Economía

¿Porqué dólares?

La cuestión no es nueva. Desde hace unos 40 años los argentinos han decidido que el dólar es la moneda de referencia para valuar sus operaciones económicas y financieras. Prácticamente desde el abandono del peso moneda nacional, el 31 de diciembre de 1969, las operaciones trascendentes empezaron a nominarse en la moneda norteamericana.


Recordamos todavía casos en los que se hablaba de cifras millonarias en pesos, como el famoso pase al fútbol inglés del jugador de Rácing Julio Ricardo Villa en el año 1977. Sin embargo eran excepciones y al menos en los ámbitos universitarios todo el mundo hacía la cuenta y trasladaba a dólares los pesos de entonces.

Generalmente desde los sectores políticos se apunta a cuestiones nacionalistas y morales para culpar quienes prefieren tener dólares y no la moneda local. Las apelaciones patrióticas no se condicen, sin embargo, con las actitudes públicas y privadas de la inmensa mayoría de los políticos opinantes. Basta enterarse de lo que muestran las declaraciones juradas de cualquier personaje medianamente público para comprender que se cumple a rajatabla el viejo dicho de “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”.

Cargar de culpa a personas honestas que ganan su dinero con el trabajo cotidiano porque deciden poner a salvo sus ahorros en moneda extranjera y en sitios más seguros que los bancos o los bonos emitidos por el Estado argentino, no parece ser una explicación técnica de por qué ocurre lo que ocurre. Sin embargo, el esquema se repite una y otra vez.


Tenemos vívida en nuestra retina la imagen de un conocido periodista televisivo acusándonos a todos de no ser lo suficientemente nacionalistas. De no querer lo necesario a nuestra patria. De no responder con nuestro esfuerzo a lo que este maravilloso país nos ha dado.

¿Es así la cosa? ¿Somos los argentinos tan desapegados y tan poco generosos con nuestro terruño que preferimos huir del peso, y además hacerlo hacia la moneda del país más odiado y a la vez más amado por millones de compatriotas?

Las apelaciones a la moral y la amor a la patria suenan huecas en términos de análisis económico. Cuando el barco se hunde cualquiera en su sano juicio intenta tomar alguna tabla que lo sostenga a flote. Esta realidad es aplicable a todos los argentinos. Diríamos mejor a todos los habitantes de esta gran Nación.


Veamos: Un peso actual equivale a 10 billones de pesos moneda nacional del 31 de diciembre de 1969. Si analizamos las explicaciones dadas por la clase política a lo largo de todos estos años respecto de las verdaderas razones de la pérdida de valor y la desaparición de varios signos monetarios desde aquel entonces, nos encontraremos que en prácticamente todos los casos la culpa fue de agiotistas y especuladores, de acaparadores y de empresarios oportunistas. Pero la verdad es que solamente el Estado puede emitir moneda, y ningún signo monetario puede perder 13 ceros en algo más de 20 años (1970/1991) como ocurrió con el viejo peso si no se emiten impresionantes cantidades de billetes.

Porque la verdad es que más allá de precios relativos y cuestiones coyunturales sobre tal o cual sector, lo cierto es que la pérdida de valor de la moneda es la contrapartida de la suba de los precios cuando ésta es generalizada. Resulta obvio que dada una cierta cantidad de bienes y servicios en una economía, no es posible que todos ellos suban su precio al punto de valer 10 billones más en 20 años.

En el derrotero inflacionario de la Argentina, hay puntos que se recuerdan especialmente. El “rodrigazo”, el “desagio”, el “plan Bónex”, el “corralito”, el “corralón”. Pero lo cierto es que el fantasma siempre estuvo sobrevolando nuestras cabezas. Todos podemos percibir que si hay una fiesta, ésta no ha de durar para siempre.

La cantidad de veces en que los ahorros en pesos a lo largo de estos cuarenta años les fueron birlados a los ahorristas es demasiado elocuente. Es muy recordado el caso de la “ley de intangibilidad de los depósitos” apenas pocos meses antes de la debacle de la llamada convertibilidad.

Y precisamente es la salida de la convertibilidad el punto culminante de una serie de estafas devaluatorias sufridas a lo largo de los años. Aquellos “pesos convertibles de curso legal” equivalían a dólares, precisamente. Cuando el Estado resuelve abandonar el sistema y devaluar esos pesos, en realidad incumple el contrato que duró 10 años según el cual asumía el compromiso de convertir tales pesos a dólares en la relación uno a uno.

El Estado jamás se hizo cargo de la diferencia entre aquel peso convertible y el resultado de la devaluación. Tampoco recordamos que nadie la hubiera reclamado. Pero lo cierto es que cuando se lleva a cabo dicha devaluación, lo correcto hubiera sido que el Estado argentino pagara a cada tenedor de aquellos pesos la diferencia, de manera que si ahora con un peso convertible alguien podría comprar 33 centavos de dólar, el Estado, garante y soberano, debería haber entregado los 67 centavos restantes. O un bono, o un título, o lo que fuera por la diferencia. Eso no ocurrió jamás.

Vemos en estas horas que el Estado ha iniciado un incierto derrotero de ajustes que intenta convertir en patriada generosa y solidaria de renunciamiento a los subsidios. Pero los subsidios han servido en estos años no sólo para ocultar la verdadera tasa de inflación (más allá de los cálculos del INDEC) sino también para crear la idea de que estamos en un clima de mejoría generalizada cuando en realidad si tales subsidios no hubieran sido otorgados la situación económica de los habitantes sería bien diferente. Creemos que esto es obvio y no requiere más explicación.

Pero si de alguna manera se sincera ahora el verdadero valor de la energía en general, o del agua, o de los transportes, tendremos un incremento en los precios y tarifas que afectará el índice de inflación y por lo tanto reflejará en los hechos que el verdadero valor del peso es todavía bastante menor que aquel que el Estado dice que es.

Tomamos el tema de los subsidios como una muestra palpable de lo que ocurre. Porque la verdad es que si se subsidia es porque se supone que es necesario. Y si lo es, es porque la productividad es demasiado baja y los ingresos no le alcanzan a la gente. En otras palabras: durante años se ha creado una especie de burbuja de bienestar que ahora hay que sincerar porque los números ya no dan.

¿Abarcará ese sinceramiento también al dólar? Evidentemente las trabas a las importaciones, el tardío intento de liberación de importaciones y el esquema policial para tratar de frenar el dólar en el mercado libre indican claramente que sí. Para ponerlo en otros términos, aquello que el Estado intenta proteger a como dé lugar (el dólar) obviamente vale más de lo que se dice. Porque si no fuera así, y por pura lógica, nadie lo demandaría y tales trabas no tendrían sentido alguno.

La moneda no equivale a riqueza, como suele confundirse sobre todo en círculos “intelectuales” conformados por filósofos, artistas y otras yerbas que poco “manyan” de cuestiones económicas. La moneda es un pagaré, una equivalencia de los bienes. Un pagaré que bien puede resultar devaluado de la noche a la mañana sin que el Estado se haga cargo de la diferencia, como explicamos.

En la situación actual, vemos que el Estado argentino ha desmantelado el Banco Central como garante del valor de la moneda, se ha apropiado de los ahorros de los jubilados en las AFJP, viene apropiándose de las reservas para pagar la deuda en lugar de adquirir los dólares para hacerlo con genuino superávit fiscal, etc. Lo que vemos, dicho claramente, es que no podemos tener ninguna garantía de que estos pesos de hoy, más la tasa de interés que pueda representar colocarlos a plazo fijo, darán un valor equivalente dentro de un año.

No caben dudas de que también la moneda dólar, o el euro o cualquiera otra está hoy endeble y con problemas en el mundo entero. Pero hay monedas que son más confiables que otras. Y esa confianza tiene que ver con el manejo monetario de los países que las emiten. Tan sencillo como eso.

La semana pasada en Montevideo se vendían dólares contra pesos a 5,55 por unidad. En Buenos Aires, en el mercado libre, se vendían a 4,80. Pero el Estado argentino nos decía que el dólar valía en realidad 4,28 pesos por unidad ¿Quién en su sano juicio no intentaría adquirir dólares a este último valor? Es de una obviedad meridiana.

Entonces, para que la elección sea ahorrar en pesos, es indispensable que el Estado argentino cree las condiciones que permitan contar con una moneda sana y confiable, dentro del un marco institucional de respeto por la ley y la Constitución. Con un Banco Central independiente, con normas monetarias claras, precisas y estables, y fundamentalmente autónomas del poder político.

No se logra la confianza de la noche a la mañana, y mucho menos con declamaciones vacuas por parte de quienes cuando pudieron compraron dólares o sacaron sus depósitos del país.

Todos podemos imaginar cómo terminará la historia y tenemos miedo. Y tenemos razón de sobra en tenerlo.

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 28 de noviembre de 2011

ECOTRIBUTARIA

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

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Una buena administración permite reducir la carga tributaria. La auditoría fiscal brinda un reaseguro de gran importancia.

Una segunda opinión, nunca está demás.

Economia Argentina - Tipo de Cambio

ECONOMÍA: IMPROVISACIÓN Y BARBARIE


Las abrumadoras novedades que va conociendo la población por estas horas en materia de política económica, muestran a las claras que no todo venía marchando sobre ruedas como solían manifestar, corrientemente, diversos representantes del oficialismo.

A las medidas represivas y persecutorias adoptadas en materia cambiaria, rápidamente le siguieron los burdos intentos para frenar importaciones de los últimos días, con exigencias claramente incumplibles que en parte debieron ser anuladas por la reacción de los operadores, impedidos como se encontraron, de la noche a la mañana, de cumplir con sus compromisos.


El mercado exportador se ha encontrado también envuelto en reclamos de todo tipo para que proceda a ingresar y liquidar divisas. Las petroleras y la mineras, como se sabe, ya no podrán dejar parte de los ingresos de sus operaciones en el exterior como se había fijado durante el gobierno de Néstor Kirchner. Ahora están obligadas a traer al país el producido de todas sus ventas al exterior.

Tenemos información de que la AFIP ha iniciado procesos de inspección a quienes han solicitado la compra de dólares y no contaban con la “validación” correspondiente, aún teniendo sus cuentas en orden. Ello aparte de haber negado en primera instancia la posibilidad de adquirir la moneda extranjera. Es decir que el contribuyente deberá esperar que la AFIP se expida, por así decirlo. Un procedimiento absolutamente anómalo y contrario a derecho. Pero absolutamente posible en la Argentina que nos toca vivir políticamente hoy por hoy.

La línea ideológica que se observa es siempre la misma: intervencionismo, arbitrariedad y negación de la realidad económica.


Todo el mundo sabe que el INDEC es un organismo absolutamente devaluado desde la intervención política a comienzos de 2007. Pero todo parece indicar que los gobernantes sí creen los datos que surgen de este organismo. Así las cosas, mientras la tasa de inflación, los indicadores de crecimiento o los índices de pobreza van por un lado, las políticas “activas” de un gobierno volcado a pleno al voluntarismo más autoritario, van por otro. Pero nada es nuevo, incluso dentro del régimen kirchnerista.

En efecto, ya durante el gobierno de Néstor Kirchner el Dr. Lavagna hacía referencia a premios y castigos en materia de derechos de exportación a quienes hicieran “buena letra” con los precios locales. Luego de la salida del poderoso ministro, se produjeron las increíbles prohibiciones de exportaciones cárnicas y trigueras mediante “resoluciones” ministeriales. Lo dicho: arbitrariedad, autoritarismo y voluntarismo. Desde las usinas del Poder se habla, y se habla, de “disciplinar los mercados”. Más claro agua.

Es obvio que si se incrementa la salida de capitales (que lleva más de cuatro años, dicho sea de paso) por algo es que lo hace. Es natural que si la gente se vuelca a comprar más dólares, también es por algo que ello ocurre. A su vez hay motivos para que suban las tasas de interés, que más que se duplicaron el pocos días. La autoridades contestan a estos problemas con medidas prohibitivas, restrictivas, disciplinarias.

La rusticidad es un elemento distintivo del autoritarismo, y por ende lo es también dentro del “modelo” económico reinante. No ha servido de mucho comprobar el desastre al que llevaron las mismas políticas en materia de carne vacuna, como podemos comprobar actualmente cada vez que concurrimos a la carnicería o al supermercado. Tampoco ha sido suficiente corroborar que algo parecido está ocurriendo con el trigo, que cada vez se utiliza más para alimentar hacienda en feedlots porque no es posible venderlo y mucho menos exportarlo.

La exigencia a los bancos para que las tasas de interés no superen el 20% es al mismo tiempo un dato autoritario y ridículo. El costo del dinero no se determina es el que el mercado paga. Lo mismo ocurre con el precio de todos los bienes y servicios. Los topes y los congelamientos conducen a los resultados de sobra conocidos: precios por las nubes, mercados negros, hiperinflaciones.

Ahora bien, hablamos de autoritarismo porque ello es evidente. Pero no dejamos de preguntarnos por qué no se designa gente idónea para el manejo de la economía. No tenemos una respuesta, excepto que al parecer a la presidenta le gusta que las cosas sean de este modo.

Es evidente que en las últimas medidas ha privado no solamente el autoritarismo y su correlato la rusticidad, sino que también se ha colado la improvisación. El carro se ha puesto delante de los caballos, claramente.

La destrucción del mercado cárnico ha sido el producto de pretender sostener precios bajos prohibiendo exportaciones. Y lo mismo ha estado ocurriendo en materia energética o en la comercialización del trigo.

La realidad económica, y en términos mucho más generales, la realidad; indican que las prohibiciones y los miedos no hacen sino ratificar que existen problemas. Lo mismo que los controles de precios (que también son prohibiciones) o los cierres de importaciones (que también lo son) y así en cada sector y rubro. Las gentes en general no comen vidrio y difícilmente se queden tranquilas esperando que las prohibiciones dejen de existir por haberse convertido en abstracciones. Y en nuestra opinión eso está ocurriendo ahora.

