Economía

Inflación en la Carne

Inflación en la Carne, las Verdaderas Causas


25 de febrero de 2010

Por el Lic. Aldo Abram

En 2006 publiqué dos artículos advirtiendo que los argentinos tendríamos crecientes problemas para acceder a nuestro tradicional asadito, pasados tres años. ¿Tu Sam, Harry Potter o Mandrake? Nada de eso. Simplemente, fue el resultado de evaluar la estrategia del Gobierno, que se basaba en decir que la carne era el origen del pecado de la inflación. Ahora, la presidente de la Nación y sus principales funcionarios han vuelto con el mismo diagnóstico. Según ellos, no hay suba generalizada de precios, el problema es sólo la carne y se debe a que los codiciosos ganaderos quieren ganar más, por lo que los consumidores deberán pagar más caro.


Como argumenta el oficialismo, es cierto que el alza actual del valor de los vacunos tiene algo de estacional. Lamentablemente, buena parte de la última suba de los valores de la carne tiene otros justificativos que permanecerán en el tiempo, en tanto se mantengan las pésimas políticas oficiales para el sector y la expansión

creciente de la oferta monetaria. A partir de 2006, ante cada alza, el Gobierno fue estableciendo cada vez más estrictos controles de precios y restricciones a la exportación para aumentar la oferta local y bajar la carne en el mercado interno. Más allá de la inconstitucionalidad de prohibir una actividad lícita como la venta externa de un bien, estas medidas significaron «asado para hoy, hambre para Para que un bife llegue a la góndola, lleva unos tres años de criar y engordar un novillo o ternera. Si luego de hacer esa inversión de largo plazo, el productor ve que el Gobierno le controla los precios y le prohíbe exportar, licuándole sus ganancias, lo más probable es que, parcial o totalmente, empiece a destinar su campo a la agricultura y a bienes donde el Poder Ejecutivo tenga menos incentivos

para intervenir. Esto es lo que pasó desde 2006 y que llevó a que la ganadería se desplazara a zonas marginales, de menor productividad, y aumentara la liquidación de vientres. Cabe recordar que en este negocio, si uno envía al matadero más vacas, está disminuyendo la producción futura, ya que éstas son necesarias para gestar los terneros. Las escaseces de hoy son fruto del desincentivo a criar y engordar terneros de hace tres años y, lamentablemente, cambiar esta tendencia llevará ese mismo plazo de una modificación profunda hacia buenas políticas para mañana.

Lo grave es que el diagnóstico sobre la inflación es equivocado. Cualquiera que haga las compras del hogar sabe que, desde mediados de 2009 y en mayor o menor medida, la suba es generalizada y se ha acelerado. Una vez superadas las

elecciones, moderar la inflación dejó de ser la prioridad y se buscó incentivar la demanda interna, para lo que el Banco Central aumentó el ritmo de emisión de pesos. Ahora, si uno produce de un bien más de lo que la gente demanda, baja su precio. El problema es que la moneda nacional es la unidad de medida con la que se valúan todos los bienes y servicios de la economía. Por ende, si se achica el metro, todo aumenta medido contra él. Por eso, los economistas dicen equivocadamente que la inflación es el alza generalizada de precios, cuando, en realidad, es la baja del precio de la unidad de medida, es decir, el peso. A qué se asignó este «impuesto inflacionario» (más del 100% de suba del IPC

desde 2004) que se cobró sobre el stock de pesos de los argentinos: a financiar al Gobierno, comprar reservas y aumentar el crédito interno; pero, principalmente, para los dos primeros objetivos. Dado que, a futuro, esta estrategia se profundizará, la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de nuestra moneda se acrecentarán, aunque la carne coyuntural y estacionalmente baje. De hecho, una vez que su valor se reacomode, retomará su tendencia alcista, Entonces, ¿qué hará el Poder Ejecutivo? ¿Aumentará los controles de precios? ¿Prohibirá exportar? Esto

solamente llevará a que haya cada vez menos productores que quieran seguir en el negocio ganadero y garantiza que tendremos menos carne el día de mañana. Aunque más no sea, el Gobierno debería analizar la política ganadera del Uruguay, que está a la vista que tuvo muchos mejores resultados que la local, o vamos a terminar teniendo que viajar a Montevideo para comer un buen bife.

Autor: Lic. Aldo Abram

www.exante.com.ar

Elementos de un Sistema de Información

Los sistemas de información, según Peña (2006), tienen 5 elementos importantes, estos son:


  • Financieros
  • Administrativos
  • Humanos
  • Materiales
  • Tecnológicos

En la bibliografía consultada, sin embargo otro autor (s/a, 2008a), que contradice lo planteado por Peña (2006), se refiere a que un sistema de información consiste en 3 elementos: humano, tecnología y organización. En teoría de sistemas, un sistema de información es un sistema automatizado o manual que involucra personas, máquinas y/o métodos organizados de recolección, procesos, transmisión, clasificación y divulgación de datos.

Otro autor desconocido (s/a, 2008b) plantea que un sistema de información está compuesto por 6 elementos claramente identificables, tal y como se muestran en la siguiente figura:


Figura 1. Elementos de un sistema de información. Las flechas indican el sentido del flujo de información.

Los elementos del sistema de información, representados en la figura 1, son:

(1) Base de Datos: Es donde se almacena toda la información que se requiere para la toma de decisiones. La información se organiza en registros específicos e identificables;


(2) Transacciones: Corresponde a todos los elementos de interfaz que permiten al usuario: consultar, agregar, modificar o eliminar un registro específico de Información;

(3) Informes: Corresponden a todos los elementos de interfaz mediante los cuales el usuario puede obtener uno o más registros y/o información de tipo estadístico (contar, sumar) de acuerdo a criterios de búsqueda y selección definidos.

Los restantes elementos de un sistema de información son:

(4) Procesos: Corresponden a todos aquellos elementos que, de acuerdo a una lógica predefinida, obtienen información de la base de datos y generan nuevos registros de información. Los procesos sólo son controlados por el usuario (de ahi que aparezca en línea de puntos);

(5) Usuario: Identifica a todas las personas que interactúan con el sistema, esto incluye desde el máximo nivel ejecutivo que recibe los informes de estadísticas procesadas, hasta el usuario operativo que se encarga de recolectar e ingresar la información al sistema y

(6) Procedimientos Administrativos: Corresponde al conjunto de reglas y políticas de la organización, que rigen el comportamiento de los usuarios frente al sistema. Particularmente, debieran asegurar que nunca, bajo ninguna circunstancia un usuario tenga acceso directo a la Base de Datos.

Autor: Armando Duany Dangel - Centro de Estudio de Desarrollo Agrario y Rural

Sistemas de Información

Definición: Un sistema de información es un conjunto de elementos interrelacionados con el propósito de prestar atención a las demandas de información de una organización, para elevar el nivel de conocimientos que permitan un mejor apoyo a la toma de decisiones y desarrollo de acciones. (Peña, 2006).


Otros autores como Peralta (2008), de una manera más acertada define sistema de información como: conjunto de elementos que interactúan entre sí con el fin de apoyar las actividades de una empresa o negocio. Teniendo muy en cuenta el equipo computacional necesario para que el sistema de información pueda operar y el recurso humano que interactúa con el Sistema de Información, el cual está formado por las personas que utilizan el sistema.

Un sistema de información realiza cuatro actividades básicas: entrada, almacenamiento, procesamiento y salida de información. (Peralta, 2008)

Entrada de Información: Es el proceso mediante el cual el Sistema de Información toma los datos que requiere para procesar la información. Las entradas pueden ser manuales o automáticas. Las manuales son aquellas que se proporcionan en forma directa por el usuario, mientras que las automáticas son datos o información que provienen o son tomados de otros sistemas o módulos. Esto último se denomina interfases automáticas. Las unidades típicas de entrada de datos a las computadoras son las terminales, las cintas magnéticas, las unidades de diskette, los códigos de barras, los escáners, la voz, los monitores sensibles al tacto, el teclado y el mouse, entre otras.


Almacenamiento de información: El almacenamiento es una de las actividades o capacidades más importantes que tiene una computadora, ya que a través de esta propiedad el sistema puede recordar la información guardada en la sección o proceso anterior. Esta información suele ser almacenada en estructuras de información denominadas archivos. La unidad típica de almacenamiento son los discos magnéticos o discos duros, los discos flexibles o diskettes y los discos compactos (CD-ROM).

Procesamiento de Información: Es la capacidad del Sistema de Información para efectuar cálculos de acuerdo con una secuencia de operaciones preestablecida. Estos cálculos pueden efectuarse con datos introducidos recientemente en el sistema o bien con datos que están almacenados. Esta característica de los sistemas permite la transformación de datos fuente en información que puede ser utilizada para la toma de decisiones, lo que hace posible, entre otras cosas, que un tomador de decisiones genere una proyección financiera a partir de los datos que contiene un estado de resultados o un balance general de un año base.

Salida de Información: La salida es la capacidad de un Sistema de Información para sacar la información procesada o bien datos de entrada al exterior. Las unidades típicas de salida son las impresoras, terminales, diskettes, cintas magnéticas, la voz, los graficadores y los plotters, entre otros. Es importante aclarar que la salida de un Sistema de Información puede constituir la entrada a otro Sistema de Información o módulo. En este caso, también existe una interfase automática de salida.


Otro autor define que Un sistema de información es el sistema de personas, registros de datos y actividades que procesa los datos y la información en cierta organización, incluyendo manuales de procesos o procesos automatizados. (s/a, 2008).

Autor: Armando Duany Dangel - Centro de Estudio de Desarrollo Agrario y Rural

Gestion del Conocimiento en Cuba

lo que hace distinta a esta sociedad no es que el conocimiento sea otro recurso, como la tierra o el capital, sino que es el recurso1


El empleo de técnicas modernas de dirección empresarial, adecuadas a nuestras características y basada en las mejores y más avanzadas prácticas contemporáneas, así como el amplio uso de todas las posibilidades de las tecnologías y servicios de información y las telecomunicaciones, deben constituir prioridad del país, a fines de garantizar la mayor eficiencia en la gestión y los procesos productivos. Para ello es necesario crear los cimientos de una cultura gerencial que reconozca el valor que tienen para una organización, el uso adecuado de la información y la insustituible importancia de utilizar y preservar los conocimientos adquiridos por los trabajadores en el transcurso del tiempo, que son a su vez parte estratégica de su patrimonio. (Colectivo de autores, 2001).

En la resolución económica del V Congreso del Partido Comunista de Cuba se plantea:

“La eficiencia, por tanto, el objetivo central de la política económica pues constituye una de las mayores potencialidades con que cuenta el país. Hacer un mejor uso de los recursos, elevar la productividad del trabajo, alcanzar mejores resultados con menos costos tendrán un efecto positivo en nuestro balance financiero (...)”. Por otra parte, entre los elementos que deben sustentar tal declaración se asegura que: El empleo de técnicas modernas de dirección empresarial (...) así como el amplio uso de todas las posibilidades de las tecnologías y servicios de información y las comunicaciones, deben constituir prioridad del país a fines de garantizar la mayor eficiencia en la gestión y los

procesos productivos (Colectivo de autores, 2001).


