándares comunes en una banda mas baja, ya sea por la migración de ciudadanos del este europeo dispuestos a reemplazarlos aceptando menores salarios o porque se facilitará el redespliegue de las empresas en las zonas mas postergadas.

Desde este punto de vista, prevaleciente en la mayoría de los trabajadores franceses que se pronuncian por el rechazo, el proyecto de Constitución esta teñido de ultraliberalismo económico y favorece a las grandes corporaciones. Esto permite entender tanto la división entre los socialistas de ese país y la oposición de los comunistas, así como el fuerte apoyo brindado por los sectores conservadores, como el partido gobernante (UMP).

En España, los liberales consideran que el Tratado favorece los intereses de Francia y Alemania, de allí su oposición. En este caso el rechazo proviene de considerarlo un freno para los países que, como España, aspiran a liberalizar más sus mercados para ganar competitividad. La Unión, amparada en su potestad para coordinar las políticas de empleo y competencia de los Estados miembros, terminará imponiendo estándares más altos destinados a proteger el sistema hiperregulado y poco competitivo de sus socios mayores.

En suma, para algunos la Carta Magna europea sienta las bases para un sistema más flexible y de mercado que favorece a las grandes corporaciones mientras que para otros es expresión de un régimen esclerótico e intervencionista que se pretende implantar en toda la región, obstaculizando las posibilidades de un desarrollo capitalista moderno.

A título de conclusión

Lo que esta sucediendo en Europa deja mucho para reflexionar, en particular, acerca de la vigencia de un pensamiento nacionalista reaccionario y un individualismo mezquino en el modo de proyectar el futuro, que atraviesa tanto a sectores "progresistas" como "conservadores". Sin embargo, llama la atención que esto se produzca en el desarrollo de una experiencia social, política y económicamente exitosa, como es la unificación europea y, en particular, en la nación que lideró este proceso.

Argentina y, principalmente, Brasil, que se encuentran liderando el proceso de integración regional, a través del Mercosur y de la reciente Comunidad Sudamericana de Naciones, deben leer atentamente las lecciones que ofrece el camino europeo. Las construcciones colectivas requieren de cierto grado de generosidad en las decisiones de corto plazo si es que se quieren alcanzar modelos sustentables y perdurables que puedan traducirse en mayores ganancias para todos. El desafío de la dirigencia pasa tanto por elaborar esa propuesta común como por incorporarla al espíritu de los ciudadanos de la región.

Por Alberto Pontoni. Mayo 2005

Canje de Deuda 2005

La reciente culminación del canje de una porción sustancial de la deuda pública nacional cierra un capitulo importante en la reparación del desquicio generado por tres décadas de políticas económicas aberrantes. Más allá de los ahorros de recursos es importante resaltar el logro alcanzado en la elaboración de un "pensamiento propio" en el manejo profesional de este tema. La Argentina ha sentado jurisprudencia internacional y ha establecido un histórico precedente de espaldas a las directivas de los centros de poder domésticos y del exterior, financieros y académicos, que en todo momento apuntaron al fracaso. Asimismo, como economistas es un deber felicitar a nuestro colega Roberto Lavagna que supo demostrar que en economía hay intereses antes que leyes y que el camino del desarrollo es una creación heroica que requiere profesionalidad y compromiso nacional.



Antecedentes

A fines del 2001 el total de la deuda pública alcanzaba a 144.4 mil millones de dólares y los intereses superaban los 10 mil millones anuales. Sin duda, semejante deuda y su servicio eran absolutamente impagables, con o sin declaración de default, ya que la economía no generaba el superávit fiscal y externo (divisas) necesario para hacer frente a los pagos.

Superado el caos del 2002 el Gobierno comenzó a trabajar en una estrategia de reestructuración global que, básicamente, distinguía entre aquellas obligaciones que debían honrarse plenamente (negociando una espera) y aquellas a las que se ofrecería un pago, pero con una quita sustancial. Las primeras, que sumaban 62 mil millones de dólares, correspondían a obligaciones de corto plazo y prestamos de organismos internacionales y paises. Las segundas, estaban representadas, principalmente, por títulos y prestamos contraidos con acreedores privados que en conjunto rondaban la suma de 82 mil millones.



Después de largas negociaciones el Gobierno terminó ofreciendo por las obligaciones en default un set de tres bonos alternativos (Par, Descuento y Cuasi Par), que se diferencian, principalmente, por los porcentajes de quita, intereses y plazos de amortización.