Quien hoy por hoy se ve en la necesidad de hacer operaciones en pesos porque no puede hacerlas en dólares, difícilmente tome como precio el del dólar controlado por el gobierno. Buscará un precio de referencia libre. Y si éste no existiere porque la represión oficial impide que se lleven a cabo operaciones; la cuestión pasará a medirse en términos comparativos con referencia a valores libres, como pueden ser los bienes o títulos cuyos mercados funcionan bajo la ley de la oferta y la demanda. Y tales mercados tomarán en cuenta la devaluación teórica de la moneda en un mercado libre, por ejemplo en Uruguay. Pretender que esto no ocurra será imposible, como lo es disimular el verdadero índice de inflación en la carrera de los precios y los salarios.

Está demasiado claro que ni la improvisación ni la barbarie (que no otra cosa es la rusticidad que se aplica) no podrán llegar muy lejos. Lamentablemente.

Sería bueno intentar no perder esta oportunidad para hacer las cosas razonablemente bien. Pero sinceramente no podemos esperar que ello vaya a ocurrir. Ojalá estemos equivocados.

ESTUDIO

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 20 de noviembre de 2011

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

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Economia Argentina y Moneda Extranjera

ACTUALIDAD ECONÓMICA: REFLEXIONES EN LA COYUNTURA


“No confundir aserrín con pan rallado” Proverbio español

Como es sabido, nuestro país ha venido creciendo a elevadas tasas a lo largo de varios años luego de la penosa experiencia de fines de 2001. Las razones de ese crecimiento hay que buscarlas fundamentalmente en dos aspectos. El primero es lo mucho que había caído la economía durante la crisis a comienzos de 2002. Lo segundo es la impresionante suba en los valores de las materias primas.


Los elementos concomitantes han sido la enorme quita que se logró en la renegociación de la deuda externa, la impresionante devaluación del peso argentino (cuya convertibilidad fue desconocida por el Estado) y la paralela sobrevaluación de la moneda extranjera. A ello se le suma la denominada “pesificación asimétrica” que implicó un importantísimo traslado patrimonial de parte de los acreedores a los deudores en general.

Factores tales como los altos precios internacionales y la subvaluación del peso hicieron posible la aplicación de importantes impuestos a las exportaciones que generaron la idea de que en nuestro país existía un genuino superávit fiscal.

Al mismo tiempo, las autoridades fueron aumentando el intervencionismo. A veces en forma de controles, otras de prohibiciones o trabas, otras de permisos o negativas de diversa índole y por diversos motivos. Y finalmente una enorme gama de subsidios en los cuales se ha venido distribuyendo el dinero proveniente del superávit fiscal citado, dinero que debería haberse destinado íntegramente a adquirir dólares para poder enfrentar los pagos de la deuda externa, según el acuerdo de refinanciación al que se arribó luego del default. Todo esto más allá de que es obvio que el esquema se volvería insostenible por el simple transcurso del tiempo.


Es que si nada es para siempre, menos aún lo es una economía basada en un artilugio monetario. Por lo menos esa parte entendemos que ha llegado a su fin.

Tenemos entonces una economía que todavía muestra signos de crecimiento, que sigue amparada en los altos precios de las llamadas commodities, pero que evidencia grandes flaquezas en materia energética y de infraestructura, que carece de nuevas inversiones de envergadura y que ha consumido buena parte de su capital mediante políticas de subsidios que exacerbaron el consumo aprovechando la baratura.

La falta de inversiones ha tenido su razón de ser. Y tal razón no es otra la inseguridad jurídica que significa la falta de apego a la ley, la falta de respeto de los contratos, la arbitrariedad emanada básicamente de la secretaría de comercio y en general la persecución de inversionistas no amigos del poder, nacionales y extranjeros.

Nadie arriesga capital si no cuenta con un horizonte serio y de respeto de la juridicidad, tal como viene lamentablemente ocurriendo en la Argentina, donde prácticamente todos los factores de la producción pasan a ser apéndices del estado “activo” que tanto se declama y que consiste en tener que negociar a cara de perro con un funcionario de segundo o tercer orden a cuánto habremos de vender tal o cual producto; si deberemos exportar para poder importar, si contaremos con las materias primas necesarias y si tendremos o no la energía que requieren nuestras plantas para funcionar.

En estas horas se ha generado un gran revuelo en materia cambiaria como consecuencia de las medidas que se tomaron respecto de la adquisición de moneda extranjera, que todo el mundo conoce. Pero estas medidas son en verdad la consecuencia de otras anteriores. En general improvisadas y todas tomadas de apuro.

Las limitaciones a las importaciones, las exigencias a los exportadores para que liquiden sus divisas rápidamente, los llamados telefónicos a importadores para que demoren sus compras, la eliminación de normas de liquidación de divisas para petroleras y mineras dispuestas durante el gobierno de Néstor Kirchner, el pavoroso incremento del gasto público y un sinnúmero creciente de etcéteras mostraron una realidad que dista de funcionar aceitada y regularmente.

Si bien es cierto que una economía es algo dinámico y que siempre es posible (aunque para nosotros no sea lo deseable) ajustar aquí o allá determinadas cosas, no es razonable que de la noche a la mañana uno se encuentre con novedades tales como que si quiere importar autos debe exportar por montos equivalentes lo que sea, y cosas así. La actitud quijotesca puede dar algún resultado en el cercanísimo plazo, pero termina ahuyentando al más pintado. Y no hay que dejar de decir que ese resultado tiene un costo. Un importador no puede de la noche a la mañana salir a exportar limones, de manera que si necesita hacerlo, debe recurrir a un productor exportador de limones que por supuesto cobrará su comisión. Ningún mecanismo absurdo como éste puede resultar gratuito.

Que la AFIP se yerga en un ente que autoriza o niega la compra de moneda extranjera es, a todas luces, una clara extralimitación legal. Pero además los argumentos que se aducen acerca de la necesidad de evitar el lavado de dinero resultan cuando menos ridículos.

Precisamente si de lo que se trata es de atrapar a evasores o lavadores de dinero, lo mejor que puede hacerse es dejar que hagan sus operaciones y luego caer sobre ellos con todo el peso de la ley. Así, lo que se logra es que no se acerquen siquiera a una casa de cambio, con lo cual no se los detecta y por lo tanto no se llega a hacer la justicia que se declama. Es como hacer sonar la alarma cuando el asaltante está a punto de cometer su asalto. Es obvio que escapará tan rápido como pueda.

Esto demuestra el absurdo de esta medida y la ridiculez de la explicación que se ha dado.

Por otra parte, desde determinados sectores politizados se ha caído una vez más en la teoría conspirativa según la cual “determinados sectores” intentan provocar la caída del gobierno. El proverbial “golpe de mercado” de otrora.

Sin embargo, la realidad muestra que el gobierno ha venido utilizando reservas para pagar los servicios de la deuda externa, que se ha apropiado de los fondos de las AFJP, que ha eliminado de hecho la autonomía del Banco Central, que está emitiendo moneda a un ritmo de un 40% anual, etc. Todo ello aparte de las trabas al comercio exterior mencionadas más arriba.

Y finalmente suma estos hechos la puesta en marcha de los estudios necesarios para ir disminuyendo los subsidios, que en la actualidad superan los 75.000 millones de pesos anuales y que ya no pueden sostenerse.

Al mismo tiempo, o tal vez como consecuencia de la gran emisión de moneda, es evidente que la política oficial es la de no dejar escapar el tipo de cambio, para evitar con eso empujar la suba de precios. Pero es obvio que el ahora retraso cambiario hace más costoso en divisas producir en la Argentina. Es decir, el país está sufriendo progresivamente inflación en dólares. O, dicho de otro modo, la moneda extranjera resulta cada vez más barata.

En los últimos 4 años la salida de capitales llegó a unos 70.000 millones de dólares (otras cifras muy conservadoras hablan de 50.000 millones), una cifra apabullante que equivale a los ingresos brutos de todo un año de exportaciones.

Está muy claro que el problema no empezó con el triunfo de Cristina Fernández como arriesgan desde ciertos medios oficialistas conspicuos comunicadores. Por lo demás, el triunfo se produjo en realidad el 14 de agosto, el 23 de octubre quedó formalizado únicamente.

La economía está siendo manejada por gente muy poco profesional al tiempo que el Banco Central, como decimos, se ha convertido en un apéndice del poder central y por lo tanto focaliza su funcionamiento en las políticas “activas” a las que parece tan afecta la presidenta Fernández.

El verdadero galimatías de controles y trabas de todo tipo a lo único que contribuye es a generar más incertidumbre y más pánico. Esto al menos parecen haberlo comprendido algunos funcionarios. Porque la verdad es que más allá de la quijotada de colocar a la AFIP como una especie de celadora del mercado de cambios, es un acto impresentable pretender que este organismo determine de la noche a la mañana quién puede comprar o no moneda extranjera y qué montos, sin haber dado a conocer pauta alguna y sabiendo que los datos oficiales suelen contener errores en muchos casos infantiles. Aparte de referirse por lo que se sabe al ejercicio anterior.

Se pretendió trabar el mercado y se logró así que el dólar pase los 5 pesos en el mercado libre. Al mismo tiempo que los ahorristas en dólares en el sistema bancario empezaron a huír despavoridos. Aparte de que el capital obviamente es temeroso, con más razón en un país donde con demasiada frecuencia el Estado se queda con los ahorros o con parte de ellos.

Entonces se volvió para atrás autorizando a mucha más gente a comprar pequeñas sumas, al mismo tiempo que la presidenta del Banco Central anunciaba que reducía los encajes en dólares para facilitar que quienes quisieran retirar sus ahorros pudieran hacerlo, no sin antes haber amenazado de manera insólita que tales ahorrista deberían tributar el impuesto sobre los bienes personales. Un curioso impuesto que rige desde hace varios años y que grava los ACTIVOS y no el patrimonio, como tantas veces se confunde (excepto en el caso de participaciones societarias) y que cuenta con una exención para las colocaciones en cajas de ahorro bancarias.

Por supuesto que desde que rige este impuesto se sabe que las tenencias de dinero no depositadas en caja de ahorro o plazo fijo por parte de las personas físicas están gravadas. Pero no es por retirar los depósitos que se cae en la gravabilidad, es por no tenerlos en ahorro o plazo fijo bancarios al 31 de diciembre.

Lo que queremos señalar aquí es que en este último tema se trató de una declaración política a nuestro juicio de muy poco vuelo. Para asustar, digamos.

Por eso es interesante, como siempre, no mezclar los tantos y llamar a las cosas por su nombre. Acá hace ya varios años que las cosas no están siendo manejadas con el profesionalismo que se requiere. Y no importa tanto en todo caso si se trata de una política más o menos intervencionista, que nosotros no compartimos. Se trata de que se coloca en puestos clave a funcionarios que no están preparados y que se manejan en el día a día haciendo buena letra según los humores del mercado y de la propia presidenta de la República.

Por eso recurrimos en el inicio de este comentario al viejo proverbio español. Si lo que tenemos es aserrín, por favor no lo confundamos con pan rallado.

ESTUDIO

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 15 de noviembre de 2011

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

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Intervencionismo Estatal

LA ECONOMÍA Y LOS FANTASMAS



Esto que estamos viviendo no es capitalismo sino un anarco capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie Cristina F. de Kirchner

La frase con la que encabezamos este comentario fue dicha por la presidenta la semana pasada en Cannes, en la reunión del llamado G-20. Lo primero que vino a nuestra mente al oír sus palabras fue aquello de y por casa cómo andamos.


La presidenta también recomendó a los integrantes del llamado G-20 que “dejen de controlar en qué gasta cada país” y en lugar de ello “comiencen a ver qué hace cada banco de inversión y las calificadoras de riesgo”.

No vamos a entrar en chicanas semánticas pero la verdad es que mientras la presidenta habla de que nadie controla a nadie termina diciéndonos que en realidad se controla en qué gasta cada país, para pasar a recomendar que éste último tipo de control deje de hacerse, lo cual equivale a una proverbial vía libre para el gasto.

Así y todo lo cierto es que la Unión Europea intenta que los países miembros adapten sus presupuestos a sus posibilidades dentro del marco de la sociedad que han hecho al integrar dicha Unión. Es decir, de lo que se trata es de que se adecuen a aquello a lo que se han comprometido para que la asociación sea viable.


La señora de Kirchner repite con demasiada frecuencia el cliché según el cual el problema es de la economía financiera, que se opone a la economía real. Y a eso le agrega el también la conocida crítica a las calificadoras de riesgo, que parte de la base de que son éstas las que originan los problemas, más que decirle a inversores y público en general dónde ven más riesgos. Es decir, culpa al mensajero.

Hemos señalado en otros trabajos que la economía incluye la financiación como una herramienta fundamental para su funcionamiento. Sin ella, la actividad se reduciría a operaciones de contado y los dineros ahorrados no tendrían ningún incentivo para ser prestados. En verdad no tendría razón de ser ahorrar dinero, que tan sólo podría ser invertido o gastado.

Como puede verse por el absurdo, ningún país del planeta podría entonces contar con endeudarse, y estirando un poco más el razonamiento, también debería dejar de emitir moneda de papel, dado que ésta no es otra cosa que una promesa de pago. Es decir, una forma de financiarse.

Obviamente que no es éste el sentido de lo que la señora pretende dar a sus palabras, tampoco queremos pasarnos de la raya o hacernos los tontos.

Pero es que el razonamiento siempre es conveniente llevarlo a las últimas consecuencias para poder determinar el sentido último al que conducirían ciertas acciones.

Como también la presidenta aludió a quienes ganan fortunas delante de una computadora sin producir nada, es importante dejar en claro que los movimientos de dinero y de títulos producen justamente ganancias (y pérdidas) más o menos importantes, tal como todos nosotros lo hacemos cuando si tenemos capacidad de ahorro colocamos el dinero en un banco a la mejor tasa posible. Esto también es obvio.

Los problemas que aquejan al mundo hoy están vinculados al intervencionismo estatal. Es decir que la cosa es exactamente al revés. No es que por no intervenir y controlar se generaron los problemas, sino que es por haberlo hecho. Y tampoco se trata de no controlar aquello a lo que específicamente se han comprometido entre sí los integrantes de la UE. La llamada crisis de las hipotecas tuvo su origen en préstamos “blandos” otorgados en EEUU merced a un voluntarismo que llevó a bajar las exigencias el otorgamiento de créditos. La clásica promoción a bajas tasas para poder acceder a viviendas hizo que muchos receptores de tales créditos terminaran no pudiendo pagarlos. En lo esencial el problema de fabricar tasas bajas de interés implica que quienes se endeudan no dimensionen adecuadamente el riesgo, y quienes prestan intenten cubrirse sacándose de encima el crédito concedido lo antes posible. Así se emitieron títulos “securitizados” por las hipotecas y se armó la gran bola de nieve que llevó al alud.