Es conocido que tanto la aplicación de las técnicas gerenciales modernas, como el empleo de las nuevas tecnologías, tienen un desarrollo pobre en los países menos industrializados y se ha identificado que algunas de las barreras más importantes no son tecnológicas, sino culturales, relacionadas con la cultura organizacional, las estructuras organizacionales y los recursos de gestión, además de la escasez de recursos. Precisamente la Gestión del Conocimiento es un método de trabajo que propicia la eliminación de estas barreras (Colectivo de autores, 2001).

Actualmente existen varios factores que propician la aplicación de las técnicas de gestión del conocimiento en función del desarrollo social y económico (...). Se destacan los siguientes: Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica, perfeccionamiento empresarial, perfeccionamiento de las unidades de investigación científica, innovación tecnológica, producciones y servicios especializados, estrategia de informatización de la sociedad cubana y política nacional de información. La gestión del conocimiento ha sido identificada como un nuevo enfoque gerencial que reconoce y utiliza el valor más importante de las organizaciones, el hombre y el conocimiento que estos poseen y aportan a la organización. Uno de sus valores principales es la completa coherencia que tiene con técnicas como la gestión de la calidad, la reingeniería, el benchmarking, la planeación estratégica y otras basadas también en conocimiento (Colectivo de autores, 2001).

Los aportes de la gestión del conocimiento van más allá de la contribución al desempeño exitoso en el plano económico, porque el nuevo enfoque gerencial permite a la dirección de las organizaciones conocer realmente el conjunto de valores aportados por los colectivos de personas que integran éstos y prepararse para el futuro sobre la base de los recursos materiales y financieros disponibles, así como del conjunto de valores morales, sociales e intelectuales que dirige. En particular, esta gestión permite aprovechar el conocimiento adquirido por las organizaciones, que no siempre se han utilizado de forma adecuada. Esto les dará la oportunidad de usarlo, protegerlo e incrementarlo; entonces, podrá aportar riqueza a su organización y a la sociedad de modo más efectivo y seguro (Colectivo de autores, 2001).


Debido a su propia naturaleza, el conocimiento no se puede administrar externamente.

Solo es posible administrar el proceso de su creación y utilización, de aquí, que la gestión del conocimiento no sea una técnica que se pueda implantar de manera aislada, su implantación y uso requiere de la gestión de la información, de la gestión documental, del empleo de las tecnologías de información y de un eficiente manejo de los recursos humanos (Colectivo de autores, 2001).

El objetivo básico de la gestión de información es organizar y poner en uso los recursos de información de la organización (externos e internos) para permitir operar, aprender y adaptarse a los cambios del ambiente. Los actores principales en esta gestión son los usuarios, creadores de conocimiento, en unión estrecha con los profesionales de la información. Sus procesos principales de identificación de las necesidades de información, su adquisición, organización y almacenamiento, el desarrollo de productos y servicios, su distribución y uso, son a la vez base de la creación del conocimiento durante la existencia productiva de la organización (...).(Colectivo de autores, 2001)

Se han considerado muchas y variadas definiciones de la gestión del conocimiento, casi siempre parciales (...). Una manera global y práctica de entender el concepto según Colectivo de autores (2001) es la siguiente:

“La gestión del conocimiento identifica y utiliza, en el trabajo cotidiano, el conocimiento creado en la organización y el adquirido del exterior, generaliza las mejores prácticas, propicia el incremento del capital intelectual de la organización y su valor de mercado, a la vez que facilita la generación de nuevos conocimientos y su materialización en

productos y servicios”

Autor: Armando Duany Dangel - Centro de Estudio de Desarrollo Agrario y Rural

1- P. Drucker. Citado por José Ramón Vidal Valdés. (2001). Revista Ciencia Innovación y Desarrollo. 6 (4):21-23.

Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para la gestión del conocimiento

Las teorías y aplicaciones de la gestión del conocimiento más extendidas en el pasado, se concentraban en el componente tecnológico e intentaban aplicar y gestionar el conocimiento exclusivamente mediante tecnologías de la información y comunicación.


Si bien las tecnologías de la información son tan sólo uno de los componentes importantes en la gestión del conocimiento, el disponer de la infraestructura tecnológica adecuada para la información y comunicación es fundamental para el éxito de la gestión del conocimiento. Es por este motivo que no se deben infravalorar las tecnologías de la información en la gestión del conocimiento, sino por el contrario considerarlas como un requisito imprescindible. (Ditzel, 2005).

El bajo costo de las computadoras y las redes ha creado una infraestructura potencial para el intercambio y gestión del conocimiento. Las capacidades de comunicación y almacenamiento de las computadoras interconectadas las convierte en posibilitadoras del conocimiento mediante correo electrónico, groupware, Internet e intranets. Las videoconferencias y la computación multimedial hacen posible comunicar la riqueza y la sutileza del conocimiento de una persona a otra. (Davenport, 2001).

El término “Tecnologías de información” (TI) está relacionado con todos los aspectos del manejo, procesamiento y comunicación de información. Dentro de esta categoría se encuentran las nuevas tecnologías asociadas a Internet, el almacenamiento de datos, los sistemas de información, las comunicaciones, entre muchas otras. (Pavez, 2009).


En las organizaciones las TI han automatizado las tareas rutinarias, y nos han dejado espacio para realizar actividades más gratificantes y de mayor valor, tanto para las personas como para la organización. Es por esto que entender el rol de las TI dentro de las organizaciones, junto con el rol de ellas en la Gestión del conocimiento es de vital importancia. (Pavez, 2009).

Desde que se ha considerado la información y el conocimiento como un factor estratégico a la hora de hacer negocios, se ha establecido la importancia de las Tecnologías de la información, la cual ha pasado a ser el canal de comunicación entre

las fuentes de información y la toma de decisiones. (Pavez, 2009).

En la actualidad, entender cuál es el rol de las TI en torno a la gestión del conocimiento es la pieza clave para no cometer un error de concepto. Este error radica en entender la implantación de la Gestión del conocimiento como una tarea de la TI. "Las TI proveen el marco, pero no el contenido. El contenido es una cuestión exclusiva de los individuos. La

TI facilita el proceso, pero por si misma es incapaz de extraer algo de la cabeza de una persona" (Pavez, 2009).


El apoyo que pueden entregar las TI, según Pavez (2009), radica en tres instancias tecnológicas y culturales para ayudar a la dinámica del proceso de gestión del conocimiento, estas pueden ser:

Generación de conocimiento: Son las herramientas y técnicas que se enfocan a la exploración y análisis de datos para descubrir patrones interesantes dentro de ellos, se conocen algunas herramientas y/o técnicas que se utilizan para generar conocimiento, ejemplo de ellas son: Data Mining, descubrimiento de conocimientos en bases de datos,

conocido por el término en inglés Knowledge Discovery in Databases (KDD), minería de texto, del inglés text mining (TM), minería Web, del inglés Web mining (WM), Sistemas Inteligentes de Apoyo a las decisiones (SAID), Sistemas Expertos (SE), Agentes Inteligentes,

Facilitador de la generación de conocimiento: Son las herramientas y técnicas que facilitan el libre flujo de conocimiento dentro de la organización. Algunas herramientas y/o técnicas utilizadas son: Lotus Notes, NetMeeting, Email, Intranets/Extranets y Portales, IdeaFisher, IdeaProcesor, Grupos de discusión, Servicio de mensajes, entre otras. Este tipo de tecnología se cataloga dentro del área de la Administración de la Información, comunicación, representación y Groupware.

Mediciones de conocimiento: Son herramientas y técnicas que facilitan la 'visualización' de los conocimientos. Se pueden catalogar en tres categorías: actividades de conocimiento, resultados basados en conocimientos, e inversiones en conocimiento.

Actualmente las empresas aún ven a la Gestión del conocimiento como una solución puramente tecnológica. Por ejemplo, la participación de la tecnología en las soluciones está marcada por el uso de Internet (93%), Intranet (78%), Data warehousing y Data Mining (63%), administración de documentos (61%), apoyo a decisiones (49%), Groupware (43%) y Extranets (38%), frente a un 44% de desarrollo de una estrategia de conocimiento, 33% de desarrollo de políticas y creación de redes formales en torno al conocimiento. Una investigación realizada por la consultora Arthur Andersen en torno a los factores críticos para la implantación de la Gestión del conocimiento indicó que "solo uno de los seis factores críticos para implementar eficazmente la Gestión del conocimiento está relacionado con la tecnología. La apertura y la confiabilidad de la alta gerencia encabezan la lista". (Pavez, 2009),

En este mismo sentido Pavez (2009) cita que “algunos beneficios esperados con la gestión del conocimiento no se han cumplido, en términos estadísticos el 20% opina que la falta de comunicación entre los usuarios es uno de los motivos, el 19% opina que es debido a que el uso diario no se integra con el proceso normal de trabajo, el 18% opina que es debido a que los sistemas son muy complicados, el 15% piensa que es debido a la falta de entrenamiento, mientras que el 13% opina que es por que no se visualizan beneficios personales”.

Autor: Armando Duany Dangel - Centro de Estudio de Desarrollo Agrario y Rural

Definiciones de Gestión del Conocimiento

En primer lugar, antes de referirnos al término de gestión del conocimiento es necesario expresar primeramente que es “gestión”, en este sentido Koontz y Weihrich (citado por Pavez, 2000) define el término como “el proceso mediante el cual se obtiene, despliega o utiliza una variedad de recursos básicos para apoyar los objetivos de la organización”


Desde este punto de vista Pavez (2009) enfatiza que la gestión del conocimiento debe cumplir con el concepto anteriormente expresado, entendiendo como recursos al conocimiento.

La gestión del conocimiento se define según Daedamun (2003) como: crear, adquirir, retener, mantener, utilizar y procesar el conocimiento antiguo y nuevo ante la complejidad de los cambios del entorno para poder poner al alcance de cada empleado la información que necesita en el momento preciso para que su actividad sea efectiva.

La gestión del conocimiento, desde el punto de vista conceptual, ha sido definida, además, por Rodríguez (2006) como un conjunto de procesos sistemáticos (identificación y captación del capital intelectual; tratamiento, desarrollo y compartimiento del conocimiento; y su utilización) orientados al desarrollo organizacional y/o personal y, consecuentemente, a la generación de una ventaja competitiva para la organización y/o el individuo.