Resultados

El canje con quita y espera fue aceptado por el 76% de los tenedores de títulos en default, con acreencias por 78 mil millones de dólares (62 mil millones de capital más intereses acumulados) a cambio de nuevos bonos por un total de 35.2 mil millones. La quita fue del 55% y el ahorro para el Estado de casi 43 mil millones de dólares. El Gobierno mencionó una quita del 65.6% y un ahorro de 67 mil millones, porque computa en las quitas los créditos de quienes no ingresaron al canje, como si no fueran a pagarse nunca jamas. Los que no ingresaron al canje mantienen acreencias por mas de 24 mil millones de dólares, considerando capital e intereses.



Con el canje se alcanzaron dos objetivos: quita, pues se logró una reducción sustancial de una porción de la deuda y una disminución de los intereses pactados y, espera, ya que el plazo de pago se estiró de un promedio de 8 años y medio a poco más de 14 años. Un indicador que resume los logros obtenidos es la reducción a menos de la mitad de la carga anual por pago de intereses de esta porción de la deuda pública. El gobierno ha estimado en 3.200 millones de dólares el servicio anual promedio de la deuda reestructurada. Posiblemente la cifra final aumente debido a la necesidad de ofrecer una alternativa a quienes quedaron fuera.

El futuro

Quienes creen que Argentina superó este problema se equivocan y mucho. El monto del stock de deuda sigue siendo excesivamente alto y la carga de su servicio una de las más gravosas del mundo. Tres datos permiten comprender la situación.

  1. Después del canje el stock de deuda es, según el Gobierno, de 125.2 mil millones de dólares (no computa la deuda con quienes no ingresaron al canje). Sin embargo, en un escenario más realista, que incluya las acreencias de los renuentes con una quita similar al resto, la deuda total alcanzaría los 136 mil millones de dólares. Este monto representa el 80% del PBI actual y equivale a unos 16 mil dólares por familia.
  2. La nueva deuda absorberá sólo en concepto de intereses un promedio de 6.800 millones de dólares anuales (considerando una tasa del 5%), equivalentes al 20% de nuestras exportaciones y casi un 4% del PBI actual.
  3. En los próximos 6 años se concentran vencimientos por 70 mil millones de dólares. Suponiendo se destinen todos los años el 3.5% de un PBI expandiéndose a una tasa del 6% anual, se necesitará refinanciar obligaciones por unos 30 mil millones de dólares. En el 2005 hay que pagar 13 mil millones y otros 14 mil millones al año siguiente.

¿Es factible honrar estos compromisos?

Sólo con crecimiento. Como bien lo señalara el ministro Lavagna en su intervención "ningún artilugio reemplaza al crecimiento". El país deberá necesariamente crecer en los próximos años a una tasa superior al 6% anual, para llegar al 2010 con un PBI de 230 mil millones de dólares (el actual es de 170 mil millones) y exportaciones que superen los 45 mil millones. ¿Qué se requiere?

Obviamente, políticas orientadas a estimular la producción, tanto por demanda como por oferta. Pero la clave pasa, fundamentalmente, por una dirigencia eficiente y comprometida con el interés nacional. Los desafíos son crecimiento y bienestar para todos, es decir, producir y distribuir equitativamente el esfuerzo común. Esta fue la permanente preocupación de los fundadores de la economía y debe continuar siéndolo.

Reflexiones finales

  1. Lo positivo. Dos cuestiones: el manejo autónomo de toda la gestión y el éxito. Más allá del monto real de la quita obtenida (sustancialmente inferior a la ofrecida inicialmente en Dubai en setiembre del 2003) la reestructuración de la deuda alcanzó el máximo éxito posible en el marco de una negociación. De haberse propuesto condiciones mas gravosas para los acreedores el nivel de aceptación habría sido muy inferior, provocando un fracaso de consecuencias políticas y económicas imprevisibles.
  2. El gusto amargo. Que los únicos perjudicados por la reestructuración hayan sido acreedores privados del exterior que en su momento confiaron en la Argentina, mientras que los verdaderos responsables, la dirigencia política y económica local con responsabilidad de gobierno en las últimas tres décadas, siga gozando impunemente. Un acto de justicia sería que compartan, al menos, los costos de su mala praxis y, en muchos casos, paguen por la utilización del cargo público con fines delictivos.