Decíamos al comienzo que luego de los dichos de la presidenta nos preguntamos por lo que ocurría en la Argentina.

El intervencionismo estatal exacerbado que vivimos en estas horas provoca bruscas oscilaciones en los títulos nacionales, genera rumores de todo tipo y se complementa con la aplicación de medidas rústicas y francamente negativas para resolver los problemas, como el impresentable control cambiario en marcha.

Hace pocas horas, la presidenta del Banco Central expresó en una disertación en la Biblioteca Nacional que la compra de dólares por parte de la gente estaba siendo incentivada por el periodismo, y que las medidas tomadas implicaban una “profundización del modelo” tendiente a evitar que los rumores y las críticas generaran consecuencias negativas para la economía nacional.

Sólo con observar que en nuestro país hace más de cuatro años que hay clara fuga de capitales bastaría para poner un poco de luz sobre las oscuras intenciones de ciertos medios periodísticos a los que aludió la señora Marcó del Pont. Pero queremos ser más explícitos.

La verdad es que muchísimas veces nos hemos referido en nuestros comentarios a la impresionante creación de moneda de los últimos años. Primero para mantener alto el valor de las divisas artificialmente y poder así aplicar retenciones a las exportaciones y afirmar que hay superávit; luego para simplemente mantener alto el consumo y no permitir un “enfriamiento” de la economía. Estos argumentos han sido centrales en el “modelo” y el primero de ellos ya regía plenamente cuando la conducción económica estaba a cargo de Roberto Lavagna. Éste profesional declaraba públicamente que quienes pedían que bajara el precio del dólar en ese entonces, lo hacían porque querían viajar a Miami. Nos hemos referido a ello en varias oportunidades y especialmente señalamos que no es con ironías descalificatorias como se resuelven los problemas. Porque quienes pueden tomarse vacaciones en Miami no están demasiado preocupados por el valor del dólar, pero sí lo están quienes necesitan adquirir tecnología, por ejemplo. Porque la verdad es que el famoso artilugio del dólar competitivo, tan defendido por las autoridades de la UIA, produce altos precios de insumos importados y un verdadero atraso tecnológico para nuestro país, como puede observarse claramente hoy en el parque automotor, para citar un ejemplo. Ello más allá de las insólitas medidas que prohíben las importaciones de productos de imperiosa necesidad, como repuestos de lavarropas y de heladeras de uso doméstico. En tiempos del Dr. Lavagna, éstas últimas medidas no regían, pero anticipamos varias veces que el día llegaría. Y no por ser autorreferenciales es que lo decimos, sino porque es obvio que a medida que aumenta el gasto público y también el privado como consecuencia de la gran emisión de moneda, se produce un incremento en dólares de los costos, por no ser posible mantener el ritmo de crecimiento del tipo de cambio dado que se dispararía la inflación ya de por sí muy elevada. En otras palabras, cerrar importaciones mediante prohibiciones es, en la práctica, lo mismo que cerrarlas por tener el tipo de cambio demasiado alto y hacer imposible el consumo de bienes importados. En ambas situaciones se busca mejorar la balanza comercial en el sentido de que arroje un saldo a favor de la Argentina.

En la actual coyuntura, el intervencionismo a ultranza es la causa de los rumores y los miedos. Y no al revés. Y la presidenta propone al mundo más intervencionismo al tiempo que pretende que no se controle el gasto. Si la situación que se le presenta a pequeños ahorristas que intentan adquirir cifras de 100 o 200 dólares no es anárquica, qué cosa lo es.

No pretendemos ni por asomo enmendar la plana de las autoridades argentinas, pero sería bueno que contaran con un asesoramiento tal vez un poco más variopinto, integrando en una especie de foro a profesionales de la economía con distintos puntos de vista, en lugar de descalificarlos públicamente como tantas veces ha hecho la presidenta.

La actual intención de moderar los subsidios es una prueba contundente que conviene no dejar pasar. Porque si la señora Marcó del Pont habla de profundizar el modelo cabe preguntarse entonces por qué eliminar o disminuir justamente aquello que es parte fundamental del mismo: los subsidios.

El argumento de que hay gente que puede pagar los mayores costos es casi irreverente. Siempre hubo y habrá gente que puede pagar los mayores costos, como siempre ha habido gente que puede viajar a Miami. Pero parece que antes era funcional al “modelo” y ahora dejó de serlo.

Otorgar a determinados sectores la capacidad de consumir por encima de sus posibilidades; electricidad o lo que sea, es lo mismo que otorgar hipotecas a bajo costo, señores. Subsidiar es hacer que el Estado se haga cargo de la diferencia. Es exactamente igual a dar créditos “blandos”. Alguien habrá de pagar la diferencia de tasa.

Y para terminar una obviedad: los rumores, cuando son ridículos, no influyen en la gente. Lo hacen cuando se vinculan con hechos probables. Y un gobierno que toma medidas como las que hoy están vigentes en el mercado cambiario no puede esperar que la gente no se asuste.

Tampoco puede esperar que los opositores no intenten sacar tajada. Ni que los que quieren hacer negocios hagan lo propio.

Es el famoso “a río revuelto”, ¿verdad? Entonces la pregunta que hay que hacerse es quién ha sido que revolvió las aguas. Y está más que claro que las mentiras estadísticas y el intervencionismo a ultranza y las prohibiciones arbitrarias son la causa principal de que se hubiera generado incertidumbre.

Los argentinos tenemos sobrada experiencia en todo esto.

Hace un tiempo la propia presidenta pidió a la gente que no comprara dólares. El Dr. Pesce, vicepresidente del Banco Central dijo hace pocos días que era mejor quedarse en pesos.

En verdad, cuando las cosas funcionan, no tiene por qué ser mejor una alternativa que la otra.

Es obvio que quedarse en pesos para ganar más implica que alguien se hará cargo de la diferencia. Y otra vez lo mismo.

Francamente no necesitamos de calificadoras de riesgo para saber dónde pararnos. Es suficiente con leer u oír estos discursos.

Y al menos por la información con que contamos, no son pocos los integrantes del actual gobierno los que creen a pie juntillas en las teorías conspirativas. Ni por un segundo se detienen a observar lo que ha hecho el Estado con el INDEC, con la AFJP, con las reservas del Banco Central, con las arbitrariedades para importar y exportar, con los controles de precios, y mil etcéteras.

No son fantasmas, entonces, son realidades.

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 7 de noviembre de 2011

ECOTRIBUTARIA

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

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Una buena administración permite reducir la carga tributaria. La auditoría fiscal brinda un reaseguro de gran importancia.

Una segunda opinión, nunca está demás.

Recursos Naturales de Argentina

Los recursos naturales mas importantes de Argentina son el suelo y la tierra de la llanura pampeana con su enorme potencial agrícola, sus cuencas acuíferas que proveen de agua potable y energía hidroeléctrica, sus reservas de petróleo y gas natural, sus recursos mineros y forestales, su litoral marítimo y la energía eólica y solar.


Los recursos naturales son aquellos elementos que provee la naturaleza, que pueden ser utilizados directa o indirectamente para satisfacer necesidades humanas.



Agua Potable

Dentro de los recursos naturales debemos incluir al agua. Usualmente se analizan los recursos hídricos de una región económica, por su capacidad para generar energía hidroeléctrica. A veces no se tiene en cuenta al agua potable para consumo humano. Este tema está cobrando cada vez mas importancia debido al crecimiento de la población mundial y el creciente interés de grandes países de asegurarse la provisión futura de agua potable.

Argentina cuenta con relativa abundancia de agua potable. En la mayoría de las ciudades argentinas, el acceso y la continuidad del suministro de agua potable se acerca al 100%. Sin embargo, en regiones con climas secos, en temporadas de verano suelen ser frecuentes la disminución de la presión y puede haber racionamiento. Otro tema preocupante es la contaminación de las fuentes de este recurso, y en algunas regiones, la falta de inversiones de largo plazo, lo que pone en riesgo la provisión de agua potable en el futuro, ante el rápido crecimiento poblacional.


Suelo y Tierra

También debemos incluir dentro de los recursos naturales al suelo y la tierra, dado que se aprovechan para producir cultivos para consumo humano y para alimentar ganado y aves. La producción del sector agrícola es un pilar fundamental de la economía argentina, debido al aumento del precio de la soja y a las grandes exportaciones de esta oleaginosa, lo que permitió a la economía argentina aprovechar un flujo de dinero del extranjero.

La Región Pampeana es una región altamente competitiva para la explotación agrícola. El sur de la Mesopotamia también tiene un rendimiento considerable para la producción agrícola.

Incorporación de nuevas regiones a la producción

Los avances tecnológicos en la producción agrícola (semillas transgénicas, manejo del suelo, etc.), permitieron que áreas que antes eran inexplotadas comiencen a ser utilizadas intensivamente. Algunas de estas regiones son el noroeste y el Chaco. Sin embargo, esto trajo como consecuencia, en algunas regiones, la disminución de los bosques nativos, la erosión del suelo, inundaciones y mayor contaminación ambiental. Hay que cuestionar si los beneficios sociales de la incorporación de nuevas regiones a la producción, superan a los costos sociales de la misma, dado que los beneficios pueden estar concentrados en pocas personas, mientras que los costos afectan a numerosas familias, y debido a la degradación del medio ambiente, las consecuencias las seguirán pagando las generaciones futuras.

La producción energética con recursos naturales

A continuación, mencionamos la situación de Argentina en relación a sus recursos naturales con capacidad de generar energía. Predomina el cultivo de cereales como la soja. Hay que tener en cuenta que la explotación intensiva del recurso suelo puede traer consecuencias negativas como el agotamiento de los mismos por la pérdida de nutrientes y la contaminación ambiental por el uso de agroquímicos.

Energía Hidroeléctrica

La energía hidroeléctrica es un recurso natural renovable. Surge del aprovechamiento de la fuerza del agua, cuando cae desde cierta altura y pasa por una turbina. Usualmente se construyen grandes embalses con usinas hidroeléctricas.

Argentina cuenta con grandes cuencas acuíferas en relación a su población, aunque el potencial de generación de electricidad a partir de este recurso renovable se encuentra relativamente poco explotado.

Alunas obras importantes para aprovechar este recurso en Argentina son:

NombreEnergia Media Anual en GWh
Yaciretá11500
Salto Grande6800
Piedra del Águila5500
El Chocón2700
Futaleufú2700
Alicura 2150

Energía Eólica

La energía eólica surge de aprovechar la fuerza del viento mediante turbinas eólicas o aerogeneradores. Las regiones que tienen mayor potencial para aprovechar la energía eólica son aquellas que tienen vientos de intensidad elevada y con una baja variabilidad, tanto en fuerza como en dirección. La energía eólica es un recurso natural renovable.

En Argentina, sólo el 0.1% de la potencia instalada corresponde a la energía eólica.

La región de la patagonia, dispone en forma abundante del recurso eólico. A medida que avanzamos hacia el norte, el recurso eólico va disminuyendo. La costa sur de la provincia de Buenos Aires también tiene potencial de provechamiento de este recurso renovable.

Algunos de los parques eólicos mas importantes de Argentina son (año 2011):

NombrePotencia en kw
Rawson, Chubut48600
Arauco, La Rioja25200
Comodoro Rivadavia17060
Pico Truncado2400
Punta Alta2200
Tandil2100
General Acha1800
Mayor Buratovich1200

Energía Solar

La energía solar surge de aprovechar la energía contenida en la radiación solar que recibe la superficie terrestre. La tecnología para aprovechar la energía solar se encuentra en desarrollo. Aún es poco competitivo producir electricidad basándose en la energía solar, en relación a otros tipos de energía, salvo en lugares aislados y con condiciones climáticas

favorables a este tipo de energía. A pesar de esto, la energía solar se puede utilizar para producir calor: se pueden utilizar cocinas solares para la cocción de comestibles y calentar agua, ya sea para complementar un sistema de calefacción o para utilizar agua caliente sanitaria, aunque el gas natural es tan barato en Argentina, que estos sistemas no son competitivos en muchas regiones. Los edificios pueden diseñarse de modo que aprovechen la radiación solar para generar calor y de este modo evitar el uso de otros recursos naturales para calefaccionar.

La región desde Jujuy a Neuquén dispone de valores relativamente elevados de niveles de radiación solar.

Actualmente Argentina cuenta con sólo 30 Mw generación de electricidad a partir de la energía solar instalados.

Biocombustibles

El clima y la tierra de la pampa húmeda convierten a la Argentina en un país muy competitivo para producir ciertos cultivos, entre los cuáles se encuentran algunos que se pueden utilizar para elaborar biocombustibles. La producción de biocombustibles crece a tasas muy elevadas desde el año 2006. En 2010, la producción de biodiesel fue de 2,5 millones de toneladas. Es el cuarto productor mundial de biodiesel. El biodiesel de argentina se elabora principalmente a base de soja. La producción de biocombustibles se concentra en la pampa húmeda, particularmente en las provincias de buenos aires

Minería

Los minerales son recursos naturales no renovables, es decir, que su stock se agota con su uso. La minería en Argentina se encuentra diversificada tanto geográficamente como en productos. Algunas de las provincias con mayor actividad minera son: Santa Cruz (principalmente minerales metalíferos, oro y plata) , Catamarca (minerales metalíferos y no metalíferos, oro, cobre) , Córdoba (principalmente rocas de aplicación, calizas para cemento) y Jujuy (minerales metalíferos y no metalíferos).

Algunas empresas mineras instaladas en Argentina son Barrick Gold Coporation, Xstrata y Goldcorp. En Argentina opera principalmente en San Juan, en la mina Veladero.