Muchos autores han definido de forma explícita el término de gestión del conocimiento, en este sentido Pavez (2009) cita las siguientes definiciones:

“Es el proceso sistemático de buscar, organizar, filtrar y presentar la información con el

objetivo de mejorar la comprensión de las personas en una especifica área de interés”.

“Encarna el proceso organizacional que busca la combinación sinérgica del tratamiento de datos e información a través de las capacidades de las Tecnologías de Información, y las capacidades de creatividad e innovación de los seres humanos”.


“Es la habilidad de desarrollar, mantener, influenciar y renovar los activos intangibles llamados Capital de Conocimiento o Capital Intelectual”.

“Es el arte de crear valor con los activos intangibles de una organización”.

Finalmente, Pavez (2009) a partir de las anteriores definiciones hace suya la siguiente definición del término gestión del conocimiento como “el proceso sistemático de detectar seleccionar, organizar, filtrar, presentar y usar la información por parte de los participantes de la organización, con el objeto de explotar cooperativamente los recursos de conocimiento basados en el capital intelectual propio de las organizaciones, orientados a potenciar las competencias organizacionales y la generación de valor”.

Por su parte Carrión (2009) define textualmente gestión del conocimiento como:”El conjunto de procesos y sistemas que permiten que el Capital Intelectual de una orgazación aumente de forma significativa, mediante la gestión de sus capacidades de resolución de problemas de forma eficiente (en el menor espacio de tiempo posible), con el objetivo final de generar ventajas competitivas sostenibles en el tiempo “

Otro autor hace referencia a la gestión del conocimiento y enfatiza en que existen en ella dos procesos fundamentales –cada uno de ellos se subdivide en otros, pero los básicos son dos, uno es la creación de conocimiento y el otro, la transmisión de conocimiento. Además, estos dos procesos que pueden pensarse por separado también están totalmente interrelacionados, porque la creación de conocimiento no es algo que hacemos partiendo de la nada, sino que para crearlo utilizamos conocimiento que nos viene de otras personas y de otros lugares –por lo tanto, ha habido un proceso de transmisión previo. Son procesos que están muy interrelacionados y que juntos hacen que el conocimiento dentro de las organizaciones mejore y se utilice (Canals, 2003).

Según lo expresado por Canals (2003) la gestión del conocimiento intenta, en su vertiente más práctica, trabajar una serie de instrumentos que permiten fomentar la creación de conocimiento y, también, mejorar o impulsar su transmisión. Este autor ejemplifica cuales instrumentos son utilizados tanto en la creación como en la transmisión del conocimiento, expresado de la siguiente forma:

Creación del conocimiento: Algunos ejemplos de estos instrumentos pueden ser las bases de datos relacionales, (...) y las bases de datos documentales. Esto en lo que concierne al conocimiento más explícito.

Transmisión del conocimiento: Ahora bien, también podemos hablar de instrumentos como las intranets y los portales (...), que contribuyen a hacer que haya comunicación, además de que permiten depositar documentos sin un grado tan alto de estructuración (...).

Este mismo autor (Canals, 2003) refiere que además de los instrumentos antes mencionados, si queremos gestionar el conocimiento es fundamental entender las organizaciones (...), debido a su complejidad. No puede llegarse a una organización y decir “Implantamos un proceso de gestión del conocimiento, y esto va así, así y así, porque normalmente fracasa. Lo que debe hacerse es observar, ver qué sucede en aquella organización y observar cuáles son los flujos de conocimiento y a partir de esta observación e interpretación, facilitar las cosas para la organización.

Crecimiento

Desde un punto de vista formal, al crecimiento económico se lo define como el aumento sostenido del producto de un país o región. Usualmente se mide como el incremento del PIB real en un periodo de varios años o décadas1, es decir:

(PIB2 – PIB1)/PIB1 = Δ PIB/PIB1.


Ahora, esta definición tiende a ser un tanto simplista en el sentido de que solo habla de una tasa de variación del PIB (o del PNB) y no toma en consideración otras variables que permiten comprender mejor el crecimiento del producto. Por ejemplo, el término “crecimiento” puede utilizarse para “delimitar los estados en que la ciencia y la tecnología modernas son absorbidas y difundidas a través de varios sectores y subsectores de la economía”2.

También cabe señalar la diferencia existente entre los conceptos “crecimiento” y “desarrollo” económico, pues “el crecimiento es un aumento en tamaño, en números; desarrollo es un aumento en nuestro potencial para el futuro. Nuestro potencial para el futuro mejora (por ejemplo) con la educación”3.

Y si vamos más allá todavía, aplicando la ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos4, podemos intuir que el crecimiento indica el cambio cuantitativo mientras que el desarrollo indica el cambio cualitativo dentro de una economía. Es decir, los cambios pequeños en los niveles de crecimiento no generan desarrollo, pero si estos cambios superan ciertos límites, el desarrollo aparece.


Fuentes del Crecimiento

Haciendo un análisis histórico, se puede ver que durante la mayor parte de su existencia prehistórica el hombre vivió en condiciones de extrema pobreza. El alimento necesario para su supervivencia no podía procurarse sino por la caza, la pesca y la recolección de frutos. En otras palabras, “la humanidad vivió como un parásito de la naturaleza, ya que no aumentaba las fuentes naturales en las que se encontraba la base de su subsistencia”.

Esta situación fue modificada por el cultivo del suelo y la crianza de animales. Esto permitió al hombre de cierta forma asegurar su subsistencia, además permitió crear reservas de víveres, liberando a ciertos miembros de la comunidad de la necesidad de producir sus propios alimentos. La aparición de un amplio excedente permanente de víveres trastorna las condiciones de organización social, pues cuando los excedentes son acaparados por ciertos miembros de la comunidad, aparece una desigualdad social, que divide a la producción en dos partes: el producto necesario para la subsistencia de los productores y el sobreproducto social, que es el excedente producido por los trabajadores y acaparado por las clases poseedoras5.


Hasta lo aquí anotado se puede ver que una fuente histórica del crecimiento económico es la búsqueda de un sobreproducto por parte de la clase poseedora a través de la explotación de la fuerza de trabajo de los productores. Pero todo esto es viable gracias a que existe un aumento en la productividad del trabajo y en el desarrollo tecnológico (en este caso representados en la agricultura).

Al llegar al capitalismo, se da un cambio cualitativo con respecto a los demás modos de producción, pues el fin último de la producción capitalista no es crear un bien o un servicio, sino un plusvalor, una ganancia. Entonces en el momento en que el capital entra a formar parte de la producción, y más aún cuando parte del plusvalor obtenido se transforma de nuevo en capital, se genera un incremento en la producción mucho mayor que el registrado en épocas anteriores, llevando al extremo, incluso de la sobreproducción, pues el valor de las mercancías baja (debido a que por el desarrollo tecnológico cada vez se necesita menos tiempo de trabajo para producir una determinada mercancía) por lo que se necesita producir más mercancías (invertir más capital) para producir el mismo valor, es decir, disminuye la productividad marginal del capital, Todo esto incluso explica el porqué se da un mayor crecimiento en el capitalismo que en otras etapas.

En conclusión, las fuentes del crecimiento para cualquier economía son: la utilización (o explotación) de la fuerza de trabajo, la productividad que esta tenga debido al desarrollo tecnológico y los distintos tipos de trabajo, y dentro de la economía capitalista habrá que agregar como fuente el capital invertido y la productividad que este tenga.

Desde el punto de vista del desarrollo económico, se ha considerado la industrialización como su causa originaria. Generalmente, las grandes transformaciones económicas se han producido tras un proceso de introducción a la industria. Se ve que mientras más desarrollada es una economía, mayor será el peso de la industria, mientras que la participación agrícola y minera tienden a disminuir y los servicios pasan por dos etapas, primero crecen rápidamente pero luego pierden importancia6.

Autor: John Cajas

Referencias:

1- FELIPE LARRAIN B., Macroeconomía en la práctica

2- ERNEST LLUCH, El desarrollo económico, entrevista a Walt Whitman Rostow, Biblioteca Salvat

3- RUSELL ACKOFF

4- “El cambio de la cantidad, dentro de ciertos límites, no ocasiona un cambio notorio en el objeto...pero cuando los cambios cuantitativos exceden tales límites, cuando “transgreden” la medida, dejan de ser poco importantes y necesariamente producirán transformaciones cualitativas radicales”. VÍCTOR AFANASIEV Fundamentos de filosofía.

5- ERNEST MANDEL, Introducción al Marxismo.

6- ERNEST LLUCH, Ob. Cit.

Comercio Exterior

SOBRE BUBUJAS, FUGAS DE CAPITALES Y COMERCIO EXTERIOR



Por el Lic. Aldo Abram

A fines de 2008, los pronósticos de fuertes caídas de las exportaciones durante el presente año llevaron a la gran mayoría de los economistas a predecir que el superávit comercial se contraería. Sin embargo, aunque las ventas externas mermaron fuertemente, como era esperable, el resultado positivo de la balanza de comercio exterior se amplió. ¿Por qué?

Muy sencillo, la crisis internacional, pero particularmente la confiscación de los ahorros para la vejez de los afiliados al Sistema de Capitalización, llevaron a los argentinos a incrementar fuertemente la fuga de capitales. Muchos creen que esto se produce cuando un señor rico, con un maletín lleno de dólares, toma un avión a Suiza. En realidad, es más que eso. Es cuando todos los argentinos, asustados por las malas perspectivas futuras del país, empezamos a ahorrar (es decir, dejamos de consumir e invertir), sacamos nuestros pesos del banco (desfinanciando la economía) y con todos esos recursos compramos divisas que guardamos abajo del colchón o al fondo del placard o de la caja de seguridad. Por lo tanto, la demanda interna se cae y con ella la producción local. La baja del gasto doméstico hace que las importaciones se depriman y, de esa forma, se generan las divisas que, por otro lado, la gente está demandando para cubrirse del aumento del riesgo del país. Para entenderlo mejor, veamos otro ejemplo. Supongamos que una persona gana $ 2.000 por mes y se gasta todo. Este individuo tendrá equilibrio en su balance comercial. Pues bien, de golpe empieza tener incertidumbre sobre el futuro económico y sobre su estabilidad laboral. Entonces, hablará con su pareja y, seguramente, acordarán ahorrar algo, digamos $200, para contar con algún recurso ante una eventual pérdida de ingresos. A partir de allí, consumirán $ 1.800 y tendrán un superávit de $ 200. A los pocos meses, llega el trabajador a su empresa y el jefe le avisa que, dado lo malo de las ventas, le tendrán que bajar su sueldo a $1.700. Cuando regrese a su hogar, le confirmará a su cónyuge que la situación va mal y que son pésimas las perspectivas; por lo que, lo más seguro, es que decidan aumentar su ahorro, supongamos a $ 300. Esto implicará que, con “exportaciones” que serán 15% más bajas, este matrimonio aumentará en 50% su superávit para lo que bajará a $ 1.400 sus importaciones, 30% menos que al inicio de esta historia. Esto es, en definitiva, lo mismo que le ocurrió a la Argentina. Hay varias noticias buenas al respecto. Una es que la fuga de capitales que se incrementó hasta las elecciones legislativas del 28 de junio, se redujo hasta revertirse. La mejora del ánimo de los mercados mundiales desde fines de marzo, que redujo la incertidumbre internacional, y la disminución de la percepción de riesgo político, por el resultado de los comicios, ha incentivado una merma del ahorro en activos externos. Por lo tanto, esto se transformará en mayor demanda interna y, por ende, permitirá algún aumento de las importaciones y una tendencia descendente del superávit comercial. De todas formas, para todo 2009, este último resultará mayor al de 2008.