Por Alberto Pontoni.Marzo 2005

ver: Canje de Deuda 

Inflación, Tipo de Cambio y Presión Tributaria

En un trabajo reciente en el que hablábamos de las perspectivas para la economía durante el año 2005 (ver: la inflación y el tipo de cambio), hicimos especial hincapié en la posibilidad de que se dispararan los índices inflacionarios como consecuencia de la emisión monetaria a la que viene recurriendo el Banco Central para comprar los dólares provenientes de las exportaciones.


Como es sabido, las presiones inflacionarias no se producen en forma simultánea y en toda la economía, sino que afectan a determinados rubros de manera aparentemente desordenada y progresiva. En verdad, esto depende de muchos factores y trataremos de ceñirnos a las evidencias con que vamos contando para ilustrar sobre lo que queremos significar. En los últimos tiempos es evidente que los precios vienen subiendo sin solución de continuidad y que ciertos gremios presionan sobre el empresariado para lograr sustanciosos aumentos de sueldos, aún pese a las "asignaciones no remunerativas" encaradas por un Gobierno deseoso de reprimir los impulsos en tal sentido.

A su vez, como hemos señalado en otras oportunidades, el cuasicongelamiento de las tarifas de servicios públicos en general, continúa con toda su fuerza manteniendo en principio a raya los grandes disparadores inflacionarios, pero a costa, obviamente, de una alta desinversión en sectores claves, como el energético.

La política de tipo de cambio alto, pensada como tantas veces en nuestra historia reciente como una forma de reducir artificialmente el llamado "costo argentino" y volver las exportaciones competitivas, poco a poco va desangrándose ante la evidencia de los efectos negativos consecuentes y cada vez más evidentes.


Téngase presente que la aplicación de retenciones al agro o al petróleo, por ejemplo, fue posible precisamente por la devaluación monetaria, que dejó un colchón remanente para que el Estado aplique esta práctica en tanto y en cuanto los costos de producción, devaluados en dólares, no vuelvan al estadio anterior. A ello, se sumó el importante aumento de los precios internacionales, del petróleo y de la soja, fundamentalmente. Aunque como también es de conocimiento público el precio de esta última ha caído en una proporción importantísima.

Recalcamos una vez más que las medidas de política monetaria pueden tener una utilidad en momentos de crisis y por cortos períodos, pero el sostenimiento de ellas más allá de lo razonable en función de la particular situación, conduce al desastre más temprano que tarde.

En este marco, es evidente que los precios de los cereales, tales como el citado o el maíz y el trigo, han caído entre el 30 y el 40%, lo cual puede tener un efecto devastador con vistas a la próxima siembra del cereal de invierno. Porque si bien es cierto que este año la cosecha de granos probablemente supere en un 10% a la anterior, también lo es que las expectativas de menores ganancias, o incluso de pérdidas, producirán desistimientos de importancia, a menos que desde el Estado se tome el toro por las astas en este sentido y se reduzcan las retenciones.


Es obvio que estamos ante un dilema que no por reiterado deja de ser dramático: bajar o eliminar las retenciones producirá una merma en los ingresos de las arcas públicas, pero tal merma se producirá de todos modos por la baja de los precios internacionales. Y también habrá una baja en la cosecha del año próximo si como se prevé bajan las áreas sembradas como consecuencia de lo antedicho.

El Gobierno sigue sosteniendo, esta vez por boca del Jefe de Gabinete, que la política de sostenimiento de un tipo de cambio alto no se modificará. Precisamente porque este artilugio es el que permite mantener una competitividad que debería ser lograda sobre bases reales. Pero para ello hace falta volver eficiente a una Nación que por lo general no se ha caracterizado en ninguno de sus estratos por mantener un grado de austeridad y eficacia de gestión razonables.

No está en vista ninguna reforma del Estado, tanto nacional como provincial, que permita ver al menos una luz al final del túnel en esta materia. Atrás quedaron las promesas en tal sentido, llevadas a cabo sobre todo en los dramáticos primeros meses de 2002.

La salida del default puede tener un efecto positivo, indudablemente, pero también implicará el comienzo de las erogaciones en pago de intereses a los acreedores. Esto producirá la merma de las reservas, lo cual entre otras cosas producirá una reducción del llamado señoreaje, es decir el interés que percibe por la colocación de las divisas en bancos internacionales.

La presión tributaria es en estos momentos suficientemente elevada como para otorgar al Estado un superávit que supera incluso el porcentaje del 3% del PBI pactado en su momento con el Fondo Monetario. Un número notable que a su vez sirve para restar dinero al circuíto de la demanda de bienes y servicios. Dicho en otras palabras: el dinero que se abona en impuestos no se gasta en bienes o servicios, por lo tanto no presiona sobre los precios. Como se dice en la jerga: enfría la economía.