Barrick Gold y la Minería en Argentina

Barrick Gold Corporation es la multinacional minera dedicada a la extracción de oro mas grande del mundo. En Argentina opera principalmente en la provincia de San Juan, en la mina Veladero, en las que Barrick Gold vertió cianuro y otros químicos contaminantes en los ríos. Funcionarios del Gobierno de San Juan defendieron a Barrick Gold a pesar del daño ambiental ocasionado. Cuando asume Alberto Fernández, designa a uno de estos funcionarios defensores de multinacionales mineras, Alberto Hensel, como Secretario de Minería. Alberto Fernández defiende el modelo de minería contaminante de San Juan:

¿Cómo no vamos a desarrollar la minería? ¿Cómo es posible que Chile viva del cobre y nosotros, del otro lado de la Cordillera, no tengamos nada? La vamos a desarrollar como se hizo en San Juan..

Alberto Fernández

Proyecto de utilización del cianuro en Mendoza

Poco después de asumir Alberto Fernández en diciembre de 2020 la Cámara de Senadores de Mendoza aprobó una modificación para permitir el uso de sustancias químicas contaminantes en la minería. Alberto Fernández celebra la modificación de la ley.

En Mendoza hemos logrado que salga una ley para que Mendoza se involucre en la explotación minera
Alberto Fernández

Ante la presión social, se derogó la ley de minería que permitía el uso de tóxicos.

Litio

El Litio es un mineral que se utiliza para la fabricación de baterías. Se utilizará para fabricar las baterías de autos eléctricos. Actualmente, las compañías de automotores como Toyota y Mitsubishi están invirtiendo en yacimientos de litio para asegurarse la provisión de este mineral en el futuro. En la Jujuy, se encuentra uno de los campos de litio mas grandes de la región, detrás de yacimientos en Bolivia y Chile. De los yacimientos encontrados hasta la actualidad, las mayores concentraciones de litio en el mundo se encontraían en Bolivia, Chile y Argentina. También se están investigando reservas encontradas recientemente en Afganistán. Compañías extranjeras de EEUU, Japón, Canadá y Australia están adquiriendo reservas en Salta, Catamarca y Jujuy.

Hay que tener en cuenta que el litio es un recurso natural no renovable, es decir, que su existencia disminuye con su extracción. Las compañías que explotan el litio en Argentina pagan regalías muy bajas y gozan de privilegios impositivos. Se espera que el precio del litio aumente en el futuro, debido a la fuerte demanda que tendrá, por los autos eléctricos, baterías para netbooks, notebooks y teléfonos móviles.

Pesca

Argentina tiene un amplio litoral marítimo donde se realizan actividades pesqueras. El mar argentino cuenta con una amplia plataforma continental que favorece a la pesca. La mayor parte de la explotación se dedicó a la merluza. Las empresas extranjeras realizan gran parte de la explotación.

Uno de los principales problemas de la pesca en Argentina es la sobreexplotación de este recurso, la que es nociva para el ecosistema marítimo. Estudios han mostrado que la pesca excesiva contribuyó a una importante disminución de la población de merluzas y a una reducción de su tamaño. También se puede decir que Argentina no cuenta con la infraestructura, como plantas de industrialización y puertos, para aprovechar todo el potencial de este recurso. También se menciona la falta de regulación del sector. Se estima que la pesca ilegal constituye una parte importante.

Se debe tener en cuenta, que los recusos pesqueros pueden ser renovables mientras la tasa de explotación no supere a la tasa de regeneración natural. Cuando la tasa de explotación es mayor, este recurso natural renovable se transforma en un recurso no renovable y a largo plazo disminuye su capacidad de regeneración.

Petróleo y Gas

Al igual que los recursos mineros, se trata de un recurso no renovable cuyo stock disminuye con su utilización.

El petróleo se utiliza para producir hidrocarburos como la nafta y el gasoil. El gas natural se utiliza principalmente para la red domiciliaria (calefacción, cocción, etc.) y para las cetrales generadoras térmicas que funcionan con gas natural.

Es sector petrolero es muy importante para la economía argentina. Su participación en el PBI ha fue del 8,3% en el 2003, aunque viene disminuyendo paulatinamente debido a la falta de inversión del sector. La disminución de las reservas (algunas cuencas ya pasaron el punto máximo de explotación) y la ausencia de nuevas explotaciones son un problema de la economía argentina, debido al aumento de los precios internacionales de los hidrocarburos.

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Se Agotó el Dólar Como Moneda de Reserva y de Cambios Internacionales

 



17/02/2010

La Revista EnPlenitud.com que circula por Internet ha publicado un artículo mío referido al dólar. Este artículo lo escribí en marzo de 2009, pero recién fue publicado el 17 de febrero de 2010 y me enteré por la consulta de un lector.

    Si es de vuestro interés leerlo, deberán hacer clic en el link que figura abajo, o copiarlo y pegarlo en Internet.



 

 

 



SE AGOTÓ EL DÓLAR COMO MONEDA DE RESERVA Y DE CAMBIOS INTERNACIONALES

 

Por ALBERTO ESTEBAN IRIARTE

www.economiafacilonline.com

 

En este artículo pretendemos demostrar que el dólar de EE.UU. ha perdido su capacidad de funcionar como moneda de reserva y deberá dejar de funcionar como moneda que sirva para los cambios internacionales.

 

 

Desde que se inventó un instrumento que facilitara los cambios, el mundo pudo progresar.

 

Ese facilitador de los cambios debía cumplir las funciones monetarias, medida de valor, instrumento de cambio y servir como depósito de valor.

 

De todos los instrumentos utilizados para el cambio, el oro fue el que perduró en el tiempo y su valor actual guarda estricta relación con la apreciación que hacen los operadores económicos, de su cualidad de servir como valor de cambio y depósito de valor.

 

Hubo un momento en que casi todas las monedas de papel que circulaban como instrumento de cambio guardaban relación con la cantidad de oro por la que la moneda de papel se podía cambiar.

 

Actualmente, el dólar de EE.UU. es no sólo la moneda de ese país sino también la que sirve de base para la realización de los cambios internacionales.

 

También agregaremos que la Argentina, como se verá más adelante, no ha sido el país que declaró el mayor “default” de la historia. Ese privilegio le corresponde a EE.UU., país que además está en condiciones de volver a superar su propio record anterior.

 

Por “default” se entiende que es no solamente no pagar las deudas, sino también quedarse con lo ajeno. Podría afirmarse que cada vez que hubo devaluación de la moneda  y en cada una de las numerosas oportunidades de la historia económica en que los gobiernos echaron mano a los ahorros y acreencias de la sociedad  local o mundial – a la postre la verdadera dueña del oro–, ésta perdió bajo el argumento de salvar la economía, que no tiene nombre pero somos todos con forma de país o como integrantes del mundo, o sea, con el argumento de salvar al país, que como está quebrado no tiene nada. Y vaya a saber entonces hasta cuándo seguirá sin salvarse, total el Estado nunca quiebra.

 

“El presupuesto del Estado debe estar equilibrado. Las deudas públicas han de reducirse. La arrogancia de las autoridades debe ser mermada y controlada. Los pagos a gobiernos extranjeros deben disminuirse para impedir la quiebra del Estado. La gente debe volver a trabajar en vez de vivir de cuenta del gobierno”. Marco Tulio Cicerón. Año 55 a. C.[1] La enseñanza es antigua, lo lamentable es que no ha resultado cumplida por muchos gobiernos.

 

Nuestro país de alguna manera ha contribuido con sus inventos y exportaciones al desarrollo del mundo, con relación a ello procuraremos destacar nuestra opinión más adelante.

 

Los ejemplos los deben dar los dirigentes de los gobiernos. Deben ser buenos,  para que el pueblo comprenda y los aplique, por eso me parece importante como hecho histórico este ejemplo antiguo:

 

He recibido un mail que traduce como cierta una cuestión histórica, que prueba que el dirigente es quien da el ejemplo:

 

“Esto es lo que Alejandro Magno dispuso para su funeral…

 

1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.

2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas) fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...

3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.  

              Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

 Alejandro le explicó:

1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.

 2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.

 3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.

 

Agrego: El tiempo es el tesoro más valioso que tenemos porque es limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Al morir, nada material te llevas, te llevarás las buenas acciones que supiste realizar.

Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida.

El mejor regalo que le puedes dar a alguien... es tu tiempo.”

 

Actualmente, los argentinos decimos simplemente: “La mortaja no tiene bolsillos”.

 

Luego realizaré una síntesis histórica del quebranto de las reglas  a las que se había sometido EE.UU. en el tratado de Bretón Woods para que el dólar sirviera como moneda para las transacciones internacionales.

 

Y culminaré el trabajo demostrando por qué se producirá el nuevo “default” americano y el dólar dejará de ser la moneda de reserva y moneda para los cambios internacionales.

 

 

1.- Los argentinos, sus inventos y sus exportaciones:

 

El dulce de leche.

El colectivo,

El bolígrafo

Cerebros (técnicos, profesionales e intelectuales) no reconocidos [2]

 

El ajuste por inflación

La inflación de la corrupción.

Jugadores de fútbol juveniles

Estupefacientes

 

Todo ello ha sido inventado y exportado, conjuntamente con muchas otras cosas, lo destacable es que las cuatro primeras son cosas útiles y las cuatro segundas han sido perniciosas para nosotros y para el mundo.

 

 Desde hace tiempo los argentinos practicamos primero el fraude eleccionario patriótico y después directamente el fraude, con el que  hemos ilustrado a otros países.

 

2- “El mayor default de la historia no es el nuestro

I Antecedentes históricos

 El default argentino de 88.000 millones de dólares no es el más grande de la historia.

El 15 de agosto de 1971 desconoció EE.UU. el tratado de Bretton Woods, que lo obligaba a entregar a los bancos centrales de los países signatarios oro a razón de una onza por cada 35 dólares.

“En Bretton Woods se adoptó el dólar como única divisa para los pagos internacionales con la condición de que EE.UU. rescatara los dólares billete depositados en cualquiera de los bancos centrales de los países signatarios entregando una onza troy por cada 35 dólares billete. En ese momento, EE.UU. era depositario del 75% del oro del mundo. En 1949 contaba con 25 mil millones de dólares en oro a esa paridad y debía solamente 10 mil millones. El respaldo en oro más que duplicaba las deudas. La garantía de convertibilidad automática del dólar en oro era esencial para resguardar los derechos de los restantes países ante el riesgo de un eventual emisionismo, ya que EE.UU. tenía en su poder la máquina de imprimir dólares billete y no se pactaron límites físicos a la cantidad que el gobierno norteamericano podía imprimir. Si cualquier país miembro advertía un riesgo de inflación del dólar tenía una solución práctica e instantánea: canjear sus dólares papel por lingotes de oro a la paridad prefijada.”

“Fue lo que ocurrió: alentado por la facilidad de imprimir billetes que eran recibidos de buen grado en el resto del mundo, EE.UU. se lanzó a una política desenfrenada de inversiones y gastos, muchas veces suntuarios. En el período 1960-1964 tuvo déficit en la balanza comercial por 80 mil millones de dólares; inversiones y compras de empresas por 29 mil millones; turismo y viajes al exterior por 18 mil millones; y gastos de las fuerzas armadas en el exterior por 11 mil millones.” (El subrayado es de Alberto Esteban Iriarte)[3]

El 20 de octubre de 1967, dándose cuenta de  ello,  Jacques Rueff, consejero del general De Gaulle expresó: EE.UU. ha agotado su capacidad de pagar en oro a sus acreedores.

Francia y Gran Bretaña, hacían lo mismo.

El viernes 13 de agosto de 1971, tomó la decisión de incurrir en default desconociendo el tratado de Bretton Woods y además congelar precios y salarios por 90 días.

“El default quedó tipificado en el momento en que EE.UU. anunció al mundo que no entregaría el oro que aún le quedaba en Fort Knox, que no era poco: restaban 8635 toneladas”3

“Al retener en forma ilegal el oro, EE.UU. obligaba a los países que quisieran tener sus reservas en oro -como era su derecho- a comprarlas en el mercado libre, en el que se produjo una suba desenfrenada, debida al default norteamericano, que alcanzó su pico el 21 de enero de 1980 con el precio récord de 850 dólares la onza (The New York Times, 22-1-80). El precio había subido 24 veces: el 2400%. Medido en oro, los países sólo podían recuperar el 4,1% de su crédito con una quita del 95,9%. Bastante más alta que la quita del 75% ofrecida por la Argentina.”3

“El default estadounidense del 15 de agosto de 1971 consistió en negarse a entregar oro por 51.775 toneladas o 1714 millones de onzas, que correspondían a los 60 mil millones de dólares papel en manos de los bancos centrales. El valor actual del default es de 704 mil millones de dólares a la paridad de 411 dólares la onza del día 12-2-04 (Mercado de Londres)”3.

“Por lo tanto, podemos afirmar que este default fue ocho veces más grande que el argentino y que los argentinos podemos renunciar al incómodo privilegio de ser los defaulters más grandes de la historia.”3(El subrayado es de Alberto Esteban Iriarte).

3.El nuevo “default” americano   

           Samuelson decía en su Manual de Economía Moderna que muchas veces los hombres razonan como si fuera ciencia lo que  “sucede después de”: Algo así como la observación del brujo de la tribu lo llevaba a creer que cuando llegaba el invierno, su baile tribal era el que traía las hojas y flores que llegaban con la primavera.

 

            Aquellos mayores que han olvidado la historia reciente frente a nuestro resumen histórico, siguen creyendo, como dicen varios escritores, que el capitalismo ha muerto y por lo tanto tratan de inservible a la ciencia económica.

 

            Basta recurrir a la teoría de los costos comparados de David Ricardo para poder saber que la economía en esa teoría había presagiado el acontecimiento, donde se demuestra que cada país debe producir aquello para lo que está suficientemente preparado, logrando así menores costos a través de una mayor productividad.

 

            Es conocido que cuando la economía funciona bien, es un logro de los políticos, cuando lo hace mal los políticos dicen que es culpa de los economistas.

 

            Cenando con un argentino en Nueva York, presidente de una multinacional que ocupaba a 2.200 personas, él me explicaba que le convenía mucho más abrir fábricas en China y no utilizar mano de obra de EE.UU. porque esta última era más cara.

