ACTUALIDAD ECONÓMICA: EL BANCO CENTRAL ES OTRA JOYA DE LA ABUELA
A estas alturas entendemos que no caben dudas acerca del fin último del decreto 2010/09 por el cual se dispuso de urgencia la creación del llamado Fondo del Bicentenario apenas tres días después de haberse cancelado el Período Ordinario de Sesiones del Congreso correspondiente al año pasado.
En un trabajo anterior decíamos, con otras palabras, que la política argentina nunca ha reparado mientes en aprovechar el dinero acumulado en donde fuere, en tanto el gobierno pudiera echarle mano. Volvemos a insistir en esto.
Durante muchos años políticos civiles y militares hicieron cualquier cosa con la política económica en general, y monetaria y financiera en particular. Así, desde el 1º de enero hasta la fecha, el peso moneda nacional vigente al 31/12/69 perdió la friolera de 13 ceros.
Hemos escuchado múltiples explicaciones acerca del fenómeno inflacionario en el país. Hoy día ciertos economistas, algunos diputados oficialistas (uno de ellos banquero, Carlos Heller), y no pocos gobernadores adherentes al criterio de utilizar reservas del Banco Central para supuestamente garantizar el pago de la deuda externa, repiten a quien quiera oírlos que lo mejor que puede hacerse para el país es gastarse parte de esas reservas y no tener que pagar tasas de interés exorbitantes para conseguir financiación. Las propuestas de modificación de la Carta Orgánica con el argumento de que la actual es también neoliberal es otra chantada más. La Carta Orgánica fue reformada en 1992 para adaptarla entre otras cosas a la llamada convertibilidad, no a la libertad de cambios. Se le quitaron funciones al Central para obligarlo a mantener el tipo de cambio, no la libertad económica.
También desde estos mismos sectores se ha dicho y reiterado hasta el cansancio que la inflación en la Argentina, ese verdadero cáncer que hoy sumerge en la pobreza al 40% de la población, obedece a múltiples causas sin tomarse en serio que las cosas no pueden haber aumentado 10.000.000.000.000 veces de no haberse multiplicado torpe e irresponsablemente la cantidad de moneda circulante. Es inconcebible que estos sectores tengan todavía cierta prédica y hasta adopten una postura diríase que profesional para explicar la estafa más grande la historia de la república que viene sucediéndose, con algunos intervalos, a lo largo de más de 60 años.
La emisión de moneda para comprar dólares caros, como lo ha hecho el actual gobierno con el objeto de mantener un tipo de cambio competitivo es en realidad una inmensa inyección de moneda espuria a los efectos de pagar la diferencia entre el valor de mercado y el valor competitivo, triste entelequia para asegurarse los recursos a repartir para comprar voluntades.
Las demás causas de la inflación, las que fueren, mueren en sí mismas si no existiera moneda de curso forzoso, ésta es la cruda realidad.
Precisamente lo ocurrido en estos últimos años, durante la permanencia de Martín Redrado al frente del Banco Central, fue que la entidad se dedicó a comprar divisas sosteniendo su precio, pese a que hubiera podido adquirirlas más baratas. Esta política no se condice con la pauta establecida en la carta orgánica del Banco Central de preservación del valor de la moneda.
El irracional conflicto generado con el ahora ex presidente de ese banco ha tenido otras motivaciones que también hemos descripto en este espacio. La manera en que se hicieron las cosas por parte de la presidenta de la república ha sido violatoria de normas constitucionales y dio lugar a que las recomendaciones jurídicas al Licenciado Redrado, solicitadas por éste al sector legales de la entidad, fueran negativas. El tema de fondo es que el presidente del Central puede ser sometido a procesos penales, corriendo un riesgo personal si no hace las cosas bien, para decirlo cortito.