Por otro lado, también, los precios de nuestras exportaciones tienden a incrementarse debido a que los inversores internacionales están deshaciéndose de la liquidez en moneda dura con la que se habían cubierto de la crisis y están adquiriendo crecientes cantidades de activos financieros. Sin embargo, por otro lado, los bancos centrales de los países desarrollados, particularmente la Reserva Federal, no están retirando los excedentes monetarios que gestaron para moderar la profundización de la recesión. Esto implica que empiezan a sobrar divisas, especialmente dólares, lo que hace que se deprecien. Dado que esta última es el “metro” del comercio internacional, al achicarse, termina haciendo crecer todo lo que con ella se mide; lo que, usualmente, llamamos inflación. Por otro lado, la recuperación del nivel de actividad mundial es un hecho; por lo que, también, las cantidades demandadas se recuperarán. Esto ya se nota en las ventas externas de la industria que tienen una fuerte dependencia del Brasil, cuya economía ha arrancado con fuerza. Si a esto se le suma alguna mejora en el clima, que favorezca al sector agropecuario, podremos ver un importante crecimiento de las exportaciones.

¿Cómo evolucionará el mundo? Es difícil que la reactivación internacional tenga una recaída en 2010. Sin embargo, puede que se modere su ímpetu si los bancos centrales del mundo, en especial la Fed, deciden evitar que se termine de gestar la burbuja que está comenzando a inflarse. Para ello, deberían comenzar a contraer la liquidez (subir las tasas de interés) en tiempo y forma. Esto podría significar alguna merma de los precios de los commodities, respecto a los máximos, pero sostendría el crecimiento económico y la demanda internacional en el tiempo. Otra posibilidad es que la Reserva Federal no desarme la burbuja y suba sus tasas tarde y lentamente. Esto hará que el PBI mundial y los precios de nuestras exportaciones tomen bríos; para terminar en un estallido, dentro de dos o tres años, con costos muy superiores a los de la última crisis. Cuanto más “inflen” los mercados internacionales, mayores serán nuestras exportaciones y la tendencia a la baja del superávit comercial durante 2010. Eso sí, a disfrutar la fiesta y recuerden guardar algunos “sanguchitos”; porque luego habrá que pagar una factura por demás alta.

Autor: Lic. Aldo Abram



Controles de Precios

ACTUALIDAD ECONÓMICA: EL PESO DE LA INTERVENCIÓN


“Los precios de mercado son los transmisores de cantidad de informaciones económicas dispersas y sirven para compartir y sincronizar muchos conocimientos personales; por lo tanto, intentar manipular el mercado conlleva un problema de falta de información” (Friedrich Von Hayek)

Es rigurosamente cierto que en economía puede hacerse cualquier cosa, lo que no puede lograrse es evitar las consecuencias.


Esto lo sabe cualquier estudiante de economía. Pero parece que no lo saben los políticos en general, y los actuales gobernantes en particular.

Es por ello que una y otra vez se insiste en cometer los mismos errores. Se avanza con las mismas torpezas. Se lidia con los mismos fantasmas.

La presidenta del Banco Central pretende que los bancos presten dinero para la producción y no para el consumo, sin tener en cuenta que no hay producción posible si no hay consumo. Y no hay consumo suficiente para una producción exacerbada si no hay créditos para comprar lo producido. A menos que algo de lo que leemos en los diarios se nos escape, la señora Marcó del Pont insiste con la vieja idea de que prestando barato se logra incrementar la producción y con ello se mejora la oferta de bienes y servicios, dando trabajo y mejorando la situación de la economía.


Lo mismo creyeron los norteamericanos cuando incubaron la llamada crisis de las hipotecas.

Lo que pretende la flamante presidenta del Central es que los dineros que los bancos le prestan hoy a la entidad madre por las Lebacs que emite, se ofrezcan ahora a pequeñas y medianas empresas y, en general, a todo aquel que pretenda producir. Dado que la señora Marcó del Pont considera que producir bienes mediante créditos a bajas tasas es reactivador y no es inflacionario, esto es lo que intenta lograr. Uno se pregunta por qué, si esto es lo correcto, no se hizo así durante todos estos años. Lo cierto es que hasta el presente el gran tomador de excedentes monetarios ha sido justamente el Banco Central, evitando así la presión sobre los precios. Al menos en una primera etapa. Porque luego el dinero emitido para comprar dólares a valores inflados vuelve al Estado como retenciones a las exportaciones y es considerado superávit y gastado en obras y subsidios. He ahí la causa primigenia de la inflación.

Los bancos prestan al Central porque así se aseguran una tasa y la cobranza de ella. No ocurre lo mismo cuando prestan a miles y miles de particulares con mayores o menores garantías. El Estado ha sido desde hace muchísimos años el gran tomador de dinero en la Argentina, y el principal causante de las tasas de interés elevadas. Y no sólo por ser el gran demandante de crédito, sino por ser el emisor de moneda espuria.

Otra idea que subyace en esto es la que de que financiar al consumo reaviva la inflación porque los bienes ofrecidos no son suficientes.

¿Cuál es la razón por la cual se demanda dinero prestado para comprar bienes y no se demanda dinero prestado para producirlos en por lo menos la misma proporción? Esta pregunta merece una respuesta. Un ensayo de respuesta. No la hemos visto hasta ahora.

Si los consumidores pagan por un bien un precio y por la financiación que reciben una determinada tasa de interés ¿es acaso ello inconveniente y tales consumidores debería hacer otra cosa? ¿Qué otra cosa? ¿Tal vez consultar en cada caso con las autoridades del Banco Central?

¿Cuál es la razón para suponer que demandar bienes de capital es sustancialmente diferente de demandar bienes para consumir? Digamos que los primeros se supone que están destinados a producir nuevos bienes y los segundos no. Veamos si esto es así: todo bien producido es consumo futuro. Un bien destinado a producir otro, se consume. Pero un bien de consumo hace que quien lo compra esté en condiciones físicas y psíquicas de producir más bienes. De tal manera que al menos en un análisis rápido lo que podríamos decir, tomando un ejemplo, es que si un banco da crédito a un fabricante de tornillos, éste aumentará su producción. Esto funcionará si hay consumidores para los tornillos, de lo contrario producirlos es lo mismo que fabricar heladeras en la Antártida. Y en definitiva todo esto es el huevo y la gallina y depende del cristal con que se mire.

El punto en cuestión es determinar por qué razón la gente consume algo aún con créditos a tasas consideradas elevadas, no impedir que estos créditos existan. Cosa que por lo demás, y como es obvio, es contraproducente. Es absurdo imaginar que impidiendo el crédito al consumo aumentará la demanda de bienes producidos

Veamos otras cuestiones: la presidenta de la Nación ha dicho hace un par de días que el aumento de la oferta monetaria no produce inflación. Fue terminante en su afirmación. ¿Es cierto esto?

Dada una cantidad de bienes y servicios, la suba de la cantidad de moneda disponible provoca un incremento de los precios . Es una simple cuestión matemática. Pero para la señora de Kirchner no es cierto en absoluto.

Podemos discutir ciertas cosas, pero las verdades matemáticas no parecen ser discutibles. Si tenemos 10 pesos y 10 manzanas, cada una costará un peso. Si pasamos a tener 100 pesos pero siempre 10 manzanas, cada una subirá de precio hasta llegar a 10. A menos que algo se nos escape y no nos hubiéramos dado cuenta. Pero dada la simpleza de este ejemplo cabe preguntarse si la señora presidenta no debería haber dado ella un ejemplo contundente de que esto no es así

El Estado argentino emite moneda. Esto es inflacionario en la medida en que tal emisión esté vinculada con comprar dólares caros o con financiar déficit. En ambos casos estamos ante una mayor cantidad de moneda lanzada al ruedo sin incremento de la cantidad de bienes. Por eso tenemos inflación en la Argentina.

Otro tema que ha dado que hablar por estas horas es el precio de la carne. Los más grandecitos seguramente no han de sorprenderse de que estas cosas ocurran. La realidad es que aún para cualquier lego es obvio que la política seguida en estos años ha sido nefasta en la materia. Por un lado los pisos para la faena inaugurados durante la gestión del Dr. Lavagna en el año 2005, por el otro la surrealista prohibición de exportaciones que arrancó en el año 2006 de la mano de una resolución del ministerio de economía a cargo de Felisa Miceli. A ello se le suman los controles de precios, los aprietes a frigoríficos y supermercados, las listas de precios máximos que han circulado sin firma durante años en el Mercado de Liniers, la presión tributaria creciente, las arbitrariedades de la ONCCA, los permisos especiales de exportación, regímenes de información de diversa índole y calidad, controles burocráticos y toda clase de intervención originada en supuestas pioladas de parte de miles y miles de productores, y una tonelada de etcéteras.

La situación ha derivado en una evidente merma de la participación argentina en el mercado internacional. Superada ampliamente en exportaciones cárnicas por Brasil e incluso por el Uruguay. Es tan obvio que conmueve. La realidad es que el stock ganadero se ha mantenido o incluso a bajado con relación a años anteriores y por eso la carne no alcanza. Es insólito que esto pretenda resolverse cerrando las exportaciones en lugar de dejar que se produzcan más animales.

Pero la presidenta de la Nación ha salido a decir que en realidad los productores retienen animales en sus campos para ganar más. Aparte de que ganar más es la finalidad de cualquiera que produce o comercializa algo (y no queremos aplicar aquí golpes bajos referidos a las finanzas del Matrimonio), la verdad es que todos los años y desde siempre, la ganadería tiene períodos en los cuales la venta es abundante, y otros en los que la venta se retrae. Y las razones son siempre las mismas: cuando hay pasto, los animales se engordan. Cuando no hay pasto. Los animales se venden. Siempre hay incrementos de precios cuando se produce una escasez. Pero la señora pretende que la escasez en este caso es un acto de codicia o avaricia, y no una realidad comercial producto de la estacionalidad de los bienes en juego.

Hay un punto de equilibrio para que los animales puedan venderse cuando están “terminados” y no antes. Ni después.