 

            Es sabido que todas las fábricas de EE.UU. han venido practicando esta metodología, por ello es que las importaciones superaban a las exportaciones, lo que siguió ocurriendo después de las citas que realiza el autor de la nota histórica.Esta situación se apoya en argumentaciones propias del periodista Andrés Oppenheimer en charlas y notas, como en su libro Cuentos chinos, donde habla de la nueva economía libre.

 

            Pero también vale la pena destacar por qué Oriente obtiene menores costos y mayor productividad.   

 

            Cosas menos traumáticas también están ocurriendo en la Argentina con extranjeros que ingresan ilegalmente a mi país, de acuerdo a inspecciones laborales que salen frecuentemente como noticias periodísticas.

 

            Cuando  un dirigente comunista argentino fue a visitar China no lo dejaron pasar a ver sus fábricas. Se tuvo que contentar con ver sólo las pulcras industrias de exportación.

 

            Así también las empresas que certificaban las normas de calidad de China ignoraban o “no veían” lo que realmente ocurría, sabiendo que “certificaban” como bueno  lo que no debían.

 

            Un día, al salir de almorzar de un restaurante del “barrio chino” de la Ciudad de Buenos Aires, se me acercó una persona y muy sigilosamente me entregó un papel que explicaba lo que ocurría en China. [4]

Evidentemente, cuando el mundo se olvida del ser humano, la consecuencia inmediata puede ser que, -aun sin darnos cuenta o no queriéndolo ver-, estamos comprando bienes a quienes tratan a sus trabajadores como esclavos y así, con la productividad lograda, venden más baratos sus productos. 

 

Con lo que la predicción de la economía de mercado, que es la base declamada por la globalización, cumple con las leyes de la economía, pero la parte política, que debería ser la del resguardo de la persona, promete la existencia de un derrame de dinero, cuando en realidad lo que se está derramando es sangre.

 

            En una observación reciente en EE.UU. verifiqué que casi todo lo que se vende es de procedencia oriental.

          

Esto justifica por sí solo lo que dicen sus números de comercio exterior, a lo que se le debe sumar los juegos de la guerra de su anterior presidente.  Mucha gente cree que las guerras, donde los EE.UU. jugaron siempre de visitantes, le dieron razón a su dominio del mundo y ahora pareciera que se encuentran frente a una decisión del Supremo.

 

            No hace falta saber de economía, sino simplemente contar los años que llevan de déficit, y trasladándolo afuera, a los tenedores de su moneda y de sus bonos, para darse cuenta del tiempo que les demandará recuperarse.

 

            Esto no es igual a la crisis del 30, donde con una guerra y después de 20 años las acciones alcanzaron el valor que tenían. En aquella época la economía producía y si bien cerraron las importaciones de productos primarios, pudieron salir de la crisis y después vivir la fiesta del ganador haciendo que los perdedores y otros paguen la cuenta.

 

            No es del caso estar o no contra el pueblo americano, lo que ocurre es que ellos también están infectados de nuestras exportaciones, y sino fíjense en las dificultades del Dr. Barack Obama para encontrar gente cumplidora de sus obligaciones fiscales.

 

            El libro más leído, Padre Rico, Padre Pobre, de Robert Kiyosaki, que trasmite enseñanzas básicas del comercio, describe también cómo se puede eludir o evadir la ley de impuestos en ese país. Del mismo modo, hace muchos años atrás la revista “International Management”,  hoy desaparecida, señalaba en uno de sus artículos que las mayores fortunas en ese país se habían generado con buenos asesores de impuestos que ayudaban a eludir o evadir la ley. Todo lo financiaba la emisión no controlada.

 

            EE.UU. no ha cumplido las reglas a las cuales se había comprometido, y continúa emitiendo alegremente, tratando de apagar su incendio,  este podrá mantenerse mientras los demás países consideren al dólar como moneda de cambio y las empresas y particulares, por la teoría-ciencia de “sucede después de”, sigan reteniendo dólares como moneda de reserva.

 

            Para colmo de males, además, lo primero que hicieron, sus dirigentes empresarios, con los fondos del Estado, que reflejan el aporte de los contribuyentes, fue generarse importantes premios y pagos de sus ya altos salarios, lo que generó la replica legislativa de imponer la prohibición de tales prácticas.

 

            En el momento en que esa ciencia social que es la economía haga que los particulares empiecen lentamente a darse cuenta, como ya algunos lo perciben, el nuevo default será inevitable, aunque el inteligente y capaz presidente negro, bien inspirado, frente a la multiplicación geométrica de la gente que irá a vender sus bonos y sus monedas,  tenga que decirle al mundo: “No puedo pagar”. Salvo que un fuerte apoyo mundial, le permita salir adelante, cosa muy dudosa al momento presente.

 

Como en las empresas, cuanto más demora el empresario, más difícil le resultará salir de la situación. O se asume la realidad hoy con toda su crudeza, o mañana será peor.

 

            No pretendo contestar cómo será el nuevo equilibrio mundial. Cuando se rompe un equilibrio, simplemente nace otro. Esto corresponde a la futurología, no pretendo meterme dentro de ella, por la cantidad de variables que entran en juego. He expuesto con fundamento lo que ocurrirá. 

 

            Mientras tanto, la cuestión de Argentina es distinta, pues nosotros, como decía un amigo que estaba en el PAMI durante la gestión del Dr. Alderete, “estamos bailando en la cubierta del Titanic” y además somos expertos en sobrevivir increíblemente como podemos, claro que a costa de continuas caídas en nuestro nivel económico de vida.

 

ALBERTO ESTEBAN IRIARTE

Ex profesor de Microeconomía, ex vicerrector y hoy Profesor Consulto de la Universidad Católica Argentina. Autor de “Microeconomía” editado por Ediciones Macchi y de artículos periodísticos.

www.economiafacilonline.com



[1] Tomado del archivo de El Tiempo.com de Colombia

[2] (¿Cuántos cerebros somos capaces de reconocer?, ¿cuántos no valoramos y se fueron y se van del país? ¿Cuántos evitamos que se vayan? y ¿cuántos se han quedado?)

 

 

[3]  Guillermo Laura, para LA NACIÓN, Noticias de Opinión: Martes 9 de marzo de 2004 | Publicado en edición impresa El autor es abogado y economista.

 

[4]            A quien le interese puede consultar la página de Internet www.falundafa.org, conjuntamente con un papel que formulaba una denuncia que decía cosas terribles que ocurrían en China, como que “los enemigos políticos eran descuartizados y sus piezas vendidas por medio de Internet al mejor postor”.

 

 En la parte de la página de Internet referida a la Argentina, en este momento se puede leer, entre otras cosas: “Asimismo, informamos a través de esta página sobre la grave persecución que están sufriendo los practicantes de esta pacífica disciplina en China. Al respecto, podrá encontrar las declaraciones de prensa de la Asociación Estudios de Falun Dafa en Argentina y las acciones legales que fueron tomadas en nuestro país contra el genocidio en China”.

 

Riesgo País

¿Qué es el Riesgo País? El riesgo país es un índice que intenta medir el grado de riesgo que entraña un país para las inversiones extranjeras. Los inversores, al momento de realizar sus elecciones de dónde y cómo invertir, buscan maximizar sus ganancias, pero además tienen en cuenta el riesgo, esto es, la probabilidad de que las ganancias sean menor que lo esperado o que existan pérdidas. En términos estadísticos, las ganancias se suelen medir usualmente por el rendimiento esperado, y el riesgo por la desviación estándar del rendimiento esperado. Debido a la gran cantidad de información disponible y al costo de obtenerla, a problemas de información imperfecta y asimetrías de información, y principalmente a que es imposible adivinar el futuro, es imposible saber con exactitud cuál es el rendimiento esperado y la desviación estándar de una inversión. Sin embargo, para disminuir el costo de obtener la información, aprovechando las economías de escala existentes en la búsqueda de información, se elaboran índices. El índice de riesgo país es un indicador simplificado de la situación de un país, que utilizan los inversores internacionales como un elemento más cuando toman sus decisiones. El riesgo país es un indicador simplificado e imperfecto de la situación de una economía.


El riesgo país es la sobretasa que paga un país por sus bonos en relación a la tasa que paga el Tesoro de Estados Unidos. Es decir, es la diferencia que existe entre el rendimiento de un título público emitido por el gobierno nacional y un título de características similares emitido por el Tesoro de los Estados Unidos.

El índice de riesgo país es en realidad un índice que es calculado por distintas entidades financieras, generalmente calificadoras internacionales de riesgo. Las más conocidas son Moody’s, Standad & Poor’s, y J.P. Morgan. También existen empresas que calculan el riesgo país, como Euromoney o Institucional Investor. Cada una de ellas tiene su propio método, pero usualmente llegan a similares resultados.



Factores de RiesgoPonderación %
Indicadores Analíticos50
Desempeño Económico25
Riego Político25
Indicadores Crediticios30
Indicadores de Deuda10
Deuda en Default o Reprogramada10
Calificación Crediticia10
Indicadores de Mercado20
Acceso a Financiamiento Bancario5
Acceso a Financiamiento de Corto Plazo5
Descuento por Incumplimiento5
Acceso a Mercado de Capitales5

Fuente: Euromoney

¿Cómo se expresa el riesgo país? El riesgo país se expresa en puntos básicos. 100 unidades equivalen a una sobretasa del 1%.


Todos los métodos utilizados para calcular el riesgo país por las diversas instituciones se basan en los mismos fundamentos; son regresiones sobre variables cuantitativas y cualitativas. Evidentemente, la elección de las variables y la ponderación de cada una es subjetiva e imperfecta.

Para los países escasamente desarrollados integrados al mercado financiero mundial, el riesgo país se ha convertido en una variable fundamental ya que, por un lado, es un indicador de la situación económicas del país en cuestión y de las expectativas de las calificadoras de riego con respecto a la evolución de la economía en el futuro (en particular de la capacidad de repago de la deuda), por otro lado, el riesgo país mismo determina el costo de endeudamiento que enfrenta el gobierno. Esto es fundamental y tiene dos fuertes implicancias. En primer lugar, mientras más alta sea la calificación de riesgo país, mayor va a ser el costo de endeudamiento, y mientras mayor sea este costo, menor va a ser la maniobrabilidad de la política económica y mayor el riesgo de incumplimiento, lo que a su vez elevará el mismo riesgo país. En segundo lugar, un elevado riesgo país influirá en las decisiones de inversión, lo que determinará un menor flujo de fondos hacia el país y una mayor tasa de interés global. Es decir, que no solo eleva el costo de endeudamiento del gobierno sino que también eleva el costo de endeudamiento del sector privado, con efectos deprimentes sobre la inversión, el crecimiento y el nivel de empleo de los recursos humanos y físicos.

En mi opinión y basándome en la experiencia de los países latinoamericanos, el indicador de riesgo país por sí sólo no es capaz de describir la dirección del ciclo económico. Como ya mencioné anteriormente, los analistas consideran usualmente que una baja en el riesgo país está asociada con una baja en el costo de endeudamiento del sector privado y con un aumento de la inversión, el crecimiento y el empleo. Este razonamiento se fundamenta en el modelo neoclásico bajo el supuesto de perfecta movilidad de recursos físicos, capitales financieros e información perfecta.

Existen situaciones en las que puede mejorar la solvencia fiscal del gobierno (baja del riesgo país) y al mismo tiempo empeorar la productividad futura esperada por el sector privado. Este es el caso de un aumento de la carga fiscal para financiar el déficit improductivo del estado, ya sea para financiar su funcionamiento, para financiar inversiones con menor productividad y escasa complementariedad con las inversiones del sector privado, o simplemente para afrontar el costo del endeudamiento pasado. En este caso puede suceder que la baja en la tasa de interés consecuencia de la caída en el riesgo país, no compense la caída en la productividad.

Veamos qué sucedió en las economías latinoamericanas:

PaísSpread sobre Crecimiento Bonos del Tesoro Promedio 1997 – 2000Crecimiento promedio del PBI 1997-2000
Argentina7.4%8.1%
Brasil8.3%8.1%
Uruguay1.8%4.9%

Entre 1997 y 2000, el riesgo país de Brasil fue mucho mayor que el riesgo país de Uruguay, sin embargo, Brasil creció mucho más que Uruguay.

El riesgo país utilizado por sí solo no es un indicador confiable de la evolución de la inversión y el crecimiento. El enfoque "riesgo-país" da por sentado que existe un stock de proyectos en carpeta esperando y que se realizarán en el momento que el riesgo disminuya. Además, la utilización del riesgo país como indicador de la evolución de una economía se basa paradójicamente en los supuestos neoclásicos de información perfecta y perfecta movilidad de capitales. Digo paradójicamente, porque el sólo hecho de la existencia de un indicador de riesgo país es la demostración de que estos supuestos no se verifican en la realidad. Si los supuestos neoclásicos fuesen ciertos, no debería existir el riesgo país ya que la perfecta movilidad de capitales y la información perfecta igualarían la rentabilidad marginal del capital con la tasa internacional de interés, es decir, no existiría en riesgo país ya que las tasas de interés de los diferentes países serían idénticas.

Autor: Federico Anzil

www.econlink.com.ar/definicion/riesgopais.shtml

Bibliografía:

Dick Schefer: El Cuento del Riesgo País Junio de 2001

Gonzalo Córdoba: Todo lo que usted quiso saber sobre el riesgo país y nunca se animó a preguntar. Agosto de 2001

Comunismo

Comunismo es aquel estado social en el cual no existe ni la propiedad privada de los medios de producción, ni el Estado, ni las clases sociales. En él un grupo humano no explota a otro, ni lo hacen entre si. También se entiende por comunismo la doctrina que aboga por el establecimiento de tal estado social, o que asevera que el mismo será inevitablemente el estado del futuro. (Giner, S.; 1975).


La idea del comunismo es muy abstracta y tiene una gran gama de interpretaciones un tanto teóricas como practicas en cuestiones políticas, históricas y económicas; destacándose entre esta gran gama el socialismo y el anarquismo. Así tanto socialismo como el anarquismo son ambas corrientes comunistas, agrupándose estas corrientes dentro de lo que se conoce como "pensamiento socialista" en general.

Bibliografía:

· Giner, Salvador; "Historia del pensamiento social", Ed. Ariel, 1975.