Las retenciones, junto con el llamado impuesto al cheque, constituyen los principales impuestos distorsivos de nuestra economía, aunque obviamente no son los únicos. Los desincentivos a la inversión son evidentes a la hora de analizar la presión tributaria si nos adentramos en impuestos como el de la ganancia mínima presunta o el de los bienes personales, que gravan los activos sin considerar los pasivos. O el mismísimo impuesto a las ganancias, que desde la gran devaluación sigue sin reconocer los efectos inflacionarios, dando lugar al pago de enormes sumas por ganancias ficticias.

Volviendo a las retenciones a las exportaciones, cabe tener presente que nuestros vecinos Brasil, Chile y Uruguay no las aplican. Y hemos podido comprobar estos últimos años cómo el primero se convirtió en una potencia agrícola mundial, al tiempo que los otros dos han logrado avances notables en la materia.

Lamentablemente no somos optimistas respecto del futuro. Y no lo somos porque de la conjunción del tipo de cambio sostenido alto en forma artificial, más los impuestos distorsivos que incluyen las retenciones, pasando por la falta de seguridad jurídica y las presiones inflacionarias generadoras de conflictos sociales no nos parece un marco adecuado para el crecimiento sostenido tal como se ha comprometido el Estado en punto a la negociación de la salida del default.

Es que en verdad, dejando de lado cualquier suspicacia política (que no es el objetivo de este trabajo), no alcanzan a verse las reformas de fondo que nos conduzcan a una mayor eficiencia general y a un ordenamiento administrativo de los distintos componentes del Estado que tornen razonable y no excesiva la carga tributaria al tiempo que la vuelvan acorde a los servicios que se esperan de ella.

Hasta el momento todos los economistas coinciden en señalar que se ha producido una reactivación mediante la utilización de la capacidad instalada anteriormente y que había dejado de utilizarse durante la crisis. Es decir, estamos volviendo a los niveles de producción global del año 1998. Pero no aparecen en el horizonte serios planes de inversión a gran escala. Y por supuesto entendemos que ello es así como consecuencia de los temas que hemos señalado.

Dr. Héctor Blas Trillo

Contador Público

Asesor y consultor de empresas

(011) 4328-3382

Estudio_trillo@yahoo.com.ar

Micro económico los jueves en AM 770 Radio Urbana - Buenos Aires, 8 a 10 hs.

Remesas de Trabajadores

Por Alberto Pontoni.Octubre 2004


Con motivo de cumplirse un nuevo aniversario del desembarco español a estas tierras, ClubMacro desea evocar la memoria de las poblaciones nativas que sufrieron la salvaje explotación colonial y rendir homenaje a los millones de compatriotas expatriados que contribuyen con su sacrificio cotidiano al bienestar de nuestros paises, obligados a emigrar debido a la codicia e insensibilidad de las clases dirigentes. Estos nuevos protagonistas son, principalmente, jóvenes de extracción humilde.

En el mundo hay 180 millones de trabajadores expatriados que remesan regularmente dinero a sus familias. Según estimaciones del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del BID, las transferencias a América Latina y el Caribe provenientes de los 20 millones de trabajadores de la región residentes en el extranjero alcanzaron, en el 2003, los 40 mil millones de dólares. Esta suma supera ampliamente los 32 mil millones remitidos el año anterior y todo hace suponer que ese monto continuará en ascenso (desde la década del 80 lo viene haciendo a un ritmo sostenido superior al 12% anual).

Una idea de la significación económica de las remesas que envían estos inmigrantes reside en el hecho que actualmente en algunos paises -El Salvador, República Dominicana, Nicaragua, Honduras, Ecuador y Haití- el dinero enviado por los expatriados representa más del 10% del ingreso nacional y en varios es la principal fuente de generación de divisas (en El Salvador el monto de las remesas equivale a la mitad de todas las exportaciones y en México ocupa el segundo lugar como fuente de ingreso de divisas, sólo superado por el petróleo y mayor que el turismo).


A nivel macroeconómico estas transferencias reducen la pobreza, contribuyen a equilibrar la brecha comercial, facilitan el pago de la deuda, acrecientan las reservas de divisas y flexibilizan la restricción de créditos. Otro factor importante es que las remesas tienden a ser más estables que los volátiles flujos de capital y no generan endeudamiento.

