Uno de los temas actualmente mas debatidos es el futuro de China y el eventual "aterrizaje" de una economía que para ciertos analistas se encuentra sobrecalentada. Las cifras correspondientes al primer trimestre del 2004 son espectaculares e indican una aceleración vertiginosa del crecimiento del PBI (9.7%) y la inversión en activos fijos (43%). Para algunos aún existe aire suficiente para continuar el extraordinario desempeño de los últimos 25 años. Para otros, China esta atravesando un fenómeno de burbuja similar al que precedió el colapso de los tigres asiáticos en 1997-99. Para estos últimos, la discusión se centra sobre las consecuencias de un aterrizaje inevitable, en forma "brusca" o "suave". Obviamente, los efectos negativos de un enfriamiento de China se harían sentir sobre el conjunto de la economía mundial y particularmente sobre Japón. Argentina, también se encontraría entre los afectados atento el alto grado de vulnerabilidad de nuestra principal fuente de divisas: las exportaciones del complejo soja.
El Boom
China es la segunda economía más grande del mundo. Su PBI se estima (en poder adquisitivo equivalente) en 6 billones de dólares, lo que hace un per capita de 4.500 dólares, para una población de 1.300 millones de habitantes. La población bajo la línea de pobreza no alcanza al 10%. A efectos comparativos, la Argentina actual tiene un PBI de 110 mil millones, un per capita de 3.000 dólares y los pobres constituyen, al menos, una cuarta parte de la población.
Por otro lado, China no es una economía pastoril, como algunas viejas imágenes pretenden mostrar. Si bien la mitad de su fuerza laboral (unos 750 millones de trabajadores) se desenvuelve en el campo, la producción agrícola representa sólo un 15% del PBI, mientras que la industria (incluyendo construcción) alcanza al 51% (el doble que en Argentina).
Las exportaciones chinas vienen creciendo sostenidamente y en el 2003 superaron los 440 mil millones de dólares, que representan el 6% del total mundial. También las importaciones se han incrementado llegando a 415 mil millones en el 2003. La mitad de ese importante volumen de comercio se canaliza hacia países del Asia-Pacífico, principalmente Japón, Hong Kong, Corea y Taiwan. El intercambio con Estados Unidos, destino de una cuarta parte de sus exportaciones, es sumamente favorable a China.
Los reiterados superávits comerciales, sumados al fuerte ingreso de capitales registrado en la última década, explican el alto nivel de reservas de esta economía, del orden de 450 mil millones de dólares. Su deuda externa, que alcanza a 150 mil millones de dólares, resulta poco significativa con relación a sus exportaciones, PBI o volumen de reservas.
La evolución de China a partir de 1978 constituye el fenómeno de crecimiento económico más notable de la economía mundial de todos los tiempos. En los últimos 25 años cuadriplicó su producto y en la década de los 90, logró duplicarlo en sólo nueve años (implica una tasa sostenida de crecimiento superior al 9% anual).
Para evaluar en toda su dimensión el fenómeno chino hay que considerarlo en el contexto de las otras economías pujantes de la región Asia-Pacífico, donde ya se concentra un tercio de la producción mundial. Para el 2020 China junto a Japón, India, Indonesia, Corea del Sur y Tailandia se encontrarán, entremezclados con EEUU y Alemania, a la vanguardia de las potencias económicas del mundo.
El auge inversor
Las exportaciones y, principalmente, la inversión han sido los motores del espectacular crecimiento de China. El auge de la inversión tiene 3 razones básicas:
Boom de la construcción. Este fenómeno se registra en las zonas costeras y particularmente en Shanghai y Pekín. En el 2003 la construcción representó más del 20% del PBI de esas ciudades, provocando un aumento en el precio de los materiales e insumos y un auge de nuevas inversiones en los sectores relacionados. China absorbe actualmente el 40% de la producción mundial de cemento y un 30% del carbón, hierro y acero.