Página relacionada: Socialismo

Economía y Estado

Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de los gobiernos, esperan una cosa que es contraria a la naturaleza J. B. Alberdi


La actual circunstancia que vive el mundo en materia económica no es una novedad. En numerosas oportunidades nos hemos referido a esta cuestión. Y especialmente lo hemos hecho para señalar una y otra vez que el intervencionismo y el expansionismo monetario no conducen a otra cosa que a una escalada del problema.


En términos generales la posición ideológica en las cuestiones económicas se divide, hoy en día, entre los llamados ortodoxos y los considerados heterodoxos.

Los primeros tienden a considerar que para poder salir de la crisis lo que hace falta es proceder a ajustar los gastos en aquellos países en los que el endeudamiento ha llegado a niveles insostenibles. Los segundos estiman que una baja en los gastos a lo único que conduce es a una recesión y por lo tanto a mayores dificultades y a una crisis todavía mucho más grande.

A unos y a otros les asiste algo de razón. Bajar los gastos permite en principio reducir la tasa de endeudamiento cuando se trata de economías deficitarias. Pero también es cierto que gastar menos provoca una desaceleración del ritmo de la economía, una baja de la demanda de bienes y servicios que deteriora aún más la situación haciendo bajar los ingresos de los Estados y creando mayores déficit.


Consideramos que esta clase de análisis adolece de fallas bastante elementales. Trataremos de explicarlo brevemente.

Un país determinado se endeuda más y más como consecuencia de que gasta más dinero del que recauda. Este dato es objetivo y no admite dudas. Ahora bien, ¿cuando en una economía determinada se decide gastar dinero adicional se toma en cuenta la posibilidad futura de cancelar la deuda que se origina con mayores ingresos?

Existe un concepto en la teoría económica que es bastante elemental, y que es aquel de la optimización en el uso de los recursos. No solamente cuenta cuánto dinero se gasta, sino cómo y en qué se gasta. Y si ese dinero será o no recuperado y en qué condiciones y plazos.

Tomemos un ejemplo simple y cotidiano. Supongamos que invertimos en un negocio cualquiera. Por ejemplo un kiosco. Incurrimos en una serie de gastos que esperamos cubrir con la ganancia que nos deje el negocio luego de un determinado tiempo de funcionamiento. Los primeros tiempos son duros, luego sobreviene el beneficio si las cosas funcionan como esperábamos. ¿Hacen esta clase de cuentas los Estados soberanos?

Por supuesto que un Estado no es un negocio y la perspectiva de obtener beneficios es bastante más compleja y tal vez de largo plazo. Si decidimos gastar en computadorizar el sistema educativo, por ejemplo, es porque esperamos mejorar el nivel de educación para que en un lapso de una o dos generaciones podamos contar con un material humano de gran calidad que mejore sustancialmente nuestra productividad. Es eso lo que generará una mejora en los ingresos generales. Así llegarán capitales y se harán inversiones aprovechando la mano de obra de alta calificación. Es un ejemplo que tomamos.

Veamos otro ejemplo tal vez un poco más gráfico y directo. Si para llevar a cabo un trámite determinado, como por ejemplo renovar un registro de conducir, debemos invertir 4 horas en un día laborable, estamos restando esa cantidad de horas a nuestro trabajo. Si imaginamos que en el año unos 5 millones de personas renuevan su registro, tenemos 20 millones de horas de trabajo perdidas en un sólo trámite. Si ese trámite nos llevara la mitad de ese tiempo, podríamos trabajar en el año 10.000.000 de horas más. Esas horas equivalen a 1.250.000 días de trabajo de 8 horas cada uno para una persona. 5.208 años si tomamos los días hábiles en torno de los 240 por año.

En términos generales cuando en el mundo se habla de ajustar o no las economías, lo que está queriendo decirse es que se seguirá gastando lo mismo o que se gastará menos. Lo que no se ataca ni considera es qué se hará con la eficiencia. Si un Estado gasta una determinada cantidad de dinero para que la población renueve su licencia de conducir, pero el tiempo del trámite se reduce a la mitad, la mayor eficiencia es de una evidencia conmovedora. Se nos dirá que el trámite en general lo pagan quienes solicitan el documento en cuestión. Digamos que es así al menos entre nosotros, pero es un costo que la Nación paga como tal. No poder ocuparnos de nuestras obligaciones laborales reduce la productividad y por ende incrementa los costos.

Estos ejemplos que damos pueden multiplicarse por miles. Y son vistos en todo el mundo. No estamos, por cierto, hablando de la Argentina en particular aquí.

Entonces, tanto la posición de los llamados ortodoxos, como la de los llamados heterodoxos, adolece de una falla de origen: no considerar la calidad y sólo detenerse en la cantidad.

Para decirlo de otra manera: si seguimos gastando lo mismo pero nos volvemos el doble de eficientes, estaremos reduciendo el gasto a la mitad sin haber restado un solo peso del presupuesto. Por supuesto que esto dicho linealmente y suponiendo una equivalencia absoluta. Pero sin duda que la relación es directamente proporcional.

Pero insistimos: ¿alguien ha visto que analistas y opinólogos hagan verdadero hincapié en el uso adecuado de los fondos? Nosotros confesamos que muy rara vez.

Pongamos las cosas de otro modo. Grecia y otros países están en situación crítica porque durante años han gastado de más y no pueden pagar sus obligaciones. Ahora se determina un ajuste que consiste entre otras cosas en reducir los sueldos de quienes se desempeñan en la administración pública. Esta gente, disconforme, rendirá menos y los tiempos administrativos tenderán a incrementarse como consecuencia de la disconformidad, las huelgas, las protestas, etc. La recaudación a su vez caerá más todavía.

La visión heterodoxa de que no debe reducirse el gasto también enfrenta la misma cuestión. Si venimos gastando mucho y mal y no hacemos nada para mejorar la calidad del gasto, seguiremos gastando mucho y mal. Si hasta ahora no pudimos dejar de endeudarnos más y más, tampoco dejaremos de hacerlo en lo futuro, dado que no estamos cambiando nada como para que eso ocurra.

Por lo tanto probablemente lo que habría que hacer es, como siempre ocurre en la vida, un poco de cada cosa. Mirar en qué gastamos, llevar adelante auditorías independientes, hacer eficientes las gestiones y reducir el tramiterío y la burocracia.

A estas alturas es probable que alguno de nuestros amables lectores estén pensando que tal vez creamos haber descubierto la pólvora. En absoluto. Cualquier economista sabe lo que aquí con nuestras largas o cortas luces tratamos de explicar. Y nos atrevemos a pensar que los políticos también en general lo saben.

¿Por qué entonces no se encaran las soluciones lógicas mediante planes de mediano plazo que permitan ir corrigiendo el exceso de gasto improductivo haciendo eficientes las economías? Porque es más fácil crear la ilusión de que son los políticos quienes vienen a sacar las castañas del fuego ayudando a los que no pueden o dicen no poder, creando el llamado Estado de bienestar, y buscando congraciarse con los votantes mediante la benevolencia y la caridad.

En términos generales, y por nuestra larga experiencia al menos, los políticos no hacen las cuentas para ver cómo y quién pagará los gastos y las deudas. El caso argentino es un dato incontrastable. En pocos años se eliminaron 13 ceros de la moneda nacional, sufrimos el “rodrigazo”, la salida de la “tablita cambiaria”, el “desagio”, el “plan Bónex”, el “corralito”, el “corralón”, la “pesificación asimétrica”, la apropiación de los fondos de las AFJP, la aplicación de impuestos exorbitantes a las exportaciones, y general un sin fin de “festivales de bonos” tendientes a seguir pagando y pagando a como dé lugar el gasto creciente para mantener la ilusión del bienestar. Ello sin contar el hecho de que por dos veces dejamos de pagar cifras de miles y miles de millones de dólares de deuda externa, contraída justamente para seguir solventando el excesivo gasto. Y como frutilla de la torta, un 25 o 30% de inflación anual acumulada según datos de provincias como Santa Fe; inflación que tiene su origen en la emisión de dinero espurio para financiar el gasto público.

Hablamos de la Argentina porque es lo que mejor conocemos todos. Los políticos se vanaglorian de dar planes de ayuda, asignaciones por hijo, electromésticos, computadoras, etc. Todo eso no es más que un certificado de pobreza para gran parte de la población. Se recurre a la caridad para ayudar al supuesto o real necesitado, con lo cual la necesidad se hace crónica y el problema sigue sin resolverse. Es increíble pero los políticos se jactan de su fracaso, porque el éxito sería que nadie necesitara recurrir a la caridad pública, no que cada vez más gente la requiera.

En la Argentina todo debe ser gratuito o muy barato. Apenas se produce una suba estacional del precio del tomate, por ejemplo, aparece un funcionario archiconocido (verdadero mono con navaja) a prohibir su venta. Y una reciente encuesta en la ciudad de Buenos Aires arroja que un 50% de la población cree que la inflación se combate...¡controlando los precios!.

Por eso los políticos apuntan para ese lado. Porque la gente “compra” eso. Una especie de cuento de Hadas, el reino de Nunca Jamás, claro está.

Tales o cuales servicios pueden y deben prestarse, pero no son gratuitos. Alguien los paga.

Cuando se subsidia al transporte, por ejemplo, el Estado se hace cargo de la diferencia en el precio del boleto. Es decir, ¡no es que el boleto no suba de precio, sino que el Estado paga la diferencia!

El conflicto de intereses, que es el título de este comentario, está originado entonces en el choque que existe entre la cultura política que sabe que repartiendo planes y ayudas se consiguen votos, y el hecho de que tales planes y tales ayudas cuestan muchísimo dinero, que suma “gasto” y origina endeudamiento cuando los recursos no alcanzan. Y cuando los recursos alcanzan, se gastan en eso y no en llevar adelante obras que mejoren la eficiencia y por ende la productividad.

Si algo ha sido constante en Europa en este último medio siglo es la política del beneficio, de la cobertura social, de la ayuda y la protección a desocupados o marginados. Lo cierto es que ninguna cobertura o protección resulta finalmente gratuita y los Estados soberanos deben pagarla de algún modo. De lo contrario, como ha ocurrido, el endeudamiento crece a niveles insoportables hasta que finalmente sólo queda la opción del default, dado que la variante devaluatoria (tan común hace unos años) quedó prácticamente eliminada por la adopción de una moneda común. Los gobiernos europeos en general, y los socialistas en particular, han promovido hasta el hartazgo la idea de que se podía vivir indefinidamente gastando más de lo que se puede. Esa responsabilidad es esencialmente política. Es la política y sus representantes los que una y otra vez se presentan como los buenos y generosos que se oponen a la fría ley del mercado. Pero cuando se produce el desastre, amables lectores, la culpa no es de ellos, sino del capitalismo salvaje. Y últimamente de la globalización, que no deja de ser la consabida división internacional del trabajo y que nada tiene que ver con el gasto excesivo e improductivo.

La Europa generosa y dadivosa, (especialmente fronteras adentro, porque a los inmigrantes los destrata de manera inhumana, quizás porque no votan) no es un producto de la libertad de comercio, sino de la decisión de los gobernantes de llevar adelante el Estado de bienestar sin medir los gastos. Esto es lo que ocurre también en la Argentina, aunque con un claro sesgo populista. El conflicto que señalamos lleva pues a la inexorable necesidad de pagar la fiesta. En eso están los europeos (y también los norteamericanos, aunque su gasto excesivo tenga razones bastante diferentes), y pronto estaremos también los argentinos.

HÉCTOR BLAS TRILLO Buenos Aires, 1º de octubre de 2011

ECOTRIBUTARIA

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

www.hectortrillo.com.ar

Una buena administración permite reducir la carga tributaria. La auditoría fiscal brinda un reaseguro de gran importancia.

Una segunda opinión, nunca está demás.

Investigación sobre los Egresados de la Carrera de Economía de la UTN, y Explicación de sus Ingresos

Autor: Héctor Colombo


Debido a la escasez de información referida al ámbito laboral de los economistas de la UNT, lo cual es relevante para la toma de decisiones durante el cursado de las materias y pos graduación, y en virtud de conocer el estado actual del desempeño académico de los estudiantes de la Licenciatura en Economía, en este trabajo nos proponemos realizar un análisis de las variables más importantes que configuran el espectro de la profesión, y de aquellas que determinan sus ingresos.

Para nuestro propósito utilizamos como instrumento de recopilación de datos una encuesta realizada vía Internet, completada por algunos de los egresados de la Licenciatura en Economía entre el primero desde que existe la carrera, en el año 1967, y el último egresado del año 2004.

En el primer capítulo se describe información representativa de la población bajo estudio: número de egresados anuales, estadísticas acerca de los promedios universitarios, y distribución de los mismos según el sexo, con información provista por la Facultad de Ciencias Económicas.


En el segundo capítulo se describe lo referente a la confección de la encuesta: orden de las preguntas; tamaño muestral; porcentaje de respuestas, etc.

En el tercer capítulo presentamos los resultados obtenidos en la encuesta mediante tablas, gráficos y el uso de estadística descriptiva.

En el cuarto capítulo detallamos todo lo alusivo en cuanto a la fundamentación para explicar el ingreso, desde la teoría clásica de Jacob Mincer hasta los últimos avances en esta rama de la ciencia.


Finalmente en el quinto y el sexto capítulo se realizan diversas estimaciones econométricas a fin de determinar las variables relevantes para explicar el ingreso de los economistas.

Como corolario se adjuntan en el anexo tablas y gráficos correspondientes al informe presentado al instituto de investigaciones económicas (INVECO) con información obtenida en la encuesta sobre aspectos relacionados a las actividades laborales correspondientes a los encuestados y algunas sugerencias realizadas respecto de la carrera.

Agradecemos la dirección del trabajo a nuestro profesor conductor Víctor Iajya, a los profesores Cristina Mirabella, Osvaldo Meloni, Víctor Elías, Ana María Cerro, José Bercoff, Adriana Panico, María José Granados, al secretario académico profesor

Santiago Di Lullo y al resto del cuerpo de profesores de la Licenciatura en Economía por la colaboración brindada. Agradecemos también a los egresados que participaron de la encuesta y a Agustín Meriles, estudiante de Ingeniería en Computación encargado de la construcción del formato electrónico de la misma.