Un animal vendido antes de alcanzar su peso óptimo, no logra el precio por kilo que lograría en tal condición. Ello es así porque el rinde (la carne que se obtiene al faenarlo) es porcentualmente menor si está incompleto. Y si el animal se pasó de su peso óptimo, ello significa que ocupó campo, consumió pasto y atención veterinaria más tiempo que el necesario, para finalmente ser vendido en condiciones también deficientes, ya que un animal pasado de peso tiene mucha grasa y también rinde menos carne, por lo que el kilo se paga menos.

Por lo tanto, lo que acá está pasando no es algo nuevo en la materia. Lo único nuevo es que ahora hay menos animales por las razones señaladas. Y por eso cuando se produce un problema estacional como éste, suben mucho los precios. A ello se suma la sequía acontecida en los últimos años, que ha tenido un efecto importante sobre la producción.

También es cierto que muchos productores, ante la prepotencia y la arbitrariedad, han preferido volcarse a la soja y no tener problemas. La pregunta que habría que hacerle a quienes se rasgan las vestiduras por esto, es qué harían ellos en igual situación.

Hay algunas cosas que también tenemos la obligación de preguntar ¿sabe la señora todo esto que decimos o no? ¿no tiene asesores que le explique, si es que no lo sabe, cómo es el ciclo productivo de un vacuno? ¿es posible que no lo sepa?

¿Ud, amigo lector, prefiere invertir en vacas y someterse a los altibajos emocionales del Matrimonio, a las prepoteadas de Moreno, a los insultos de los políticos y a los cierres de exportación y los infinitos controles y urgencias burocráticas, o prefiere tirar semillas de soja, ganar más y dormir tranquilo? La respuesta es obvia. Tan obvia que para la propia presidenta parece ser que la llamada sojización dejó de ser un problema y pasó a ser una virtud.

Nadie se resiste a ganar dinero, ¿no es verdad, señora de Kirchner? Es la realidad, que al decir de César Fernández Moreno, tiene más de 25 renglones por foja.

Iniciamos este comentario con una cita del gran economista austríaco F. Von Hayek. Lo terminamos con otra del mismo autor:

Un intercambio y uso eficiente de los recursos sólo se consigue a través del mecanismo de precios. Así pues, una economía planificada, producirá aquello que aleatoriamente decida la junta central, sin que tenga que coincidir necesariamente con la demanda de la población ni con criterios de eficiencia, ya que es imposible tener en cuenta todas las preferencias de la sociedad.

HÉCTOR BLAS TRILLO

Buenos Aires, 12 de febrero de 2010

www.hectortrillo.com.ar

Precios e Inflacion en Argentina

Es triste ver cómo nuestros gobiernos no aprenden de la experiencia pasada. La Presidente de la Nación y varios de sus principales Ministros salieron a justificar la “sensación térmica” de inflación en la suba del precio de la carne. Por supuesto, la culpa es de los ganaderos que quieren ganar más y, bueno, eso significa que el pueblo tiene que pagar más caro hacer un asado.


Quiero pensar bien y creer que la Mandataria y sus subordinados no van muy seguido al supermercado y que realmente confían en las estadísticas de precios del INDEC. Cualquiera que haya ido de compras en los últimos tiempos sabe que la suba de los bienes y servicios ha sido generalizada y se ha estado acelerando; lo que tiene que ver con una emisión monetaria cada vez más expansiva.

Por otro lado, la carne y la leche han sido dos sectores sumamente castigados por las malas políticas oficiales; lo que ha llevado a los productores a disminuir la producción y, ésto, redunda en una suba de precios en el tiempo. En el caso de los ganaderos, hacer un kilo de carne les lleva tres años y, qué casualidad, en 2006 empezó una estrategia oficial de restricción de exportaciones y de congelamientos de precios que desincentivó esta histórica labor del campo y llevó que mudhos se pasasen, parcial o totalmente, a la agricultura. La disminución de los stocks ganaderos y la suba de la demanda incentivada por un precio artificialmente bajo, llevó a periódicos saltos que fueron respondidos por mayores políticas distorsivas del gobieno.

Es cierto, parte de la suba actual tiene motivos estacionales y, esa porción, tenderá a corregirse en unos meses. Sin embargo, desde mediados de 2008, superada la necesidad electoral de mantener bajo el aumento de precios, el ritmo de emisión de pesos se aceleró. Lamenbablemente, esta tendencia se irá exacerbando y, con ella, la inflación.


Por eso, nos parece interesante refrescar dos artículos, uno de marzo y otro de noviembre de 2006, en los que no fue necesario ser Mandrake para predecir lo que nos está pasando, hoy, pasado ya algo más de tres años.

LA INFLACIÓN NO ES PECADO CARNAL

Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA-ESEADE)


Publicado el 31 de marzo de 2006, en Ámbito Financiero, pág. 14

El gobierno decidió prohibir la exportación de carne y, cómo la baja de los precios no fue lo profunda y rápida que esperaban, el Presidente llamó a la población a no consumir este producto. La pregunta es, ¿sirven para algo estas medidas?

En principio, el precio de la carne va a bajar en el corto plazo; ya que quedará afuera gran parte de la demanda para exportación. En definitiva, la medida demostró ser equivalente a un aumento de la retención a la venta externa de unos 15 puntos porcentuales. Sin embargo, lo más seguro es que vuelva a subir dentro de unas semanas siguiendo el ritmo de la inflación, que no depende del mercado de la carne.

Algunos tienden a pensar que prohibiendo la suba de un producto o conjunto de ellos se logra detener la inflación. Sin embargo, la historia argentina y mundial da muestras de incontables fracasos en ese sentido. ¿Frenar el precio de la carne disminuye la inflación, más allá del muy corto plazo?

Para responder esta pregunta pongamos otro ejemplo de congelamiento que está viviendo, desde 2002, la Argentina. Para algunos economistas, la inflación no fue mayor desde la devaluación debido al férreo control de los precios de muchos servicios públicos. Esto no es cierto. Dado que todos tenemos un ingreso finito para gastar, en la medida que las tarifas no aumentaron eso me permitió gastar más en otros bienes y servicios. Por ende, estos últimos pudieron subir más que lo que hubiera sucedido si mi erogación en los primeros hubiera sido más alta. De la misma forma, un aumento de tarifas no traerá mayor inflación, sino que obligará a reacomodar mis gastos, disminuyendo la posibilidad de subir sus precios en aquellos sectores dónde deba bajarlos.

Los acuerdos de precio tampoco solucionan el problema de la inflación, sólo postergan por un tiempo unas décimas de puntos porcentuales de suba. Sin embargo, el congelamiento o baja de algunos precios permiten aumentar el consumo e impulsan un aumento mayor de los valores de otros que no están controlados (ej. carne).

El problema de la inflación no está en el mercado de la carne; ya que ésta es la suba generalizada de precios. Entonces, ¿todos los mercados de bienes y servicios están fallando? No parece una afirmación muy seria. Si todos tienen el mismo problema, deberíamos preguntarnos si no hay algo que todos tengan en común que sea el verdadero problema. Todos los bienes y servicios tienen en común la unidad de medida de su valor, el peso.

Desde los marxistas hasta los más ortodoxos, aceptan la existencia de la oferta y demanda en los mercados de todos los bienes y servicios. Sin embargo, parece que éstas no existen en el caso del mercado de las monedas nacionales y, por lo tanto, quedan indeterminados sus valores.

En realidad, existe una demanda de pesos (base monetaria) debido a que éste es un bien, ya que tiene utilidad. Para la gente, como unidad de cuenta para medir los precios de otros bienes y servicios, como medio de pago y como reserva de valor (ahorrar). Para los bancos para guardarlos en los cajones de las sucursales por si alguien va a buscar sus depósitos y para constituir los encajes que exige el Banco Central. Por otro lado, la autoridad monetaria es la única oferente de billetes y monedas, por lo que se comporta como un monopolista.

Como en cualquier mercado, si el productor de un bien produce más de lo que la gente quiere, su precio baja. En la Argentina, hasta mediados de 2004, el Banco Central pudo emitir muchísimos pesos para comprar dólares debido a que la gente estaba recuperando sus licuadas tenencias de moneda por la devaluación. A partir de dicha fecha, la demanda de pesos llegó a los niveles deseados y empezó a aumentar mucho más lentamente. Por su lado, el BCRA pretendió seguir comprando muchas divisas para sostener el tipo de cambio y comenzó a emitir más de lo que se le pedía; lo cual empezó a hacer bajar el valor del peso. El problema es que éste es la unidad de medida de los precios de todos los restantes bienes y servicios. Por lo tanto, si yo achico un “metro” todo lo que mida contra él aumentará. Eso es inflación y hemos encontrado la razón común a todos los mercados por la que hay una suba generalizada de precios.

Por lo menos hasta finales de año, el Banco Central anunció que continuará con la fuerte emisión de pesos para recomponer las reservas que se utilizaron para pagarle al FMI. Por ende, las presiones inflacionarias continuarán. A esto se le suma que la carne está recomponiendo sus precios respecto al período previo a la devaluación. Además, durante el período 2002-2004 en que la soja tuvo precios elevados, la ganadería fue desplazada a sectores marginales y, dado que lleva alrededor de tres años llegar a un animal que se pueda faenar, eso limita la oferta actual de carne. Todo esto hace esperable que su precio, luego de bajar por la prohibición de exportar, en algunas semanas vuelva a empezar a subir. Entonces ¿qué hará el gobierno? ¿Postergará eternamente la prohibición? ¿Pondrá precios máximos en las carnicerías? ¿Mandará a confiscar el ganado en los campos para garantizar la provisión barata de carne?

Todas estas medidas lo único que logran es que los productores opten por otras alternativas de inversión para sus campos, lo que implicará que, dentro de tres años cuando los terneros que deberían empezar a criarse hoy tengan que llegar al mercado, la escasez de carne será mucho mayor a la de hoy. Entonces sí, el asado de los domingos será considerado un pecado carnal.

CARNE PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA

Publicado el 30 de noviembre de 2006 en el diario Ámbito Financiero, pág 14

Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA-ESEADE)

Hacia finales del año pasado, el gobierno amenazó al sector productor de carne con aumentarle de 5% a 15% las retenciones a las exportaciones de dicho bien. En ese momento, ante la pregunta sobre que sucedería con esta medida, contestábamos que la carne efectivamente bajaría debido a la mayor oferta interna que generaría el desincentivo a vender afuera. Sin embargo, luego de bajar un escalón, volvería a subir acompañando todo el resto de los bienes y servicios, por la escalera o el ascensor, según lo determinara la política monetaria del Banco Central. Entonces, elucubrábamos, ¿qué haría el gobierno? ¿Prohibiría exportar carne? De hecho, lo viene haciendo hace ya tiempo con el gas para asegurar una provisión interna barata y suficiente.