Digamos que las cosas habían pasado de castaño a oscuro. Una cosa era comprar dólares caros con emisión al tiempo que luego se emitía deuda mediante LEBACS y NOBACS para intentar contener la expansión monetaria (cosa que no evita que tal expansión pase al Estado vía supuesto superávit fiscal provisto por las retenciones a las exportaciones), y otra muy distinta es un D.N.U. dictado de apuro y con evidente intencionalidad a horas de cerrado el Congreso para derivar nada menos que 6.500 millones de dólares, con el riesgo cierto de exponer los movimientos de divisas del banco a los embargos de los acreedores que no aceptaron el canje de deuda de 2005.
Mucha gente de recursos medios o bajos fue históricamente desposeída de sus bienes y su salario por las políticas inflacionarias de todos los gobiernos irresponsables que utilizaron ese mecanismo para financiar desde sus cuentas bancarias hasta sus proyectos más descabellados. Esta es la verdad.
Acá hay que sacarse la careta de una buena vez. El país ha estado gobernado la mayor parte de estos 60 años de los que hablamos por gobiernos de origen popular y supuestamente preocupados por mejorar los estándares de vida de la gente.
Las políticas proteccionistas, dirigistas e intervencionistas se han multiplicado por doquier. Y no es cierto que durante los años de la convertibilidad en la Argentina hubiera existido neo liberalismo. Y no lo es porque justamente el sostenimiento de un tipo de cambio fijo es la fijación del precio de toda la economía; es decir, la antítesis del concepto liberal de que el precio de las cosas debe fijarlo el mercado.
El gobierno del matrimonio Kirchner ha venido sosteniendo en estos años la necesidad de acumular reservas en el Central y se ha jactado de sus logros en la materia. Lo hizo incluso cuando desvió casi 10.000 millones de dólares para pagar al F.M.I. sin quita alguna, mientras jubilados, trabajadores y público en general sufría enormes pérdidas por la pesificación asimétrica y otras menudencias. Y los acreedores comunes, por así decirlo, quitas de hasta el 75% de su capital invertido. En esa oportunidad se hizo caso omiso a cualquier advertencia respecto de que las divisas utilizadas para el pago eran la consecuencia de la emisión de pesos (pasivo no remunerado) y luego de letras del Banco Central (pasivo remunerado) y no dinero propio.
Esta arrogante e inconsulta medida (en opinión de profesionales serios, y no entre advenedizos y oportunistas) hizo que el país llegara luego a tener que pedir prestados fondos mediante letras y títulos a tasas insólitas en dólares. Pero eso sí, el F.M.I. no iba a meterse a decirnos qué debíamos hacer.
El precio de tal disposición no ha sido medido debidamente, que sepamos. Tasas altísimas durante años, pérdida del valor de la moneda, pérdida de confianza de los mercados internacionales (no son muchos los que seriamente se arriesgan a invertir en un país que se niega a ser auditado debiendo el dinero que debe y habiendo dejado de pagar el 75% de su deuda), expectativa de otros acreedores por obtener la misma suerte (especialmente el Club de París), etc. Y finalmente falta de financiación.
El gobierno nacional se propuso disponer de cuantos recursos pudiera y de donde fuera. Aparte del vitoreado default , por supuesto. Se aumentaron retenciones a las exportaciones y se cayó en el conflicto con los ruralistas. Se aplicaron nuevos impuestos y subas de alícuotas de retenciones y percepciones. Se dispuso la apropiación de los fondos de las A.F.J.P. apenas unos meses después de haberse modificado el sistema con la esperanza (frustrada) de que con la propaganda contraria al sistema mixto (el de AFJP) la gente se pasaría masivamente al sistema de reparto. El llamado blanqueo de capitales y las moratorias dictadas con el objeto de lograr más y más recursos de donde fuere. El uso de fondos de fideicomisos, el endeudamiento con el Banco de la Nación, con el PAMI, con los bancos y con cuanto recoveco pudiera tener dinero guardado, le siguieron a estas verdaderas rapiñas. Todo con un solo objetivo: poder mantener el gasto público en niveles astronómicos.
Hoy mismo se buscar reabrir el canje de deuda mediante un mecanismo que obliga a los acreedores a aportar una cantidad de dinero para luego poder cobrar en el futuro sus acreencias con la quita a la que se arribe. También se obtienen recursos de los aportantes obligatorios del sistema jubilatorio que antes iban a las AFJP y ahora no lo hacen más.