Política Distributiva

Las políticas distributivas (o redistributivas), son aquéllas políticas llevadas a cabo por los gobiernos que tienen efectos sobre la distribución del ingreso, ya sea mejorándola o empeorándola.


Existen diferentes tipos de políticas distributivas según su tipo:

Pueden ser políticas distributivas de oferta o de demanda, según al lugar donde estén dirigidas, o pueden ser dentro del gobierno, en políticas distributivas de impuestos o de gastos.

Las políticas distributivas de oferta son aquéllas donde se subsidia la producción de ciertos bienes o servicios o se reducen los impuestos aplicables a su producción, de forma tal de reducir su precio final y de esta forma hacer a dichos bienes más accesibles para la población. Este tipo de políticas suelen tener un efecto redistributivo indirecto, ya que generan mayor ingreso disponible para incrementar el consumo mediante la reducción de la participación de los bienes subsidiados en el consumo total de la población. Un ejemplo de este tipo de políticas son los subsidios al transporte de pasajeros o a los consumos de electricidad o gas.


Las políticas distributivas de demanda son aquellas destinadas a incrementar el consumo de la población de forma más directa, a través de transferencias o de incrementos en el monto total disponible para gastar.

Dentro de este tipo de políticas se encuentran dos tipos de calificaciones: por tipo de transferencia y por requisitos.

Según el tipo de transferencia, la misma puede ser en dinero o en especie, según si lo que se transfiere es dinero en efectivo exclusivamente, o si se realiza cualquier otro tipo de transferencia, ya sea en bienes y/o servicios, o en dinero para uso exclusivo en ciertos bienes o servicios. Un ejemplo de este tipo de políticas son los bouchers para compras en supermercados, ya que si la transferencia fuese en efectivo, podría destinar el dinero a comprar otro tipo de bienes.


En cuanto a los requisitos, las transferencias pueden ser condicionadas o no condicionadas, aduciendo esto a si los receptores de las transferencias deben presentar ciertas condiciones para ser beneficiarios de la política o no. Las transferencias no condicionadas suelen ser las menos utilizadas, ya que no permite realizar una buena focalización (ver más adelante) en los grupos de interés para redistribuir el ingreso. Un caso práctico de transferencias condicionadas es el caso de la Asignación Universal por Hijo en Argentina, donde se deben cumplir las condiciones de que el sustento familiar se encuentre desempleado formalmente, y que los niños por los cuales se recibe la transferencia estén inscriptos en la escuela y tengan la libreta sanitaria con los controles médicos al día.

El único ejemplo que existe de transferencias no condicionadas de dinero en efectivo es el caso de Namibia, quien comenzó con transferencias de dinero de U$S 13,5 aproximadamente por mes para toda la población menor a 60 años (los mayores reciben una jubilación), con resultados extraordinarios en materia de desnutrición, pobreza, educación, y otros indicadores sociales relevantes.

Clasificación de políticas de demanda

Políticas de demandaCondicionadasNo Condicionadas
DineroAsignación Universal por HijoTransferencias universales de dinero en Namibia
EspecieBouchers universitarios para compra de librosDonación de Chapas y Colchones

En el otro tipo de calificación, se puede distinguir entre las políticas de impuestos, que se producen cuando se reduce la carga de impuestos sobre las clases de menos ingresos y/o se eleva en las de más ingresos, y las políticas de gastos, donde se realizan distintos tipos de gasto desde el estado para generar la redistribución del ingreso.

Las clasificaciones son perfectamente compatibles entre ellas, existiendo en la práctica múltiples combinaciones posibles:

Tipo de políticaOfertaDemanda
ImpuestosReducción de IVA a productos de primera necesidad

Exención de pago de impuesto a las ganancias a persona con ingresos menores a X ingresos

Gastos

Subsidios a los precios de los servicios públicos

Transferencias de dinero

Focalización de la política distributiva y errores de política

La focalización de las políticas distributivas tiene por objetivo mejorar la efectividad de las mismas restringiendo su aplicación a ciertos grupos poblacionales o a personas que cumplan ciertas condiciones.

Dentro de las políticas distributivas se suelen cometer dos tipos de errores, los llamados errores de inclusión, y los denominados errores de exclusión.

El primer error se comete cuando se incluye población que no es deseable que reciba beneficios de la política redistributiva. Las políticas de oferta suelen tener grandes errores de inclusión, ya que toda la gente puede acceder a los bienes con precios más bajos, por lo que las clases con mayores ingresos se apropian de los beneficios de la política sin ser la población objetivo de la misma.

Los errores de exclusión se dan cuando la política distributiva deja sin beneficios a población que es deseable que los reciba. Esto suele suceder cuando los planes sociales tienen altos errores de inclusión y están limitados en su cantidad, ya sea en monto de gasto total o en cantidad de planes otorgados.

Autor: Ezequiel Frandsen

Bibliografía:

Béjar, Héctor; Artículo “Te doy plata si… Las transferencias monetarias condicionadas” http://www.hectorbejar.com/docs/articulos/tedoyplatasi.pdf

Efectos de las transferencias monetarias condicionadas: http://www.elobservadoreconomico.com/articulo/664

Políticas de transferencias no condicionadas en Namibia: http://www.eldis.org/index.cfm?objectid=786CDF62-A7EA-D6E3-8C67C2BB9A35C3BA

La Oferta Agregada

La oferta agregada está constituida por la cantidad de todos los bienes y servicios ofrecidos en la economía.


En la teoría económica se la suele modelar a través de una ecuación de tipo Cobb-Douglas donde los coeficientes de elasticidad suelen diferir entre las distintas corrientes de pensamiento.

Formalmente:

Yt = A L tα Ktβ


Donde Yt es la oferta agregada para el período t, Lt es el stock de trabajo y Kt el de capital para el período t, α y β las elasticidades producto del trabajo y del capital respectivamente, y A es el factor de productividad total. La suma de los coeficientes α y β definen la elasticidad de la oferta.

Elasticidad y Economías de Escala



Para la escuela de pensamiento neoclásica esta elasticidad suma 1, lo que implica que la oferta tiene rendimientos constantes a escala, y justifica entonces la existencia de mercados de competencia perfecta en la economía.

Existen otras escuelas de pensamiento económico como el regulacionismo que cuestionan esta afirmación al encontrar coeficientes mayores a 1 para la elasticidad, lo que implica que existen economías de escala, lo que permitiría mediante impulsos sobre la demanda agregada, generar mayor producción y abaratar los costos medios y por lo tanto los precios.

Críticas y Problemas de Medición

Sin embargo, la definición y medición de esta función y de sus parámetros ha generado grandes discusiones en el ámbito teórico.

La mayor discusión fue la controversia de las dos Cambridge, donde la universidad situada en Reino Unido tenía una postura Keynesiana con Joan Robinson como principal argumentadora, y la del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos) una postura neoclásica, siendo sus principales intervinientes Paul Samuelson y Robert Solow.

En esta discusión se puso en tela de juicio la idiosincrasia del capital en su participación como argumento en la función de producción.

Se discutió sobre su definición, respecto de si el mismo se describe como la suma de cantidad de bienes físicos en la economía, o si se deben medir por su capacidad de producir bienes, o en su vida útil, ya que la agregación de estos bienes a un solo valor “K” es necesario para poder realizar estimaciones empíricas de la función y de sus coeficientes (Problema de Agregación).

El acuerdo en general sobre este punto es el de medir el stock de capital a través de su valor monetario, a precios constantes de un año base. Esta solución planteó nuevos interrogantes durante la controversia acerca de la determinación del precio de los bienes de capital, ya que los mismos determinan la tasa de ganancia del capital que interviene en la producción, pero a su vez, el aumento del capital disminuye la rentabilidad y por lo tanto el precio, lo que implica la existencia de una circularidad donde el precio determina la ganancia y viceversa. Si no podemos determinar los precios de mercado sin conocer la tasa de ganancia, ni podemos determinar la tasa de ganancia sin conocer los precios de mercado, no conocemos ni los precios ni la tasa, por lo que no podemos valuar las inversiones, y, por lo tanto, no se puede determinar el valor del capital.

Similares inconvenientes surgen con el trabajo, ya que el mismo es heterogéneo (calificado o no calificado, físico o intelectual, etc.) y por lo tanto surgen los mismos problemas de agregación y circularidad.

Con las nuevas corrientes de pensamiento en la academia se comenzó a criticar la ausencia de micro fundamentos en esta ecuación, como un nuevo problema de agregación. La única forma de arribar a la fórmula de tipo Cobb-Douglas desde las ofertas de cada empresa en una economía requiere supuestos altamente restrictivos e irreales. Entre ellos se encuentra la condición de que todas las empresas produzcan los mismos bienes homogéneos y con las mismas dotaciones de capital y trabajo, lo que implica la inexistencia de especialización de las empresas.

Utilización Empírica

Pese a los problemas de medición de sus argumentos y los inconvenientes respecto de su fundamentación teórica, en la actualidad se continúa utilizando la función de Oferta Agregada de tipo Cobb-Douglas en los trabajos empíricos.

La forma clásica utilizada en este tipo de trabajos es su linealización mediante logaritmos de la forma:

ln Yt = ln A + α ln Lt + β ln Kt

Donde la suma de los coeficientes de y de nos indican la elasticidad de la oferta.

Autor: Ezequiel Frandsen

Bibliografía

Felipe J. y McCombie J.S.L. (2005), “La Función de Producción Agregada en Retrospectiva” en Revista Investigación Económica, vol. LXIV, 253, pp. 43-88

Medición de la Pobreza

Definición de Pobreza: La pobreza es una condición humana relacionada con la carencia. Es la incapacidad para alcanzar un mínimo nivel de vida.


De esta definición surge el principal problema de medición de la pobreza, y es el de identificar quién es pobre.

Para ello se deben conjugar distintas características:

1-Espacio en el que medir la carencia. Puede ser midiendo una sola variable (Ingreso/consumo total, ingreso potencial, riqueza, utilidad, etc.) o varias (Consumo de varios bienes y servicios, conjunto de oportunidades/capacidades).


2-Restringir el espacio de medida a una variable cuantificable. Por ejemplo, si es el ingreso (pobreza monetaria), es pobre quien no supera un umbral dado de ingreso/consumo en pesos o “Línea de la Pobreza” (z).

3-Fijar el umbral z (Línea de la Pobreza). En el caso de la pobreza monetaria, se fija un monto de dinero que asegure la subsistencia del individuo en cuanto a su consumo calórico. Este monto de dinero fija la línea de la Indigencia, o pobreza extrema. La Línea de la Pobreza se establece computando la inversa del coeficiente de Engels, es decir, el cociente entre consumo total y el consumo en alimentos. En Latinoamérica suele ser 2, es decir, el gasto en alimentos es la mitad del gasto total, por lo que la Línea de la Pobreza suele ser el doble de la línea de Indigencia o pobreza extrema.

Existe una característica más a considerar, que suele surgir en función de la necesidad del análisis y es previo a la definición de las características antes enunciadas, y es la definición del sujeto a examinar. Éstos suelen ser hogares o personas.


Una vez identificados los individuos pobres (ya sean hogares o personas), la forma clásica de agregar la pobreza es realizar el cociente entre los individuos pobres y los totales multiplicado por cien, lo que nos da el “headcount” o porcentaje de incidencia de la pobreza.

Formalmente:

Donde Np es el total de individuos pobres, N es el total de individuos, xi es el ingreso monetario del individuo i, z es la línea de la pobreza y el término entre paréntesis es una función indicadora que adopta el valor 1 si x < z (si el individuo es pobre) y 0 si x > z (si no lo es).

La forma de medir la pobreza ejemplificada anteriormente es la más usual utilizada en el mundo, ya que es sencilla de interpretar y es muy útil para evaluar rápidamente las medidas de política para paliar la pobreza. Además su actualización suele ser sencilla, ya que la canasta de bienes que define la línea de la pobreza es medida cada 10 años o más, y luego es actualizada periódicamente a través de los Índices de Precios al Consumidor (IPC).

Para el caso de la Argentina, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIG) efectuada entre los años 1988 y 1990 permitió obtener la canasta básica de alimentos, la cual fue cuantificada en pesos y determinó la nueva línea de Indigencia a ser utilizada en este país. El cálculo de la inversa del coeficiente de Engels se realiza de forma mensual, y determina la Línea de la Pobreza oficial.

Pobreza absoluta y Pobreza relativa.

Hasta ahora, el concepto manejado ha sido de pobreza absoluta, definida como la imposibilidad de alcanzar el consumo de una canasta fija.

Sin embargo, existe el concepto de pobreza relativa, donde ser pobre implica no alcanzar un nivel de vida relativo al conjunto de la población.

De esta forma lo que varía respecto del enfoque anterior es que se consideran medidas relativas de la línea de la pobreza, como por ejemplo en Francia, donde se utiliza el 50 % del ingreso mediano como línea de la pobreza. La imputación de la incidencia de la pobreza se sigue realizando de la misma manera que en la pobreza absoluta. Sin embargo, al evolucionar los ingresos del país y de su población, esta línea se mueve, muchas veces en forma acelerada respecto de una línea de pobreza actualizada por IPC.

Esta medida es de utilidad cuando se compara respecto de la medida de pobreza absoluta, ya que el comportamiento de ambas puede diferir en su evolución temporal, y evidenciar de esta manera la redistribución del ingreso.

Si cae la pobreza relativa y no la absoluta, se está produciendo una caída de ingresos en el sector no pobre, que reduce la línea de la pobreza relativa, mientras que los pobres permanecen con sus ingresos sin variar, y por lo tanto no salen de la pobreza según su concepción absoluta. Si cae la pobreza absoluta pero no la relativa, se está produciendo un aumento de los ingresos en toda la población de forma proporcionada, lo que genera que la línea de la pobreza relativa se mueva junto con los ingresos, pero permitiendo a los más pobres salir de la pobreza absoluta. Si ambas pobrezas caen simultáneamente, se está produciendo un aumento en los ingresos de los pobres, lo que les permite salir de la pobreza absoluta, y este aumento es mayor al del resto de la población, lo que mueve la línea de pobreza relativa menos que la distribución del ingreso.

Pobreza multidimensional.