Desde el punto de vista microeconómico interesa destacar que esos dineros suelen beneficiar directamente a poblaciones pobres de zonas marginales, constituyendo el principal o único ingreso de millones de familias condenadas a la pobreza e indigencia. Según estudios especializados, la mayor parte del dinero se usa para necesidades básicas (casa, comida, salud) y, en menor medida, en educación, propiedades y negocios familiares.

México encabezó en el 2003 el ranking de paises receptores de la región con unos 15 mil millones de dólares, seguido por Brasil con 6 mil millones y Colombia con 4 mil millones. A El Salvador, República Dominicana y Ecuador ingresan unos 3 mil millones de dólares anuales por este concepto y en Perú ronda los 2 mil millones.


Las tres cuartas partes del dinero recepcionado en la región proviene de Estados Unidos, donde 10 de los 17 millones de latinoamericanos adultos residentes en ese país envían periódicamente fondos de ayuda a sus familias. Otra fuente importante es España.

Se estima que las remesas giradas el año pasado por extranjeros residentes en España fueron de 7 mil millones de dólares. La magnitud de esta suma muestra los cambios positivos sucedidos en España en las últimas décadas, ya que los fondos girados por sus emigrantes fueron durante largos años la principal fuente de ingreso de divisas. La mitad correspondió a transferencias de trabajadores colombianos, ecuatorianos, peruanos y bolivianos.

Argentina ocupó el décimo lugar entre los receptores de remesas provenientes de España, con un total, incluyendo sistema bancario e informales, de 100 millones de dólares. Esta suma representa un incremento del 40% respecto del año anterior.

Se considera que actualmente hay mas de 30.000 residentes argentinos en España que mensualmente contribuyen al bienestar de sus familias (y del país) con envíos regulares de dinero que promedian 300 dólares mensuales.

A título de reflexión

Una sorprendente paradoja de esta realidad es el hecho que los montos que remiten los pobres expatriados de América Latina y el Caribe llegan a cuadriplicar la asistencia externa que recibe la región y superar en un 50% la inversión directa extranjera.

En otras palabras, es sustancialmente mayor la contribución al desarrollo que hacen nuestros emigrantes pobres que la proveniente de entidades públicas o corporaciones privadas extranjeras, en conjunto. Esto, sin llegar a considerar los costos que representan las inversiones del exterior por las salidas de recursos en concepto de repatriación de utilidades, regalías o pagos abultados a personal de dirección. Pero, de esto no se habla.

Por el contrario, poco o nada hacen nuestros gobiernos para aliviar las penurias que cotidianamente sufren estos millones de compatriotas que con su sacrificio contribuyen al bienestar de nuestros paises. Sacrificio que en muchos casos representa la propia vida, como los cientos que anualmente mueren de sed en los desiertos del norte de México o ahogados en el Mediterráneo, o los miles que diariamente son privados de su libertad y sometidos a discriminación y abuso por el delito de querer trabajar.

Sin llegar a pedir esfuerzos heroicos de nuestro servicio exterior en defensa de los trabajadores expatriados es posible, al menos, reclamar la mejora en la asistencia que se les brinda en el exterior e, incluso, la instrumentación de medidas que les permitan paliar algunas de las dificultades que deben enfrentar. Entre ellas:

* Información. Poco cuesta organizar cursos de orientación para quienes deseen emigrar, brindando información básica que abarque los aspectos de mayor interés, desde institucionales y legales a cuestiones específicas laborales.

* Giro de remesas. Hay un gran negocio montado sobre el envio de remesas de los emigrantes. El sistema bancario resulta engorroso para quienes desean girar 200-300 dólares de ayuda mensual y los canales informales son onerosos, ya que el costo del envío llega a representar del 10 al 15% del total. No sería muy complicado facilitar y abaratar (incluso llegar a la gratuidad) este servicio, máxime cuando se dispone de agencias del Banco Nación en los principales paises de destino.

Este es sólo un enunciado de dos iniciativas puntuales que podrían mejorar la toma de decisiones de quienes deseen emigrar o aliviar sus dificultades en el exterior. Sin embargo, sería preferible canalizar estas acciones bajo la forma de un programa específico de apoyo y asistencia, de la misma forma que hoy existen para quienes buscan exportar e incluso para extranjeros que quieren invertir en el país, como Fundación Exportar y Fundación Invertir.

La Guerra de Irak

El camino elegido por el presidente Bush para sacar a los Estados Unidos de la grave crisis económica y de sus malas perspectivas está produciendo una profunda conmoción en el escenario político mundial. La justificación esgrimida para atacar a Irak sólo resulta creíble para los deseosos de desatar su venganza contra alguna nación árabe. Para el resto resulta claro que el régimen de Saddam es una amenaza que el mundo puede controlar y que la guerra de Bush no es una cruzada contra el mal.