Expansión de exportaciones. La alta competitividad del sector manufacturero chino, favorecido por bajos salarios y un tipo de cambio que "ata" el yuan al dólar, ha facilitado la expansión de sus exportaciones. De allí el fuerte incremento de inversiones en este sector.
Crecimiento del crédito. El sostenido ingreso de capitales, atraídos por el diferencial de interés y expectativas de apreciación del yuan, ha contribuido al aumento de la liquidez y de los préstamos bancarios, así como de las reservas en divisas. Hasta el momento esta situación no se ha expresado en presión inflacionaria. El alza de precios del 2003 fue de sólo 1.2%.
El síndrome de burbuja
Quienes impulsan la hipótesis de una supuesta "burbuja" inversora y un eventual colapso de la economía suelen esgrimir que una magnitud de inversión tan alta como la que presenta China puede llevar a excesos de capacidad, provocando derrumbe de precios y quiebra de empresas, con el consecuente efecto devastador sobre el sistema bancario y el conjunto de la economía.
A esto agregan dos factores adicionales de preocupación:
Mala cartera crediticia. Como se señalara antes, el sector bancario ha transformado el aumento de liquidez derivado de la fuerte entrada de capital extranjero en un explosivo boom de crédito. Según algunas versiones gran parte de esos prestamos se han canalizado hacia el sector inmobiliario y empresas ineficientes, estimándose de dudoso cobro entre un 40-50% del total. Esta situación podría agravarse si crecen las quiebras o caen los precios en el sector inmobiliario.
Déficit comercial. Si bien las exportaciones dieron un salto fenomenal en los últimos dos años, pasando de 250 a 440 mil millones de dólares, las importaciones han estado creciendo a un ritmo mayor, reduciendo progresivamente el superávit comercial, que en el 2002 fue de 50 mil millones y en el 2003 de 25 mil millones de dólares. La novedad reciente es el cambio de signo y la aparición de un apreciable déficit en el balance comercial.
Algunos analistas, igualmente sostenedores del riesgo de explosión de la "burbuja" china, suman a estas amenazas otros peligros latentes, como una caída del ingreso de capitales y la escasez de energía eléctrica.
Las medidas de enfriamiento
El gobierno chino ha tomado varias medidas destinadas a evitar la anunciada crisis por recalentamiento. Esas medidas están destinadas, principalmente, a frenar la expansión del crédito, aumentar el tipo de interés y brindar mas solvencia al sistema financiero.
- Control de préstamos bancarios. Principalmente a sectores con exceso de capacidad, como la construcción y producción de acero, cemento y automóviles. El objetivo es evitar una crisis de sobreoferta que llevaría a derrumbes de precios y quiebras de empresas. Esta aún fresco el recuerdo de la incidencia del boom inmobiliario en la crisis de los paises del sudeste asiático en1997-99.
- Aumento de encajes. En los últimos meses se elevaron en varias ocasiones los coeficientes de reserva que los bancos comerciales deben mantener. De esta forma se intenta reducir la oferta de crédito y poner un freno a la expansión de liquidez.
- Incremento de la tasa de redescuento. En marzo el banco central elevó el tipo de interés que aplica la autoridad monetaria en el mercado interbancario.
Sin embargo, algunos analistas piensan que estas medidas son insuficientes para frenar el ritmo de inversión, ya que el incremento del tipo de interés difícilmente resulte un disuasivo eficaz frente a la avalancha de proyectos que se suceden. Por el contrario, podría terminar agravando la situación al constituirse en un motivo de atracción de nuevos capitales que incrementarían la liquidez.
Quienes descuentan el fracaso de las medidas de enfriamiento adoptadas por el gobierno y especulan con una explosión de la "burbuja" inversora son los mismos que reclaman un reajuste al alza del tipo de cambio (apreciación del yuan). Esta medida permitiría desacelerar el crecimiento a través del desaliento de las exportaciones y la reducción de la liquidez, al disminuir el ritmo de compra de divisas por parte del banco central.