Existen otros criterios para cuantificar la pobreza, que pese a seguir el mismo esquema que el enunciado en la definición para identificar a los individuos pobres, utilizan más de una variable y no son cuantificados en términos monetarios.

Un ejemplo claro de este tipo de medidas es la pobreza medida por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) que se mide en los hogares.

En la pobreza medida por NBI se tienen en cuenta 5 características básicas, de las cuales si al menos una no se cumple, se considera al hogar como pobre según NBI. Ésta es la forma de establecer la línea de la pobreza en esta medida.

Las 5 características consideradas en pobreza por NBI son:

Hacinamiento: hogares con más de tres personas por cuarto.

Vivienda: hogares que habitan una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo, lo que excluye casa, departamento y rancho).

Condiciones sanitarias: hogares que no tienen retrete.

Asistencia escolar: hogares que tienen al menos un niño en edad escolar (6 a 12 años) que no asiste a la escuela.

Capacidad de subsistencia: hogares que tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe no hubiese completado el tercer grado de escolaridad primaria.

Medición de pobreza por NBI conlleva 2 problemas. Uno de ellos está relacionado con su medición propiamente dicha, ya que requiere realizar encuestas que releven las 5 características de la medida, siendo que con la medida de pobreza absoluta típica, solamente se le tiene que consultar al individuo u hogar su monto de ingresos mensual. El segundo problema surge de sus cinco características, ya que las mismas son de carácter estructural, por lo que resultan ser bastante invariantes ante el paso del tiempo.

Es por esto que las Agencias nacionales de estadísticas suelen relevar periódicamente tanto la incidencia de la pobreza como la medición de NBI, como forma de complementar el análisis.

Autor: Ezequiel Frandsen

Bibliografía:

Gasparini L., Cicowiez M. y Sosa Escudero W., “Pobreza y Desigualdad en América Latina: Conceptos, Herramientas y Aplicaciones”, Caps 4 y 5.

INDEC - Documento: “Aquí se cuenta Nº 7: Mapa de Necesidades Básicas Insatisfechas 2001

INDEC - “Metodología de Cálculo de la Línea de Pobreza y Canasta Básica”.

Industria Argentina

ACTUALIDAD ECONÓMICA: La mano dura oficial


Algunos piensan, qué duros que son, por qué están con la ministra de Industria que mete licencia acá y allá. Si eso es para lograr más trabajo y producción en la Argentina, tenemos la obligación de hacerlo por los 40 millones de argentinos Cristina Fernández de Kirchner

En estas breves palabras expresadas por la presidenta de la Nación durante un acto de celebración del 60º aniversario de Mercedez Benz Argentina, en el partido de La Matanza, podemos encontrar el lumpen de la base ideológica que la guía y también la esencia de nuestro profundo disenso con ese modo de ver las cosas. No hace falta más.


Aún así, agregaremos más, siempre tomándonos del mismo discurso que pretendemos comentar. Porque somos contestes de que no sólo aquello que abunda no daña, sino que además corrobora.

Las palabras de la presidenta hicieron hincapié en el gran crecimiento de la industria automotriz argentina; destacando la participación creciente de autopartes de fabricación nacional. Y también que la firma de marras vuelva a producir camiones en el país luego de 20 años de no hacerlo.

Naturalmente siempre el crecimiento de la industria, o del agro o de los servicios o de lo que sea, es una buena señal en términos económicos y redunda, evidentemente, en una mejoría general de las condiciones económicas del país. Ello así en tanto tal mejora sea genuina y no producto de artilugios monetarios y promociones varias, porque si ese fuera el caso, estaríamos ayudando a unos con el dinero de los otros.


Entendemos que, en términos generales y muy lamentablemente, esto es lo que viene ocurriendo en la Argentina.

Baste traer a cuento la surrealista disposición oficial según la cual quien importa debe exportar lo que sea por un valor similar para entender el verdadero zafarrancho en el que estamos metidos.

Es sabido que mientras la industria percibe por las exportaciones que realiza dólares al cambio oficial de $ 4,24 aproximadamente por unidad de dólar, mientras que el exportador de soja solamente recibe $ 2,756 por cada dólar. Es obvio que toda la ayuda que puede llegar a recibir la industria, cualquiera sea ella, proviene de recursos fiscales, el principal de los cuales es este. El Estado se queda con $ 1,484 por cada dólar de soja exportado. Dinero que ingresa a rentas generales, obviamente. Y que como sabemos salvo en casos específicos no se coparticipa, además.

La presidenta también hizo una mención a la falta de cloacas y de agua potable en La Matanza, un juego político de bajo vuelo porque de ese tipo de cuestiones deben encargarse los municipios y no la presidenta de la república. Pero dejemos esto que no es lo fundamental, aunque no está demás señalarlo, porque hay una tendencia muy marcada en la Argentina en atribuir todos los logros al accionar particular de los presidentes. Y eso no sólo no es cierto, sino que es imposible.

Vayamos entonces a la frase inicial de este comentario. La ministra “mete licencia acá y allá” significa que arbitrariamente una funcionaria colaboradora del Poder Ejecutivo hace lo que le viene en ganas. Eso se llama arbitrariedad, discrecionalidad. Y, corriendo un poco hacia arriba o hacia abajo el listón: amiguismo.

No pretendemos poner en duda la honestidad intelectual y moral de la señora Déborah Giorgi, pero entregar semejante poder a una persona no solamente va en contra de la constitución y de las leyes, sino que apunta a un grado de soberbia inconcebible en un Estado de Derecho. Nadie puede saber de todo tanto como para decidir qué sí y qué no y en qué cantidades y cuándo y cómo y por qué y para qué. Es tan absurdo que agobia. Sin embargo se dice, se afirma, se toma como un logro, y a nadie se le mueve un pelo.

Sigamos: si para lograr más trabajo en la Argentina sacamos fondos de un lado (el campo) para ponerlos en otro (la industria), no creamos más trabajo, sino que desplazamos el trabajo de un lado al otro. Podrá argüirse que la industria genera más trabajo que el campo, pero nosotros consideramos que eso no es así. Las grandes industrias cuentan con un grado de tecnificación tan grande que cada vez es menor la mano de obra ocupada para igual producción. Hoy en día la mano de obra se ocupa esencialmente en servicios, no en industria. Por su parte el campo en sí mismo ocupa gente, obviamente, pero básicamente lo que su desarrollo genera es agroindustria, con lo cual el resultado termina siendo más o menos similiar al que produce el desarrollo de la industria al que alude la presidenta. Con una diferencia: el costo.

Quitar dinero de un sector altamente eficiente (el sojero) para dar ayudas a General Motors o a quien fuera no parece ser una manera de hacer crecer, sino de que crezca uno a costa del otro. Esta es la verdad.

Ahora bien, la otra pregunta es por qué de todas maneras crece la Argentina. Y la respuesta está, justamente, en el campo y en la agroindustria como base. No es que la industria automotriz no haya crecido mucho, es que el crecimiento debe medirse en términos de rentabilidad, y ésta en términos de productividad. Dicho de otra manera: lo que permite medir genuinamente el crecimiento es el resultado neto. Y tal resultado se obtiene de comparar la producción con los costos. Producir muchísimos bienes a un costo que casi no deje utilidad, puede ocupar mano de obra o lo que sea, pero no hace crecer al país en su conjunto como debería. La maximización del beneficio, la mejor utilización de los recursos es la que lo hace.

Y no caben dudas de que los recursos en la Argentina, deben volcarse a los sectores más productivos y eficientes, sin desmerecer a ningún sector.

¿Fabricaría nuevamente camiones Mercedez Benz si tuviera que venderlos con el dólar a $2,756? Si la respuesta es no, entonces el anuncio presidencial encierra un sofisma. Porque a algún precio cualquiera puede fabricar algo, si alguien le presta o le regala el dinero.

No queremos personalizar en esa empresa y lo aclaramos. El tipo de cambio que estamos refiriendo es un dato, y evidentemente quien hace las cuentas toma los $ 4,24 que vale el dólar.

Otro aspecto que también mencionó la presidenta es el referido a la comparación entre sector financiero y sector productivo. Esta dicotomía, que consideramos una verdadera falacia, no es nueva, en especial en sectores llamados heterodoxos. Veamos: no existe producción si no existe financiamiento. Tanto es así que la propia presidenta habló de financiar la producción, el trabajo, la apertura de fábricas, la dación de créditos. Y dijo algo que verdaderamente nos sorprendió: “para eso queremos el sistema financiero, porque si no piensan que pueden terminar siendo gallinas y empollar dinero”.

Es interesante preguntarse por qué razón el Estado argentino lleva emitidos bonos denominados Letras del Banco Central y Notas del Banco Central (Lebacs y Nobacs) por más de 20.000 millones de dólares. O por qué la inmensa cantidad de bonos emitidos por el Estado son todos al portador mientras las acciones deben ser nominativas.

Es interesante a su vez preguntarse para qué quiere el dinero quien emite un bono y lo toma. Para qué lo quiere el Estado.

Es obvio que lo hace para llevar acabo alguna operación, la que fuera. A lo mejor se trata de una operación anterior que desea cancelar, o como se dice en la jerga, refinanciar.

Digámoslo aún de otro modo: nadie toma dinero y paga un interés por él para quedarse observando el dinero como si fuera el Tío Rico. Está bien claro.

Ahora bien, el trasfondo de lo dicho por la presidenta es que hay un dinero especulativo y otro creativo. Detalle que implica suponer que un dinero prestado para crear una fábrica, por ejemplo, es diferente del dinero prestado para consumir un bien, o a su vez de otro destinado a adquirir un bono. Un bien que debe ser producido por una fábrica, y que si esa fábrica no tiene quien se lo compre porque no hay crédito al consumo, carece de sentido que lo produzca. Si para tener dinero se endeuda o emite un bono, tal bono no difiere en principio de ningún bono público o de otra índole emitido por quien fuere.

La cadena o apalancamiento de préstamos especulativos, tiene siempre como objetivo el fin último que es el bien producido. El gasto al que se destinan en general los recursos obtenidos por el Estado mediante endeudamiento, consiste en el consumo de bienes producidos.

Puede resultar cansador repetir que ningún bono, ningún préstamo, ningún endeudamiento tiene otro motivo que financiar la adquisición de bienes y de servicios.

Y cuando se produce el traslado de un bono de un tenedor a otro, eso es porque el segundo prefiere adquirirlo y el primero necesita el dinero, del mismo modo que ocurre cuando se descuenta un cheque o un pagaré.

Para finalmente decirlo con todas las letras, las distinciones entre lo financiero y lo económico; o entre lo especulativo y lo productivo, son un sofisma. El fondo de la cosa es que se emiten papeles garantizados o no por determinados bienes o por créditos. Y nada más.

Y en definitiva, es muy loable la pretensión de lograr más trabajo y producción en la Argentina. Pero la razón de ser de la producción de bienes es su comercialización, para lo cual hace falta un mercado de créditos al consumo.

No es cerrando las fronteras como se mejora la situación de una economía, sino volviéndola competitiva mediante una mayor eficiencia. Y esto se logra con reglas de juego claras, con seguridad jurídica y con respeto a los contratos.

La razón por la cual las medidas proteccionistas e inflacionistas son bien vistas por muchos empresarios, es que prefieren esta clase de arreglos a tener que salir a competir con el mundo.

Fabricar más piezas locales, otro de los desafíos presidenciales, da trabajo a los argentinos y evita tener que importar tales piezas. Eso a su vez mejora la balanza comercial.

Pero todo excedente de dinero debe ser aprovechado para adquirir en el Exterior aquello que no producimos y necesitamos. Nuevas tecnologías, nuevas máquinas, nuevos desarrollos industriales. El objeto del balance comercial favorable es el consumo de tal balance en cosas útiles

La producción local es complementaria de la importación, y productora de los bienes para su exportación. Forzarla mediante fronteras cerradas, “licencias” de la ministra” y trabas de todo tipo, no permite hacerla competitiva. Todos tenemos bien presente la calidad de tantos materiales y repuestos de lo que fuere fabricados localmente. Es obvio que no se logra la calidad de la competencia externa porque no hay inversiones y tecnología suficientes. Eso no se logra con “mano dura” y arbitrariedad, sino con seguridad jurídica y estado de derecho, con una moneda sana que no sea emitida a troche y moche para paliar gastos improductivos de carácter político. Con una genuina política monetaria, seria y predecible. Es así como se logra trabajo para todos, y trabajo de calidad y bien remunerado.

ECOTRIBUTARIA

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

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Una buena administración permite reducir la carga tributaria. La auditoría fiscal brinda un reaseguro de gran importancia.

Una segunda opinión, nunca está demás.

Colofón

La conclusión de este argumento gracias a la idea de Aaron Sloman nos lleva al concepto de que el desplazamiento y el comportamiento de un sistema económico se << integra >> a si mismo cuando este tiene mucha probabilidad y perspectivas de engendrar << información >> acerca de la posición de tiempo, causalidad y lugar en que se desenvuelven los corpúsculos económicos . Así mismo hay regiones en la cual se puede llegar a la idea del << estado ideal >> a partir de los conceptos originales de la doctrina económica y su relación con los concepto de la neurobiología . Esto ha permitido al comportamiento de las fluctuaciones económicas la construcción de conceptos , percepciones y intuiciones , que son instrumentos importantes para manejar y comprender los lenguajes naturales en una variedad de formas . Para así entender y interpretar el comportamiento caótico de los sistemas económicos , el emplear los argumentos de las ciencias neurobiológicas en asuntos de las ciencias económicas ha enriquecido los modelos , recursos y especificaciones formales que suelen suscitar los conflictos económicos . Así los estudios de las células del sistema nervioso demuestran que están conectados entre si , esta actividad nerviosa ha engendrado modelos formales matemáticos cuya praxis se pueden aplicar a otras disciplinas como la cibernética y en nuestro caso en las ciencias económicas . Esta idea es una posibilidad empírica que no ignora la discrepancia entre el conocimiento más abstracto y el más realistas


Su importancia se determina por los criterios de identidad y sus conexiones de causa y efecto que pueden explicarse en detalle , los inconvenientes de los criterios de identidad descansan en los efectos no contemplados sin embargo no es lejana la idea de hallar verdades generales acerca del mundo económico y social .

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