¿Qué razón de fondo esta empujando a Estados Unidos a esta aventura bélica a costa de impredecibles consecuencias en la geopolítica mundial y de muchas naciones en particular?

Los análisis siguen, en términos generales, dos líneas de interpretación que se diferencian por el énfasis puesto en las principales beneficiarias de esta guerra: las multinacionales del petróleo y el complejo militar-industrial. Los sólidos vínculos de estas corporaciones con los más altos funcionarios de la administración Bush le otorgan credibilidad a ambas versiones.

La interpretación más difundida considera como principal razón el despojo de las ricas reservas de crudo de Irak en beneficio de empresas norteamericanas e inglesas. Detrás de las partes estarían, por un lado, los intereses de Exxon, Texaco y la British Petroleum y, por otro, Total Fina Elf (francesa), Lukoil (rusa) y National Oil Company (China), que están operando en ese país y temen ser desplazadas por un cambio de régimen político.


La otra versión revive un clásico: la necesidad de la guerra para salir de la depresión a través de la reactivación del complejo militar-industrial. Máxime, si el financiamiento del espectacular gasto que demandará la invasión de Irak –estimado en el orden de los 100.000 millones de dólares- es solventado con el petróleo de ese país.

En ambos casos, además de los beneficios directos que aportaría la invasión para las multinacionales de la guerra y del petróleo, se contabilizan efectos indirectos para la economía. Esta clara manifestación de hegemonía imperial vendría a templar la desgastada confianza de la población e inversionistas, volviendo a atraer capitales.

Recientemente se ha venido señalando un nuevo argumento de fondo que se suma a los anteriores: el real objetivo de EEUU sería la economía de Europa y, particularmente, el euro. Según esta interpretación fue la decisión de Irak, en noviembre del 2000, de adoptar el euro para sus transacciones de crudo el factor detonante de la situación actual.


En los últimos dos años el dólar se ha depreciado en poco más del 20% respecto del euro. El colapso del "dólar fuerte" junto con el derrumbe de la bolsa han contribuido seriamente a debilitar la confianza sobre la economía de EEUU, lo que ha derivado en una fuerte reversión del ingreso de capitales, agravando la recesión.

En ese contexto cabe preguntarse qué pasaría si otros paises, en particular los miembros de la OPEP, siguieran el ejemplo de Irak y el dólar comenzara a ser sustituido por el euro como moneda de referencia y de reserva mundial.

Esto sería sumamente grave para la economía norteamericana, pues le impediría seguir financiando sus abultados déficit comerciales a través de la "exportación de dólares". El comercio internacional se ha convertido en un mercado donde el mundo produce bienes y EEUU los dólares para comprarlos. De allí, que la deuda actual de EEUU con el resto del mundo alcance a la astronómica suma de 6 billones de dólares, equivalentes a dos terceras partes de su PBI.

De revertirse la confianza que individuos y gobiernos tienen en el dólar se produciría una corrida financiera mundial que llevaría al default de los Estados Unidos, ya que este país no cuenta con los recursos financieros suficientes (euros, yenes, etc.) para honrar sus compromisos. Los argentinos, que hemos vivido las consecuencias de la ilusión del pesodolar o del 1:1 virtual, tenemos el raro privilegio de poder llegar a imaginar una situación de estas características.

Por el contrario, la Europa del euro se vería beneficiada con la prerrogativa de poder emitir la moneda de referencia y reserva internacional. El abandono, en 1971, de la convertibilidad oro del dólar ha facilitado este fenómeno, ya que el privilegio pasa a recaer en la economía que genera mayor confianza. Esto es lo que Estados Unidos pretende evitar.

El petróleo es la más importante de las commodities que se comercian internacionalmente, de allí la trascendencia de la moneda de referencia utilizada en sus transacciones, ya que el efecto contagio de una eventual sustitución por el euro sería devastador. Este supuesto no resulta difícil de imaginar si se considera que Europa es el principal importador de crudo.

En síntesis, detrás de los aprestos bélicos se esconde la intención de sostener la visión de un dólar eternamente fuerte que estimule el ingreso de capitales en los Estados Unidos y evite que la burbuja reviente. Para ello resulta fundamental disuadir a quienes pretendan, como Irak, sustituir el dólar como moneda de transacción y reserva mundial.

Por Alberto Pontoni. Marzo 2003

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