Nosotros planteamos en algún momento que tal vez el gobierno buscara apropiarse de las A.R.T. y hasta creímos que no se intentaría nuevamente atacar las reservas del Banco Central. Ello precisamente porque tomábamos en cuenta la política oficial de acumulación de tales reservas. No ha sido así. El gobierno ha modificado radicalmente su política. Y su supuesto o real interés en acumular reservas ha devenido en este nuevo escenario no vigente hasta ahora: usar las reservas para lo que sea porque es mejor eso, ya que están paradas, que tener que endeudarse a tasas del 15%. Esto no es lo que vino haciendo en estos 6 años de gobierno matrimonial.
Esta gente no ha entendido (o no quiere decir que entiende) que el uso del dinero fuerte que respalda el circulante deja sin protección a éste y por lo tanto el estallido inflacionario no puede sino devenir en poco tiempo.
El supuesto uso de reservas excedentes es un sofisma. El dinero circulante no es todo el dinero, por así decirlo. ¿Qué ocurriría si se produjera una corrida bancaria de proporciones y la gente intentara retirar sus depósitos para comprar dólares? Esos depósitos no están sumados en el circulante. Y esto ya ha pasado en el país muchas veces.
El Banco Central tiene alrededor de 8.000 millones de dólares en concepto de reservas que son los encajes obligatorios de los depósitos de los clientes de los bancos. Tiene deudas y ventas a futuro. En fin, su activo es su pasivo, no está allí porque sí.
El uso de esas reservas para gasto corriente no es ni siquiera el cambio de un activo por otro. La animalada es evidente.
Pero hay más. Obsérvese que el concepto de reservas disponibles o excedentes encierra una peligrosa trampa: cuanto más sube el precio del dólar, más reservas excedentes quedan. A su vez la devaluación genera ganancias al Banco Central. Ganancias que por supuesto no son tales, pero que el gobierno ha venido utilizando.
Ahora, la señora Marcó del Pont ha asumido la presidencia del Banco. Lo ha hecho sin acuerdo del Congreso pero es en todo caso ya un tema menor en medio de tanto conventillo. Lo cierto es que esta señora ha creído desde siempre que el Estado está para prestar dinero barato, castigar a los ricos, repartir entre los necesitados y conceptos similares. Más allá de la propia situación económica que cada uno de estos funcionarios (como la citada señora) tienen, lo cierto es que en principio lo que intentan hacer es repartir el dinero de los otros, y no el suyo.
El señor Carlos Heller, diputado oficialista, regentea como se sabe el Banco Credicoop, que no es para decir qué barato que resulta para la gente. Y ni hablar de los planes de ayuda oficial a Pymes, campo, inquilinos, automovilistas por primera vez, compradores de heladeras, etc. Todos ellos han caído en desuso, por así decirlo, y no es una novedad que tales planes terminan sirviendo para los amigos y nada más.
Por eso hay un Banco Nación o un Banco Provincia. El que no quiere verlo es porque tiene razones para no querer. No porque no lo vea. Esto lleva décadas.
Y el Banco de Desarrollo, sobre el que Heller insiste, tiene un antecedente pernicioso y corrupto en la Argentina. Corrupción que no se resuelve con decir que esta vez sí las cosas van a ser sanas y limpias. ¿No lo sabe Carlos Heller? ¿No saben Marcó del Pont, la señora Vaca Narvaja, el matrimonio Kirchner, Aníbal Fernández, Felisa Miceli, Guillermo Moreno y tantos, tantísimos otros, qué ocurre con los dineros depositados por la gente en bancos oficiales?
¿O es que realmente creen que cuando se produjo la debacle de 2001/2002 los banqueros eran todos privados? Más de la mitad de los depósitos del sistema financiero están en poder de bancos estatales, y lo estaban también en 2001.