Obviamente, esta postura cuenta con el respaldo del gobierno de EEUU, cada vez más preocupado por el alto déficit que presenta su balanza comercial con China. También es compartida por los capitales especulativos que ingresaron en el pasado con la intención de aprovechar el diferencial de interés, que se beneficiarían de la apreciación del yuan.
Sin embargo, es poco probable que el gobierno chino adopte esta medida que afectaría severamente al sector exportador en momentos que la balanza comercial comienza a ser deficitaria. La modernización de China demanda un volumen creciente de importaciones, tanto de alimentos y petróleo como de bienes de capital e insumos industriales, y la forma más saludable de financiación pasa por el aumento de las exportaciones.
A título de reflexión final
Si el enfriamiento adopta la forma de un aterrizaje abrupto, el crecimiento del PIB chino podría ser sustancialmente inferior al 7% previsto por el gobierno. En tal caso, los efectos de repercusión global podrían ser significativos. Cabe tener en cuenta que la economía china es la segunda en importancia. Su producto, medido a paridad de poder adquisitivo, representa un 13% del total mundial (el de EEUU alcanza al 21% y el de la UE al 16%) y sus importaciones un 6%. Además, China ha sido la gran locomotora de la economía mundial en los últimos años (se le atribuye una cuarta parte del crecimiento económico total).
En consecuencia la desaceleración del ritmo de crecimiento de China tendría serias repercusiones globales. Los mas afectados serían los paises del área Asia-Pacífico, Japón en particular, donde se concentra la mitad de su intercambio comercial. También sufrirían las economías latinoamericanas, que verían derrumbarse los precios de las materias primas que constituyen la base de sus exportaciones, desde la soja al cobre.
Sin embargo, el espectacular crecimiento de la economía China parece asentarse sobre bases firmes que le brindan sustentabilidad, como son la expansión de su sector productivo y de sus exportaciones. A diferencia de otras experiencias de expansión aceleradas, verdaderas "burbujas" que se desplomaron en poco tiempo, como la Argentina de los 90, el gobierno chino ha canalizado con inteligencia las inversiones del exterior y ha sabido mantener bajo control el efecto distorsivo y la volatilidad generada por el ingreso de capitales de corto plazo.
A pesar de ello es lógico que se produzcan recalentamientos y bloqueos en un sistema económico sometido a un ritmo tan sostenido de expansión. Sin embargo, difícilmente el gobierno chino vaya a tomar medidas que impliquen abandonar lo sustancial de su modelo, como sería el caso de una apreciación del tipo de cambio y el desaliento del sector exportador. Es más probable que continúe con su política de restricción monetaria y crediticia y establezca controles más estrictos al ingreso de capitales.
De todos modos, es de esperar que en materia de comercio exterior China busque equilibrar su intercambio con aquellos paises que mantiene un déficit estructural con miras a agravarse en el futuro. Es el caso de la Argentina. En los últimos 5 años nuestras exportaciones a China se han cuadriplicado, pasando de 600 a 2.500 millones de dólares y en el 2003 obtuvimos un superávit comercial de 1.800 millones.
Mas allá de la discusión acerca del aterrizaje de la economía china interesa sacar conclusiones que puedan contribuir a pensar el futuro nacional. Actualmente ese mercado representa casi el 10% del total de nuestras exportaciones y existen excelentes perspectivas para incrementar esa participación. Sin embargo, es necesario tener presente que para aumentar nuestras ventas debemos aumentar nuestras compras, una regla básica para profundizar y dar estabilidad a una relación comercial.
En conclusión, China es un excelente socio para ampliar nuestra participación en el comercio mundial. Para que esto ocurra debemos pensar en ese país no tan sólo como mercado para nuestros productos sino también como proveedor de tecnología y bienes de capital para el desarrollo del nuevo perfil productivo de la Argentina.
Por Alberto Pontoni.Mayo 2004