Antes que nos comparen con Harry Potter o Mandrake, debo aclarar que la “predicción” fue sólo el resultado de llevar al absurdo el conflicto creciente con el sector privado que implica la estrategia antinflacionaria del gobierno. Sin embargo, el “absurdo” se volvió realidad.

Más allá de la inconstitucionalidad de prohibir una actividad lícita como la exportación de carne, habría que ver si la medida realmente resuelve el problema. En ese sentido, la defensa que están haciendo algunos economistas y representantes del sector no ayuda. Todos parecen aceptar el diagnóstico desacertado del gobierno de que el problema de la inflación está en el mercado de la carne. Entonces, puede gustarnos o no, puede ser inconstitucional, puede no ser lo mejor, pero la prohibición es un remedio posible.

Lo grave es que no es la solución a la suba de precios porque el diagnóstico es equivocado. El precio de la carne va a bajar durante las próximas semanas. Sin embargo, en la medida que el Banco Central siga emitiendo, para comprar dólares, más pesos que lo que la gente quiere, habrá inflación. Si uno produce de un bien más de lo que se demanda, baja su precio, el problema es que la moneda nacional es la unidad de medida con la que se valúan todos los bienes y servicios de la economía. Por ende, si se achica el metro, todo sube medido contra él. Por eso, los economistas dicen que la inflación es el aumento generalizado de precios. Sin embargo, si bien no es el aumento del valor de un bien (en este caso la carne), es en realidad la baja del precio de otro con el que se mide, es decir el peso.

Por lo tanto, cuando la política monetaria del gobierno incentive nuevos aumentos de precio y, en no más de un par de meses cuando la carne empiece a acompañar el ascenso de los valores del resto de los bienes y servicios, ¿qué hará el Poder Ejecutivo? En principio, habrá que olvidarse de exportar carne (más allá de las pocas operaciones exceptuadas); ya que de eliminarse la restricción el precio de la carne subirá 20% o más. De todas formas y más allá de la inflación de fondo, el precio relativo de la carne seguirá recuperándose depende mayormente de la demanda interna. Esto no es casualidad, ya que los consumidores están lejos de haber recuperado el poder de consumo que tuvieron en el pasado.

Intentar acordar precios con el sector no funciona. En el caso de los lácteos, el gobierno juntó a las dos empresas industriales que compran la mayor parte de la leche del país y acordó bajarle el precio a los tamberos para que pudieran vender más barato en los comercios. Es decir, se alió con los industriales para subsidiar a la gente que compra lácteos a costa de los tamberos. En el sector de las carnes hay cientos de frigoríficos, por lo que es imposible conseguir una masa crítica de industriales que permita obligar a miles de productores ganaderos a transferir parte de sus ingresos a los consumidores.

Por otro lado, los acuerdos de precio solamente logran postergar décimas de punto porcentual de cada mes hacia más adelante; pero no resuelven el problema de fondo. Según la Ministra Felisa Miceli, los acuerdos son un “puente de plata” que nos permitirá llegar al momento que las inversiones aumenten la oferta y frenen la suba de precios. Supongo que las retenciones y las restricciones a las exportaciones también son “puentes”, pero ¿a dónde nos llevan?

Supongamos que un inversor decide producir en la Argentina y opta por la carne, de emblemático prestigio mundial, comprando una vaca. La vaca tiene un ternero y cuándo llega al peso ideal para mandarlo a Liniers, el gobierno decide que debe engordarlo más y que no podrá venderlo al peso que más le convenía (hoy no se puede faenar con menos de 280 kilos). A pérdida, lo termina de engordar y al enviarlo a Liniers se entera que prohibieron las exportaciones de carne, lo cual derrumba el precio y malvende el novillo. Por otro lado, cuando vende la leche que produce la vaca, se encuentra con que la industria láctea acuerda con el gobierno pagársela menos de lo que realmente vale, para que llegue a menor valor al consumidor. En definitiva, el señor mata la vaca, invita a sus amigos a un gran asado con cuero y se dedica a otra cosa, seguramente en algún otro país. Por último, dentro de 3 años, cuando los terneros que deberían empezar a engordarse deban ser enviados a faena, seguramente la escasez de carne será mayor a la de hoy, afectando su precio futuro.

Esto no solamente ocurre con la actividad ganadera, también con otros productos de primera necesidad: con el gas, la electricidad, los combustibles, el agua, etc. en los que se subsidia alegremente a los consumidores a costa de los productores y, como consecuencia, no se invierte lo suficiente para garantizar la suficiente oferta futura.

Conclusión: Esperemos que la gente se de cuenta que la política intervencionista del gobierno es “Carne para hoy, hambre para mañana”.

Banco Central

ACTUALIDAD ECONÓMICA: EL BANCO CENTRAL ES OTRA JOYA DE LA ABUELA


A estas alturas entendemos que no caben dudas acerca del fin último del decreto 2010/09 por el cual se dispuso de urgencia la creación del llamado Fondo del Bicentenario apenas tres días después de haberse cancelado el Período Ordinario de Sesiones del Congreso correspondiente al año pasado.


En un trabajo anterior decíamos, con otras palabras, que la política argentina nunca ha reparado mientes en aprovechar el dinero acumulado en donde fuere, en tanto el gobierno pudiera echarle mano. Volvemos a insistir en esto.

Durante muchos años políticos civiles y militares hicieron cualquier cosa con la política económica en general, y monetaria y financiera en particular. Así, desde el 1º de enero hasta la fecha, el peso moneda nacional vigente al 31/12/69 perdió la friolera de 13 ceros.

Hemos escuchado múltiples explicaciones acerca del fenómeno inflacionario en el país. Hoy día ciertos economistas, algunos diputados oficialistas (uno de ellos banquero, Carlos Heller), y no pocos gobernadores adherentes al criterio de utilizar reservas del Banco Central para supuestamente garantizar el pago de la deuda externa, repiten a quien quiera oírlos que lo mejor que puede hacerse para el país es gastarse parte de esas reservas y no tener que pagar tasas de interés exorbitantes para conseguir financiación. Las propuestas de modificación de la Carta Orgánica con el argumento de que la actual es también neoliberal es otra chantada más. La Carta Orgánica fue reformada en 1992 para adaptarla entre otras cosas a la llamada convertibilidad, no a la libertad de cambios. Se le quitaron funciones al Central para obligarlo a mantener el tipo de cambio, no la libertad económica.


También desde estos mismos sectores se ha dicho y reiterado hasta el cansancio que la inflación en la Argentina, ese verdadero cáncer que hoy sumerge en la pobreza al 40% de la población, obedece a múltiples causas sin tomarse en serio que las cosas no pueden haber aumentado 10.000.000.000.000 veces de no haberse multiplicado torpe e irresponsablemente la cantidad de moneda circulante. Es inconcebible que estos sectores tengan todavía cierta prédica y hasta adopten una postura diríase que profesional para explicar la estafa más grande la historia de la república que viene sucediéndose, con algunos intervalos, a lo largo de más de 60 años.

La emisión de moneda para comprar dólares caros, como lo ha hecho el actual gobierno con el objeto de mantener un tipo de cambio competitivo es en realidad una inmensa inyección de moneda espuria a los efectos de pagar la diferencia entre el valor de mercado y el valor competitivo, triste entelequia para asegurarse los recursos a repartir para comprar voluntades.

Las demás causas de la inflación, las que fueren, mueren en sí mismas si no existiera moneda de curso forzoso, ésta es la cruda realidad.

Precisamente lo ocurrido en estos últimos años, durante la permanencia de Martín Redrado al frente del Banco Central, fue que la entidad se dedicó a comprar divisas sosteniendo su precio, pese a que hubiera podido adquirirlas más baratas. Esta política no se condice con la pauta establecida en la carta orgánica del Banco Central de preservación del valor de la moneda.

El irracional conflicto generado con el ahora ex presidente de ese banco ha tenido otras motivaciones que también hemos descripto en este espacio. La manera en que se hicieron las cosas por parte de la presidenta de la república ha sido violatoria de normas constitucionales y dio lugar a que las recomendaciones jurídicas al Licenciado Redrado, solicitadas por éste al sector legales de la entidad, fueran negativas. El tema de fondo es que el presidente del Central puede ser sometido a procesos penales, corriendo un riesgo personal si no hace las cosas bien, para decirlo cortito.

Digamos que las cosas habían pasado de castaño a oscuro. Una cosa era comprar dólares caros con emisión al tiempo que luego se emitía deuda mediante LEBACS y NOBACS para intentar contener la expansión monetaria (cosa que no evita que tal expansión pase al Estado vía supuesto superávit fiscal provisto por las retenciones a las exportaciones), y otra muy distinta es un D.N.U. dictado de apuro y con evidente intencionalidad a horas de cerrado el Congreso para derivar nada menos que 6.500 millones de dólares, con el riesgo cierto de exponer los movimientos de divisas del banco a los embargos de los acreedores que no aceptaron el canje de deuda de 2005.

Mucha gente de recursos medios o bajos fue históricamente desposeída de sus bienes y su salario por las políticas inflacionarias de todos los gobiernos irresponsables que utilizaron ese mecanismo para financiar desde sus cuentas bancarias hasta sus proyectos más descabellados. Esta es la verdad.

Acá hay que sacarse la careta de una buena vez. El país ha estado gobernado la mayor parte de estos 60 años de los que hablamos por gobiernos de origen popular y supuestamente preocupados por mejorar los estándares de vida de la gente.

Las políticas proteccionistas, dirigistas e intervencionistas se han multiplicado por doquier. Y no es cierto que durante los años de la convertibilidad en la Argentina hubiera existido neo liberalismo. Y no lo es porque justamente el sostenimiento de un tipo de cambio fijo es la fijación del precio de toda la economía; es decir, la antítesis del concepto liberal de que el precio de las cosas debe fijarlo el mercado.

El gobierno del matrimonio Kirchner ha venido sosteniendo en estos años la necesidad de acumular reservas en el Central y se ha jactado de sus logros en la materia. Lo hizo incluso cuando desvió casi 10.000 millones de dólares para pagar al F.M.I. sin quita alguna, mientras jubilados, trabajadores y público en general sufría enormes pérdidas por la pesificación asimétrica y otras menudencias. Y los acreedores comunes, por así decirlo, quitas de hasta el 75% de su capital invertido. En esa oportunidad se hizo caso omiso a cualquier advertencia respecto de que las divisas utilizadas para el pago eran la consecuencia de la emisión de pesos (pasivo no remunerado) y luego de letras del Banco Central (pasivo remunerado) y no dinero propio.

Esta arrogante e inconsulta medida (en opinión de profesionales serios, y no entre advenedizos y oportunistas) hizo que el país llegara luego a tener que pedir prestados fondos mediante letras y títulos a tasas insólitas en dólares. Pero eso sí, el F.M.I. no iba a meterse a decirnos qué debíamos hacer.