Todo el dinero del llamado superávit primario (producido justamente por la aplicación de retenciones a las exportaciones, posibles gracias al tipo de cambio alto sostenido con emisión de moneda) debió haberse destinado a comprar divisas para con ellas pagar la deuda. Al menos eso. Pero es lo que se hizo. Ese dinero se gastó en subsidios, en ayuda a los amigos y colaboradores, en planes otorgados alegremente a fuerzas de choque vistas por televisión en la propia Plaza de Mayo pegándole a la gente. El propio Néstor Kirchner ha dicho no hace mucho que nosotros tenemos la calle y siempre que habla de los dineros públicos utiliza frases del tipo nosotros le dimos tal o cual beneficio, como si fuera él el dueño. Lo mismo hacía la Jefa Espiritual de la Nación a comienzos de los años 50.
El problema es bastante más generalizado de lo que cualquiera pudiera suponer. Si Néstor Kirchner promete distribuir reservas entre los gobernadores, éstos buscarán apoyo para que el Fondo del Bicentenario o lo que venga después sean aprobados al menos por una de las dos cámaras del Congreso, que es lo único que necesitan los D. N.U. luego de la patética reforma constitucional de 1994 tramada entre radicales y peronistas.
En efecto, es más fácil aprobar un D.N.U. que una ley, señores. Éste es sistema democrático al que aluden los adláteres del Matrimonio.
Lo cierto es que el uso de las reservas permitirá al gobierno disponer de ingentes sumas de dinero del presupuesto, que de este modo sobrarán. Saldrá así a cubrir la catastrófica situación de varias provincias, que se agrava día a día, por lo demás. Y así las cosas, en poco tiempo el índice de pobreza superará largamente el 50%. Ésta es la cruda realidad a la que nos conduce esta gente.
Lamentablemente, y tal como están planteadas las cosas, no es mucho lo que podemos hacer los ciudadanos que creemos tener algún argumento para rebatir tanta desidia
Este no es un país liberal, ni neoliberal, ni siquiera es democrático en su esencia. Es un país con un alto componente fascista en el que hoy por hoy el 35% del PBI es gasto público, como en tiempos del primer Perón. Una cifra insostenible que intenta pagar el Estado mediante infinitas obligaciones y exacciones. Las corporaciones, las cámaras, los sindicatos de origen fascista y tantos otros grupos se ponen de pie para respaldar la ignominia sin querer entender que el retroceso de la Argentina en el concierto de naciones, ante el mundo, ante los países cercanos (Chile, Uruguay, Brasil) tiene como culpable a la llamada clase dirigente argentina.
Un gobierno autoritario, patotero, maniqueo. Rodeado de prepotentes y embusteros, insultadores profesionales, genuflexos repetidores de los mismos textos, con el mismo léxico y con las mismas palabras que ordenan sus jefes. Una y otra vez. Un punto de vista o el contrario. Da lo mismo.
Las reservas del Banco Central son la joya de la abuela que les queda. Y van por ella. Como dicen que siempre han dicho los Kirchner: van por todo.
En realidad, queridos lectores, van por nada. Porque sólo puede esperarlos el vacío. En su maniquea búsqueda de enemigos han encontrado a todos: el campo, los medios, la iglesia, el partido judicial, las privatizadas, los neoliberales, los economistas profesionales, Cobos, De Narváez, la derecha, Lilita Carrió, Clarín, Papel Prensa, las AFJP, los movileros, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Marcelo Tinelli...todos son golpistas, conspiradores, traidores, antipatrias...Todos. TODOS.
Parece que hay una parte de la sociedad que ha empezado a comprender el alcance de ese discurso maniqueo, vacuo, inconsistente, cargado de mentiras y errores históricos y conceptuales.
Para el 2011 no falta tanto. Y está visto que por más que se recurra a la caja, la gente ha de decir que no.
Esperemos que así sea, para por lo menos intentar recuperar un poco de la sensatez perdida hace ya mucho tiempo.
ESTUDIO
HÉCTOR BLAS TRILLO
Buenos Aires, 5 de febrero de 2010
ECONOMÍA Y TRIBUTACIÓN
www.hectortrillo.com.ar