El precio de tal disposición no ha sido medido debidamente, que sepamos. Tasas altísimas durante años, pérdida del valor de la moneda, pérdida de confianza de los mercados internacionales (no son muchos los que seriamente se arriesgan a invertir en un país que se niega a ser auditado debiendo el dinero que debe y habiendo dejado de pagar el 75% de su deuda), expectativa de otros acreedores por obtener la misma suerte (especialmente el Club de París), etc. Y finalmente falta de financiación.

El gobierno nacional se propuso disponer de cuantos recursos pudiera y de donde fuera. Aparte del vitoreado default , por supuesto. Se aumentaron retenciones a las exportaciones y se cayó en el conflicto con los ruralistas. Se aplicaron nuevos impuestos y subas de alícuotas de retenciones y percepciones. Se dispuso la apropiación de los fondos de las A.F.J.P. apenas unos meses después de haberse modificado el sistema con la esperanza (frustrada) de que con la propaganda contraria al sistema mixto (el de AFJP) la gente se pasaría masivamente al sistema de reparto. El llamado blanqueo de capitales y las moratorias dictadas con el objeto de lograr más y más recursos de donde fuere. El uso de fondos de fideicomisos, el endeudamiento con el Banco de la Nación, con el PAMI, con los bancos y con cuanto recoveco pudiera tener dinero guardado, le siguieron a estas verdaderas rapiñas. Todo con un solo objetivo: poder mantener el gasto público en niveles astronómicos.

Hoy mismo se buscar reabrir el canje de deuda mediante un mecanismo que obliga a los acreedores a aportar una cantidad de dinero para luego poder cobrar en el futuro sus acreencias con la quita a la que se arribe. También se obtienen recursos de los aportantes obligatorios del sistema jubilatorio que antes iban a las AFJP y ahora no lo hacen más.

Nosotros planteamos en algún momento que tal vez el gobierno buscara apropiarse de las A.R.T. y hasta creímos que no se intentaría nuevamente atacar las reservas del Banco Central. Ello precisamente porque tomábamos en cuenta la política oficial de acumulación de tales reservas. No ha sido así. El gobierno ha modificado radicalmente su política. Y su supuesto o real interés en acumular reservas ha devenido en este nuevo escenario no vigente hasta ahora: usar las reservas para lo que sea porque es mejor eso, ya que están paradas, que tener que endeudarse a tasas del 15%. Esto no es lo que vino haciendo en estos 6 años de gobierno matrimonial.

Esta gente no ha entendido (o no quiere decir que entiende) que el uso del dinero fuerte que respalda el circulante deja sin protección a éste y por lo tanto el estallido inflacionario no puede sino devenir en poco tiempo.

El supuesto uso de reservas excedentes es un sofisma. El dinero circulante no es todo el dinero, por así decirlo. ¿Qué ocurriría si se produjera una corrida bancaria de proporciones y la gente intentara retirar sus depósitos para comprar dólares? Esos depósitos no están sumados en el circulante. Y esto ya ha pasado en el país muchas veces.

El Banco Central tiene alrededor de 8.000 millones de dólares en concepto de reservas que son los encajes obligatorios de los depósitos de los clientes de los bancos. Tiene deudas y ventas a futuro. En fin, su activo es su pasivo, no está allí porque sí.

El uso de esas reservas para gasto corriente no es ni siquiera el cambio de un activo por otro. La animalada es evidente.

Pero hay más. Obsérvese que el concepto de reservas disponibles o excedentes encierra una peligrosa trampa: cuanto más sube el precio del dólar, más reservas excedentes quedan. A su vez la devaluación genera ganancias al Banco Central. Ganancias que por supuesto no son tales, pero que el gobierno ha venido utilizando.

Ahora, la señora Marcó del Pont ha asumido la presidencia del Banco. Lo ha hecho sin acuerdo del Congreso pero es en todo caso ya un tema menor en medio de tanto conventillo. Lo cierto es que esta señora ha creído desde siempre que el Estado está para prestar dinero barato, castigar a los ricos, repartir entre los necesitados y conceptos similares. Más allá de la propia situación económica que cada uno de estos funcionarios (como la citada señora) tienen, lo cierto es que en principio lo que intentan hacer es repartir el dinero de los otros, y no el suyo.

El señor Carlos Heller, diputado oficialista, regentea como se sabe el Banco Credicoop, que no es para decir qué barato que resulta para la gente. Y ni hablar de los planes de ayuda oficial a Pymes, campo, inquilinos, automovilistas por primera vez, compradores de heladeras, etc. Todos ellos han caído en desuso, por así decirlo, y no es una novedad que tales planes terminan sirviendo para los amigos y nada más.

Por eso hay un Banco Nación o un Banco Provincia. El que no quiere verlo es porque tiene razones para no querer. No porque no lo vea. Esto lleva décadas.

Y el Banco de Desarrollo, sobre el que Heller insiste, tiene un antecedente pernicioso y corrupto en la Argentina. Corrupción que no se resuelve con decir que esta vez sí las cosas van a ser sanas y limpias. ¿No lo sabe Carlos Heller? ¿No saben Marcó del Pont, la señora Vaca Narvaja, el matrimonio Kirchner, Aníbal Fernández, Felisa Miceli, Guillermo Moreno y tantos, tantísimos otros, qué ocurre con los dineros depositados por la gente en bancos oficiales?

¿O es que realmente creen que cuando se produjo la debacle de 2001/2002 los banqueros eran todos privados? Más de la mitad de los depósitos del sistema financiero están en poder de bancos estatales, y lo estaban también en 2001.

Todo el dinero del llamado superávit primario (producido justamente por la aplicación de retenciones a las exportaciones, posibles gracias al tipo de cambio alto sostenido con emisión de moneda) debió haberse destinado a comprar divisas para con ellas pagar la deuda. Al menos eso. Pero es lo que se hizo. Ese dinero se gastó en subsidios, en ayuda a los amigos y colaboradores, en planes otorgados alegremente a fuerzas de choque vistas por televisión en la propia Plaza de Mayo pegándole a la gente. El propio Néstor Kirchner ha dicho no hace mucho que nosotros tenemos la calle y siempre que habla de los dineros públicos utiliza frases del tipo nosotros le dimos tal o cual beneficio, como si fuera él el dueño. Lo mismo hacía la Jefa Espiritual de la Nación a comienzos de los años 50.

El problema es bastante más generalizado de lo que cualquiera pudiera suponer. Si Néstor Kirchner promete distribuir reservas entre los gobernadores, éstos buscarán apoyo para que el Fondo del Bicentenario o lo que venga después sean aprobados al menos por una de las dos cámaras del Congreso, que es lo único que necesitan los D. N.U. luego de la patética reforma constitucional de 1994 tramada entre radicales y peronistas.

En efecto, es más fácil aprobar un D.N.U. que una ley, señores. Éste es sistema democrático al que aluden los adláteres del Matrimonio.

Lo cierto es que el uso de las reservas permitirá al gobierno disponer de ingentes sumas de dinero del presupuesto, que de este modo sobrarán. Saldrá así a cubrir la catastrófica situación de varias provincias, que se agrava día a día, por lo demás. Y así las cosas, en poco tiempo el índice de pobreza superará largamente el 50%. Ésta es la cruda realidad a la que nos conduce esta gente.

Lamentablemente, y tal como están planteadas las cosas, no es mucho lo que podemos hacer los ciudadanos que creemos tener algún argumento para rebatir tanta desidia

Este no es un país liberal, ni neoliberal, ni siquiera es democrático en su esencia. Es un país con un alto componente fascista en el que hoy por hoy el 35% del PBI es gasto público, como en tiempos del primer Perón. Una cifra insostenible que intenta pagar el Estado mediante infinitas obligaciones y exacciones. Las corporaciones, las cámaras, los sindicatos de origen fascista y tantos otros grupos se ponen de pie para respaldar la ignominia sin querer entender que el retroceso de la Argentina en el concierto de naciones, ante el mundo, ante los países cercanos (Chile, Uruguay, Brasil) tiene como culpable a la llamada clase dirigente argentina.

Un gobierno autoritario, patotero, maniqueo. Rodeado de prepotentes y embusteros, insultadores profesionales, genuflexos repetidores de los mismos textos, con el mismo léxico y con las mismas palabras que ordenan sus jefes. Una y otra vez. Un punto de vista o el contrario. Da lo mismo.

Las reservas del Banco Central son la joya de la abuela que les queda. Y van por ella. Como dicen que siempre han dicho los Kirchner: van por todo.

En realidad, queridos lectores, van por nada. Porque sólo puede esperarlos el vacío. En su maniquea búsqueda de enemigos han encontrado a todos: el campo, los medios, la iglesia, el partido judicial, las privatizadas, los neoliberales, los economistas profesionales, Cobos, De Narváez, la derecha, Lilita Carrió, Clarín, Papel Prensa, las AFJP, los movileros, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Marcelo Tinelli...todos son golpistas, conspiradores, traidores, antipatrias...Todos. TODOS.

Parece que hay una parte de la sociedad que ha empezado a comprender el alcance de ese discurso maniqueo, vacuo, inconsistente, cargado de mentiras y errores históricos y conceptuales.

Para el 2011 no falta tanto. Y está visto que por más que se recurra a la caja, la gente ha de decir que no.

Esperemos que así sea, para por lo menos intentar recuperar un poco de la sensatez perdida hace ya mucho tiempo.

ESTUDIO

HÉCTOR BLAS TRILLO

Buenos Aires, 5 de febrero de 2010

ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN

www.hectortrillo.com.ar

Economía del comportamiento: del homo economicus al homo sapiens

Disciplina es una cualidad que muchos de nosotros quisiéramos tener, o al menos en

mayor cantidad. Ello, porque nos damos cuenta que existe una gran variedad de

circunstancias en las que de haber tenido la fuerza de voluntad necesaria, hubiéramos

hecho mejor las cosas. El arrepentimiento en la vejez por no haber ahorrado más, o por

no haber cuidado más la comida en el caso de una persona obesa, o por no haber

fumado menos son ejemplos de ello. Sin embargo, el homo economicus, es decir, la

persona que puebla los libros de economía, es un individuo no solo previsor sino

también tremendamente disciplinado: puede hacer cualquier cosa que sea

tecnológicamente factible: ahorrar, comer menos, dejar de fumar.

Una persona racional y egoísta da sólo en la medida que consiga algo a cambio. Es

decir, no da propina a menos que espere volver al mismo restorán: después de todo, ya

no puede recibir beneficios adicionales. Tampoco divide equitativamente la torta si

tiene el cuchillo en sus manos y puede dejar sin torta a quien se queje del tamaño del

pedazo recibido. Y sin embargo, dejar propinas es costumbre habitual entre homo

sapiens que van a restoranes, así como proponer divisiones relativamente equitativas en

experimentos de laboratorio.

Una persona racional no tiene opiniones sesgadas, ni sobrestima sus atributos

personales. Si las cosas salen bien, sabe que hubo una cuota de suerte y que su éxito no

es el resultado exclusivo de su tremenda habilidad. Si las cosas le salen mal, sabe que

en parte se debió a algún error o limitación de su capacidad, y que el fracaso no fue el

resultado exclusivo de la mala suerte.

Estos son sólo algunos de los ejemplos en los que el homo economicus se ve muy

distante del homo sapiens. Aunque en muchas teorías económicas esta distancia es

justificada, porque ciertas características no son relevantes para analizar el problema en

cuestión e incluirlas meramente haría el análisis más complejo, hay otras en las que no.

Por ejemplo, en el ahorro, la drogadicción, la negociación o las decisiones de compra o

venta de activos.

La economía del comportamiento es un área nueva que intenta explicar el

comportamiento observado, aprovechando el volumen creciente de evidencia

experimental, así como el conocimiento acumulado en psicología, sociología, biología

evolutiva y otras ciencias relacionadas. Es también un área muy activa: en la

conferencia se presentaron alrededor de 40 trabajos.

En un artículo reciente en el Journal of Economic Perspectives, el profesor Richard

Thaler pronostica que el homo economicus comenzará a parecerse cada vez más al

homo sapiens en los libros de economía, al menos en el análisis de aquellos problemas

en los que la diferencia sea relevante. Esto equivale a proponer que la profesión

aceptará llevar la distinción entre lo normativo y lo positivo más allá del ámbito del

egoísmo, permitiendo la creación de teorías de individuos no tan racionales ni tan

enterados del funcionamiento del mundo.

Valgan estos ejemplos para aquellos que pensaban que la ciencia económica se terminó

de escribir quizás con el libro de Samuelson. Es mucho lo que se ha avanzado desde

entonces, pero más lo que falta por aprender.





La Estabilidad de la Economía Argentina

ANDREA FABIANA MAC DONALD (*)


A poco de comenzar el 2010, advertimos nuevos choques y confrontaciones afectando sensiblemente a la economía argentina. Uno de los hechos de mayor contundencia es la crisis del Banco Central en el uso de las reservas que provocó efectos no esperados tanto en el orden jurídico como económico.

A partir de las resoluciones judiciales emitidas por la jueza María José Sarmiento puso en jaque al oficialismo y un nuevo revés ante el no cumplimiento de los procedimientos establecidos en la propia Constitución Nacional y en la carta orgánica del Banco Central.


Una de las discusiones generadas en el marco de la crisis ha sido la validez de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) dictados por el gobierno en el mes de diciembre de 2009. Tal como lo señala GIL DOMINGUEZ “los decretos de necesidad y urgencia incorporados por la reforma constitucional de 1994 sólo pueden ser dictados ante situaciones excepcionales de necesidad y urgencia y en la medida en que fuera imposible seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución para la sanción de las leyes (siempre y cuando no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o del régimen de los partidos políticos). De lo contrario la norma dictada mediante esta vía es nula de nulidad absoluta e insanable”. (1)



Ello nos llevaría entonces a plantearnos si los decretos de necesidad y urgencia son válidos para el caso del pago de deuda pública con reservas excedentes del Banco Central, no lo serían ya que los mismos tendrían que ser tratados previamente por el propio Congreso; es así como la propia Constitución Nacional en su inciso 9 del artículo 99, otorga al Presidente de la Nación la facultad de convocar a sesiones extraordinarias cuando un grado de interés o progreso lo requiera. (2)

Si se cumpliera con dicha norma, entonces estaríamos cumpliendo lo que el legislador en la Carta Magna establece, asegurando de esta forma el sistema democrático, la estabilidad económica y salvaguardando las propias instituciones del país.

Frente a este escenario, advertimos que pasaría si se liberaran las reservas desde el punto de vista macroeconómico:

1-Por un lado la tasa de interés ya que la misma sufriría alzas e incrementos tal vez impensables afectando a los créditos en el largo plazo.

2-La inflación sería otro de los datos macroeconómicos que reflejaría el nivel general de precios y el consumo.

3-Las inversiones también sería un punto clave ya que las mismas serían afectadas ante la incertidumbre originada por la crisis del Banco Central no sólo por las reservas sino también por la posible estabilidad de Redrado, alejando a los inversores extranjeros en el corto plazo.

4-El gasto público es otro de los problemas aún sin solución alguna en la actualidad.

5-El tipo de cambio sería otro de los ejes claves de la economía y el comportamiento del dólar en los mercados financieros.

6-La estabilidad cambiaria, financiera y monetaria estaría expuesta a un funcionamiento asimétrico frente a la posibilidad de estar afectada por los fondos buitre.

7-La incertidumbre en los mercados financieros y las conductas asumidas por los agentes inversores y compradores de bonos.

Creemos que la estabilidad de la economía argentina estaría en jaque no sólo desde lo económico y lo jurídico, poniendo en pleno peligro a las instituciones y al sistema democrático que debemos defender y preservar como ciudadanos y como pueblo de la Nación Argentina.

1-GIL DOMINGUEZ, ANDRÉS: “Un fallo de la justicia que garantiza la deliberación democrática”. Nota de opinión- Diario Clarín – Pág. 7 – 11 de enero de 2010.

2-Opinión de la autora.

(*) Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra Análisis Económico y Financiero. Jefa de Trabajos Prácticos de la cátedra Elementos de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Buenos Aires – Facultad de Derecho. Master en Derecho y Economía (tesis en preparación). Universidad de Buenos Aires – Facultad de Derecho.

Un Fondo para la Inflación y Suba del Gasto

Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA). www.ciima.org.ar


El ministro de Economía lanzó un «Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad», que estará constituido con algo más de u$s 6.500 millones de las reservas de «libre disponibilidad» del Banco Central. Dejando de lado la dudosa constitucionalidad del DNU que le dio origen, consideramos que, por lo menos, sería razonable cambiarle el nombre a este Fondo. Para avalar esta propuesta, contamos con los siguientes argumentos:

Como dijo la Presidente, las reservas son de todos los argentinos. Están en el Banco Central para defender el valor del peso, en el que atesoramos y cobramos nuestros ingresos, y el de nuestros ahorros, que están en el sistema financiero. El error es pensar que esas divisas son del Gobierno y que puede utilizarlas para gastar, ya que implica debilitar al BCRA en su capacidad de garantizar que puede cumplir su cometido.

Reservas de libre disponibilidad. Este concepto fue inventado a principios de 2006 para poder utilizarlas para el pago de la deuda con el FMI y se define como las divisas del BCRA que sobran de las necesarias para avalar el total de la base monetaria al tipo de cambio vigente. Desde el punto de vista económico no tiene ningún sustento, ya que los activos en moneda extranjera del organismo deberían avalar el total de sus pasivos financieros y no sólo una parte. Esto lo advertimos cuando se creó esta cuenta y, también, señalamos que nombrarlas de «libre disponibilidad» era una invitación a que las usaran para cualquier cosa. De hecho, al principio, sólo servían para abonar vencimientos con organismos internacionales y, ahora, su uso se amplía a cualquier vencimiento en divisas.


Fondo para aumentar el Gasto Público: como el dinero es fungible, esta decisión confirma que no se recompondrá la solvencia fiscal. Durante 2010, los ingresos del Estado deberían aumentar por la recuperación de la demanda interna y externa, el incremento de la inflación y la suba de precios internacionales. Esto podría permitir al Gobierno aumentar su superávit primario y enfrentar una mayor proporción de sus pagos de deuda con recursos genuinos. Dado que no va a ser así y el objetivo es gastar todo lo que se pueda, el sobrante de recursos para abonar pasivos será pobre y es allí donde aparece el Fondo del Bicentenario.

Garantizarles a los tenedores de deuda pública argentina que se les pagará durante 2010: esto efectivamente reducirá algo la incertidumbre sobre las posibilidades de default, ya que separan estos recursos para abonarles. Sin embargo, sin tanta pomposidad, el uso de reservas para el pago de deuda pública es una realidad desde hace muchos años. Cabe aclarar que los principales beneficiarios de esta medida son los que poseen pasivos nominados en moneda extranjera ya que los que tienen títulos en pesos deberán lidiar con el resultado de una mayor inflación que no parece que el INDEC vaya a reconocer.

Fondo para la Reconstrucción del Poder Político: durante 2010, el Gobierno necesita seguir reconstruyendo su desgastado poder y, para ello, necesita aumentar la «caja» todo lo posible. Esto, luego de haber diluido la solvencia fiscal sosteniendo un excesivo crecimiento del gasto para ganar las últimas elecciones. De igual forma actuaron la mayoría de los gobernadores provinciales y hoy están asfixiados financieramente. Por lo tanto, necesitarán de la ayuda de la administración central y a cambio el «kirchnerismo» les demandará el apoyo de sus legisladores en el Congreso, donde la cantidad de «tropa propia» se ha reducido.


¿Quién y cómo pagará la cuenta?: pareciese que los recursos con los que se constituye el Fondo son gratuitos. No obstante, la forma en que el Banco Central libera las divisas que necesita para financiar al Gobierno es depreciando el peso y licuando sus pasivos en esta moneda en términos de sus reservas. Por lo tanto, entre todos los argentinos pagaremos el mayor gasto público a través del conocido «impuesto inflacionario». En particular, los sectores más pobres que son los más afectados por la pérdida de poder adquisitivo del peso. En el corto plazo, no necesariamente lo observaremos en una suba acelerada del tipo de cambio en el mercado local porque es esperable que el valor del dólar siga cayendo en el mundo, lo que tenderá a moderar las presiones al alza en la Argentina. En cambio, cuando la divisa estadounidense empiece a recuperarse a nivel internacional, su aumento en el mercado local tenderá a potenciarse.

Por lo tanto, recomendaría cambiar el nombre por «Fondo de Impuesto Inflacionario para el Aumento del Gasto y la Reconstrucción del Poder». El lector notará que saqué la mención al «Bicentenario» ya que este último debería ser motivo de reflexión y no usarse para bautizar el reflejo de la irresponsabilidad en el manejo de las cuentas públicas. De ser uno de los 10 países con mejor bienestar económico del mundo durante los festejos del «Centenario», la Argentina habrá pasado a militar más allá del puesto 70 para cuando en 2010 conmemoremos la Revolución de Mayo. Esto debería motivarnos a pensar cuánto debemos haber degradado nuestras instituciones y el respeto de los derechos que establece la Constitución y qué poco debemos haber asumido nuestra responsabilidad como ciudadanos para lograr tanta decadencia. ¿Seremos capaces de asumir el compromiso de madurar cívicamente para que, dentro de 100 años, verdaderamente haya motivos para grandes festejos?

Páginas

Suscribirse a RSS - Economía